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“El gobierno no ha hecho nada”:

Crisis de empleo en Puerto Rico, meses después del huracán

Todos los días, cientos de miles de trabajadores puertorriqueños batallan para ganarse los dólares que les permitan sobrevivir esta época de fiestas. Cuarenta y cinco mil pequeñas y medianas empresas afectadas por los huracanes Irma y María, siguen cerradas. Las que han abierto muchas veces tienen que cerrar temprano a causa de los apagones.

Aquellos obreros con empleos encaran duras condiciones: muchos no han recibido sus aguinaldos de navidad; sus horas han sido recortadas en forma dramática. El Departamento de Trabajo de EUA estima que en octubre los patrones destriparon sueldos, más que en los veintiún años anteriores. Al mismo tiempo, en noviembre, el número de solicitudes de ayuda por desempleo llegó a niveles no vistos desde hace once años.

En la oficina de desempleo de San Juan, Madeline Vásquez, quien vive en Bayamón, les describió a los reporteros del WSWS el impacto de esas condiciones en la vida de los obreros y pobres de la isla.

Madeline Vasquez

“Se supone que reciba US $138 por mes pero aunque esta carta dice que me aprobaron en septiembre, no he recibido nada. Tengo dos niños; aunque sí recibiera ese dinero; cómo se supone que nos mantengamos con $138 mensuales? Es por eso que tantos se han ido. No hay nada para ellos. Se está obligando a la gente a escoger entre comer y tener cuidado médico o comprar las cosas que necesitan para sobrevivir”.

“Si uno tiene la suerte de tener un generador, gasta unos $75 por semana comprando combustible. Ese es nuestro caso, y hemos hecho eso desde el huracán Irma, antes de María. Si mi familia no me ayudara, creo que habría abandonado la isla”.

La señora Vásquez trabajaba en una oficina que no abre desde la tormenta. Al oír sobre su situación, personas cerca de la señora Vásquez asentían, cada una con experiencias similares de haber perdido sus trabajos a causa de la tormenta y solicitar beneficios de desempleo sin recibir nada. Cada uno tenía su carta aprobando una pequeña suma de dinero, ninguna por encima de $138. De la docena de trabajadores que charlaron con el WSWS, ninguno había recibido “siquiera un centavo”, la frase de muchos de ellos, desde el azote de la tormenta en septiembre.

Oficiales del Departamento de Trabajo nos dijeron que no bien pasó la tormenta, en San Juan la fila de solicitantes de beneficios de desempleo se hizo tan larga que hubo que poner carpas para atender a todos. Carmen Morales Rivera, la directora del departamento de seguro de desempleo declaró a la prensa de esta ciudad que sus empleados atendían a entre 800 y mil personas por día.

Según el Buró de Estadísticas Laborales, la tasa de desempleo aumentó cada mes desde la tormenta y de seguro aumentará más para fines de diciembre. La tasa actual es del 10,8 por ciento, más o menos 118,000 personas. Esa es una subestimación, teniendo en cuenta que unos 200,000 trabajadores se han ido de Puerto Rico. Muchos de los que entraron a Estados Unidos también están sin empleo.

Departamento del Trabajo y Recursos Humanos, San Juan

Un ex vendedor de ropa que estaba en la oficina de desempleo, especulaba que “el gobierno está tapando la cantidad real de desempleados a causa de la tormenta. Existen tantas industrias afectadas, oficinas de todo tipo, comercios, turismo, casi todas las industrias”.

La señora Vásquez señaló que aun antes de la tormenta la situación económica de la isla había estado mala. El mes antes de la tormenta, agosto, la tasa de desempleo había sido 10,1 por ciento, con una tasa de pobreza del 43,5 por ciento, el doble de lo que es en Misisipi, el estado más pobre de EUA.

“El gobierno no ha hecho nada. Digo, ¿qué piensa esta gente? No sólo aquí pero en Estados Unidos también. ¿No se dan cuenta que la gente está con hambre? ¿ Cuánta gente necesita viviendas y beneficios? Uno se pregunta ¿quién es peor?, ¡los Republicanos que están alborotando todo, o los Demócratas que no hacen nada! Ninguno de esos dos partidos es para nosotros. Aquí en esta isla también tenemos dos partidos; son iguales”.

Sentada más atrás, Marta Feliciano dijo estar de acuerdo: “Los ricos puede tener sus generadores, pero de y los ricos y pobres ¿qué? Tienen que hacer lo poco que puedan. Me acabo de enterar que una persona murió de hambre en San Juan, ¡de hambre! Somos seres humanos, ¿cómo puede pasar esto?”

La señora Feliciano nos cuenta: “mi esposo perdió su empleo en el aeropuerto. Le enviaron una carta que decía que los dejaban cesante por un tiempo a causa del daño en el aeropuerto. Volvieron a contratar gente, pero nunca llamaron a mi esposo; nunca enviaron una carta, nada. Tuvo que seguir llamando. No creo que mucha gente sabe del número de empleos recortados. Estoy segura que por lo menos 200 personas no han sido recontratadas; es muy probable que haya muchos más”.

Marta Feliciano

Otro obrero de aeropuerto, quien quiso permanecer anónimo por temor a que su patrón lo castigue, explicó que muchas de las empresas que operan en el aeropuerto están por echar gente en masa. “Yo dirijo a mi departamento. Me reúno con los patrones todas las semanas. En estas reuniones ellos amenazan dejar cesantes a los trabajadores debajo de mí. Me siento horrible, pero les tengo que decir a mis empleados a que hagan sus trabajos lo mejor que puedan, no gastar mucho dinero en sus familias para la navidad, ahorrar más, no comprar más cosas; porque en verdad no sé que pasará con sus puestos de trabajo”.

Ese mismo trabajador visita la oficina de desempleo con su esposa, quien perdió su empleo ayudando con niños con necesidades especiales. Mientras esperan el turno de su mujer, aprovecha para trabajar en una tarea universitaria, para completar sus estudios y lograr mejor empleo.

El futuro de miles de empleos y vidas cuelga de un hilo ahora que empresas y políticos consideran las consecuencias de la reforma tributaria del gobierno de Trump, que trata a las subsidiarias puertorriqueñas de empresas estadounidenses como si fueran foráneas, vedándoles beneficios impositivos y subsidios. Se anticipa que esas medidas eliminarán otros doscientos mil empleos, creando mayor depresión económica en Puerto Rico.

El antiguo sistema, que le daba a la isla un estatus foráneo y doméstico a la vez, había convertido a Puerto Rico en un refugio impositivo para las industrias farmacéutica y de aparatos médicos que podían registrarse en Puerto Rico como sociedades anónimas foráneas y a la misma vez decir que sus productos están hechos en EUA.

Los grupos de poder puertorriqueños, el gobernador Rosselló (del Partido Demócrata estadounidenses y del estadista Partido Nuevo Progresista) y otros, a sido de aumentar los recortes de impuestos empresariales y otros incentivos, a la vez que aceleran la campaña de privatizar la red pública de electricidad, el sistema escolar, y otros servicios públicos, cosa que también resultará en mas desempleo, junto con el destripamiento de sueldos y beneficios para maestros y empleados públicos.

“Si ahora las cosas están tan negras, no puedo imaginar como será después de la reforma tributaria”, declara la señora Feliciano. ¿Qué va a hacer el partido Demócrata? Nada”.

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