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Inestabilidad política en España sigue las elecciones catalanas

Las elecciones del jueves en Cataluña amenazan con consolidar aún más la división entre el sentimiento de independentismo y unidad española en la región, desestabilizando así a España y a la Unión Europea.

Los partidos nacionalistas catalanes –Junts pel Catalunya (JxCat), la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Candidatura d’Unitat Popular (CUP)— obtuvieron una estrecha mayoría de 70 escaños en el Parlamento catalán de 135 en total, dos menos que en las elecciones previas en el 2015.

Su capacidad de formar un Gobierno de coalición para el 23 de enero y de tener una votación de investidura para el 8 de febrero se ve cuestionada por la incapacidad de ocho de los diputados electos a asistir al Parlamento.

Cinco han huido al extranjero para evitar ser arrestados tras la invocación del artículo 155 de la Constitución de España por parte del Gobierno derechista del Partido Popular bajo el presidente Mariano Rajoy en Madrid. Entre ellos figuran el presidente catalán depuesto, Carles Puigdemont de JxCat, que es después de las elecciones el mayor partido secesionista. Otros tres son presos políticos que languidecen en la cárcel, incluido el vicepresidente regional depuesto, Oriol Junqueras. Esto podría dejar a los separatistas a seis votos de la necesaria mayoría absoluta de 68 votos.

Por primera vez, un partido pro unidad española, Ciutadans, conocido como Ciudadanos en el resto de España, obtuvo el mayor número de votos, pero no alcanzó las cifras necesarias para formar un Gobierno. Este y los otros partidos antisecesionistas, el Partido Socialista de Cataluña (PSC) y el Partido Popular (PPC), sumaron un total combinado de 57 escaños.

Catalunya en Comú (CeC) —la filial catalana del partido Podemos, que afirmaba ser neutral entre el nacionalismo español y el catalán, pero que se opuso al llamado de los secesionistas de una declaración de independencia unilateral— obtuvo ocho escaños.

El artículo 155 fue invocado por Rajoy, con el pleno respaldo de Ciudadanos y del Partido Socialista de España (PSOE), para suspender el Gobierno catalán, arrestar a sus líderes e imponer las elecciones del jueves pasado con la esperanza de obtener una mayoría a favor de la unidad española. Este plan ha fracasado.

Al hablar en Bruselas, Puigdemont declaró: “La receta de Rajoy ha fallado ... El 155 ha perdido claramente el plebiscito”. Terminó llamando a Rajoy a participar en las negociaciones “sin condiciones previas”, mientras hacía un nuevo llamado fútil a la Unión Europea para que intervenga, a pesar de que la UE apoyó la represión de Rajoy insistiendo en que el tema era un asunto interno de España.

“Estamos orgullosos de que este sea un tema que despierta el interés de las instituciones europeas”, declaró Puigdemont. “No le pido a la Comisión Europea que cambie su posición, solo que escuche a todo el mundo, que nos escuche de la misma manera que escucha al Gobierno español”.

La secretaria general de la ERC, Marta Rovira, también hizo un llamado a una resolución negociada, solicitando tanto un Gobierno “a favor de la República lo antes posible” como lo siguiente: “Si Rajoy es un presidente demócrata, tiene que asumir este mandato democrático y los resultados electorales. Es hora de la política y de una vía para el diálogo y la negociación”.

Rajoy sin dudas estará bajo la presión de algunos sectores de entablar negociaciones a raíz de la derrota que ha sufrido. El PPC está ahora al fondo del Parlamento catalán, después de un colapso sin precedentes en el apoyo de 11 a 3 escaños. Solo 184 108 personas, o 4,2 por ciento del electorado, votaron por un partido odiado por los trabajadores, ya sea que apoyen o no al independentismo, especialmente por la brutal represión policial del referéndum sobre la independencia de Cataluña del primero de octubre.

Sin embargo, no hay indicios de un retroceso por su parte. La línea tomada por Rajoy ha sido mencionar que el porcentaje de votos por los secesionistas disminuyó y que su reducida mayoría depende de las bancas correspondientes con zonas rurales con un electorado más pequeño que el de las áreas urbanas ganadas por sus oponentes políticos.

Cuando se le preguntó acerca de la oferta de Puigdemont, Rajoy respondió que la única persona con la que se debería sentar es Inés Arrimadas, líder de Ciutadans, “que han ganado las elecciones”.

“Cataluña no es monolítica” sino “plural”, agregó. Sólo después de insistir en que los separatistas no hablaban por Cataluña sugirió el comienzo de “una etapa basada en el diálogo y no en el enfrentamiento… siempre dentro de la ley”.

Esto fue reforzado por referencias a la “legalidad” de algunos de los candidatos electos, quienes, insistió, también deben estar sujetos a la ley. Rajoy ha hecho repetidas amenazas para invocar el artículo 155 y suspender al Gobierno catalán si se atreve a plantear el tema de la independencia de nuevo. Más nacionalistas enfrentan ser acorralados y encarcelados por sus actividades previas a la declaración de independencia, incluyendo a Rovira, al exlíder del PDeCat (ahora JxCat), Artur Mas, Anna Gabriel (CUP) y Mireia Boyá (CUP).

El avance dramático hecho por Ciutadans, un partido de derechas que ganó 37 escaños en comparación con solo tres en el 2006, incluso en áreas de la clase trabajadora de habla hispana, es un resultado condenatorio para el PSC y Podemos/CeC-Podem, que no pudo avanzar ninguna apelación significativa para ninguna sección de la clase trabajadora, y mucho menos una perspectiva de unidad de clase.

El Partido Socialista está tan asociado con el artículo 155 como el PP. El destino de CeC, cuyo porcentaje de votos cayó un 2,5 por ciento, es principalmente una respuesta a su fracaso de no poder organizar una oposición a las políticas dictatoriales del PP, ya sea en Cataluña o en el resto de España. Antes de las elecciones, su portavoz, Xavier Domènech, planteó una defensa de unidad, no de la clase obrera, sino de diferentes fuerzas burguesas en la forma de una coalición tripartidista compuesta por la ERC independentista, el CCE y el PSC.

“Somos la clave, para que la gente no tenga que elegir entre un bloque u otro”, se jactó. “No estamos para jugar a la ruleta rusa con nuestro país...”.

Nadie cree que tal maniobra ofrezca una alternativa genuina.

Después de la elección, Domènech se quejó, “Estos no eran los resultados que esperábamos ni queríamos. Muestran un detrimento de las fuerzas progresistas en favor de la derecha, lo que tiene que llevar a una profunda reflexión al conjunto de fuerzas progresistas y de izquierdas de este país”. Las reflexiones de tales políticos en bancarrota no producirán nada de valor.

El líder de la CUP, Carles Riera, quien ha visto el voto de su partido caer casi a la mitad, ya que los votantes rechazaron a los más aguerridos defensores del secesionismo, combinó expresiones de decepción con declaraciones de que nada había cambiado fundamentalmente: “Nuestra presión [sobre los partidos independentistas más grandes] ha disminuido con la pérdida de escaños, pero seguiremos ejerciendo fuerza en la negociación. No se trata de volver a la autonomía, sino de volver a la república”.

Riera dijo que la CUP “hará valer” su objetivo de “construir la república unilateralmente” ya que la CUP “sigue teniendo la llave”.

Elsa Artadi (JxCat) respondió que con “más de 2 millones de votos independentistas, nunca hemos tenido tantos votos independentistas”. Luego, agregó, “Tenemos que hablar con la CUP, pero tenemos un mandato claro”.

Las elecciones catalanas no han resuelto la crisis que envuelve a España porque solo un nuevo giro de la clase trabajadora ofrece un camino a seguir. Una lucha efectiva contra el Gobierno del PP y su agenda de austeridad, militarismo y represión estatal requiere una lucha unificada de los trabajadores en Cataluña y en toda España sobre la base de una perspectiva revolucionaria, socialista e internacionalista.

Así como el World Socialist Web Site insistió el día de las elecciones, “Para oponerse a todos los intentos de poner a los trabajadores hispanohablantes en conflicto con los de habla catalana, es necesario avanzar la lucha por el poder obrero, la expropiación de la aristocracia financiera y la construcción de un Estado obrero en España que forme parte de los Estados Unidos Socialistas de Europa”.

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