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El presidente Xi preside sobre un frágil régimen chino

El congreso del Partido Comunista de China (PCCh) terminó la semana pasada con la instalación de un nuevo comité central, el cual luego aprobó el nombramiento del Politburó de 25 miembros y el Comité Permanente del Politburó (PBSC) de siete miembros.

La composición de estos organismos —especialmente el PBSC, el principal comité que toma de decisiones en el partido— había sido elaborada semanas, si no meses, de antemano a través de maniobras bizantinas y acuerdos partidistas que están completamente separados de las preocupaciones y aspiraciones de la mayoría de la población.

Sin lugar a duda, Xi salió del congreso con una posición muy fortalecida. Su "pensamiento" —es decir, los elementos clave de su "sueño" nacionalista para que China desempeñe un papel central en los asuntos mundiales— fue fijado en la constitución.

Los partidarios de Xi ahora dominan los dos comités cruciales del partido. Además, rompiendo con la práctica reciente, no se nombró un sucesor al PBSC. Esto deja abierta la posibilidad de que Xi no se retire en 2022 después de los dos períodos habituales de cinco años como secretario general del partido y presidente de China.

El tema predominante en la prensa estadounidense y occidental es que Xi está surgiendo como un nuevo Mao, una figura dictatorial cuyas políticas antagónicas están socavando el "orden basado en las normas internacionales" mantenido por los Estados Unidos. En realidad, EE. UU., bajo la presidencia de Barack Obama y ahora Donald Trump, estableció un "pivote hacia Asia" para socavar a China y prepararse para la guerra para garantizar que Washington siga imponiendo sus reglas y mantenga su dominio.

Esta postura confrontacional de Estados Unidos ha ejercido una enorme presión sobre el régimen chino, el cual también enfrenta crecientes problemas internos a medida que la economía continúa desacelerándose y el sistema financiero agobiado por la deuda es amenazado con un colapso. El enorme abismo social entre una pequeña capa de multimillonarios súper ricos, cuyos intereses son defendidos por el PCCh, y la gran mayoría de la población, está generando enormes tensiones sociales.

En esta tensa situación, Xi ha emergido no tanto como un hombre fuerte político indiscutible, sino como una figura bonapartista que sirve para salvaguardar la unidad del partido al moderar, arbitrar, y, si es necesario, reprimir la miríada de intereses opuestos dentro del aparato burocrático.

El Economista con base en Gran Bretaña comentó el mes pasado: "Sus predecesores, Hu Jintao y Jiang Zemin, fueron nombrados principalmente para continuar las reformas de Deng [Xiaoping]. El Sr. Xi fue designado para salvar el partido. La idea de que se tenga que salvar al Partido Comunista parecerá peculiar. Aunque China experimenta decenas de miles de manifestaciones antigubernamentales cada año, estas son reyertas locales que son en su mayoría reacciones a gobiernos locales codiciosos ...

"Sin embargo, no fue así como el Sr. Xi vio las cosas en 2012. Para él, y para la élite que lo eligió como líder de China, el partido enfrentó una crisis existencial". Después de relatar una advertencia de Xi sobre el destino del emperador Chu [asesinado en 202 aC], el artículo continúa: "La historia antigua no es la que asusta al señor Xi. Es la desintegración de la Unión Soviética. Para él, todo comienza y termina con el partido ... Si este colapsa, también lo hará el país".

Desde que asumió el cargo de secretario general del PCCh en 2012, Xi ha acumulado poderes importantes en sus manos. Restructuró al ejército chino, el Ejército de Liberación del Pueblo, para concentrar su control en la Comisión Militar Central, el cual él preside. Ha marginado al primer ministro Li Keqiang, cuyo puesto tradicionalmente lo había puesto a cargo de los asuntos económicos, culpando a Li por los problemas económicos del país, en particular la caída del mercado accionario en 2015. Xi ahora determina esta política, incluso en asuntos financieros y económicos, a través de una serie de grupos pequeños que se reportan a él.

Xi también ha explotado una gran purga de anticorrupción, liderada por su confiable partidario Wang Qishan, para eliminar a rivales clave y debilitar a sus oponentes partidarios. Más de 1 millón de los 88 millones de miembros del PCCh han sido investigados y al menos 100,000 han sido acusados, incluyendo a más de 150 "tigres", o funcionarios que están por encima del rango de viceministro.

Apenas unos meses antes del congreso, un candidato importante para reemplazar a Xi en 2022, Sun Zhengcai, fue despedido del poderoso cargo de jefe del PCCh en la importante ciudad de Chongqing, deshonrado y finalmente expulsado en septiembre. Convenientemente, el escándalo de corrupción permitió que Chen Min'er, quien es ampliamente considerado como el protegido de Xi, fuera instalado en su lugar.

Sin embargo, la acumulación de poder de Xi es un símbolo de las profundas fisuras y tensiones del PCCh. Si bien la composición del Politburó y del PBSC han fortalecido la posición de Xi, ha tenido cuidado de mantener un equilibrio de facciones y, en general, de observar las reglas no escritas que rigen el liderazgo del partido desde finales de los años ochenta.

El nuevo liderazgo chino

A pesar de especulaciones generalizadas a lo contrario, el jefe anticorrupción Wang Qishan, de 69 años, no fue nombrado nuevamente a ninguno de los comités. Si hubiera sido reinstalado, hubiera sido una violación de la edad de jubilación de facto de 68 años y una señal de que el propio Xi no se retiraría en 2022 y buscaría un tercer mandato. Todos los miembros actuales de PBSC deben retirarse en 2022.

Li Keqiang también mantuvo su puesto y un asiento en el PBSC, frente a una conjetura en los medios de que hubiera podido ser reemplazado. Li está alineado con una de las dos facciones principales del partido, la facción de la Unión de Jóvenes Comunistas del ex presidente Hu Jintao, la cual ha sido seriamente debilitada en los últimos cinco años. Xi está más estrechamente unido a la llamada pandilla de Shanghai del ex presidente Jiang Zemin, aunque Xi ha establecido sus propias bases de apoyo.

Las diversas "pandillas" y facciones rivales no están basadas simplemente en personalidades. Más bien representan los intereses rivales de varias secciones de las grandes empresas, la burocracia estatal y el ejército, así como las empresas estatales. Si hay diferencias de política, son de una naturaleza táctica. Aquellos como Li, que promueven una reestructuración acelerada a favor del mercado y un enfoque más conciliatorio con Estados Unidos, han sido cada vez más marginados.

Sin embargo, expulsar a Li podría haber provocado una guerra de facciones dentro del partido. Además de Li, la facción de la Unión de Jóvenes Comunistas ganó un asiento adicional en el PBSC mediante el nombramiento de Wang Yang, viceprimer ministro del Consejo de Estado, el gabinete de China, y ampliamente visto como un agresivo defensor de la reestructuración a favor del mercado.

Los otros cinco miembros del PBSC, todos con estrechos vínculos con Xi, son:

* Li Zhanshu, director de la Oficina General del partido, quien ha operado efectivamente como jefe de personal de Xi y frecuentemente viaja con él. Él y Xi trabajaron juntos al comienzo de sus carreras en la provincia de Hebei y fueron transferidos a la provincia natal de Xi, Shaanxi.

* Wang Huning ha trabajado estrechamente con Xi para desarrollar su ideología y sus políticas. Como jefe de la Oficina Central de Investigación Política desde 2002, ha trabajado con Jiang Zemin, Hu Jintao y ahora a Xi. Wang también viaja a menudo con Xi.

* Zhao Leiji trabajó como secretario del partido en la provincia de Shaanxi y es visto como parte de la "Banda de Shaanxi" de Xi. Fue jefe del poderoso Departamento de Organización del partido antes del congreso y es previsto que remplace a Wang Qishan como jefe anticorrupción, a cargo de la Comisión Central de Control Disciplinario.

* Han Zheng está alineado con la "pandilla de Shanghai", después de haber servido como alcalde de Shanghai y luego jefe del partido. Fue el adjunto de Xi cuando Xi fue jefe del partido de Shanghai en 2007 y consolidó sus relaciones con la facción de Jiang Zemin. Han fue propuesto como un reemplazo para el primer ministro Li Keqiang si este fuese removido antes del congreso de 2022.

Xi también ha fortalecido su posición en el Politburó de 25 miembros, el cual incluye a los siete miembros del PBSC y a 18 miembros adicionales. Según algunos analistas, hasta 15 miembros del Politburó tienen estrechos vínculos con Xi.

Además, aunque nadie en el PBSC puede reemplazar a Xi en 2022, hay tres contendientes en el Politburó que son lo suficientemente jóvenes como para cumplir 10 años como presidente y secretario general del PCCh. Dos de los tres, Chen Min'er y Ding Xuexiang, están estrechamente conectados y en deuda con Xi.

El tercer contendiente es Hu Chunhua, quien está alineado con la Unión de Jóvenes Comunistas, un protegido de Hu Jintao durante mucho tiempo y considerado como el favorito de Hu Jintao para este importante puesto en 2022. Por la regla de sucesión informal del PCCh, la posición más alta debería alternar entre las dos facciones gobernantes. Eso significa que Hu debería ser el sucesor de Xi y debería haber sido designado al PBSC la semana pasada.

El hecho de que Hu no ascendió podría indicar que Xi, en lugar de tratar de permanecer como presidente después de 2022, se está preparando para ungir a su propio sucesor. La elección más probable es Chen Min'er, quien fue impulsado al importante puesto de jefe del partido en una de las cuatro ciudades principales de China, y ahora ha sido elevado al Politburó.

Ding Xuexiang también está estrechamente relacionado con Xi. En 2007, trabajó como secretario político de Xi durante sus ocho meses como secretario del partido de Shanghai, luego en 2013 se trasladó a Beijing para convertirse en jefe de la oficina principal del partido, en efecto secretario personal de Xi. Se espera que se convierta en el nuevo jefe de personal de Xi.

El nuevo liderazgo del partido es, por lo tanto, el resultado de un cálculo cuidadoso. La única regla obvia que se ha roto es que ningún sucesor ha sido nominado. Como resultado, Xi dejó abiertas sus opciones: podría usar los próximos cinco años para ingeniar una vacante en el PBSC e instalar a Chen Min'er o Ding Xuexiang como su sucesor designado, o decidir permanecer en su puesto por otros cinco años.

El ex embajador australiano Geoff Raby señaló esta semana en Australian Financial Review: "Cuanto más poder asuma Xi y cuanto más actúe sin restricciones, más frágil se vuelve el estado comunista". Dejando a un lado la absurda referencia a China como un estado comunista, el comentario destaca la debilidad del régimen.

Dadas las extremas tensiones geopolíticas en Asia y en el mundo, y las crecientes contradicciones económicas y sociales en China, es probable que el enorme aparato burocrático del PCCh, por no hablar de los esquemas y maniobras de Xi, bajo la presión de grandes acontecimientos, sea desgarrado por la instabilidad y crisis.

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