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Perspectiva

La rebelión docente se expande al salir en huelga decenas de miles de maestros en Oklahoma y Kentucky

La rebelión de los maestros en Estados Unidos entró en una nueva etapa el lunes, cuando decenas de miles de docentes, estudiantes y simpatizantes obreros participaron en protestas multitudinarias en Oklahoma y Kentucky. La expansión de las luchas docentes no solo exige la atención y el apoyo de todos los trabajadores, sino su participación activa.

Los 30.000 maestros en Oklahoma iniciaron su huelga tras rechazar un aumento salarial anual único de $6.000 y un incremento miserable en el financiamiento escolar, los cuales iban a ser costeados en gran medida por nuevos impuestos regresivos. La asamblea legislativa había aprobado esta medida el jueves. Los miles de maestros protestando en Kentucky denunciaron la promulgación de un proyecto de ley la semana pasada que reduce sus pensiones.

Parte de la multitud en el capitolio

La huelga en Oklahoma, que los sindicatos esperaban poder limitar a un día, continuó el martes. Distritos escolares de todo el estado anunciaron que permanecerán cerrados, en muchos casos por lo menos hasta el miércoles. Mientras que los sindicatos están haciendo todo lo posible para que los docentes vuelvan al trabajo, hay un poderoso ímpetu a favor de prolongar y expandir el paro.

Estos acontecimientos en Oklahoma y Kentucky son las más recientes expresiones del resurgimiento de la lucha de clases en EUA y alrededor del mundo, ocurriendo menos de un mes después de la huelga de nueve días de los maestros en West Virginia y de la jornada de huelga en Jersey City, Nueva Jersey. El 28 de marzo, miles de maestros participaron en un mitin en Phoenix, Arizona, para demandar un aumento salarial del 20 por ciento y más dinero para las escuelas públicas.

Las más recientes huelgas también siguen las manifestaciones de cientos de miles de estudiantes el fin de semana pasado.

Más allá de las fronteras de EUA, ha habido en semanas recientes huelgas y protestas de educadores en Grecia, Brasil, Argentina, México, Reino Unido, Canadá, Kenia y muchos otros países. Los conductores ferroviarios en Francia comenzaron el lunes una serie de huelgas contra las reformas laborales derechistas, después de que los trabajadores metalúrgicos en Alemania y Turquía salieran en huelga y de que se produjeran levantamientos en Irán, Túnez y Marruecos a principios del año.

El crecimiento del conflicto de clases está resquebrajando el marco entero de la política y las instituciones oficiales burguesas. Además, destruye las presunciones de la política derechista y de clase media de identidades y la afirmación, hecha una y otra vez por el New York Times y otros medios de comunicación, de que las divisiones esenciales dentro de Estados Unidos giran en torno a las razas y los géneros, no las clases.

Los trabajadores en Oklahoma, Kentucky, West Virginia y Arizona se encuentran en los llamados “estados rojos”, aquellos que la última candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, denunció como “retrógrados” por votar a Trump en las elecciones del 2016. Las organizaciones de clase media que orbitan al Partido Demócrata han declarado reiteradamente que los trabajadores en estos estados, cuya mayoría son blancos, son reaccionarios y racistas.

Las demandas avanzadas por los maestros en estos estados no fueron definidas ni por geografía, razas ni ocupaciones. No es nada sorprendente que los maestros estén al frente de las luchas de clases en desarrollo, dado que el financiamiento de la educación pública ha sido eviscerado por décadas de recortes presupuestarios. Más allá, los maestros se enfrentan cada día las consecuencias de la crisis social en EUA, desde la pobreza y el desempleo a la drogadicción y la falta de viviendas.

La arremetida contra los maestros y contra la educación pública es uno de los aspectos de la contrarrevolución social que ha sido dirigida contra todos los sectores de la clase obrera. Mientras una capa diminuta de oligarcas corporativos ha acumulado niveles inimaginables de riqueza, la mayoría de la población se enfrenta a bajos salarios, costos de salud por los cielos y la destrucción de la infraestructura social.

Cuando los maestros en Oklahoma hablan de tener que trabajar varios empleos, al no poder pagar los miles de dólares de deudas estudiantiles y al ver cómo los magros aumentos salariales son consumidos por alzas en los copagos y deducibles de sus recibos médicos, expresan universalmente lo que vive la clase obrera.

El desarrollo de la lucha de clases ha enfrentado a los trabajadores directamente en contra de las organizaciones antiobreras y corporativistas —los sindicatos— que han suprimido por décadas la oposición a los recortes salariales, a la eliminación de puestos de trabajo y a la desigualdad social. Al igual que en West Virginia, las huelgas en Oklahoma y Kentucky están siendo organizadas por las bases y en oposición a los sindicatos y a los pudientes ejecutivos de clase media-alta que los controlan.

Después de la huelga en West Virginia, la presidenta de la Federación Estadounidense de Maestros (AFT, por sus siglas en inglés), Randi Weingarten (ingreso anual de $500.000), repitió el mismo argumento dado por los abogados sindicales del caso Janus vs. AFSCME ante la Corte Suprema de que “la seguridad a los sindicatos es la compensación por no tener huelgas”. El debilitamiento de los sindicatos, le advirtió Weingarten a la burguesía, “conllevaría más activismo y acciones políticas”. Vemos como la misma experta admite esta realidad, que los sindicatos no existen para organizar las luchas de los trabajadores sino para suprimirlas.

La prensa burguesa estuvo repleta el lunes de comentarios preocupados por las implicaciones de que los trabajadores se liberen de la camisa de fuerza de los sindicatos. El New York Times señaló que “las huelgas fueron organizadas por maestros ordinarios en Facebook” lo que “tomó por sorpresa a los sindicatos”. Por su parte, Bloomberg escribió que los paros “se están esparciendo rápidamente por el país, sin un claro final previsible” y añadió que los sindicatos se encuentran en “una posición difícil” porque los maestros “han demostrado que no solo están dispuestos a ser ‘salvaje’ ( wildcat ), sino que seguirán siéndolo pese a que los sindicatos lleguen a un acuerdo”.

La preocupación de la clase gobernante es que las instituciones en las que han dependido por décadas han perdido toda su credibilidad. Estos temores se intensifican por el uso generalizado del Internet y las redes sociales, que han permitido a los trabajadores organizarse y movilizarse de marea independiente y desafiando a la burocracia sindical.

Las luchas de los trabajadores los están poniendo en un conflicto directamente con los partidos demócrata y republicano y con el aparato estatal en su conjunto. A medida que el Gobierno de Trump libra un ataque total contra la clase trabajadora, los demócratas, en alianza con las agencias de inteligencia, están enfocando sus críticas contra Trump pidiéndole que emprenda una política militarista más agresiva en Oriente Próximo y contra Rusia.

Las alegaciones de que Rusia está “sembrando discordia” en Estados Unidos está siendo utilizado para justificar un régimen de censura en el Internet que pretende poner fin precisamente a esos mecanismos que están utilizando los trabajadores para organizarse y coordinar su oposición a la gran patronal y al Gobierno.

Mientras que la clase gobernante se ha estado peleando internamente por cuestiones de política exterior, se ha estado desarrollando un movimiento completamente diferente desde abajo y que ha emergido a la superficie de la vida política estadounidense. La inquietud de la clase gobernante sobre las consecuencias de esto fue puesta de manifiesto el lunes en una venta de acciones en Wall Street impulsada por temor a una tendencia inflacionaria, es decir, a alzas salariales.

Las muy diferentes formas de protesta social están adquiriendo una identidad cada vez más distintiva de clase trabajadora y una orientación anticapitalista. La lógica objetiva de estas luchas es en dirección de una huelga general que unifique la oposición a la desigualdad social, a los recortes de salarios, en salud y pensiones, a la violencia policial y a una amplia gama de expresiones de la crisis social en Estados Unidos e internacionalmente.

Para avanzar esta lucha, los trabajadores necesitan nuevas organizaciones, independientes de las organizaciones procapitalistas y corporativistas que se hacen llamar sindicatos. Es imprescindible formar comités de base no solo entre maestros, sino en todas las secciones de la clase obrera: los trabajadores automotores cuyos contratos fueron impuestos por oficiales sindicales comprados por las compañías, los trabajadores de Amazon y otros servicios con salarios de pobreza, los trabajadores de telecomunicaciones que enfrentan alzas en sus costos de salud, los estudiantes que encaran un futuro de deuda, desempleo y guerra. Todos los trabajadores comparten los mismos intereses y los mismos enemigos de clase.

La lucha no se puede limitar a Estados Unidos. Como lo anticipó el Partido Socialista por la Igualdad, el desarrollo de la lucha de clases está surgiendo como un movimiento internacional, socavando la influencia venenosa del nacionalismo e inspirando un sentido profundo de solidaridad de clase internacional. Trabajadores en todo el mundo se han inspirado por los eventos en Oklahoma y Kentucky, al igual que por la huelga en West Virginia.

El establecimiento de organizaciones independientes de lucha obrera tiene que ir acompañado con el desarrollo de una dirección política socialista en la clase obrera. La lógica objetiva de las batallas en las que están entrando los trabajadores tienen que ser hechas conscientes. En oposición a la agenda burguesa de guerra, reacción y dictadura, la clase trabajadora tiene que avanzar su propia solución a la crisis que enfrenta a la humanidad: una redistribución masiva de la riqueza, la expropiación de las principales corporaciones y los bancos y una reorganización socialista de la vida económica.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 abril de 2018)

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