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“¡Si tan solo hubieran más mujeres multimillonarias!”—New York Times

La sección de opinión del New York Times (del 10 de marzo) destacó un artículo de Susan Chira, una corresponsal y editora senior en cuestiones de género en el periódico, titulado “El dinero es poder. Y las mujeres necesitan más de ambos”.

La columna es directa: “Las mujeres se postulan para cargos políticos en números récord este año. Desafían el statu quo sexual, desde Hollywood hasta las oficinas corporativas, persiguiendo el poder como pocas veces antes. Pero aún hay una barrera por derribar: el dinero. De los 2043 individuos con más de mil millones de dólares según el último recuento anual de Forbes, 227 son mujeres; la mayoría de ese grupo pequeño heredó su fortuna”.

Chira lamenta que no haya suficientes mujeres ricas para influir en (o comprar) el proceso político. Reproduce con aprobación el comentario de Alicia Glen, vicealcaldesa de vivienda y desarrollo económico de Nueva York, una exdirectora gerente en Goldman Sachs, “que, si eres la persona más rica en el planeta, nadie te hará esperar”.

La corresponsal del Times expresa además la preocupación de que “muchas mujeres, aquellas que crecieron adineradas y las que no, han sido alejadas durante mucho tiempo de la búsqueda sin complejos de riqueza”.

Ella cita una escena de la película Equity, del 2016, en la que un personaje “afirma sin rodeos, ‘Me gusta el dinero’”, y continúa, “Fue un momento asombroso porque esas representaciones son tan inusuales,y Sarah Megan Thomas, una de las guionistas, estrellas y productoras de la película, se dispuso a llenar ese vacío, con respaldo financiero de un grupo de mujeres de Wall Street. ‘No mostramos mujeres fuertes a las que les gusta el dinero en la pantalla’, dijo”.

La nota de Chira describe, con cierto grado de tristeza o amargura, lo que la autora considera como obstáculos que siguen en el camino de las mujeres que persiguen “dinero e influencia como hacen los hombres”, pero concluye, en una nota optimista, “más mujeres parecen despertar al poder que la riqueza les puede otorgar”.

Tiene una cierta importancia que el Times haga este llamamiento abierto para que las mujeres sean codiciosas y sedientas de poder, desprecien la compasión y la empatía, e identifique esto con el feminismo, en general, y el movimiento #MeToo (#YoTambién), en particular. La honestidad refrescante de Chira pone un alivio útil a las numerosas afirmaciones espurias de que la campaña actual de conducta sexual inapropiada es de carácter izquierdista, que se trata de “acoso sexual en el lugar de trabajo capitalista”, que es un movimiento masivo liderado por mujeres trabajadoras, etc.

Hemos señalado en el World Socialist Web Site que la actual caza de brujas sexual no tiene nada que ver con mejorar las condiciones de las mujeres de clase trabajadora. Una capa de mujeres acomodadas intenta usar cínicamente la existencia de abuso genuino e injusticias pasadas para mejorar su poder de negociación y posición en el sistema económico existente. A medida que este grupo de mujeres burguesas gane concesiones, poder y privilegios para sí mismas, se convertirán más directamente en explotadoras de la clase obrera, aumentando aún más la división entre mujeres en términos de clase.

En ciertas circunstancias, empero, quienes lideran a #MeToo y otros movimientos relacionados requieren una tapadera que los legitime políticamente. Puede resultar extraño, e incluso embarazoso, aparecer ante el público y declarar: “Para ser honestas, hacemos esto solamente por nosotras. Realizamos esta campaña para convertirnos en productoras y ejecutivas de estudio y dirigir grandes compañías. A nosotras también ‘nos gusta el dinero’. ¡Por favor, ayúdennos a ser más ricas de lo que ya somos!”.

Semejante esfuerzo necesita de los consejos editoriales del Times y el Washington Post, del Nation, del Socialist Worker (por ejemplo, “La campaña #MeToo ha logrado que decenas de miles de mujeres entren en el espacio abierto por mujeres de alto perfil en Hollywood para hablar de su propia experiencia de acoso y abuso sexual en el trabajo”) y del resto de los medios liberales y de “izquierda” para proporcionarles argumentos y coartadas.

De hecho, la seudoizquierda es actualmente una máquina de dar brillo “progresista” a movimientos y operaciones profundamente reaccionarios.

El comentario en la edición del domingo del Times atraviesa mucho de esto. Chira tiene una historia larga en el periódico, donde comenzó a trabajar en 1981. Ha sido la editora de noticias internacionales, directora editorial asistente para las noticias y editora ejecutiva adjunta supervisando toda la información periodística del Times .

Ella habla sin tapujos por una capa social que emergió y se enriqueció rápidamente en las últimas décadas. Las mujeres en EUA obtuvieron el 2,6 por ciento de los títulos profesionales en 1961; en 2008 ese número había crecido al 52 por ciento. Las mujeres ahora se gradúan en las facultades de derecho en más o menos el mismo número que los hombres. Constituyen poco menos de la mitad de los residentes médicos y especialistas, o graduados de facultades de medicina en capacitación, según la Asociación Médica Estadounidense. Ellas logran más del 44 por ciento de los títulos de maestría en negocios y administración, incluyendo el 37 por ciento de MBAs o maestrías en administración de negocios.

Como indicó un comentarista, “Entre las mujeres y los hombres más jóvenes con niveles educativos iguales, que también pusieron el mismo tiempo en la misma ocupación, no quedan brechas salariales de género”.

Un estudio del 2011 señaló que “la desigualdad en el nivel educativo aumentó de forma más brusca entre las mujeres que entre los hombres. Esto se debe a los rápidos incrementos entre las mujeres de familias de altos ingresos, que se han alejado de las otras mujeres, y de todos los hombres, en su nivel educativo”.

En resumen, una capa de mujeres se ha separado dramática y decisivamente de los millones de mujeres de clase trabajadora, muchas de ellas atrapadas en algunos de los empleos peor remunerados: cajeras, cuidadoras de niños, mucamas y limpiadoras, camareras, asistentes de cuidado personal, auxiliares de enfermería, psiquiatría y salud en el hogar, asistentes de maestros, recepcionistas, secretarias, etc. Este rápido cambio y diferenciación también dio forma a la conciencia de esta agrupación social, estimulando su indiferencia hacia la pobreza y el sufrimiento económico, y su hostilidad hacia aquellos que están “abajo”.

Muchas mujeres acomodadas están un poco cansadas de fingir que hay algo radical o subversivo en el feminismo, o que deba haberlo.

En ciertas instancias, estas mujeres llevan a cabo ataques contra hombres en sus profesiones, y la campaña sobre conducta sexual inapropiada es una de las armas para tomar sus puestos en las gerencias, los medios de comunicación y las universidades. La clase trabajadora no ganará nada con esto. Si hubiera 1816 multimillonarias más, ¿el mundo sería más paradisíaco para la gran mayoría de mujeres y hombres?

Los socialistas han reconocido desde hace mucho tiempo que la lucha por privilegios de las feministas y las mujeres burguesas en general tiene este carácter reaccionario. El comentario de la socialista rusa Alexandra Kollontai en 1909, por ejemplo, reflejó una opinión muy extendida: “Las feministas ven a los hombres como el principal enemigo, porque los hombres se apoderaron injustamente de todos los derechos y privilegios, dejando a las mujeres solo cadenas y deberes. Para ellas se gana una victoria cuando una prerrogativa antes disfrutada exclusivamente por el sexo masculino se concede al ‘sexo justo’. Las mujeres proletarias tienen una actitud diferente. Ellas no ven a los hombres como el enemigo y el opresor; por el contrario, piensan en los hombres como sus camaradas, que comparten con ellas el trabajo pesado de la rutina diaria y luchan con ellas por un futuro mejor”.

Esta también es nuestra postura.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de marzo de 2018)

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