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Perspectiva

La alerta de misil en Hawái

Treinta y ocho minutos de caos

La falsa alarma sobre un inminente ataque de misil balístico el sábado hizo que más de un millón de personas buscaran refugio, con muchos creyendo que tenían tan solo minutos de vida antes de ser incinerados por un impacto nuclear. Las personas buscaron refugio en los túneles de las autopistas, en parqueos subterráneos, sótanos e incluso bajaron a sus niños por pozos de cloacas. Las conversaciones por teléfono eran desgarradoras, con los presentes pensando que podía ser su última llamada a sus seres queridos.

La alerta fue emitida por la Agencia de Manejo de Emergencias de Hawái, que envió un impactante mensaje a la mayoría de los celulares en las islas: “Alerta de emergencia: AMENAZA DE MISIL BALÍSTICO EN DIRECCIÓN A HAWÁI. BUSQUE REFUGIO DE INMEDIATO. ESTO NO ES UN SIMULACRO”. La alerta fue retransmitida inmediatamente por los canales de televisión y las estaciones de radio locales, de acuerdo con viejos convenios que ponen a los medios de comunicación al servicio del ejército en caso de guerra.

Según los oficiales estatales, la alarma fue el resultado de un empleado de emergencia apretando el botón equivocado en un ejercicio que se lleva a cabo durante el cambio de turno cada ocho horas. El Gobierno de Trump buscó restarle importancia al evento, describiéndolo como un “ejercicio estatal” que no involucra a las fuerzas armadas federales, mientras que la prensa estadounidense lo desestimó como un mero accidente.

Este supuesto accidente está bajo investigación y es muy improbable que los detalles reales se hagan públicos. Sin embargo, la información disponible ya suscita interrogantes políticas críticas.

Si un técnico encargado del manejo de emergencias presionó el botón equivocado, es posible que haya estado utilizando un equipo nuevo y poco familiar. El simulacro en sí fue puesto a prueba hace apenas unas cuantas semanas. Los oficiales estatales han estado realizando preparativos frenéticamente ante la posibilidad de un ataque nuclear sobre Hawái, a medida que se empeoran las tensiones entre el Gobierno de Trump y Corea del Norte. La legislatura estatal ordenó en abril la restauración de los refugios nucleares construidos durante la Guerra Fría, y las sirenas por ataques aéreos fueron puestas a prueba el mes pasado por primera vez en más de 70 años.

Bajo otras circunstancias, una alerta sin sirenas de emergencia habría sido reconocida como una equivocación y descartada por la población. Sin embargo, hoy día, ese no es el caso, particularmente después de que el presidente Trump amenazara varias veces con arrasar a Corea del Norte con “fuego y furia”, y en medio de advertencias de que el territorio estadounidense, particularmente Hawái, podría ser blanco de un ataque nuclear norcoreano.

Tan solo la semana pasada, el exjefe del Estado Mayor Conjunto, el almirante retirado Michael Mullen, dijo en televisión nacional que el mundo estaba “más cerca, desde mi punto de vista, a una guerra nuclear con Corea del Norte y en esa región de lo que jamás habíamos estado”. El mismo Trump incitó al líder norcoreano, Kim Jong-un, a comparar el tamaño de sus “botones nucleares”, jactándose de que el estadounidense “es mucho más grande y poderoso que el suyo, y ¡mi Botón funciona!”.

Cuando los residentes de Hawái recibieron la alerta estatal, asumieron que la guerra que Trump amenazaba estaba comenzando.

Quizás el aspecto más perturbador del incidente en Hawái es que pasaron 38 minutos entre la alarma inicial, a las 8:07 a.m. hora local, y el mensaje de texto oficial cancelándola.

Según la cronología de los eventos presentada por las autoridades estatales, el Comando del Pacífico de EUA, cuya sede se encuentra en Pearl Harbor, le comunicó al servicio de emergencia a las 8:10 a.m., tres minutos después de la alerta, que no hubo ningún lanzamiento de misil. La agencia de emergencias se lo comunicó inmediatamente al Departamento de Policía de Honolulu y canceló la alerta a las 8:13 a.m., comunicándolo por Twitter y Facebook a las 8:20 a.m. Sin embargo, no se envió un mensaje de texto hasta las 8:45 a.m. para informarle al más de un millón de personas que recibió la advertencia inicial de que era una falsa alarma.

Los oficiales estatales todavía no han explicado este retraso, pero un reporte en la prensa sugiere la respuesta. El Los Angeles Times, citando al portavoz de la agencia de emergencias estatal, Richard Rapoza, escribió, “Tomó 38 minutos para cancelar la alerta porque… la agencia tuvo que recibir la autorización de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias [FEMA, siglas en inglés] para poder dar la señal de que había pasado el peligro y poder utilizar el sistema de alerta civil para enviar el mensaje de que había sido una falsa alarma”.

Esto sugiere que el Gobierno federal pudo haber retrasado la cancelación de la alerta deliberadamente, quizás para aprovechar la ocasión y probar la respuesta pública al posible desastre.

La cobertura mediática del incidente ignoró completamente el impacto alrededor del mundo de la alerta en Hawái. ¿Cuál fue la respuesta de Rusia, China y Corea del Norte a un anuncio transmitido alrededor del mundo de que se había disparado la alerta de un misil balístico en un estado de EUA? ¿Se pusieron en contacto Washington, Beijing y Moscú? ¿Hubo órdenes en preparación para una anticipada represalia nuclear estadounidense contra Pyongyang? ¿Fueron alistadas las fuerzas nucleares de estos países para tomar acción?

Cabe plantear otras preguntas. Si tal “error” hubiese ocurrido dentro del comando militar, en vez de una agencia de emergencias civil, ¿cuánto habrían tardado en ser lanzados los misiles estadounidenses en dirección a Corea del Norte en respuesta al supuesto ataque contra suelo americano? También, si hubiese ocurrido algo similar en Corea del Norte o Rusia, ¿cómo habría respondido EUA a tal alerta?

Los acontecimientos en Hawái dan muestra de los primeros minutos de una guerra nuclear. Pese a toda la bravuconería de la Casa Blanca, el Pentágono y la prensa, el anuncio de la eventual llegada de un misil resultaría inmediatamente en pánico y un resquebrajamiento generalizado de la sociedad. Un país cuya infraestructura no puede soportar una tormenta de nieve, no puede hacer frente a un ataque nuclear.

Sobre todas las cosas, los 38 minutos de terror en Hawái comprueban que el peligro de una guerra nuclear es real y está aumentando. Este peligro no es simplemente un producto de la imprudencia personal y el belicismo chauvinista del presidente Trump. Si Hillary Clinton hubiese sido elegida en el 2016, el lugar de la crisis militar podría ser otro —Siria o talvez Ucrania, en vez de Corea del Norte—, pero la campaña del imperialismo estadounidense a recurrir a su poderío militar para contrarrestar su declive económico y estratégico seguiría en marcha.

Fue el presidente Obama que aprobó la renovación de $1,3 billones del arsenal nuclear estadounidense, el más intimidante del mundo. Además, el Partido Demócrata se ha dedicado a promover una campaña antirrusa a fin de crear un ambiente político propicio para una confrontación militar con Moscú, la cual colocaría una guerra nuclear de una vez en la agenda.

El 13 de enero en Hawái marca un antes y un después. Independientemente del consuelo y las garantías de la Casa Blanca y la propaganda mediática, la población mundial verá ahora la cuestión de la guerra bajo otra luz. La mayor urgencia consiste en construir un movimiento de las masas obreras internacionales contra la guerra, basado en el entendimiento de que la fuerza subyacente al peligro de la guerra es la crisis global del capitalismo. Solo la abolición del sistema de lucro y el establecimiento de una sociedad socialista a nivel global puede prevenir una catástrofe nuclear.

El autor también recomienda:

Hawái modernizará sus refugios nucleares [24 de abril de 2017; disponible en inglés]

¿Está listo para una guerra nuclear? [30 de julio de 2014; disponible en inglés]

(artículo publicado originalmente en inglés el 15 de enero)

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