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Perspectiva

Bombardeo de EUA, Reino Unido y Francia contra Siria agudiza peligro de una guerra catastrófica

Seguidamente tras el bombardeo encabezado por Estados Unidos este fin de semana contra Siria, ya están en marcha preparativos para expandir la guerra, algo que podría detonar una catástrofe nuclear.

La imprudencia de la política estadounidense se ha continuado agravando. Apenas se había apagado el humo de las ruinas que dejaron más de 100 misiles de crucero cuando la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, ya estaba presumiendo que EUA mantiene sus armas “en posición y cargadas”. En el programa “Face the Nation” de entrevistas del domingo, Haley declaró que las tropas estadounidenses en Siria permanecerán en el país y anunció que el Gobierno de Trump presentará nuevas sanciones contra firmas rusas el lunes por hacer negocios con Damasco.

Rusia respondió anunciando que realizará mejoras en las defensas antimisiles sirias.

Varios comentaristas de la prensa criticaron el llamado ataque “limitado” de las fuerzas navales y aéreas de EUA, Reino Unido y Francia como una acción inadecuada y exigieron una ofensiva militar más extensa y sostenida. El New York Times citó al senador republicano, Lindsey Graham: “Temo que, apenas se sienten las partículas de polvo, este ataque sea visto como una respuesta militar débil y Asad haya pagado barato…”.

El Washington Post en su editorial del domingo atacó a Trump por sugerir nuevamente que retirará las fuerzas estadounidenses de Siria. Refiriéndose al enorme territorio en el este de Siria bajo la ocupación de soldados estadounidenses y milicias patrocinadas por EUA, exigió que Trump deberá “fortalecer” el posicionamiento de EUA en el terreno a fin de obligar una expulsión del presidente sirio, Bashar al Asad.

David Sanger y Ben Hubbard del New York Times objetaron en un artículo de primera plana el domingo la afirmación del Pentágono de que los ataques afectaron severamente el supuesto programa de armas químicas de Asad. “Mientras que es fácil hacer estallar las instalaciones químicas del Sr. Asad, también es relativamente simple para él reconstruirlas en otra parte o simplemente recurrir a sustancias disponibles en el mercado como el cloro para hacer un veneno que toda nación está permitida a poseer”, escribieron.

Se preparan nuevas provocaciones y pretextos para una agresión militar. Si no es otro ataque químico escenificado, la próxima casus belli bien podría ser un ataque terrorista o un asalto contra tropas estadounidenses en Oriente Próximo atribuido a Asad.

Por más de 25 años, Estados Unidos ha estado involucrado en guerras continuas, justificando cada conflicto con mentiras sobre atrocidades perpetradas o inminentes a manos del país en la mira: las “armas de destrucción masiva” contra Irak, la inminente masacre de civiles contra Libia y ahora los ataques con gas contra Siria.

La campaña mediática en semanas recientes contra Rusia y Siria por los presuntos ataques químicos fue una operación orquestada para proveer un pretexto apto para un ataque militar que, de hecho, había sido planeado con meses de anticipación. El presunto envenenamiento ruso del ex doble agente, Sergei Skripal, y su hija fue seguido inmediatamente por una campaña en la prensa por el supuesto ataque con gas del régimen de Asad en la ciudad de Duma (Douma), en ese momento bajo control de las milicias islamistas respaldadas por EUA que combaten para derrocar al régimen apoyado por Irán y Rusia.

La prensa occidental, corrompida y deshonesta hasta la médula, promovió las acusaciones del Gobierno sin ofrecer ninguna evidencia para substanciarlas, mientras que apenas prestó atención a la evidencia rusa y siria que las exponía como falsas. El bombardeo del fin de semana no fue una respuesta a ningún supuesto ataque con gas la semana previa, sino que fue un ataque conjunto y altamente coordinado, involucrando misiles disparados de plataformas navales y aéreas estadounidenses, francesas y británicas en el mar Rojo, el norte del golfo Pérsico y el Mediterráneo. Tal acción no es el producto de un planeamiento de unos cuantos días.

Como resultado, la situación geopolítica y las crisis políticas internas de EUA y las potencias europeas tan solo se han vuelto más explosivas.

En EUA, los preparativos para expandir la guerra en Oriente Próximo y la guerra política contra Trump siendo librada por secciones de la clase gobernante y el Estado han convergido en un solo proceso.

El secretario de Defensa, James Mattis y la cúpula militar decidieron evitar un enfrentamiento con Rusia por ahora no solo por consideraciones militares, sino también políticas. Las huelgas y rebeliones de maestros contra los sindicatos corporativistas continúan, y la crisis política en Washington se profundiza. Los sentimientos contra la guerra son generalizados en la clase trabajadora. Bajo estas condiciones, el ejército no confía en que Trump pueda presidir las acciones en el exterior y dentro de EUA que considera necesarias para derrocar a Asad y confrontar a Rusia.

El comentarista neoconservador, Max Boot, planteó explícitamente esta conexión entre la expansión de la guerra en Siria y la expulsión de Trump en un artículo de opinión en el Washington Post, intitulado “Ataques aéreos en medio de escándalos”, donde indica que, “Al igual que Bush no tenía un plan para Irak en la primavera del 2003, Trump tampoco tiene un plan para Siria”. Boot añade: “Si Estados Unidos tuviera un Gobierno parlamentario, el Congreso podría aprobar una moción de ‘no confianza’, permitiéndole a Trump dedicar el 100 por ciento de su atención a enfrentar las acusaciones que se multiplican en su contra sin la distracción de conducir el Gobierno”.

El New York Times publicó un editorial escrito poco antes del bombardeo llamando al Congreso a aprobar una nueva autorización para el uso de la fuerza militar. Estos esfuerzos para darle una nueva justificación legal a la guerra demuestran que la burguesía está preparando una intervención militar mucho mayor. Consciente de que habrá cada vez más oposición, busca un marco legal para criminalizar la disensión y prohibir el discurso contra la guerra

En Europa pasa lo mismo. Los ataques con misiles han intensificado tanto las crisis política y social internas como las tensiones con EUA. La primera ministra británica, Theresa May, afronta demandas para un debate parlamentario sobre el ataque sirio, mientras que las encuestas muestran que la oposición a la guerra y el escepticismo hacia las acusaciones de un ataque químico de Asad son generalizadas. Los ataques aéreos han exacerbado la ira popular hacia el presidente francés, Emmanuel Macron, quien encara una ola huelguística de trabajadores ferroviarios y cada vez más protestas estudiantiles.

En Alemania, varios sectores de la prensa están utilizando los ataques del fin de semana, los cuales apoyó la canciller Angela Merkel sin unirse directamente, para exigir el rearme pleno de Alemania y una política exterior menos dependiente de Estados Unidos.

Un comentario del editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, Berthold Kohler, es indicativo de la fiebre militarista en la que se ha sumido la burguesía alemana. “El niño egoísta en la Oficina Oval obliga a Alemania a finalmente crecer en política exterior. La Armada alemana no conseguirá sus portaaviones y misiles de crucero Luftwaffe tan rápido. Sin embargo, la voluntad de Alemania para asumir más responsabilidad en el mundo en cara al trumpismo… no puede limitarse a aplausos para los franceses y alemanes… La contradicción fundamental de la política exterior alemana —de mantener una moral y estándares humanitarios altos, pero un nivel de preparación bajo para hacerlos valer ‘robustamente’ en una emergencia— no se puede resolver de ninguna manera con vuelos de reconocimiento sin armas”.

Sería un error fatal confundir la decisión táctica del ejército estadounidense de evitar por ahora un choque directo con las fuerzas rusas en Siria con un giro en la orientación estratégica del imperialismo estadounidense hacia una guerra más amplia en Siria y una confrontación militar con Irán y Rusia. La naturaleza circunscrita de los ataques de este fin de semana refleja que secciones del ejército estadounidense percatan las consecuencias potenciales de cualquier ofensiva militar en Siria.

No cabe duda de que, si se hubieran visto afectadas las fuerzas rusas, Rusia podría haber tomado represalias. Sin embargo, solo es una cuestión de tiempo para que un ataque militar en el futuro desencadene un conflicto directo entre las dos mayores potencias nucleares del mundo. El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió el domingo que más ataques occidentales contra Siria inevitablemente conllevarán un “caos en las relaciones internacionales”.

Cada ataque subraya lo real y presente que es el peligro de una guerra masiva con consecuencias catastróficas. El mundo está presenciando una erupción del imperialismo estadounidense y mundial que atenta contra la civilización humana misma. Esto solo puede prevenirse mediante una movilización revolucionaria de la clase obrera internacional para poner fin al capitalismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 abril de 2018)

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