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Los demócratas de la CIA: tercera parte

Del Departamento de Estado al Capitolio

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Esta es la tercera parte de un artículo de tres partes. La primera parte se publicó originalmente en inglés el 7 de marzo y la segunda parte el 8 de marzo.

Los candidatos con antecedentes en las agencias militares y de inteligencia están buscando una nominación dentro del Partido Demócrata en el 40 por ciento de los distritos electorales que el mismo Comité Demócrata de Campañas al Congreso (DCCC, por sus siglas en inglés) está priorizando para las elecciones del 2018. Constituyen el grupo ocupacional más grande en las primarias demócratas. Si los candidatos demócratas con un pasado militar o de inteligencia ganaran los 44 distritos en donde compiten, lo que es teóricamente posible, aunque muy poco probable, constituirían, como bloque, el diez por ciento de los miembros de la Cámara de Representantes.

Del Departamento de Estado al Capitolio

La última categoría de candidatos militares o de inteligencia consiste en veteranos del Departamento de Estado de EUA durante los años bajo Obama. La mayoría de ellos son antiguos colaboradores de Hillary Clinton y se encuentran entre los candidatos demócratas más financiados y publicitados. En caso de una “ola” democrática en noviembre, la mayoría se encontraría con escaños en el Congreso.

Tom Malinowski, exasistente del Congreso y funcionario del Gobierno de Clinton, dirigió la oficina de Human Rights Watch en Washington durante 13 años antes de unirse al Gobierno de Obama bajo el secretario de Estado, John Kerry, en el cargo de secretario de Estado adjunto para democracia, derechos humanos y trabajo. Estará buscando la nominación demócrata en el sétimo distrito congresual de Nueva Jersey contra el republicano titular Leonard Lance.

Lauren Baer fue asesora legal de ambos secretarios Clinton y Kerry, así como de la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Samantha Power. Ahora busca la nominación demócrata en el decimoctavo distrito de Florida, donde su principal oponente es Pam Keith, exjueza y consejera general del Cuerpo de Marines, y actualmente consejera general de Florida Power & Light. Ambas mujeres dan cuerda extra a la política de identidad, ya que Baer es abiertamente gay y Keith es afroamericana.

Nancy Soderberg es una antigua figura en la política exterior estadounidense, remontándose a la Administración de Clinton, primero en el Consejo de Seguridad Nacional, luego como asistente adjunta del presidente para asuntos de seguridad nacional, luego como representante suplente de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU con el rango de embajadora. Desde entonces, ha dedicado gran parte de su tiempo a dirigir operaciones privadas en el extranjero, como el International Crisis Group, mientras desempeñaba un destacado papel en el Partido Demócrata de Florida. No tiene ningún rival para la nominación demócrata en el sexto distrito congresual de Florida (Daytona Beach), donde el republicano titular Ron DeSantis se postuló para gobernador.

Edward Meier fue asesor principal del Departamento de Estado. Según el sitio web de su campaña, “fue responsable de coordinar la transición militar-civil en Irak, garantizando que nuestros diplomáticos y trabajadores humanitarios estuvieran a salvo después de la retirada de las tropas estadounidenses”. En este puesto, viajó oficialmente a Irak en múltiples ocasiones, trabajando estrechamente con el ejército norteamericano y el Gobierno iraquí...”. Continuó siendo director de divulgación de políticas para la campaña presidencial de Hillary Clinton. El martes pasado, Meier no obtuvo la nominación demócrata en el trigésimo segundo distrito de Texas, terminando como el cuarto de los cinco demócratas en contra del republicano Pete Sessions en un distrito suburbano de Dallas en el que Clinton superó a Donald Trump, pese a gastar la mayor cantidad de dinero.

Sara Jacobs es otra funcionaria del Departamento de Estado que se convirtió en asesora de campaña de Clinton. Trabajó en “zonas de conflicto en África oriental y occidental”, particularmente en la campaña contra Boko Haram en Nigeria, y ayudó a “encabezar los esfuerzos del presidente Obama para mejorar la gobernanza en el sector de seguridad de nuestros socios contraterroristas”, según el sitio web de su campaña. Además, fue asesora de política exterior de la campaña de Clinton y ahora está buscando la nominación demócrata en el distrito 49 de California, cuando el titular Darrell Issa se jubile.

Jacobs es la demócrata mejor financiada de la carrera, como le corresponde a la nieta del fundador de Qualcomm, Irwin Jacobs. A los 29 años, sería la congresista más joven de la historia, y ha sido rechazada a favor de varios rivales más experimentados por los recientes caucus del Partido Demócrata. Uno de sus oponentes es Douglas Applegate, un juez y consejero general de carrera del Cuerpo de Marines, con giras de combate en Faluya, Bagdad y Ramadi, que por poco perdió la carrera del 2016 contra Issa.

Talley Sergent, otra funcionaria del Departamento de Estado que se convirtió en ayudante de la campaña de Clinton, se postuló en el Segundo distrito congresual de West Virginia, que incluye a Charleston, contra el republicano en funciones Alex Mooney. Como exasesora del senador Jay Rockefeller, trabajó los temas de esclavitud y tráfico sexual en el Departamento de Estado, luego dirigió la desastrosa campaña de Clinton en West Virginia, antes de convertirse en ejecutiva de relaciones públicas de The Coca-Cola Co.

Su rival para la nominación demócrata es Aaron Scheinberg, graduado de West Point y veterano de la Guerra de Irak, desplegado primero como líder de un pelotón en la cuarta división de infantería, y luego como oficial de asuntos civiles en Haswah, Irak. Scheinberg es ahora director ejecutivo de The Mission Continues, una organización sin fines de lucro que promueve los empleos para veteranos, cuya junta directiva incluye a figuras como Michele Flournoy, subsecretario del Pentágono en la Administración de Obama; Meghan O'Sullivan, directora de Irak para el Consejo de Seguridad Nacional bajo George W. Bush; y el general retirado Ray S. Odierno, excomandante de las fuerzas estadounidenses en Irak.

Jessica Morse fue coordinadora en Irak para el Departamento de Estado en el curso de “más de una década como estratega de seguridad nacional”, según su sitio web. Trabajó para la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, un antiguo frente de la CIA, luego como asesora del Comando Pacífico de EUA, donde “fortaleció las relaciones en defensa entre Estados Unidos e India ... y trabajó para contrarrestar las amenazas terroristas en el sur de Asia”. Para la misma nominación demócrata en el cuarto distrito de California, para enfrentarse al titular republicano Tom McClintock, se encuentra otra exoficial del Departamento de Estado, Regina Bateson, vicecónsul en Guatemala, quien “estudió los viajes terroristas y la seguridad fronteriza”, según el sitio web de su campaña.

Un candidato sigiloso y algunas celebridades

Los medios corporativos estadounidenses han tardado en comentar sobre la extraordinaria afluencia de oficiales militares y de inteligencia en la campaña para el Congreso del Partido Demócrata del 2018. Los medios prefieren cubrir la campaña desde el punto de vista de las características secundarias, centrándose en la gran cantidad de mujeres que se postulan para el cargo, principalmente como demócratas, supuestamente en respuesta a la misoginia de Trump.

Una excepción a este patrón fue el artículo del 8 de febrero en la publicación del mismo Capitolio, Roll Call, bajo el titular “Los candidatos en servicio activo militar pueden presentarse, pero ¿pueden hacer campaña?”. El artículo perfiló a un candidato demócrata al Congreso de Tennessee, Matt Reel, quien fue llamado desde su estado de reserva para un despliegue de cinco meses con el vigésimo Grupo de Fuerzas Especiales (Boinas Verdes). Según el artículo, “incluso el personal de Matt Reel no sabe dónde está desplegado”.

Reel anunció su campaña para el sétimo distrito poco después de que la titular republicana, Marsha Blackburn, anunciara que se retiraba de la Cámara de Representantes para postularse para el escaño del Senado actualmente en manos de Bob Corker, quien se está jubilando. Debido a su postulación tardía, el DCCC aún no se ha enfocado en el distrito y Reel no está incluido en las cifras mencionadas anteriormente en este artículo.

La situación inusual para Reel es que, según las reglas del Pentágono, no puede dirigir su propia campaña mientras está en servicio activo. Sus ayudantes y seguidores pueden seguir haciendo campaña, pero se le prohíbe comunicarse con ellos de cualquier manera. Reel ni siquiera puede decirles dónde está, ya que el despliegue militar es encubierto. Este candidato, verdaderamente un misterio, dejó su campaña después de filmar algunos comerciales y otro material de video, y regresará aproximadamente un mes antes de las primarias del 2 de agosto.

Reel es un ejemplo más de un candidato de la sección de “operaciones ilegales” del ejército que se presenta como demócrata. En su caso, los dos no pueden separarse: ha sido un funcionario del Partido Demócrata y un Boina Verde desde que terminó la universidad. Un exjefe de gabinete del representante de Alabama Terri Sewell, su puesto más reciente fue el de director adjunto de personal para los demócratas en la comisión de asuntos de veteranos en la Cámara de Representantes.

Mientras que Reel es considerado un candidato poco competitivo, presentándose en un distrito ganado por los republicanos en el 2016 por un margen de 3 a 1, el DCCC está promoviendo fuertemente a toda una serie de candidatos con carreras militares, la mayoría mujeres, como contendientes estelares para los distritos más competitivos en el 2018, aquellos donde es más probable un cambio de republicano a demócrata. Estos candidatos tienen acceso a fondos mucho más allá de lo que se esperaría para los candidatos primerizos sin grandes recursos personales.

Presentándose en el trigésimo primer distrito de Texas está Mary Jane Hegar, pilota de helicóptero y celebridad militar certificada. Angelina Jolie fue elegida para interpretarla en una película biográfica basada en sus memorias, Shoot Like a Girl: One Woman's Dramatic Fight in Afghanistan and on the Home Front (Dispara como mujer: la dramática batalla de una mujer en Afganistán y en el frente doméstico). Hegar saltó a la fama mediante un pleito contra la política del Pentágono de prohibirles a las mujeres participar en combate. Su oponente para la nominación y eventualmente enfrentarse al republicano titular John Carter está Kent Lester, un graduado de West Point y oficial militar de carrera que se retiró como teniente coronel después de despliegues a Panamá y Bosnia, entre otros lugares.

En el segundo distrito de Virginia, que abarca el área de Norfolk-Hampton Roads con su complejo de bases navales y astilleros, el DCCC ha promocionado a Elaine Luria, una de las primeras mujeres del Cuerpo de Marines en servir como oficial en un barco de propulsión nuclear, como su candidata favorita bajo el programa “Red-to-Blue” (De rojo a azul, i.e. republicano a demócrata). Luria ha sido “desplegada seis veces en Oriente Próximo y el Pacífico Occidental como oficial de guerra de superficie capacitada nuclearmente”. Era la segunda al mando de un crucero de misiles guiados y comandaba naves de asalto que apoyaban un despliegue del Cuerpo de Marines.

Otros candidatos militares que ya recaudaron más de un millón de dólares en fondos de campaña en el 2017, un año antes de las elecciones, y que han recibido una amplia publicidad en los medios locales en sus distritos, incluyen:

Mikie Sherrill, pilota de helicóptero de la Armada, con diez años de servicio activo en Europa y Oriente Próximo, ahora una fiscal federal. Reportó haber recaudado $1.230.000 antes del 31 de diciembre del 2017 para su campaña por la nominación demócrata en el onceavo distrito congresual de Nueva Jersey, donde el republicano titular Rodney Freylingheusen se jubilará.

Chrissy Houlahan, excapitana de la Fuerza Aérea, recaudó $1.228.000 para su campaña en el sexto distrito gongresual de Pensilvania, contra el republicano titular, Ryan Costello.

Amy McGrath, una pilota de combate del Cuerpo de Marines con 89 misiones en Irak y Afganistán, ha recaudado $1.133.000 para su campaña en el sexto distrito congresual de Kentucky contra el republicano titular, Andy Barr.

Algunas conclusiones políticas

Existe una creciente hostilidad popular hacia la Administración de Trump, pero dentro de la camisa de fuerza política del sistema bipartidista, dicha hostilidad se encuentra atrapada sin una salida genuina. En noviembre del 2016, ante la elección de figuras igualmente repugnantes de la clase dominante —Hillary Clinton, títere por mucho tiempo de Wall Street y el Pentágono, y Donald Trump, el multimillonario corrupto del hampa financiera especializada en estafas inmobiliarias y juegos de casino— millones rechazaron votar. Pero la decepción y la ira por las políticas bancarias de la Administración de Obama condujeron a un número suficiente de trabajadores a votar por Trump, particularmente en estados industriales devastados como Wisconsin, Michigan, Ohio, Pensilvania y West Virginia, para que pudiese raspar una victoria en el Colegio Electoral a pesar de perder el voto popular.

Las elecciones del 2018 bien podrían ver un proceso similar, pero a la inversa. Enfurecidos por los recortes de impuestos para los ricos y las grandes empresas, el destripamiento de programas sociales como Medicaid y los cupones de alimentos, los ataques a los inmigrantes y a los derechos democráticos en general, y las amenazas militares de Trump e incluso de una guerra nuclear, millones de trabajadores, aunque sea de mala gana, irán a las urnas a emitir sus votos para la “oposición” oficial, el Partido Demócrata, que en realidad no se opone a Trump en absoluto.

De ninguna manera es seguro que los demócratas ganarán el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de mitad de período el 6 de noviembre. Pero los detalles presentados en este informe demuestran que una victoria demócrata de ninguna manera representaría un giro hacia la izquierda en la política capitalista.

En cierto sentido, la promoción por parte del Partido Demócrata de un gran número de candidatos militares y de inteligencia para distritos competitivos representa una póliza de seguro para la élite gobernante de Estados Unidos. En caso de un cambio importante hacia los Demócratas, la Cámara de Representantes recibirá una afluencia de nuevos miembros provenientes principalmente del aparato de seguridad nacional, servidores fieles del imperialismo estadounidense.

Entre paréntesis, debe señalarse que no habría una afluencia comparable de partidarios de Bernie Sanders u otros candidatos con retórica “de izquierdas” en caso de una victoria abrumadora para los demócratas. Solo cinco de los 221 candidatos revisados en este estudio tenían vínculos con Sanders o se autodenominan como “progresistas”. Ninguno es probable que gane la primaria, y mucho menos las elecciones generales.

Cuando las aguas vuelvan a su cauce después del 6 de noviembre del 2018, es casi seguro que habrá más exagentes de la CIA en el caucus demócrata en la Cámara de Representantes que los antiguos activistas de Sanders. Son los agentes de inteligencia militar quienes constituyen la espina dorsal del Partido Demócrata, no el grupo de Sanders “Nuestra Revolución”. Este es un veredicto devastador sobre las afirmaciones del senador de Vermont, respaldado por varios grupos pseudoizquierdistas, de que es posible reformar al Partido Demócrata y empujarlo hacia la izquierda.

La preponderancia de los agentes de seguridad nacional en las primarias demócratas arroja una luz adicional sobre la naturaleza de la Administración de Obama. Lejos de representar un resurgimiento del reformismo liberal, como afirmaron los apologistas de los demócratas, como la Organización Internacional Socialista (ISO, por sus siglas en inglés), en el momento de su elección, los ocho años de Obama en el poder marcaron la mayor ascendencia del aparato militar y de inteligencia dentro del Partido Demócrata.

Esto lo demuestra el papel posterior de altos funcionarios de su Gobierno. Entre los exoficiales civiles de Obama que se postulan a las primarias demócratas de la Cámara de Representantes, 16 sirvieron en el Departamento de Estado, el Pentágono, el Departamento de Seguridad Nacional o el Consejo de Seguridad Nacional, mientras que solo cinco sirvieron en agencias domésticas. Uno de ellos, Haley Stevens, fue jefe de personal del grupo de trabajo establecido por Obama para la industria automotriz, el cual impuso una reducción salarial del 50 por ciento para los trabajadores automotores recién contratados. Entre los cinco, solo Stevens es considerado un posible ganador en las primarias.

El Partido Demócrata siempre ha sido un partido de la clase capitalista estadounidense, y eso significa que desde los albores del siglo XX ha sido un partido del imperialismo y las guerras imperialistas, cualesquiera que sean los ocasionales mensajes de “paz” de sus candidatos tienen el propósito de desviar y descarrilar el sentimiento masivo contra la guerra del pueblo estadounidense.

Durante más de un siglo, una importante tarea política del movimiento marxista en Estados Unidos ha sido combatir las ilusiones en el Partido Demócrata, particularmente aquellas generadas por sus periodos comparativamente breves de política reformista —bajo el presidente Franklin Roosevelt en la década de 1930, y nuevamente durante los años bajo Kennedy y Johnson de la década de 1960—. La lucha contra el Partido Demócrata, así como contra los republicanos, sigue siendo el foco principal de los esfuerzos por establecer la independencia política de la clase trabajadora.

Pero la campaña del 2018 representa algo cualitativamente diferente. Ninguno de los partidos ofrece perspectivas creíbles de una reforma social significativa. Ambos ofrecen panaceas derechistas, mezcladas con militarismo, al tiempo que buscan dividir a la clase trabajadora en términos de raza, género y origen nacional.

La campaña tiene lugar después de más de un año en el que los demócratas se han dedicado implacablemente a su campaña antirrusa, un relato que afirma que la victoria de Trump en las elecciones presidenciales fue el resultado de una interferencia rusa y que Trump es, para todos los propósitos prácticos, un títere ruso en la Casa Blanca.

No se ha proporcionado ni una pizca de evidencia de la interferencia rusa ni de colusión entre Rusia y la campaña de Trump. Tampoco hay ninguna sugerencia de que haya habido algún elemento significativo de fraude en el voto o en su tabulación por parte de los Gobiernos locales y estatales.

Pero el Partido Demócrata ha intentado deliberadamente impulsar y apelar a los sentimientos más derechistas, macartistas y chauvinistas. Los demócratas no han denunciado a Trump por sus políticas derechistas, su hostigamiento hacia los inmigrantes, su asociación con fascistas y supremacistas blancos, o su bonanza para los ricos, sino porque según ellos no está lo suficientemente comprometido con enfrentarse militarmente a Rusia en Oriente Próximo, Asia Central, Ucrania, Europa del Este y los países bálticos.

Clinton se postuló en el 2016 como la candidata favorita del aparato de inteligencia y militar, recibiendo el respaldo de cientos de generales, almirantes y espías jubilados, y criticó a Trump por no estar calificado para ser comandante en jefe.

Esta orientación política se ha desarrollado y profundizado a lo largo del 2018. El Partido Demócrata se presenta en las elecciones al Congreso no solo como el partido que toma una línea más dura contra Rusia, sino como el partido que recluta como candidatos y representantes a aquellos que han sido directamente responsables de librar una guerra, abierta y encubierta, en nombre del imperialismo estadounidense. Busca no solo ser el partido que defiende al Pentágono y la CIA, sino ser el partido del Pentágono y la CIA.

Esto no es simplemente el resultado de la psicología política o incluso de las trayectorias profesionales de la cúpula del Partido Demócrata. Tiene un carácter social y de clase. El Partido Demócrata ha abandonado por mucho tiempo incluso un papel limitado como un partido que promete reformas sociales en interés del pueblo trabajador en su conjunto, a favor de la promoción de privilegios para sectores de la clase media alta, repartidos con base en la política de identidad.

El Partido Demócrata propone una cierta redistribución de la riqueza y el poder dentro de la capa más privilegiada de la población, sin modificar la estructura social fundamental de una sociedad dividida entre los superricos en la cima, una clase media alta privilegiada, tal vez un diez por ciento o menos, y debajo de ellos, la gran mayoría de la gente trabajadora, cuyas condiciones de vida continúan deteriorándose a medida que la “recuperación” económica del colapso del 2008 en Wall Street se acerca a su décimo año.

La capa de la clase media-alta que proporciona el apoyo “masivo” del Partido Demócrata se ha movido drásticamente hacia la derecha en las últimas cuatro décadas, enriquecida por el boom del mercado de valores, conscientemente hostil hacia la clase trabajadora, y apoyando con entusiasmo a los militares y al aparato de inteligencia que, en última instancia, garantiza su propia posición social frente a posibles amenazas, tanto nacionales como extranjeras. Es esta evolución social la que ahora encuentra expresión en la superficie de la política capitalista, en el ascenso de la “facción” de inteligencia y militar hacia la dirección del Partido Demócrata.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de marzo de 2018)

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