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Los principales candidatos presidenciales de México doblan la rodilla ante los banqueros

El viernes, en lo que algunos comentaristas compararon con un desfile de modas, los tres principales candidatos presidenciales en las elecciones mexicanas de 2018 se hablaron ante a la convención de la Asociación de Bancos Mexicanos (ABM) en Acapulco, arrodillándose ante los omnipotentes banqueros. Los banqueros expresaron la aprobación de los tres en orden inverso a su popularidad en las encuestas nacionales.

Lógicamente, el candidato preferido del capital financiero mexicano, José Antonio Meade, de la coalición "Todos por México" encabezada por el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), que está en las encuestas en un 20 por ciento, recibió el mayor aplauso.

Meade se desempeñó como secretario de hacienda/finanzas tanto del actual presidente, Enrique Peña Nieto, como del presidente anterior, Felipe Calderón, del derechista Partido de Acción Nacional (PAN). Meade hizo hincapié en sus esfuerzos durante 20 años para trabajar con los bancos y "liberalizar" el sector financiero. De hecho, Meade es un tecnócrata neoliberal que en su servicio gubernamental ha promovido en gran medida la "estabilidad" macroeconómica y la desregulación.

En segundo lugar y recibiendo el segundo aplauso más caluroso fue Ricardo Anaya del PAN, que ha entrado en una coalición electoral con el antiguo centro de "izquierda" del Partido de la Revolución Democrática (PRD) junto con el partido aliado de este último, el Movimiento Ciudadano. Anaya se ubica en torno alrededor del 27 por ciento en las encuestas más recientes.

Anaya afirmó que su coalición reflejaba tendencias "progresistas, moderadas y liberales", en oposición a la "amenaza populista" de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su coalición electoral MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional). Anaya aseguró a los banqueros que no implementaría ningún cambio significativo en la estructura fiscal de México.

Al enfatizar su "juventud", Anaya (contrastando su edad de 39 años con la de Meade de 49 años y AMLO de 64) promovió una economía más "moderna". Esto implicaría un cambio de la manufactura a una economía de "conocimiento" de alta tecnología, y el desarrollo de energía limpia sobre la producción de petróleo.

Tercero para dirigirse a los banqueros reunidos fue López Obrador, quien recibió el menor aplauso de los banqueros mexicanos, pero lidera las encuestas actuales con alrededor del 38 por ciento. Al igual que Meade y Anaya, AMLO también rindió homenaje a la oligarquía financiera de México.

López Obrador enfatizó que su enfoque se centraría casi completamente en poner fin a lo que él llama el "mayor problema" del país –la corrupción– en lugar de cambios en la economía.

Se desvió de su camino para insistir en que bajo su administración la autonomía del Banco de México sería "completamente" respetada. De hecho, el país requiere un "banco fuerte", dijo. Los bancos deberían estar "seguros" de que "no vamos a afectar en absoluto al sector bancario", agregó.

AMLO hizo hincapié en que el "régimen de propiedad" en vigor tampoco se vería alterado. "No vamos a confiscar activos ni vamos a llevar a cabo expropiaciones o nacionalizaciones", dijo. Estas garantías siguieron a las declaraciones de sus principales asesores económicos en las últimas semanas de que AMLO está a favor de una "economía de mercado".

Las reformas que AMLO planteó serían bastante limitadas: aumentarían los pagos a jubilados ancianos y discapacitados, generarían 400.000 nuevos empleos y gastarían menos en infraestructura, como plantar millones de árboles. AMLO señaló que estas reformas no amenazarían la estabilidad: no se llevarían a cabo sino hasta la mitad del mandato de su gobierno, y no desde su inicio.

Tampoco se permitiría que estas reformas limitadas socaven la estabilidad fiscal. No se recaudarían impuestos y no se incurriría en deuda pública adicional para pagarlos. En cambio, el financiamiento provendría del diez por ciento del gasto gubernamental que las estimaciones de AMLO se pierden debido a la corrupción.

AMLO permaneció mudo cuando se trató de sus una vez vociferantes ataques a las reformas energéticas de Peña Nieto, que reabrió las industrias del petróleo y la energía para una mayor participación de gigantes energéticos transnacionales. Reiteró las recientes garantías de sus asesores financieros de que, si bien se revisarían los contratos de energía con los inversores, el programa general no se desenrollaría, lo que había amenazado constantemente con hacer en el pasado.

AMLO también dijo poco o nada sobre la renegociación pendiente del TLCAN, el pacto de libre comercio con los EUA y Canadá que él ha atacado repetidamente en el pasado como injusto para ciertos sectores económicos mexicanos y los pequeños agricultores.

Las garantías de AMLO a los banqueros hecha la semana pasada siguen a sus reuniones en los últimos meses con ejecutivos de los principales bancos internacionales como Citigroup Inc. y JPMorgan Chase & Co.

Los ejecutivos que asistieron a la convención de ABM señalaron que están listos para trabajar con quien gane las elecciones presidenciales de julio, incluido López Obrador.

El presidente de ABM, Marcos Martínez, dijo que "el compromiso del banco es con México, independientemente de quién gobierne y cuáles sean sus propuestas". "No me preocupa la llegada de un partido de izquierda o de derecha", agregó Ernesto Torres Cantú, director general de Grupo Financiero Citibanamex. Carlos Rojo, vicepresidente de AMB y director general del Grupo Financiero Interacciones SA, el banco controlado por el multimillonario mexicano Carlos Hank Rhon, insistió en que la llegada de un nuevo gobierno no es una señal de "alerta o preocupación", siempre y cuando mantenga un mercado libre, tal como AMLO ha prometido hacer.

Tales sentimientos siguen a otros expresados por los banqueros durante el año pasado. En marzo de 2017, el ex presidente de la ABM y director del grupo mexicano BBVA Bancomer, Luis Robles Miaja, también insistió en que López Obrador no representaba un riesgo para el país o sus banqueros. En junio del año pasado, el gigante español Banco Santander dijo que AMLO no sería peor que el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, es decir, no representa una amenaza para los inversores y los bancos.

Por lo tanto, aunque los banqueros preferirían a Meade o Anaya a López Obrador, no lo ven como una amenaza significativa. También esperan calmar a los mercados por adelantado en caso de que gane este último, como parece probable en este momento.

Sin embargo, una victoria de AMLO podría hacer que el peso mexicano, que ya ha visto una marcada volatilidad bajo Peña Nieto, se desplome y que los inversores se retiren de México. Los inversionistas extranjeros pueden ver que su presidencia genera más incertidumbre en cuanto a la reforma energética y socava las posibilidades de supervivencia del TLCAN, que se ha convertido en un pilar clave de la economía mexicana.

Y mientras que el populismo de izquierda de AMLO, que está ocupado diluyendo, es un fraude, existe preocupación entre los estratos dominantes de que su victoria podría despertar expectativas de parte de las masas mexicanas hasta un punto que no podría contener.

Estas preocupaciones rastrean la propaganda absurda de funcionarios estadounidenses como el Secretario de Estado Rex Tillerson de que un gobierno de López Obrador podría ser una "amenaza" similar a la del otro gran país productor de petróleo en América Latina, Venezuela.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de marzo de 2018)

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