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Perspectiva

El significado internacional de la Marcha por nuestras vidas

Las manifestaciones alrededor de la Marcha por nuestras vidas marcan un desarrollo importante en el crecimiento de la oposición social en Estados Unidos e internacionalmente. En medio de una ola de huelgas y protestas en EUA, Reino Unido, África y América del Sur, al igual que de los trabajadores ferroviarios en Francia, conductores de Uber en India y trabajadores de Amazon en España, las manifestaciones de masas en el centro de imperialismo global son señal de una intensificación de la conflictividad social a nivel internacional.

Apenas un mes después de que 17 personas fueron asesinadas en la escuela secondaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, un enojo generalizado por los tiroteos masivos y la violencia con armas de fuego ha provocado una de las movilizaciones más grandes en la historia de EUA. Más de un millón de personas participaron en las más de 800 manifestaciones en los 50 estados del país y en 390 de los 435 distritos congresuales, además de varias protestas en el exterior.

La gran participación y el rol prominente de los estudiantes de secundaria son poderosas señales de radicalización política en una generación de jóvenes que ha vivido bajo la sombra de guerras, represión estatal, enajenación social fuera de control y disfuncionalidad producida por el extremo crecimiento de la desigualdad social.

El intento del Partido Demócrata y la prensa de presentar las protestas como un llamado limitado al “control de armas” es fraudulento. Mientras que los demócratas intervinieron lo más posible para prevenir que los manifestantes extrajeran conclusiones más amplias, los participantes que hablaron con el World Socialist Web Site y los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS) asociaron de una vez la violencia en EUA con las guerras imperialistas y la crisis social.

En la medida en que consiguiera un respaldo el llamado demócrata a un control de armas, se debió a que millones se oponen a la inmensa influencia política de una organización de tintes fascistas como la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) y de los fabricantes de armas que lucran de la proliferación de armas de uso militar. En EUA, un joven de 18 años de edad puede comprarse un rifle de asalto AR-15 (el tipo utilizado por el tirador en Parkland) con menos restricciones que para un permiso de conducir.

Más allá de los esfuerzos de oficiales demócratas de seguirle el juego a las protestas, la brecha entre las demandas de los manifestantes y las acciones de la élite política es enorme. En los días previos a la manifestación, los legisladores demócratas y republicanos aprobaron un presupuesto de $1,3 billones que aumentará drásticamente el financiamiento del ejército, las fuerzas de deportación y la policía.

Ambas facciones de la burguesía están buscando arrastrar a la población estadounidense a nuevas guerras con consecuencias todavía más devastadoras. Trump nombró a John Bolton, exembajador ante la ONU durante el Gobierno de Bush, como asesor de seguridad nacional, una nominación que tendrá vigencia el mes siguiente. Bolton ha abogado por ir a la guerra contra Irán y Corea del Norte.

Al mismo tiempo, los demócratas están librando una campaña despiadada para retratar a Trump como un títere de Rusia, exigiendo una escalada en la guerra estadounidense en Oriente Próximo y preparativos para un conflicto directo con dicha potencia eurasiática nuclear. Mientras que los demócratas hacen declaraciones vacías sobre oponerse a la “violencia”, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, manifestó que los demócratas no se opondrán a la nominación de la torturadora de prisiones secretas, Gina Haspel, como directora de la CIA.

Las manifestaciones prueban que una nueva generación ha llegado a la escena política. Muchos jóvenes colegiales dieron discursos emotivos, relatando con un enojo justificado la perdida de amigos y familiares a los tiroteos masivos, a asesinatos policiales y a la violencia de las calles.

Estos son componentes cada vez más comunes de la experiencia estadounidense, particularmente entre la juventud de clase obrera. El capitalismo estadounidense ha engendrado niveles de violencia sin precedentes para la población en EUA y el mundo. Desde el año 2000, antes de que la mayoría de estudiantes de colegio hubiera nacido, ha habido 270.000 asesinatos, 600.000 sobredosis de drogas, 650.000 suicidios, 85.000 muertes en los lugares de trabajo, 12.000 asesinatos policiales y 850 ejecuciones de prisioneros en EUA.

En aproximadamente el mismo periodo, las guerras encabezadas por EUA en aras de ganancias corporativas y justificadas con mentiras han matado a más de un millón de personas en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Somalia, Pakistán, Yemen y otras partes.

Millones se motivaron a participar en las manifestaciones del sábado a partir de un sentido profundo de que algo anda terriblemente mal en una sociedad estadounidense tan demacrada por la violencia extrema y la degradada vida política y cultural. Esto desmiente la narrativa oficial del Partido Demócrata según la cual la población estadounidense está preocupada principalmente por cuestiones identitarias de raza y género. Todas las otras problemáticas sociales, según esta línea, son un invento o una exageración de las amenazantes maquinaciones de Rusia para “sembrar discordia” en una sociedad estadounidense de lo contrario serena.

Ninguna de esas cuestiones ocupó un lugar significante en las manifestaciones del sábado. Ningún orador buscó culpar al presidente ruso, Vladimir Putin, por el fenómeno característico de EUA como lo son los tiroteos masivos escolares. Cuando los estudiantes en ciudades como Chicago y Los Ángeles describieron la violencia extrema y la represión policial que viven en vecindarios predominantemente afroamericanos y latinos, lo hicieron sin presentar la violencia en términos principalmente raciales. Una estudiante latina de clase obrera, Edna Chavez, manifestó ante la marcha en Los Ángeles, que combatir los tiroteos masivos requiere llegar a las “causas de fondo” de la violencia social. Esto significaría “cambiar las condiciones de fomentan la violencia”, dijo, como el desempleo, la desigualdad y el deterioro del sistema de educación pública.

Contra el trasfondo de sindicatos que han suprimido la lucha de clases durante las últimas cuatro décadas en EUA, el hecho de que están comenzando a predominar las cuestiones económicas y sociales entraña un significado internacional inmenso. Las demandas de los estudiantes de acabar con la violencia social coinciden con las demandas de sus maestros en West Virginia, Arizona, Oklahoma y Nueva Jersey de alzas salariales y un mayor financiamiento de la educación pública.

Los agravios de distintas capas, grupos etarios y segmentos geográficos de la clase obrera están comenzando a entremezclarse. La clase gobernante está aterrada de que las demandas de los trabajadores en todo el país y el mundo se cristalicen en un movimiento de masas independiente de los dos partidos capitalistas. Es por esta razón que buscan estrangular las vías de comunicación —las redes sociales y el Internet en general— y censurar a las páginas web izquierdistas para que no alcancen a una audiencia más amplia.

Lo más imprescindible es el desarrollo, como parte de esta radicalización objetiva, de una dirección consciente y socialista que organice el crecimiento de la oposición de la clase obrera en EUA e internacionalmente en un movimiento revolucionario contra el capitalismo. Esa es la tarea del Partido Socialista por la Igualdad y los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de marzo de 2018)

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