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Perspectiva

Las lecciones de la elección en Alabama

Los comentaristas mediáticos y los dirigentes del Partido Demócrata están celebrando y proclamando un “milagro” político el resultado de la elección especial en Alabama para una banca de senador. El demócrata Doug Jones venció estrechamente al republicano ultraderechista Roy Moore.

“Gracias, Alabama”, arroja un editorial en el Washington Post, por “ahorrarle a la nación la humillación de darle un escaño en el Senado de Estados Unidos a un abusador de niños acusado”. El diario concluye: “Gracias a Alabama, los estadounidenses se podrán despertar el miércoles por la mañana sintiéndose esperanzados sobre la decencia y dignidad de su democracia”.

El New York Times tocó una nota similar con su editorial, titulado “Pierde Roy Moore, la cordura se impone”, el cual aplaude “el triunfo por la decencia y el sentido común en un estado que por un tiempo pareció estar a punto de abandonar ambos…”. En referencia al demócrata derechista que venció a Moore, el Times declaró que los habitantes del estado habían hecho la decisión correcta en “elegir a un candidato cuyo historial produce orgullo, no deshonra, alguien que dedicó su carrera a luchar contra la intolerancia, no explotarla”.

La lluvia de pétalos de rosas roseados por los editoriales no debería engañar a nadie. Un demócrata derechista, cuya ventaja financiera era de diez a uno, apenas pudo arrebatarle una victoria a un candidato de tendencia fascista, no por confrontar y oponerse a los pronunciamientos ultraderechistas de Moore, ni mucho menos ofrecer una alternativa en defensa de la clase trabajadora. En cambio, Jones le debió su diminuto margen a la avalancha de acusaciones por comportamiento sexual inapropiado contra Moore durante el último mes.

Después de la derrota de Moore, los demócratas aumentarán exponencialmente su oposición a Trump basada en la histeria antirrusa y las acusaciones de conductas sexuales indebidas, con las que procuran principalmente movilizar a secciones de la clase media alta. Su fin es descarrilar y suprimir la oposición de la clase trabajadora al Gobierno de Trump, encauzándola detrás de una política compatible con los intereses de la aristocracia financiera y el aparato militar y de inteligencia.

Las acusaciones sobre la conducta sexual de Moore se reportaron por primera vez en el Washington Post el 9 de noviembre, recibiendo un artículo largo y destacado que detallaba los avances de Moore hacia una serie de niñas adolescentes cuando era fiscal del condado en sus treinta. Esto se convirtió en el principal tema de los anuncios electorales de Jones. A fin de acometer más agresivamente contra Moore por medio de esta campaña, el Partido Demócrata esencialmente expulsó a dos de sus principales congresistas, al diputado John Coyers y al senador Al Franken, quienes se vieron obligados a renunciar por acusaciones de comportamientos sexuales indebidos durante las últimas semanas de la campaña electoral de Alabama.

A pesar de dedicarle una enorme cantidad de atención a las acusaciones de carácter sexual contra Moore, la campaña demócrata en Alabama prácticamente no hizo referencia a los puntos de vista ultraderechistas del candidato republicano, somo su apoyo a criminalizar la homosexualidad, su declaración que los musulmanes deberían ser proscritos del Congreso o cualquier otro cargo elegido en comicios, su apoyo a desplegar el ejército a lo largo de la frontera con México para atacar inmigrantes, su promoción de un sistema teocrático que eleve a la Biblia por encima de la Constitución de Estados Unidos.

Los comentarios de Moore al final de su campaña—retratando la vida en el Sur esclavista con colores rosa, como la última época en la historia del país, según este fanático e iluso intolerante, en la que se respetaban los valores familiares—si acaso recibieron críticas, pese que sin duda le dieron ímpetu a la participación electoral de los votantes afroamericanos.

Tras el resultado, el Partido Demócrata a nivel nacional y sus aliados en la prensa están dando su vuelta de la victoria, declarando que esto vindica la campaña #MeToo (Yo también) de acusaciones por conductas sexuales inapropiadas, frecuentemente infundadas o disputadas.

En un artículo de análisis, el Post argumenta que la derrota de Roy Moore “marcó un hito para el movimiento nacional alrededor del abuso sexual” y previó que esto va a instar a todo un conjunto de candidatas a postularse el próximo año.

El siguiente blanco es directamente Trump. No arremeterán contra su reducción de impuestos para los multimillonarios, sus recortes a programas sociales vitales, sus ataques a inmigrantes y otras minorías, ni sus amenazas de iniciar una guerra nuclear contra Corea del Norte, sino que concentrarán su fuego en las acusaciones por ofensas a más de una docena de mujeres antes de que llegara a la Casa Blanca.

Los demócratas han legitimado el mismo tipo de cacería de brujas sexual que fue empleado como parte de una ofensiva derechista para destituir al presidente Bill Clinton en 1998-99. Los republicanos, por su parte, responderán con el mismo veneno. Todo indica que el año electoral del 2018 será dominado por un intercambio de insultos tan bajos que harán que los anuncios de los últimos años parezcan ilustrados en comparación.

La pauta fue marcada por un testimonio del fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, el miércoles, el cual se enfocó en gran parte en la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre los cargos de injerencia rusa en las elecciones del 2016, pero que también incluyó una descripción detallada y morbosa por parte del congresista demócrata Luis Gutierrez, haciendo su mejor imitación de Kenneth Starr, de las acusaciones de conducta sexual inapropiada presentadas contra Trump durante la campaña electoral.

Al mismo tiempo, los grupos pseudoizquierdistas como la Organización Internacional Socialista (ISO, siglas en inglés) están desempeñando el papel de siervos políticos del Partido Demócrata. La publicación de la ISO, Socialist Worker, comentó con una inmediatez inusual sobre la elección especial en Alabama, celebrando la victoria de un demócrata derechista y declarando: “las principales ganadoras de esta elección son las mujeres de #MeToo, quienes rompieron el silencio sobre las agresiones y el acoso sexuales cometidos por hombres poderosos”.

La ISO es una promotora acrítica de la campaña #MeToo, la cual desdeña cualquier consideración de los derechos democráticos como el de un juicio debido, mientras insiste en que todas las acusaciones tienen que ser creídas sin necesidad de investigar o evaluar críticamente la evidencia.

El comentario concluye: “Esta elección fue mucho más que un voto en Alabama por una banca en el Senado. Fue una prueba de apoyo a monstruos republicanos como Moore, sus políticas intolerantes y la Presidencia de Donald Trump”.

Socialist Worker no utiliza invectivas políticas cuando se refiere a demócratas como Barack Obama, quien presidió la mayor transferencia de riqueza de la clase obrera a los ricos en la historia del país, intensificó las guerras del mandato de George W. Bush e inició las guerras en Libia, Siria y Yemen, además de ataques con drones en una docena de países. Esto es porque la ISO opera como un brazo político del Partido Demócrata, utilizando retórica “izquierdista” para oponerse a cualquier movimiento obrero que busque librarse de las ataduras del sistema actual bipartidista y controlado por las corporaciones.

El primer año de la Administración Trump ha visto una oposición de las masas obreras a su agenda ultraderechista que se ha reflejado en varias manifestaciones, en las encuestas de opinión y en las luchas sociales de masas en ciernes. Sin embargo, este giro a la izquierda de la clase obrera no ha encontrado ninguna expresión en el sistema político del país, cuyos partidos son instrumentos de las grandes empresas.

El Gobierno de Trump es profundamente impopular, y el Congreso republicano mucho más. La opinión pública ha experimentado un traslado significativo hacia la izquierda, pero el marco de la política capitalista ha traducido la hostilidad de masas hacia Trump en la elección de demócratas derechistas. En las elecciones a gobernador de Nueva Jersey y Virginia el mes pasado, se dieron las victorias de un exbanquero de Goldman Sachs y un exvicegobernador conservador que votó dos veces por George W. Bush. Ahora en Alabama, ganó Doug Jones, quien se presentó como el defensor de la ley el orden y prometió colaborar con el senador republicano derechista, Richard Shelby, y encontrar “puntos de coincidencia” con la Casa Blanca de Trump.

La última semana de la carrera electoral en Alabama coincidió con la visita al estado de un reportero especial de Naciones Unidas para indagar las condiciones de extrema pobreza y los derechos humanos. Visitando las zonas rurales del estado, donde las condiciones son tan abominables en cuanto a la infraestructura de acueductos y alcantarillados, a las viviendas primitivas y la pobreza que dijo que nunca había visto una situación tan mala en ningún país industrializado.

Estas condiciones son la responsabilidad conjunta de los dos partidos derechistas tradicionales que ocupan todos los cargos políticos en Estados Unidos y controlan los gobiernos locales, estatales y el nacional. Los niveles de vida y las condiciones sociales se han deteriorado cada vez más bajo los demócratas y los republicanos, por igual. La clase obrera tiene que tomar las conclusiones políticas necesarias y embarcarse en la lucha política independiente contra el sistema capitalista, construyendo un nuevo partido político de masas con base en un programa socialista.

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