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Dirigió Los amores de una rubia , Alguien voló sobre el nido del cuco , Amadeus :

Falleció Miloš Forman (1932-2018), uno de los más grandes representantes de la Nueva Ola Checoslovaca ( Nova Vlná )

El cineasta checoslovaco Miloš Forman, bien conocido por sus obras Los amores de una rubia (1964), ¡Al fuego bomberos! (1967), Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), Ragtime (1981) y Amadeus (1984), murió el sábado pasado en un hospital de Danbury, Connecticut, cerca de su hogar en Warren, Connecticut a los ochenta y seis años de edad.

Forman participó en la Nueva Onda checoslovaca, un grupo de directores de cine cuyas películas, emotivas y honestas, lograron reconocimiento internacional a mediados de los 1960, antes de la invasión soviética de agosto 1968 y de la subsecuente supresión de la “Primavera de Praga”, el movimiento antiestalinista de masas. Como consecuencia de la invasión, Forman emigra a Estados Unidos e intenta integrarse al cine de Hollywood.

Milos Forman (Foto: che)

Según la página de Internet de Forman, este director de largometrajes nació en 1932 “en una familia de maestros en la pequeña ciudad de Caslav (Bohemia Central). Fue el menor de tres hermanos. Su padre era miembro de una fuerza de resistencia contra la ocupación nazi. La GESTAPO lo arresta cuando Milos tenía ocho años”. También fue arrestada su madre, siguiendo la interrogación de un dueño de una tienda de artículos cotidianos sobre volantes antinazis en su negocio, durante la cual mencionó los nombres de doce mujeres, incluyendo el de la mamá de Forman.

Rudolf y Anna Forman murieron en campos de concentración. Más adelante Forman se entera de su padre biológico, Otto Kohn, arquitecto judío, que sobrevivió el holocausto.

El primer interés de Forman fue el teatro, en parte porque uno de sus hermanos era pintor de escenarios. Sin embargo, la escuela de teatro no lo aceptó. En cambio, la Academia de Artes Escénicas de Praga sí lo admitió, como guionista.

Según D. y A.J. Liehm, dos historiadores de cine, la Nueva Ola checoslovaca “nace en el lustro 1953-1958, durante el cual varios cineastas importantes intentan romper con las rígidas reglas ideológicas impuestas sobre las artes, y comienzan a crear películas más ligadas a la vida real y a la evolución del cine de otros países; la muerte de Stalin en 1953 le había abierto la puerta a un cine más liberal y progresivo. Esa ‘primavera’ inicial se cierra en 1959 cuando, de las veintinueve películas producidas el año anterior, tres son prohibidas y sus directores puestos en lista negra” ( Cinema: A Critical Dictionary ).

El estalinismo checoslovaco organiza un congreso especial en 1959 “con el propósito declarado de condenar duramente el cine de Checoslovaquia”; por lo tanto, se rechazan seis películas importantes, dizque por “confusión ideológica, influencias naturalistas, depresión de la realidad y peligrosos revisionismos”. En otras palabras, esas obras habían destapado la realidad de la vida.

La situación se hace más favorable al llegar a Checoslovaquia la apertura de Kruschev. En 1963, el gobierno intenta suprimir El sol en la red ( Slnko v sieti ) dirigida por Štefan Uher. Esta película presenta temas sociales y políticos anteriormente prohibidos (padres insensibles, adulterio, intento de suicidio), pero los cineastas resistieron y ganaron. La obra de Uher ganó el premio de los críticos checoslovacos.

A principio de la década de 1960, Forman, Ivan Passer (futuro director) y Miroslav Ondricek (cameraman) deciden hacer un film sobre un teatro popular de Praga, lo que los inspira a hacer Audición ( Konkurs, 1963) en que “organizan un concurso falso en busca de una cantante femenina; se presentan miles de ambiciosas jovencitas”.

El primer largometraje de Forman, Pedro el negro ( Černý Petr) sale en 1964. Trata de unos días en la vida de un adolescente. Los Liehms señalan que “como en todas sus cintas, Forman combina gran sensibilidad con cruel sátira intergeneracional. Fue uno de los primeros en salir de los estudios de cine y filmar en la calle, utilizando artistas amateurs y, de vez en cuando, improvisando diálogos”.

Los amores de una rubia (Lásky jedné plavovlásky), 1965

En Los amores de una rubia, la protagonista, Andula (Hana Brejchová), obrera de dieciocho años de una fábrica de zapatos, vive en una ciudad industrial donde viven muchas más mujeres que hombres (por culpa de estúpidos planes burocráticos). Al igual que sus compañeras de trabajo, Andula sueña con amor y romance. La realidad es otra. En una fiesta organizada para que las jóvenes del lugar conozcan a un grupo de soldados solteros, ocurre que la mayoría de estos resultan no ser jóvenes y estar casados. Andula se enamora por una noche con un joven músico y decide seguirlo a su ciudad. La familia de él no la recibe bien y el joven la trata con indiferencia. Ella vuelve al pueblo de su fábrica e inventa un cuento sobre su “maravillosa” aventura para entretener a sus amigas.

Los amores de una rubia no sólo causó gran sensación en Checoslovaquia, tuvo gran éxito también en Europa y Estados Unidos, por su atrevimiento, humor y sensibilidad. Forman explicaría más tarde que sus primeras cintas repudiaban la “estupidez” de todas esas películas producidas bajo el pabellón del “realismo socialista”, esa perversión estalinista del arte, donde todo era “tan fraudulento, tan falso, tan propagandístico; nosotros sólo queríamos presentar en la pantalla nuestra verdad, subjetiva y objetiva, con gente de verdad y caras verdaderas”. Los amores de una rubia, explica Forman, “fue una expresión de compasión”, hacia toda “esa gente desesperada”.

Los amores de una rubia

El Realismo italiano y la Nueva Ola francesa sirvieron de inspiración. Forman y sus colaboradores contaban con poco dinero; contaron con la colaboración de profesionales y amateurs; por lo general operaban con parsimonia emocional y artística, y con templanza. Los amores de una rubia aún conserva actualidad.

Lo mismo vale para ¡Al fuego, bomberos! ( Hoří, má panenko), película un poco más ambiciosa y a colores. La película, inspirada por una noche que Forman pasó en una fiesta de bomberos, ocurre en el baile anual de bomberos en una ciudad de provincia, donde los bomberos van a presentarle un hacha ceremonial a su comandante. Durante la noche, comienzan a desaparecer los premios a rifarse. Las concursantes de un mal organizado desfile de bellezas, se presentan ante el comité que dirige la fiesta. Eventualmente se rehúsan a participar. Ocurre un incendio en el pueblo; el camión de bomberos se atasca en la nieve; los bomberos no pueden liberarlo. Se trata de pequeños desastres, uno tras otro. Todo culmina con el robo de todos los premios y del hacha ceremonial.

¡Al fuego, bomberos!” (Hoří, má panenko), 1967

El régimen estalinista rechaza ¡Al fuego, bomberos! Reclaman que es un ataque satírico contra una sociedad corrupta y mal administrada. Eventualmente “prohíben la cinta para siempre”. Cuando la dirección estalinista soviética envía tropas para invadir a Praga en agosto 1968, Forman estaba en París. No regresaría por muchos años.

Muchos cineastas participaron en la Nueva Ola checoslovaca. Entre estos están Jan Nemec cuya película La fiesta y los invitados ( O slavnosti a hostech, 1966) alumbra “el conflicto entre opresores y oprimidos, que a la vez es simbólico y verdadero”; Ivan Passer (Media luz [Intimní osv ě tlení, 1965]); Jiri Menzel (Trenes rigurosamente vigilados [Ostře sledované vlaky, 1966] que toma lugar durante la ocupación alemana durante la segunda guerra mundial). También es notable el film de Ján Kadár y Elmar Clos La tienda de la calle mayor (Obchod na korze, 1965). Esta última obra toma lugar en “un pequeño pueblo de Eslovaquia durante la época fascista”, y trata de “la relación entre una anciana judía y un simple carpintero de buen corazón, quien irónicamente se convierte en su verdugo” (Cineam: A Critical Dictionary).

Se daba el caso que en 1968 una buena parte de la disidencia intelectual de Checoslovaquia se consideraba izquierdista. Sin embargo, aislada de la crítica marxista del estalinismo y bajo condiciones en que la opinión pública oficial (tanto en la Unión Soviética, como en Europa Oriental y en el Occidente) dividía al mundo entre “comunismo” y “democracia”, la disidencia comienza a moverse hacia la derecha, escogiendo “la democracia” y rechazando “la dictadura totalitaria”, particularmente cuando les tocó vivir muy cómodamente en Estados Unidos y otras partes del mundo.

Algunos creen que la nueva ola checoslovaca se remonta al movimiento artístico de vanguardia Devětsil de las décadas de los 1920 y 1930. Karl Teige, uno de sus principales miembros, parte del movimiento surrealista de los 1930, apoya al ejército soviético a fines de la segunda guerra mundial, considerándolo liberador. Es silenciado por los matones estalinistas checoslovacos y perseguido hasta su muerte en 1951, de un ataque al corazón, acusado de ser un “trotskista degenerado” sus escritos destruidos por la policía secreta. Otro artista importante de Devětsil, también partidario del trotskismo, el pintor Toyen (Marie Čermínová), huye de la Checoslovaquia estalinista en 1948. Otro de los camaradas de ellos, el historiador Záviš Kalandra, es expulsado del Partido Comunista checoslovaco en 1936 por criticar las medidas estalinistas. La GESTAPO lo detuvo en 1939; estuvo en varios campos de concentración hasta 1945. Luego de la guerra, los estalinistas lo acusan de trotskismo y lo cuelgan luego de un juicio de escaparate en junio 1950.

En 1952 el infame proceso Slánský, diezma al Partido Comunista. Rudolf Slánský, secretario del partido estalinista checoslovaco y trece otros dirigentes, son acusados de participar en una conspiración “trotskista titoista sionista” (once de los acusados eran judíos). Slánský y otros diez, confrontan acusaciones enormemente falsificadas y son colgados en 1952.

El estalinismo checoslovaco exterminaba cuanto podía a su ala izquierda y de esa manera embarraba, desorientaba y confundía la conciencia de grandes sectores de la población. La invasión soviética de 1968 causó aún más daño, socavando aún más la reputación de la Revolución de Octubre.

Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoos’ Nest), 1975

Forman dirigió nueve largometrajes durante los cuarenta años de su carrera cinematográfica en Estados Unidos; son años en que sigue interesado en la iconoclasia y al antiautoritarismo, con cintas como Taking off (1971), Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo’s Nest, 1975) y Hair (1979).

Describiendo su enfoque, una vez le dijo a un entrevistador: “Hacen buen drama los individuos que luchan o que se rebelan contra el estatus quo, contra los grupos de poder. Además, yo admiro a los que se rebelan porque dos veces en mi vida viví en sociedades totalitarias, en que la mayoría siente necesidad de sublevarse pero no se atreve. Yo mismo soy un cobarde que no estuvo dispuesto a rebelarse e ir a la cárcel. Es por eso, supongo, que admiro a los rebeldes y hago películas sobre ellos”. Esos rebeldes van desde Mozart en Amadeus hasta el cómico Andy Kaufman en Man on the Moon (1999). También hay algo de crítica social, aunque atenuado, en Ragtime y en El escándalo de Larry Flynt (The People vs. Larry Flynt, 1996).

Ragtime (1981)

En el año 2000 comentamos en el WSWS: “Víctima del fascismo… y del estalinismo, Forman simpatiza en sus películas con el dilema del individuo en conflicto con instituciones rígidas o monstruosas, con un humanismo que valora la excentricidad y la individualidad de carácter. Uno podría incluso argumentar que a Forman ha aportado mucho más que la gran mayoría de la ex disidencia artística de los países estalinistas. En él hay algo significativo”.

“Al mismo tiempo hay líneas que no cruza. Si bien critica aspectos de la vida estadounidense, nunca ha analizado de fondo las relaciones sociales en su país adoptivo. Tampoco parece interesarle explorar los problemas emocionales más arrasadores. Si bien lo atraen ciertas formas de comportamiento extremo, se rehúsa tajantemente a alumbrar sus fundamentos”.

Amadeus (1984)

Alguien le pregunta a Forman en 1997, si lo ponía contento que “Estados Unidos ganó la Guerra Fría”. “Por supuesto,” contesto, “¡qué pregunta estúpida!” la gente de Estados Unidos “ahora lucha contra males normales, en vez de los sinuosos males de los regímenes totalitarios”. Sus opiniones de la Unión Soviética nunca fueron más allá de las comunes soserías burguesas, siempre poniendo un signo de igual entre el estalinismo y el socialismo.

Sus singularidades nunca pudieron sostenerlo intelectual y artísticamente en su exilio. En esencia, en las dos décadas de 1980 y 1990 Forman se deja llevar por la corriente; con un tremendo efecto negativo sobre su arte.

Es muy significativo, por ende, que sus películas anteriores a su exilio, Los amores de una rubia y ¡Al fuego, bomberos! son las obras suyas que más perduran.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de abril de 2018)

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