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Perspectiva

El 2018 comienza con un reinado de terror de la policía estadounidense

Pese a que por la mayor parte los grandes medios lo ha ignorado, el reinado de terror de la policía continúa sin disminuir en Estados Unidos. El aparato estatal en su conjunto, de los oficiales locales a los agentes migratorios, ha sido desatado por el Gobierno de Trump para agredir, mutilar y asesinar con impunidad.

Durante un discurso frente a cientos de efectivos uniformados en julio, Trump urgió a los policías a no ser “muy gentiles”, sino tratar a los detenidos “bruscamente”. Al mismo tiempo, el Departamento de Justicia derogó incluso la simbólica pretensión de supervisión federal sobre los departamentos policiales que había decretado el Gobierno de Obama.

En el año desde que Trump fue investido como presidente, al menos 1.223 personas han sido asesinadas por policías. El promedio diario durante el 2018, según el sitio killedbypolice.net, ha sido de 3.5 personas.

La base de datos del Washington Post reporta 78 altercados mortales con la policía este año. Al igual que en años previos, las cifras muestran que los asesinatos afectan a todas las razas y etnicidades, con los blancos siendo la mayoría de las víctimas y los afroamericanos muriendo de forma desproporcionalmente alta. En aquellos casos en los que el Post identifica la raza o etnicidad de las víctimas, el 54 por ciento son blancos, el 25 por ciento afroamericanos, el 15 por ciento hispanos, el 3 por ciento asiáticos y el 2 por ciento nativos americanos.

Entre los más recientes casos, se encuentra el de Donte Shannon, un hombre afroamericano de 26 años matado por la policía en Racine, Wisconsin, el 17 de enero, después de escaparse de una parada de tráfico. Según la versión policial, el crimen inicial de Shannon era no tener una placa en el frente de su vehículo. Los oficiales señalan que tuvieron que dispararle a Shannon una ráfaga de balas cuando les apuntó con un arma, pese a que los investigadores no reportaron ningún arma en la escena.

El mismo día un adjunto del sheriff en Columbus, Ohio, le disparó y asesinó a Joseph Haynes, un joven blanco de 16 años, durante un forcejeo después de una audiencia en la corte. Haynes, quien estaba desarmado, fue tirado piso y disparado una vez en el abdomen después de que confrontó al oficial por empujar a su mamá contra la pared.

Además de aquellos asesinados, cada día son sometidos trabajadores y jóvenes al hostigamiento y la brutalidad policial.

Este mismo mes, la profesora en Louisiana, Deyshia Hargrave, fue expulsada de una reunión de la junta escolar y esposada por un suboficial policial después de que cuestionara que los oficiales del distrito escolar se concedieran a ellos mismos aumentos mientras que se los niegan a los profesores y al resto del personal. En el condado de Martin, Kentucky, Gary Michael, quien trabajaba como minero de carbón fue ahorcado por un oficial policial y sacado de una reunión pública después de exigir agua potable para los residentes de su condado.

Los niños tampoco son la excepción. Un reporte del domingo señala que un niño de 7 años en Miami, Florida, fue llevado fuera de su escuela con esposas después de tener un altercado con un docente la semana pasada.

Los asesinatos y la brutalidad policial se convirtieron en una temática prominente a nivel internacional después del asesinato de Michael Brown en agosto del 2014 y la respuesta militarizada de la policía a las protestas. El enojo popular hacia la violencia policía no se ha disipado. Sin embargo, durante los últimos tres años y medio, ha habido un esfuerzo sistemático para ahogar la oposición y guiarla sobre los rieles del Partido Demócrata.

La organización Black Lives Matter (BLM; Las vidas negras importan) ha desempeñado un papel crítico en este proceso y promovido la falsa afirmación que la violencia policial es una cuestión racial y no de clase. Junto a otras organizaciones que apuntalan y apoyan al Partido Demócrata, BLM buscó encubrir la relación entre la violencia policial y la naturaleza del Estado capitalista como un instrumento de represión de clase. BLM impulsó varias reformas como una solución a la violencia policial, incluyendo el requisito de cámaras portátiles para los policías, juntas de supervisión y la contratación de más oficiales policiales de las distintas minorías.

En el 2016, los principales dirigentes de BLM respaldaron a Hillary Clinton, la candidata favorita de Wall Street y el aparato militar y de inteligencia. Durante la carrera electoral, la Fundación Ford anunció que estaría dedicando $100 millones a la colección de organizaciones asociadas con el movimiento BLM. Esto se produjo justo antes de que BLM anunciara su iniciativa de promover el “capitalismo negro”, incluyendo la introducción de una tarjeta de débito de Black Lives Matter.

El Partido Demócrata es cómplice de esta endémica violencia policial. El Gobierno de Obama presidió la continua militarización de las fuerzas policiales mientras que se aseguró de que no se tomaran medidas para enjuiciar a los oficiales que perpetraban dicha violencia.

Desde la elección de Trump, los demócratas han ignorado completamente la ola de asesinatos policiales que no ha menguado. En cambio, se han dedicado a suprimir y desviar todas las manifestaciones de oposición social al Gobierno de Trump detrás de una agenda reaccionaria y militarista a favor de la agresión contra Rusia, la continua redistribución de la riqueza de pobres a ricos y la destrucción de los derechos democráticos.

Un factor importante en los esfuerzos para censurar el Internet, cuya punta de lanza ha sido el Partido Demócrata, es la preocupación de que el abuso y los asesinatos policiales grabados desde celulares inteligentes han recibido atención a nivel nacional e internacional por medio de su divulgación en las redes sociales. Facebook está ahora cambiando la configuración del muro de noticias para limitar el alcance que puedan tener los contenidos de fuentes noticieras fuera de los medios convencionales. Su objetivo es prevenir la expresión y propagación de la oposición a la violencia policial y la desigualdad social.

La oposición a la violencia policial en Estados Unidos no se puede separar de la oposición a la guerra, a la desigualdad social y al sistema capitalista. Ante una concentración de la riqueza que se eleva a niveles nunca antes vistos, la élite gobernante depende de la policía para defender esta desigualdad.

Mientras que el Pentágono se prepara para librar una guerra a una escala sin precedentes en el exterior, la burguesía se prepara para otra guerra en casa. El concepto de un “Ejército total” fue creado para describir las innumerables y cada vez mayores conexiones entre la policía, la patrulla fronteriza, los agentes migratorios y el ejército, formando un solo aparato de guerra y represión.

La clase gobernante está bien consciente que encara su mayor peligro dentro de Estados Unidos, en la forma del crecimiento de la lucha de la clase obrera y el desarrollo de un movimiento de masas contra el capitalismo. La única forma en la que el reinado de terror de la policía puede ser acabado es mediante la construcción de un movimiento político como tal.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de enero de 2018)

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