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Perspectiva

Bernie Sanders busca hacer descarrilar el aumento de la oposición obrera al capitalismo

El senador de Vermont, Bernie Sanders, hizo un llamamiento el domingo en el Guardian a intentar atajar el incremento de la desigualdad económica a nivel global. En su artículo de opinión, cita evidencia de la enorme brecha de riqueza, pero no ofrece ningún prospecto para emprender una lucha auténtica contra el sistema económico que ha generado tales niveles de desigualdad social. En cambio, procura prevenir precisamente tal movimiento.

Lo más notable de la declaración de Sanders es que, en el transcurso de sus casi 1.200 palabras, no menciona el capitalismo ni el socialismo.

Sanders indica que “las seis personas más ricas de la Tierra son ahora dueños de más riqueza que la mitad inferior de la población mundial —3.700 millones de personas—. Más allá, el 1 por ciento ahora controla más dinero que el 99 por ciento inferior”.

Después, nota: “Mientras que los multimillonarios presumen su opulencia, cerca de una de cada siete personas lucha por sobrevivir con menos de $1,25 (90p) por día y —horripilantemente—alrededor de 29.000 niños mueren cada día por causas prevenibles como diarrea, malaria y neumonía”.

Sanders luego presenta toda una letanía de otras terribles realidades que enfrentan los trabajadores en todo el mundo; sin embargo, ¿qué propone?

Las abstracciones más vacías: “un movimiento nuevo e internacional progresista” que esté comprometido a “abordar la desigualdad estructural dentro y entre naciones” y que procure aumentar los niveles de vida de las personas empobrecidas y trabajadoras intentando “contener el poder corporativo”.

¿Quién formará parte y encabezará este movimiento internacional progresista? ¿Cuál rol tendrán los partidos, sindicatos y líderes políticos establecidos? Sanders no dice nada al respecto.

El número de fuerzas políticas que se hacen decir “progresistas” son innumerables, de grupos pseudoizquierdistas como Syriza en Grecia —concluyendo su tercer año gobernando como policía de la austeridad y la desigualdad al servicio de la Unión Europea— a partidos proimperialistas como el Partido Demócrata en Estados Unidos, cuya nominación presidencial buscó Sanders en el 2016.

Sanders no brinda los nombres de posibles partícipes de este “movimiento internacional progresista”, además del papa Francisco, el líder de la Iglesia Católica Romana —una de las instituciones más reaccionarias sobre la faz del planeta y un pilar del orden social que ha engendrado tales condiciones sociales como las que el mismo Sanders menciona en su columna—.

Quizás, Sanders aspira a convertirse en la versión secular de este papa, dando sermones altisonantes sobre la justicia social mientras trabaja en las trincheras día a día con el líder demócrata del Senado, Charles Schumer, quien ha recibido más dinero de Wall Street que cualquier otro miembro del Congreso.

El senador Sanders sabe muy bien cuáles temas esquivar. Su carrera política en sí se ha basado en predicar sobre su “independencia” política y apoyo al “socialismo democrático”. Esta postura pudo atraer el respaldo de millones a su campaña en las primarias demócratas del 2016, lo que llegó a sorprender y consternar a los grupos de poder burgueses, incluyendo al mismo senador.

Sanders pudo beneficiarse del traslado hacia la izquierda de amplias capas de trabajadores y jóvenes, pero él no representaba este sentimiento. Su tarea era encauzar esta oposición detrás del Partido Demócrata, un proceso que culminó con su respaldo a Hillary Clinton, la candidata preferida de Wall Street y las fuerzas armadas. Como agradecimiento por sus servicios, Sanders fue elevado a los puestos más altos del caucus demócrata en el Senado.

Durante el último año, los demócratas han buscado colaborar con el Gobierno de Trump en su agenda nacional reaccionaria, la cual ha incluido recortes fiscales para las corporaciones y una escalada en la ofensiva contra los inmigrantes. La semana pasada, Sanders manifestó su propio apoyo a este último punto, declarando, “No creo que nadie esté en desacuerdo con el hecho de que necesitamos una fuerte seguridad fronteriza. Si el presidente quiere trabajar con nosotros para asegurar una fuerte seguridad fronteriza, hagámoslo”.

Un día después de que apareció la columna de Sanders, el New York Times reportó que hay dirigentes demócratas listos para colaborar con los republicanos en eliminar el resto de regulaciones bancarias impuestas después de la crisis del 2008.

Probablemente, lo más significativo es que Sanders no dice nada sobre el recrudecimiento del peligro de una nueva guerra mundial imperialista, una guerra que sería librada con armas nucleares. No menciona a Corea del Norte, Irán, Siria ni el resto de focos de conflicto. Tampoco menciona el historial del Partido Demócrata bajo el mandato de Obama, cuando EUA bombardeó Libia, escaló la guerra en Afganistán y convirtió la guerra con drones en un elemento básico de la política exterior de Washington. “Militar” es otra palabra que no aparece en su columna de opinión en el Guardian porque Sanders apoya el imperialismo estadounidense.

Lo último que Sanders quiere es un movimiento antiimperialista y anticapitalista de las masas obreras en Estados Unidos e internacionalmente. Es por eso que comienza su columna desestimando todas las “revoluciones”, que según él no han cambiado nada. Este año ya ha sido testigo de manifestaciones importantes de enojo de la clase obrera, incluyendo protestas y huelgas en Irán, Grecia, Túnez, Alemania e India. La burguesía estadounidense está al tanto del crecimiento sustancial de puntos de vista izquierdistas y, por ende, busca desesperadamente dirigirlo lejos de la política revolucionaria.

Esto es lo que hay detrás del carácter pasivo y anémico de sus llamamientos a la “acción”. Implora: “Tomemos de vuelta el poder de los multimillonarios”. No, no deberían haber multimillonarios del todo. La clase obrera internacional tiene que derrocar a la clase gobernante y expropiar sus riquezas. Las gigantescas corporaciones y los bancos tienen que ser transformados en utilidades públicas, propiedad de y controladas democráticamente por la población entera. No pueden permanecer en manos de un puñado de individuos superricos.

Sanders encarna el tipo de fraude político que tradicionalmente ha sido asociado con la política del Partido Demócrata, que combina una retórica “progresista” vacía con una política procapitalista. La diferencia es que Sanders hace que los antecesores de esta tradición parezcan revolucionarios. Todos aquellos que promovieron lo credenciales socialistas e izquierdistas de Sanders —las revistas Jacobin y Nation, los Socialistas Democráticos de América (DSA, siglas en inglés), la Organización Internacional Socialista (ISO, siglas en inglés), Alternativa Socialista— son cómplices de este fraude.

Un movimiento auténtico contra la desigualdad social tiene que estar basado en la única fuerza social que se encuentra inalterablemente opuesta al sistema de lucro por su lugar en la sociedad: la clase obrera internacional. El World Socialist Web Site tiene plena confianza en el crecimiento del movimiento global de la clase obrera contra el capitalismo y por el socialismo.

Este movimiento tiene que ser educado políticamente en la lucha contra aquellos, que en atuendos de “amigos”, buscan inyectarle sedantes políticos a la clase trabajadora. Los que quieran participar conscientemente en esta lucha política deben unirse al Partido Socialista por la Igualdad, en EUA y otros países, que forma las secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de enero de 2018)

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