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Jens Stoltenberg y Angelina Jolie exigen la intervención de la OTAN para promocionar la “igualdad de género”

El Secretario General de la OTAN Jens Stoltenberg y la actriz Angelina Jolie han aunado sus fuerzas para proyectar la alianza de guerra dirigida por los EUA como un modelo de rol progresista para la política de género y un “destacado protector” de los derechos de la mujer.

Su página de opinión en el Guardian el fin de semana pasado, “Por qué la OTAN debe defender los derechos de las mujeres”, es presentado como una misión conjunta para conseguir la “promesa fundamental en la Carta de la ONU de derechos iguales y dignidad para las mujeres”.

Uno se refriega los ojos por el descrédito. Escrito en defensa de una organización que es la fuente primaria de belicismo, por su líder y principal propagandista y una devota de Ayn Rand y autoproclamada “humanitaria”, el artículo de opinión podría ser tomado sin querer como una sátira.

Afirmando que la OTAN fue fundada para salvaguardar “la libertad de sus pueblos”, los autores aseveran que, durante 70 años, el bloque dirigido por los EUA ha representado la “defensa de la democracia, la libertad individual, el Estado de derecho y la Carta de las Naciones Unidas”.

De hecho, desde su fundación en abril de 1949 hasta la disolución del Pacto de Varsovia en julio de 1991, el papel de la OTAN fue dictado por la confrontación con la Unión Soviética. Con este fin, no solo fomentó una carrera armamentística nuclear sino que estuvo implicada en numerosos conflictos e intervenciones, desde la Guerra de Corea hasta Cuba.

Con la liquidación jurídica de la Unión Soviética en 1991, la posición agresiva de la OTAN se volvió más patente mientras montaba operaciones militares directas en los Balcanes, Afganistán y, más recientemente, Libia y Siria, con el objetivo final de rodear y desmembrar a Rusia y China.

Cientos de miles de personas han perdido la vida como resultado y millones más han resultado heridas y desterradas. Es más, estas guerras han estado acompañadas por el destripamiento de cualquier pretensión de mantener las normas democráticas —incluyendo la rendición extraordinaria y los asesinatos selectivos por drones, por no hablar de la aniquilación de las libertades civiles “en casa”.

Este ha sido el caso más allá de las afirmaciones nobles de “intervención humanitaria” y el citar una “Responsabilidad de Proteger” que acompañaron esas guerras. Es un hecho que, dondequiera que vaya la OTAN, la miseria abyecta y el horror le siguen.

El artículo de Stoltenberg y Jolie representa un intento desesperado por reconstruir la credibilidad raída de la OTAN ante estos antecedentes.

La violencia sexual es “una de las principales razones” de la opresión de la mujer, argumenta el artículo de opinión, y esto “explica en gran medida por qué a menudo es más peligroso ser mujer en una zona de guerra hoy que ser soldado”.

“Los conflictos en los que se abusa sistemáticamente de los cuerpos y de los derechos de las mujeres duran más, causan heridas más profundas y son mucho más difíciles de resolver y de superar”.

El objetivo político esencial de tales afirmaciones es argumentar que “Acabar con la violencia de género es un asunto vital de la paz y la seguridad así como de la justicia social. La OTAN puede ser líder de este esfuerzo”.

En condiciones normales uno no se metería en una discusión sobre quién sufre más en la guerra. Después de todo, la abrumadora mayoría siempre sufre en la guerra. Por eso cualquier persona guiada por impulsos humanitarios y democráticos busca evitarla. Pero Stoltenberg y Jolie no poseen ni pizca de tales sensibilidades.

Se estima que unos 31.000 civiles han sido matados solo en Afganistán desde 2001 y más de 30.000 en Libia desde la invasión de 2011, para dar apenas dos ejemplos.

Un desglose exacto de esas cifras atendiendo al género es difícil de conseguir. Las bajas incluirán sin duda muchas mujeres, y un incalculable número de niños que son especialmente vulnerables a los IEDs (dispositivos explosivos improvisados) y el colapso de la provisión de sanidad y bienestar que invariablemente acompañan la guerra.

Los sondeos que se han llevado a cabo, sin embargo, muestran que la afirmación de que las mujeres están expuestas a un riesgo particular o mayor del conflicto, y el que esta sea la razón por la que la OTAN tiene que intervenir como garante de la igualdad de género, no tiene fundamento en los hechos.

Un informe del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz (IPRI), de Oslo, Muertes en conflictos armados desagregadas por género (2009), por ejemplo, usó diferentes conjuntos de datos e investigó diferentes conflictos y períodos para intentar establecer quién es más probable que sea una baja en la guerra. Es muy significativo porque fue investigado en línea con los esfuerzos dirigidos por la ONU para concentrarse en el género.

Cita varios estudios, incluyendo muertes en conflictos en más de 13 países, desde Irak, la República Democrática del Congo hasta Kosovo. Aunque sus hallazgos variaban, todos mostraban una mayor prevalencia de muertes violentas o de traumas relacionados con la guerra entre los hombres. La conclusión general que el IPRI encontró fue que “es más probable que mueran hombres durante los conflictos, mientras que las mujeres mueren más a menudo de causas indirectas después de que termina el conflicto”.

Es más, en los casos de violencia la realidad no es tan unilateral como Stoltenberg y Jolie quieren hacernos creer. Un estudio acreditado de Lara Stemple, del Proyecto Ley de Sanidad y Derechos Humanos de la Universidad de California, Violaciones a hombres y derechos humanos, comenta que la violencia sexual contra los hombres ha sido utilizada como un “arma de tiempos de guerra o agresión política” en numerosos países, de los que hasta el 80 por ciento de de los prisioneros políticos en varios conflictos estudiados reportan tortura sexual y violación.

De manera significativa, cita a Abu Ghraib en Irak, donde los soldados estadounidenses obligaban a los detenidos “a actos tales como posar desnudos en montones, masturbación en grupo, y simulaciones de sexo, muchas de las cuales fueron fotografiadas. Otros detenidos fueron sodomizados y algunos tenían cables eléctricos atados a los genitales”.

Se informa de que la violación a hombres y la tortura sexual son abundantes en Libia tras la invasión respaldada por la OTAN, donde el antiguo dirigente Muammar Gaddafi fue sodomizado con una bayoneta y después asesinado por las fuerzas aliadas occidentales.

A Stoltenberg y Jolie no podría importarles menos. No están para impedir conflictos, sino que buscan pretextos para crearlos. De este modo, en un giro moderno a la “carga del hombre blanco”, defienden la lucha por el “cambio cultural” y la “igualdad de género” a punta de pistola.

El artículo apareció con el trasfondo de una campaña feroz y antidemocrática por el acoso sexual llevada adelante en Hollywood —el momento “Letra Escarlata” de los Estados Unidos. Como el World Socialist Web Site ha explicado, el movimiento “Yo también” representa el esfuerzo de un sector acomodado de la clase media para conseguir una tajada mayor de privilegios y riqueza.

Stoltenberg y Jolie ahora están intentando utilizar el mismo tipo de autoabsorción e indiferencia hacia la desigualdad social entre este electorado para fortalecer el apoyo al militarismo y a la guerra.

Su llamamiento es la transformación del feminismo en un arma al servicio de la OTAN y de la reacción imperialista. Esto es especialmente necesario cuando la alianza imperialista está preparando crímenes aún mayores que amenazan a la humanidad con una nueva guerra mundial, una librada con armas nucleares.

Solo el mes pasado, la OTAN acordó planes para una importante intensificación militar en Europa, incluyendo dos nuevos centros de comando militar. Aunque Stoltenberg afirme que esto fue necesario debido a la “agresión” de Moscú, es la OTAN la que está reforzando de manera provocativa sus fuerzas militares a lo largo de la frontera rusa, incluyendo el despliegue de miles de soldados.

Es para esconder sus objetivos predatorios que Stoltenberg y Jolie intentan reinventar la OTAN como una herramienta de la emancipación de la mujer.

La OTAN integrará “temas de género en su pensamiento estratégico”, reforzará una “cultura de integración de la mujer en toda la organización, incluyendo los cargos de dirección”, promocionará “el papel de la mujer en el ejército”, y desplegará “consejeros de género en las comunidades locales”, donde “las mujeres soldado de la OTAN puedan llegar a las comunidades locales y comprometerse con ellas”, escriben.

Sin rastros de vergüenza, el artículo de opinión pone en la mira a Ucrania y Siria como países con una necesidad particular de una cruzada de género de la OTAN. Esto es en nombre de una organización que apoyó a los fascistas en el primer conflicto, y colaboró con extremistas islamistas, tales como el frente Al Nusra, en el otro.

¡Tanto por los derechos de las mujeres! Su encubrimiento de la OTAN, esta cueva de ladrones imperialista, debería tratarse con el desprecio que se merece.

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