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Perspectiva

Trump y Abe se reúnen en medio de crisis de guerra e internas

El presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunirán dos días esta semana en el hotel Mar-a-Lago en Florida, tras los ataques aéreos encabezados por EUA contra Siria y en medio de elevadas tensiones geopolíticas globalmente, incluyendo en toda Asia. Mientras que ambos hombres han publicitado su amistad, están apareciendo grietas claves, especialmente en el ámbito comercial y sobre Corea del Norte.

Abe y Trump presiden regímenes derechistas y profundamente impopulares que buscan superar sus respectivas crisis económicas y políticas fomentando el nacionalismo y el militarismo. Ambos aliados militares se reúnen con la determinación de contener y confrontar a China, pero difieren cada vez más sobre los medios para hacerlo.

La escalada de amenaza de una guerra comercial contra Beijing por parte de Trump conlleva peligros económicos para Japón, el cual depende fuertemente de China como su principal socio comercial y como reserva de mano de obra barata. Al mismo tiempo, las medidas de guerra comercial de Trump también tienen en la mira a Japón y a otros países con los que EUA tiene un déficit comercial.

Sin duda, Abe presionará a Trump para que lo exima de los más recientes aranceles estadounidenses sobre el aluminio y el acero, los cuales sorprendieron tanto a Japón como a otros aliados, particularmente porque fueron justificados como una cuestión de “seguridad nacional”. Trump amenazó abiertamente a Japón, refiriéndose a la “pequeña sonrisa” de Abe. “Y al sonreír dice, ‘No puedo creer que hemos podido aprovecharnos por tanto tiempo de Estados Unidos’. Entonces, esos días se han acabado”, sentenció.

Trump ha actuado en detrimento de la agenda económica de Abe desde su primer día de Gobierno, cuando repudió el Acuerdo Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), en el cual Abe había invertido un enorme capital político. Es una certeza que la Casa Blanca esperaba que el TPP iba a colapsar posteriormente, pero Japón lo rediseñó como un bloque donde sería el protagonista, siendo la tercer mayor economía del mundo. Ahora, Trump ha vuelto a socavar los planes de Abe anunciando que EUA quiere reingresar en el TPP.

A medida que el Gobierno de Trump escala su confrontación con Corea del Norte, Abe ha sido uno de sus aliados más leales en respaldar las amenazas belicistas del mandatario de “destruir totalmente” al régimen en Pyongyang y sus declaraciones de que las negociaciones son una pérdida de tiempo. Abe ha aprovechado la supuesta “amenaza norcoreana” para avanzar sus propias ambiciones de remilitarizar Japón y borrar todas las limitaciones legales y constitucionales en el uso de su ejército para perseguir los intereses estratégicos y económicos del imperialismo japonés.

En esto, Trump le dio otra estocada a Abe, anunciando de un día para otro en marzo que se reuniría con el líder norcoreano, Kim Jong-un. Abe fue recibido en EUA con reportes en la prensa de que las negociaciones con Corea del Norte estaban procediendo a “niveles extremadamente altos”. Los objetivos de las negociaciones han sido objeto de fuertes discrepancias. El nominado a secretario de Estado de EUA, el actual titular de la CIA, Mike Pompeo, sugirió en sus audiencias de confirmación que EUA podría llegar a aceptar a una Corea del Norte con armas nucleares, pero sin misiles de largo alcance. Tal acuerdo dejaría a Japón vulnerable a los misiles de medio alcance norcoreanos.

Los posibles fuertes desacuerdos en la reunión entre Abe y Trump se suman al hecho de que las vidas políticas de ambos mandatarios corren riesgo. Trump está envuelto en una enconada riña con secciones de la élite política y el aparato militar y de inteligencia estadounidenses por su supuesta incapacidad para confrontar agresivamente a Rusia, especialmente por medio de una intervención más excedida en Siria. Al mismo tiempo, encara un movimiento en auge de oposición entre trabajadores y jóvenes, ejemplificado por la expansión de huelgas docentes en el país.

Abe se encuentra igual de sitiado por dos escándalos en torno a favores del Gobierno a asociados ultranacionalistas involucrados en establecer un jardín de niños y una facultad de medicina veterinaria. El sábado pasado, entre 30 y 40 mil personas se manifestaron en el centro de Tokio, con protestas más pequeñas en otras ciudades, exigiendo la renuncia de Abe. Al mismo tiempo, sus cifras de aprobación están en caída libre. El ex primer ministro, Junichiro Koizumi, considerado por Abe como su mentor, advirtió la semana pasada que “la situación se está volviendo peligrosa” y sugirió que Abe tendría que renunciar a fines de junio.

Independientemente de los resultados iniciales de la reunión, las grietas en las relaciones entre EUA y Japón seguirán ensanchándose al punto de confrontaciones y un potencial conflicto. El nacionalismo agresivo de ambos líderes no se deriva simplemente de los mismos individuos, sino que refleja el recrudecimiento de la crisis del capitalismo global que a su vez impulsa la marcha hacia una guerra mundial.

Enfrentándose a su crisis histórica y al no haber podido garantizar su hegemonía global a través del último cuarto de siglo de guerras en Oriente Próximo y Asia central, el imperialismo estadounidense se está preparando para un conflicto con cualquier potencia rival que se ponga en su camino. La estrategia de defensa nacional presentada por el Gobierno de Trump en enero del 2018 delineó este giro estratégico, declarando que “la competición estratégica interestatal”, no la “guerra contra el terrorismo” era ahora su principal preocupación. Pese a nombrar directamente a China y Rusia como “competidores estratégicos”, los antiguos aliados estadounidenses como Japón también podrían verse implicados.

Japón afronta un dilema histórico similar. Después de ser la casa motriz tecnológica y la segunda mayor economía del mundo por décadas, Japón fue enviado al tercer puesto por China en el 2010. Su posicionamiento diplomático, económico y militar no ha dejado de deslizarse, lo que ha provocado una discusión intensa en los círculos gobernantes sobre cómo prevenir que esto siga sucediendo. La voraz remilitarización de Abe es la respuesta que avanza el ala ultranacionalista de la clase gobernante, la cual nunca aceptó la derrota del país en la Segunda Guerra Mundial ni asumió responsabilidad por sus crímenes de guerra, resintiendo su subordinación a Washington en la región asiática.

Como indudablemente se verá reflejado en la reunión entre Abe y Trump, el principal énfasis tanto de EUA como Japón será contener y eventualmente subordinar a China a sus intereses imperialistas. Sin embargo, los aliados de hoy día podrían convertirse en un futuro no muy lejano en acervos enemigos. Ni Tokio ni Washington han olvidado que ambos países lucharon una guerra brutal en el Pacífico, entre 1941 y 1945, que cobró millones de vidas disputando cuál potencia iba a dominar Asia.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 abril de 2018)

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