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Perspectiva

Audiencia del Senado estadounidense expone el peligro de una guerra nuclear

La audiencia de la comisión de relaciones exteriores del Senado del martes pasado sobre el uso de armas nucleares subrayó el alto peligro de una guerra que podría cobrar cientos de millones e incluso miles de millones de vidas.

La sesión fue convocada en el contexto de una serie de amenazas de la Administración Trump de irse a la guerra con Corea del Norte. Además de las amenazas de Trump de desatar “fuego y furia en una magnitud que el mundo nunca ha presenciado” contra un país cuya economía es una milésima parte de la estadounidense, su asesor de seguridad nacional, H. R. McMaster, un general del Ejército activo, ha dejado claro que EUA está preparado para librar una guerra “preventiva”, es decir, no provocada.

Para respaldar esta amenaza, el Gobierno de Trump ha desplegado una armada inmensa frente a la península coreana, incluyendo tres portaaviones con sus grupos de combate y un conjunto de submarinos y bombarderos con capacidad nuclear. Al mismo tiempo, Washington está expandiendo y modernizando su arsenal nuclear.

Durante la audiencia, el senador de Massachusetts, Ed Markey, declaró que podría haber planes, “en este momento en la Casa Blanca, que le hayan dado al presidente para librar una guerra preventiva contra Corea del Norte utilizando armas nucleares estadounidenses sin consultar ni informar al Congreso”.

El senador de Connecticut, Chris Murphy, le dijo a la comisión del Congreso que estaba “preocupado de que el presidente sea tan inestable, tan volátil, y tenga un proceso para tomar decisiones tan quijotesco, que pueda ordenar un ataque con armas nucleares” de un momento a otro.

Estas declaraciones son un reconocimiento de que incluso el incidente más pequeño, como una prueba de misiles fallida, o un roce de Rusia, China, Corea del Norte o Irán con las decenas de miles de tropas, aeronaves o buques de guerra estadounidenses que operan sobre sus fronteras, o una de las infames pérdidas del temperamento a horas de la noche del mandatario norteamericano, pueda resultar en un ataque nuclear de escala completa por parte de Estados Unidos.

Bruce Blair, experto en mando y control nucleares de la Universidad de Princeton, comentó sobre la audiencia a la revista Newsweek, indicando que “este sistema le da a una sola persona un poder como el de Dios para acabar con el mundo”. El poder para destruir a la civilización humana está en manos de un hombre, quien resultó ser un estafador profesional y estrella de programas de telerrealidad, quien es conocido por su petulancia impulsiva, un mal temperamento y una peor concentración.

Siendo convocado por el senador Bob Corker para discutir “las condiciones bajo las cuales el presidente podría ordenar el uso de armas nucleares”, la audiencia se realizó oficialmente con el propósito de considerar “una legislación que requiera la aprobación del Congreso para el uso de dichas armas”.

La conclusión de la audiencia fue categórica: el poder del presidente para ordenar un holocausto nuclear es absoluto e irrevocable y nadie en el Congreso puede llamar seriamente a cambiar esta realidad. Más allá de todos los ataques verbales de Corker, el presidente de la comisión, hacia Trump, incluyendo su comparación de la Casa Blanca con una “guardería para adultos”, no hizo ninguna propuesta para limitar el poder de Trump para librar una guerra nuclear preventiva, declarando: “No veo una solución legislativa hoy”.

El único método disuasorio al poder de Trump para lanzar unilateralmente armas nucleares que fue discutido el martes fue el de un amotinamiento por parte de la cúpula militar. “Se puede pasar a la acción”, testificó el general Robert Kehler ante la comisión. Sin embargo, esto crearía “una situación constitucional muy interesante”. Esta acción, en otras palabras, sería un golpe militar.

Esta situación, en la que la posibilidad de una toma de poder por el ejército es planteada en una audiencia legislativa como la única manera de prevenir un holocausto nuclear, es el reflejo de una sociedad profundamente enferma.

El origen de esta crisis no es la personalidad de Donald Trump, quien en realidad personifica la criminalidad y corrupción de toda la oligarquía financiera, a la cual pertenece.

Si Trump es destituido, ¿quién lo reemplazaría? Su vicepresidente, Mike Pence, es un vehemente belicista. Si los demócratas lo expulsan, el resultado sería una enorme escalada estadounidense contra Rusia, el país con el segundo mayor arsenal nuclear del planeta. Si los militares toman el poder, el arsenal nuclear de EUA caería en manos de un grupo de asesinos profesionales que han perpetrado crímenes de guerra inconmensurables en Serbia, Oriente Medio, el norte de África y el Centro de Asia.

El papel incendiario de Estados Unidos a nivel global expresa externamente sus relaciones sociales internas. Este es un país dominado por tensiones sociales colosales. Tres personas —Bill Gates, Jeff Bezos y Warren Buffett— controlan tanta riqueza como la mitad más pobre de la población. Al igual que sus predecesores, los miembros de esta clase gobernante en crisis están buscando redirigir las tensiones sociales hacia afuera por medio de la guerra.

El Congreso, el cual ha aprobado una guerra criminal tras otra, abandonó hace mucho su responsabilidad constitucional de controlar y contrapesar el poder de librar guerras del Ejecutivo.

Las amenazas de Washington contra el mundo son el resultado el colapso del orden geopolítico encabezado por EUA de la posguerra, en cuyo núcleo se encuentra el declive del poder económico estadounidense y el auge de competidores estratégicos en Asia y Europa. La gira de doce días que realizó Trump en el Pacífico confirmó esta realidad. A punta de bravuconerías de proteccionismo económico, Trump exigió en país tras país acuerdos comerciales más favorables, pero se quedó con las manos vacías.

Sumido en una crisis geopolítica e interna, Estados Unidos se ha quedado con un solo recurso: la amenaza de obliterar con armas nucleares a cualquiera que se le oponga. Viniendo del único país que ha empleado armas nucleares en una guerra, sería totalmente insensato pensar que es solo un engaño. ¿Qué tanto ha aumentado este peligro desde que Estados Unidos destruyó dos ciudades japonesas indefensas en el ápice de su poder global ahora que es evidente que su dominio se ha erosionado?

El acecho de una nueva guerra mundial, esta vez con armas nucleares, plantea la necesidad urgente de que la clase obrera intervenga independientemente y construya un movimiento internacional de masas contra la guerra, con base en una perspectiva socialista dirigida a eliminar la causa fundamental de la guerra: el capitalismo.

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