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Perspectiva

Estados Unidos, Reino Unido y Francia preparan una ofensiva contra Siria

El miércoles, el presidente Donald Trump amenazó con escalar significativamente la guerra que ha librado Estados Unidos por siete años para un cambio de régimen en Siria. A través de un tuit, declaró: “Rusia promete derribar cada uno de los misiles que lancemos a Siria. ¡Prepárese, Rusia, porque van a estar llegando, bonitos, nuevos e ‘inteligentes’!”.

La amenaza de Trump expresa la criminalidad de la campaña encabezada por Siria. El presidente de Estados Unidos está a punto de lanzar una guerra de agresión no provocada. Los Gobiernos de EUA y Europa mienten descontroladamente para justificar sus objetivos de guerra predatorios, mientras que las declaraciones más descabelladas posibles no son desafiadas por la prensa.

La afirmación de EUA de que su ofensiva planeada contra Siria responde a un ataque con armas químicas perpetrado por el régimen de Asad el 7 de abril no cuenta con una corroboración independiente. Las únicas personas que alegan ser testigos del ataque son los combatientes patrocinados por EUA en Siria.

Cualquier evaluación seria desmiente las pretensiones humanitarias norteamericanas. Las masacres de manifestantes palestinos desarmados en Gaza a manos del ejército israelí han sido respaldadas por Estados Unidos y prácticamente ignoradas por la prensa occidental. Arabia Saudita, el aliado clave de EUA en Oriente Próximo, está emprendiendo una guerra genocida en Yemen. Las acometidas de EUA por todo Oriente Próximo han destruido sociedades enteras.

Aparte de la ausencia de cualquier evidencia, ninguna explicación creíble ha sido ofrecida acerca de por qué llevaría a cabo un ataque químico el régimen de Asad justo cuando estaba al margen de derrotar a los insurgentes asociados con Al Qaeda y financiados por EUA y sus aliados.

Sin embargo, hay vastas razones por las que EUA le ordenaría a sus milicias montar o fabricar tal incidente. Tan solo dos días antes del presunto ataque químico en Duma, un editorial del New York Times se quejó de que Trump estaba “permitiendo que Rusia tome la delantera en Siria” y que Irán consolide su presencia en el país. El Times pregunta: “¿Cómo ayuda eso a los intereses estadounidenses?”.

Apenas una hora después del estridente tuit de Trump el miércoles, admitió en otro tuit que la campaña de Rusia está siendo impulsada por varias fuerzas políticas en Washington. “Gran parte de la animosidad contra Rusia es causada por la Falsa y Corrupta Investigación sobre Rusia, encabezada por aquellos completamente leales a los demócratas o aquellos que trabajaron para Obama”, escribió.

Detrás de la guerra sectaria cada vez más enconada que azota a Washington, hay grietas importantes en asuntos de política exterior, principalmente enfocados en el conflicto en Siria, que han sido un punto de conflicto por varios años.

En el 2013, Estados Unidos estuvo al borde de un ataque militar de plena escala para cambiar al régimen del presidente sirio, Bashar al Asad, siguiendo el derrocamiento en el 2011 de Muamar Gadafi en Libia. Sin embargo, ante una oposición popular abrumadora, el presidente Obama se vio obligado a dar marcha atrás cuando el Parlamento británico votó en contra de autorizar la participación británica en una ofensiva. En vez de un ataque contra Siria, Estados Unidos aprobó un acuerdo intermediado por Rusia para destruir las reservas de armas químicas en Siria.

En una conferencia en setiembre del 2013, inmediatamente después del acuerdo, el presidente del Consejo Editorial del World Socialist Web Site, David North, advirtió:

Pero, posponer la guerra no disminuye, en realidad, la inevitabilidad del estallido de otra gran guerra. Como lo dejan claro las declaraciones militaristas que salen de Washington, la “opción militar” sigue en la mesa. Siria tampoco es el único blanco para un ataque militar. Las operaciones estadounidenses contra Siria darían paso a un enfrentamiento con Irán. Y, más allá, la lógica de la marcha por el dominio global del imperialismo estadounidense lo conduce a una confrontación con Rusia y China.

Esta advertencia se ha visto confirmada. Los líderes del imperialismo estadounidense nunca han olvidado la colosal vergüenza y el revés que representaron para el imperialismo estadounidense no hacer valer la “línea roja” de Obama.

Ahora, a medida que las milicias islamistas respaldadas por EUA en Siria se acercan a una derrota en manos del Gobierno Siria, Irán y Rusia, las agencias de inteligencia estadounidenses han creado una serie de pretextos para justificar la consumación de los planes de guerra que ha mantenido desde hace mucho tiempo.

Las acusaciones de que el Gobierno sirio utilizó armas químicas el 7 de abril se produjeron pocos días después de que fuera expuesta la falsa acusación del Gobierno británico de que Rusia llevó a cabo un ataque con armas químicas en suelo británico. Las supuestas víctimas de un gas nervioso diez veces más potente que Sarín no solo se han recuperado, sino que las autoridades británicas las están silenciando. Los incidentes en Salisbury y Duma, al igual que con la campaña antirrusa en su conjunto, son parte de una ofensiva propagandística calculadamente dirigida a legitimar un ataque militar contra Siria y una escalada contra Rusia.

Hace quince años, Francia se opuso a la intervención estadounidense en Irak, lo que llevó al Gobierno de Bush a denunciar a la “vieja Europa” y provocó llamados para cambiar el nombre de las patatas francesas a “patatas de la libertad”. Desde entonces, Francia ha revertido su posición y ahora ansía reestablecer su posición como una potencia colonial interviniendo en la repartición de Oriente Próximo. El canciller alemán, Jean-Yves Le Drian ha declarado que Francia está lista para “cumplir con su deber”.

Por encima de los motivos geopolíticos de una guerra, existen consideraciones internas igual de apremiantes para todas las principales potencias imperialistas, las cuales son acechadas por crisis internas cada vez más profundas y el crecimiento de un movimiento de la clase obrera.

El presidente francés, Emmanuel Macron, indicó que apoyará la campaña militar estadounidense, en un momento en que su Gobierno está envuelto en una confrontación con los trabajadores transportistas que se oponen a sus odiadas políticas neoliberales. El Gobierno de la gran coalición derechista en Alemania, formado tras meses de negociaciones en la trastienda, cuenta con un apoyo público minúsculo.

Por su parte, el Estado británico, ante la crisis desencadenada por la salida de la Unión Europea tras el voto del brexit, es encabezado por una primera ministra despreciada universalmente. No cuenta con ninguna autoridad ni legitimidad. Theresa May le teme tanto a la oposición popular contra cualquier involucramiento británico en Siria y a que se pueda repetir la debacle del primer ministro David Cameron en el 2013 que ha anunciado que procederá con un ataque sin una votación en el Parlamento.

Al mismo tiempo, Estados Unidos está sumido en su mayor crisis política desde Watergate y la renuncia obligada de Nixon. A esto, se suma la ola de huelgas docentes y el aumento en la oposición en la clase obrera.

Los apresurados pasos de la OTAN para alistar un conflicto con Rusia dan la impresión de que las potencias europeas y EUA prefieren crear un estado de facto de guerra, el cual podrían utilizar como un pretexto para intensificar su impulso para censurar el Internet y criminalizar a la oposición política en sus respectivos países. Las potencias de la OTAN se encuentran bajo el dominio de una fiebre militarista tan imprudente como criminal. Conforme se recrudezcan sus crisis internas, sus provocaciones militares se volverán cada vez más abiertas.

El Gobierno de Putin, por el otro lado, está atrapado entre un ejército que presiona para que Rusia confronte a EUA y un conjunto de poderosos oligarcas afectados por sanciones económicas que buscan desesperadamente un reacomodo con EUA. Irán, de igual manera, enfrenta sanciones económicas estadounidenses que han provocado una caída del 35 por ciento en el valor del rial.

Mientras que el embajador ruso en Líbano, Alexander Zasypkin, declaró el miércoles “si hay un ataque estadounidense, entonces… los misiles e incluso las plataformas desde donde fueron lanzados serán tumbados”, el presidente Vladimir Putin ha intentado minimizar las tensiones, declarando que espera que prevalezca el “sentido común”.

El Gobierno ruso está actualmente lidiando con las consecuencias de la disolución de la Unión Soviética, cuya lógica, en última instancia, corresponde a la reducción del país a una semicolonia. Tanto Moscú como Teherán se enfrentan al hecho de que ninguna concesión que hagan será suficiente para Estados Unidos, que va en busca de su total subyugación. Ni a burguesía rusa ni la iraní pueden resistir las fuerzas del imperialismo mundial.

La escalada de la crisis siria demuestra que las potencias imperialistas marchan hacia una nueva guerra mundial. Sea cual fuere el resultado de la crisis actual, una ofensiva contra Siria es solo la precursora de una guerra contra Irán, Rusia y China, que amenaza con aniquilar a la misma humanidad en una conflagración nuclear.

La única forma de prevenir tal catástrofe es conectar el creciente movimiento internacional de la clase obrera con la lucha contra la guerra imperialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 abril de 2018)

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