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Perspectiva

“El mundo fracturado”: los plutócratas se reúnen en Davos entre guerras y conflictos entre grandes potencias

Miles de empresarios, banqueros centrales y líderes mundiales se reunieron en el Foro Económico Mundial esta semana en Davos, Suiza. El estado de ánimo predominante fue de inquietud hacia todos los aspectos de la política y economía global, desde la posibilidad de un colapso financiero como el del 2008 hasta la amenaza de una nueva guerra mundial y el crecimiento del enojo social alrededor del mundo.

A pesar de que el multimillonario típico en la cumbre infló su fortuna casi un 20 por ciento desde el año pasado, y adquirió unas cuantas casas, aviones, pinturas, joyas y botes, el “hombre de Davos” estaba nervioso.

Quizás nunca en los 47 años de existencia del foro, su programa ha reflejado tal desasosiego. Las insípidas temáticas de años recientes, como “Un dinamismo resiliente” o “Reconfigurando el mundo”, han sido reemplazadas por el tema más sobrio de “El mundo fracturado”.

El resumen oficial del evento se contrasta con la visión utópica promovida a principios del siglo, que se fundamentó en la creencia de que “una mayor interdependencia económica entre países, respaldada por instituciones democráticas liberales, garantizaría la paz y la estabilidad por gran parte del nuevo siglo”. La realidad “cambiada”, indica el nuevo resumen, consiste en que “han reemergido fisuras geoestratégicas en múltiples frentes con extensas consecuencias políticas, económicas y sociales”.

La más seria de estas fisuras es el inminente peligro de guerra entre las grandes potencias mundiales. Al concluir la cumbre, esta realidad fue puesta de manifiesto el jueves por una historia de la portada en línea de la revista Economist, titulada “La siguiente guerra: el aumento en el peligro de un conflicto entre grandes potencias”.

Los párrafos introductorios retratan un paisaje funesto: “En los últimos 25 años, las guerras han cobrado demasiadas vidas. Pero, aun entre contiendas civiles y religiosas en Siria, África central, Afganistán e Irak, un enfrentamiento entre las principales potencias mundiales ha sido casi inimaginable”.

“Ese ya no es el caso”, declaran los editores de la revista. Ante la erosión del “extraordinario dominio militar de EUA y sus aliados”, una guerra “en una escala e intensidad no vistas desde la Segunda Guerra Mundial es ahora plausible. El mundo no se encuentra preparado”.

El Economist luego se refiere a la publicación del Pentágono el 19 de enero de la estrategia de defensa nacional del 2018, la cual declara: “La competencia estratégica interestatal, no el terrorismo, es ahora el principal punto de atención en la seguridad nacional estadounidense”. Dicho documento también aboga por una expansión agresiva de las fuerzas nucleares del país, lo que podría llegar a quebrantar el tratado de fuerzas nucleares de rango intermedio (INF, por sus siglas en inglés).

En la semana que siguió su publicación, una serie de eventos extraordinarios ha reafirmado el mensaje central de que los conflictos entre “grandes potencias” están ahora en la agenda.

El martes pasado, el general Sir Nick Carter, titular del Ejército británico, proclamó que la situación global actual muestra “paralelos con 1914”. Declaró: “Nuestra generación se ha acostumbrado a las guerras de elección desde el fin de la Guerra Fría, pero quizás no tenemos elección acerca de un conflicto con Rusia”.

El mismo día, el director de la CIA en EUA, Mike Pompeo, mencionó inusitadamente la posibilidad de un ataque preventivo contra Corea del Norte. Dos días después, el general Robert Neller, quien encabeza el Cuerpo de Marines de EUA, discutió abiertamente la posibilidad de una invasión por tierra del empobrecido país, manifestando que tal guerra, “será una batalla muy, muy cinética, física y violenta”.

Para respaldar sus amenazas, Estados Unidos desplegó este mes dos bombarderos B-2 con capacidad nuclear a Guam, volviendo real la posibilidad de arrojar bombas nucleares con aeronaves furtivas y supersónicas. Cualquier guerra contra Corea del Norte involucraría rápidamente a China y Rusia.

La conferencia en Davos coincidió con una ofensiva cada vez más extensa de Turquía contra milicias kurdas respaldadas por EUA, lo que aumenta el riesgo de que “los soldados estadounidenses y turcos, dos aliados de la OTAN, colisionen pronto”, como lo indica sin rodeos el Wall Street Journal .

La expansión de la guerra en Siria no solo involucra a EUA y Turquía, sino también a Irán y Rusia. El hecho adicional de que los tanques siendo utilizados para atacar las posiciones controladas por las milicias respaldadas por EUA fueron provistos por Alemania recrudece las tensiones, ya que Alemania se ha estado distanciando cada vez más de su aliado transatlántico de la OTAN.

Mientras que Estados Unidos ha desempeñado el papel más agresivo en azuzar las tensiones globales, los líderes de alrededor del mundo en Davos dejaron claro que no se dejarán superar por la beligerancia estadounidense. La canciller alemana, Angela Merkel, pronunció un discurso ante el foro en la que señaló, “el hecho de que Europa no ha sido el continente más activo en política exterior y que hemos dependido frecuentemente en Estados Unidos, el cual se está enfocando ahora más en sí mismo, debería obligarnos a decir: tenemos que asumir una mayor responsabilidad; tenemos que tomar nuestro futuro en nuestras propias manos”. Es decir, Alemania y Europa han de remilitarizarse.

La amenaza de guerra fue tan solo una de las amenazas que incomodan a la élite en Davos. La semana pasada fue testigo de un conjunto de advertencias de que los mercados bursátiles están tiritando al borde del colapso. El presidente de la junta de evaluación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, William White, declaró esta semana que: “Todos los indicadores del mercado en este momento se ven muy similares a lo que vimos antes de la crisis de Lehman”. Entre los paneles de discusión más polémicos, se encontraba “¿Podría ser el 2018 el año de la próxima crisis financiera?”.

Una amenaza todavía más inminente es la de una guerra comercial, lo que implicaría potencialmente el colapso del sistema monetario internacional denominado en dólares. A pesar de dar un discurso de clausura relativamente moderado (para él), Trump llegó a Davos con sus armas todavía humeantes, presentándose inmediatamente después de imponer aranceles de 50 por ciento a las importaciones de paneles solares y lavadoras.

El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, provocó una venta substancial de dólares esta semana después de declarar que un “dólar débil es bueno”, lo que llevó al dólar a una caída del 10 por ciento desde principios del año y advertencias de una devaluación competitiva del euro como una medida comercial de represalia.

Y aun ante todos estos peligros, la moderadora de este panel declaró que “el principal tema en Davos” y “el tema más grande en todo el mundo” era la “desigualdad” Un nuevo reporte de Oxfam muestra que solo uno por ciento de la población acumuló el 82 por ciento de la riqueza social creada el año pasado.

En su carta anual a los CEOs que atienden Davos, el jefe de la gestora de fondos BlackRock, Larry Fink, advirtió que, más allá que “aquellos con capital hayan extraído enormes beneficios… la frustración popular y la aprensión hacia el futuro han alcanzado nuevas alturas simultáneamente”, en medio de “un crecimiento salarial bajo” y “sistemas jubilatorios inadecuados”.

Después de enumerar las distintas tensiones geopolíticas y crisis sociales en el mundo, el resumen del programa oficial de la cumbre cierra con optimismo: “Reuniéndonos a inicios del año, podemos dar forma al futuro aunando este incomparable esfuerzo global en el codiseño, la cocreación y la colaboración” para un “futuro compartido”.

Pocos, si alguno, de los multimillonarios reunidos tomó en serio esa tontería. Cuando se bajen de sus jets privados después de su viaje a Davos, resumirán su día a día empresarial de conspirar nuevas guerras, crear tramas para seguir enriqueciéndose y buscar cómo suprimir y reprimir el descontento social —aunque quizás estando un tanto más conscientes de que, si el mundo está en crisis, la clase obrera podría considerarlos responsables a ellos—.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de enero de 2018)

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