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Trump desvela la estrategia de seguridad nacional “Estados Unidos primero”

El presidente Donald Trump pronunció un discurso en Washington el lunes en el que presentó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional “Estados Unidos primero” de su administración, un documento de 55 páginas que expone de manera tajante los preparativos para una nueva guerra mundial.

Estaba lejos de estar claro si Trump había siquiera leído el documento. Su propio discurso fue esencialmente un discurso de campaña electoral apenas recalentado, celebrando su elección en noviembre de 2016, su asunción del mando en 2017 y promocionando todos sus temas del “Estados Unidos primero” y “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”, que van desde erigir un muro fronterizo y reprimir a los inmigrantes hasta romper acuerdos comerciales y medioambientales y dejar patas arriba el acuerdo nuclear con Irán.

Pronunciado con una monotonía constante e indiferente, el discurso tenía todo el marchamo de un texto redactado por el importante consejero político fascistoide de Trump, Stephen Miller, con sus temas estridentes anti-inmigrantes, su invocación de la “cultura” y los “valores” estadounidenses y su promesa de que “nos defenderemos a nosotros mismos, y defenderemos a nuestro país como nunca lo hemos defendido antes”.

Trump arrojó el ejercicio de casi un año de su administración como un cambio de rumbo económico para los Estados Unidos, reflejado sobre todo en que la bolsa alcanzara un pico “alto de todos los tiempos” el lunes por 85 vez desde su elección. Prometió que los recortes de impuestos pendienes para las corporaciones y los ricos combinados con los recortes en las regulaciones continuarían esta tendencia.

Había más que un eco débil de ideología hitleriana en el discurso de Trump, con sus denuncias de presidentes anteriores por traicionar a los ciudadanos estadounidenses “olvidados” y su promesa de restaurar la economía fortaleciendo el ejército y la industria armamentística estadounidense.

“Nuestra voluntad está renovada, nuestro futuro está recuperado, y nuestros sueños están restaurados”, concluyó Trump en su discurso, añadiendo, “Cada estadounidense tiene un papel que jugar en este gran esfuerzo nacional”.

La esencia del propio documento de la Estrategia de Seguridad Nacional consiste en un llamamiento a la preparación para una nueva era de conflicto y guerra mundial de “gran potencia”. Al tiempo que incluía los temas de Trump de militarizar la frontera y perseguir inmigrantes junto con invocaciones del nacionalismo estadounidense, el meollo del documento refleja el pensamiento dentro de la camarilla de generales activos y retirados que dominan la política exterior estadounidense, incluyendo al Consejero de Seguridad Nacional, general H. R. McMaster, el Secretario de Defensa, general “Perro Loco” Mattis, y el jefe de gabinete de Trump, general James Kelly.

McMaster, de quien se informó que jugó el papel principal en la redacción del documento, expresó el quid de su mensaje en una conferencia organizada el año pasado por un grupo de reflexión británico, Policy Exchange. “La geopolítica está de vuelta, y ha vuelto con una venganza, después de estas vacaciones de la historia hemos interiorizado el llamado período posterior a la Guerra Fría”, dijo McMaster.

Después de un cuarto de siglo de guerras estadounidenses ininterrumpidas tras la disolución de la Unión Soviética por parte de la burocracia estalinista en 1991, McMaster y sus compañeros generales están usando la nueva Estrategia de Seguridad Nacional para insistir en que Washington ha sido insuficientemente agresivo y para presionar para un aumento significativo sin precedentes del militarismo estadounidense, dirigido a prepararse para una guerra global dirigida contra China y Rusia, potencias nucleares ambas.

El documento describe a China y a Rusia como “potencias revisionistas” y “competidores hostiles” que persiguen “dar forma al mundo en antítesis a los valores e intereses estadounidenses”. “China y Rusia desafían el poder, la influencia y los intereses estadounidenses, e intentan erosionar la seguridad y la prosperidad estadounidense”, dice el documento.

“Estas competiciones requieren que los Estados Unidos vuelvan a concebir las políticas de las dos décadas pasadas —políticas basadas en el supuesto de que comprometerse con rivales y su inclusión en instituciones internacionales y el comercio global hará de ellos actores benignos y socios dignos de confianza”, continúa el documento. “En su mayor parte, esta premisa resultó ser falsa”.

El documento incluye una agenda para la guerra comercial y un conjunto de políticas económicas domésticas en sus prescripciones de seguridad nacional— todas ellas con el objetivo de transferir riqueza desde la clase trabajadora hacia Wall Street mediante recortes de impuestos, desregulación y “restringir el gasto federal”. Su demanda principal, sin embargo, es un fortalecimiento militar ilimitado.

Aunque las múltiples guerras libradas en los últimos 16 años han consumido casi $6 billones de la economía estadounidense, y Washington continúa gastando más en su ejército que los siguientes ocho países juntos, el documento presenta la máquina de guerra masiva de los EUA como peligrosamente mal financiada y sin suficiente personal.

“Desde los años 1990, los Estados Unidos vienen mostrando un alto grado de complacencia estratégica”, dice el documento. “En vez de fortalecer la capacidad militar, mientras aumentaban las amenazas a nuestra seguridad nacional, los Estados Unidos redujeron dramáticamente el tamaño de nuestro ejército ... En vez de desarrollar capacidades importantes, la Fuerza Conjunta entró en unas ‘vacaciones de adquisición’ de casi una década de duración durante la cual el acopio de nuevos sistemas de armas fue limitado severamente”.

Las “vacaciones”, indica el documento, han terminado. Se requiere un fortalecimiento militar para confrontar el intento de China y Rusia por “reafirmar su influencia en la región y en el mundo”.

“Hoy, están desplegando capacidades militares designadas para negarle a los EUA el acceso a zonas comerciales críticas en tiempos de crisis y cuestionar nuestra habilidad de operar libremente en ellas durante tiempos de paz”, declara. “En breve, están disputando nuestras ventajas geopolíticas y están intentando cambiar el orden internacional a su favor”.

El Pentágono, declara, tiene que lograr la “superación” militar, “la combinación de capacidades a escala suficiente para evitar el éxito del enemigo y asegurar que los hijos e hijas de Estados Unidos nunca estén en una lucha justa”.

Al mismo tiempo, rechaza lo que describe como una concepción posterior a la Guerra Fría de que “todas las guerras serían libradas y ganadas rápidamente, a la distancia y con un mínimo de bajas”. Implícitamente, lo que ahora debe aceptarse es la perspectiva de guerras mucho más grandes que implicarán la muerte de soldados estadounidenses a una escala desconocida desde la Segunda Guerra Mundial.

“Para retener la ventaja militar los Estados Unidos deben restaurar nuestra habilidad de producir capacidades innovadoras, restaurar la disposición de nuestras fuerzas para una guerra importante, y hacer crecer el tamaño de la fuerza para que sea capaz de operar a escala suficiente y por una amplia duración para ganar a lo largo de un abanico de escenarios”, continúa el documento. “Los Estados Unidos deben revertir decisiones recientes de reducir el tamaño de la Fuerza Conjunta y aumentar la fuerza mientras moderniza y asegura la disposición”.

Al tiempo que exige un fortalecimiento sustancial de los niveles de la tropa, el documento también hace mucho hincapié en el fortalecimiento de las capacidades de los EUA en términos de librar una guerra nuclear. “Los Estados Unidos tienen que mantener la disuasión creíble y las capacidades de garantizar brindadas por nuestra Tríada nuclear y por las capacidades del teatro nuclear estadounidense desplegadas en el extranjero”, declara. “Se necesita inversión significativa para mantener el arsenal nuclear estadounidense y la infraestructura que sea capaz de enfrentarse a las amenazas a la seguridad nacional a lo largo de las décadas venideras”.

En lo que equivale a un informe para una política arriesgada de guerra nuclear, el documento afirma: “No permitiremos que los adversarios usen amenazas de intensificación nuclear u otras conductas nucleares irresponsables para coaccionar a los Estados Unidos, nuestros aliados, y nuestros socios. El miedo a la intensificación no impedirá que los Estados Unidos defiendan nuestros intereses vitales y los de nuestros aliados y socios”.

El documento de Estrategia de Seguridad Nacional constituye una grave amenaza. En 2002, la administración de George W. Bush emitió un documento semejante defendiendo la “guerra preventiva”. Antes de que pasara un año, tropas estadounidenses habían invadido Irak, lanzando una guerra de agresión basada en mentiras. El presente documento defiende una guerra mundial librada con armas nucleares.

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