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Perspectiva

La desigualdad social y la oligarquía en Estados Unidos y Europa

Un estudio publicado el martes del economista francés, Thomas Piketty, presenta datos que muestran que los sistemas políticos “democráticos” en Estados Unidos, Francia y Reino Unido son oligarquías, en las que los principales partidos son herramientas de los superricos y cumplen la función de manipular a la población y aplastar la oposición social desde abajo.

La investigación, intitulada “La izquierda de brahmanes y la derecha de mercaderes: el aumento en la desigualdad y el cambio en la estructura del conflicto político”, muestra cómo los partidos “izquierdistas” de la élite política —el Partido Demócrata en EUA, el Partido Laborista en Reino Unido, y el Partido Socialista en Francia— se han convertido en los partidos preferidos de las secciones dominantes de la élite gobernante, abandonando cualquier pretenso de una reforma social. A pesar de que el estudio no aborda explícitamente a otros partidos como el Partido Socialdemócrata de Alemania, el Partido Socialista en España y el Partido Demócrata en Italia, el proceso descrito por Piketty es universal.

“La conclusión general es clara”, indica Piketty. “Hemos atravesado una transición gradual de un sistema de partidos basados en distintas clases a un sistema de partidos que propongo denominar ‘multielitista’. En los años cincuenta y sesenta, el sistema de partidos era definido por las divisiones de clases: el voto para los partidos izquierdistas era asociado con niveles bajos de educación e ingresos, mientras que el voto a los partidos derechistas era asociado con niveles altos de educación e ingresos”.

Esos días se acabaron. Hoy día, los sistemas políticos en estos tres países tienen “poco que ver con el sistema de partidos ‘izquierdistas’ contra los ‘derechistas’ de los años cincuenta y sesenta” debido a que los partidos “izquierdistas” ahora exhiben composiciones sociales y programas que se emparentan con los de sus contrapartes republicanas, gaullistas y tories. “Cada una de las dos coaliciones que se alternan el poder tiende a reflejar los puntos de vista e intereses de una élite diferente”, escribe Piketty.

La ausencia de un partido grande con apoyo de la clase obrera ayuda a “explicar el alza en la desigualdad” porque no hay mecanismos a través de los cuales la clase obrera pueda influir en la dirección de las políticas gubernamentales. Esto ha conllevado una desilusión generalizada en la clase trabajadora, que Piketty describe como la responsable del aumento masivo en el abstencionismo y del fortalecimiento del populismo ultraderechista, “según los votantes con poca educación y bajos ingresos se pueden sentir abandonados”.

El siguiente gráfico traza la evolución en la diferencia entre el porcentaje de votantes a favor del Partido Demócrata en el diez por ciento más rico de la población y el otro noventa por ciento.

El voto de altos ingresos en Estados Unidos, 1948-2017. Azul: proporción del 10% más rico que votó por demócratas menos esta proporción en el otro 90%; rojo: después de aplicar controles por edad y sexo; verde: después de controles por edad, sexo, educación y raza

Entre los años cuarenta y principios de los setenta, los votantes de clase trabajadora tendían a apoyar más a los candidatos demócratas. Esto comenzó a cambiar a mediados de los setenta, más drásticamente durante la Presidencia de Obama y culminando con las elecciones del 2016, en las que el 10 por ciento más rico votó 10 por ciento más por los demócratas que el resto de la población.

El siguiente cuadro divide el voto demócrata por decil de ingresos (D1-D10) para cada elección presidencial entre 1948 y el 2016. La línea roja para las elecciones del 2016 indica que casi el 60 por ciento del 1, 5 y 10 por ciento más rico votó por el Partido Demócrata. Estos fueron los primeros comicios en los que la mayoría de los ricos votó por un candidato demócrata. Durante las décadas de 1990 y el 2000, los demócratas obtuvieron más del 40 por ciento de los votos en la capa más afluente. En cambio, en las décadas de 1950 y 1970, el 1,5 y 10 por ciento más rico apoyaron a los republicanos con mayorías entre 70 y 85 por ciento.

El porcentaje del voto demócrata por decil de ingresos

En Francia, sucede algo similar. En las elecciones del 2017, por primera vez en la historia de la Quinta República, los votantes en el 10 por ciento más rico fueron más propensos a votar por los partidos “izquierdistas” (incluyendo a Partido Comunista Francés estalinista, Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon y La République En Marche de Emmanuel Macron).

El voto de altos ingresos en Francia. Azul: proporción del 10% más rico que votó por demócratas menos esta proporción en el otro 90%; verde: después de aplicar controles por edad y sexo; rojo: después de controles por edad, sexo y educación; amarillo: después de controles por edad, sexo, educación y ocupación del padre

En Reino Unido, se percibe la misma tendencia básica, a pesar de que el porcentaje de votos yendo al Partido Laborista entre el 90 por ciento inferior todavía es 11 por ciento más que para el 10 por ciento más rico. Esta cifra es substancialmente menor que la diferencia del 40 por ciento en las elecciones generales de 1964 y 1966 que ganó el candidato laborista, Harold Wilson.

Los partidos demócratas, laboristas y socialistas han encontrado nuevas bases sociales de apoyo en la élite tras haber avanzado los intereses de la clase capitalista. En cada país, han impuesto recortes sociales, reducido los salarios de los trabajadores y entregando billones de dólares en rescates bancarios y recortes fiscales para las empresas, dando paso a un crecimiento sin precedentes en la desigualdad social.

El Partido Laborista británico, pese a la fraseología pacifista de Jeremy Corbyn no es menos proguerra que los tories. En Francia y EUA, los socialistas y demócratas son los promotores más agresivos de la expansión imperialista. Bajo el presidente demócrata, el presidente del Partido Socialista, François Hollande y los primeros ministros laboristas, Tony Blair y Gordon Brown, estos partidos han bombardeado, invadido o establecido una presencia militar en la mayor parte de Oriente Próximo, Asia central e importantes extensiones del norte y centro de África. La semana pasada, estos partidos y sus contrapartes conservadoras unieron fuerzas para bombardear siria con base en pretextos fraudulentos.

La inmensa concentración de riqueza dentro de cada país y alrededor del mundo, ha transformado a los Gobiernos de los países imperialistas “democráticos” en oligarquías carentes de cualquier oposición a su programa de guerra y contrarrevolución social. Tales formas de gobierno son incompatibles con los derechos democráticos básicos. Los demócratas han presidido un espionaje masivo de la población y violencia policial en EUA; el Partido Socialista ha implementado un estado de emergencia permanente en Francia; y el Partido Laborista se ha rehusado a proteger al informante Julian Assange de la inminente amenaza de un enjuiciamiento en EUA.

El porcentaje de riqueza controlado por el 0,1 por ciento más rico (celeste) es casi igual al del 90 por ciento inferior (azul)

Los líderes y funcionarios de estos partidos se han unido entusiásticamente a esta marcha hacia la derecha, la cual ha sido posible gracias a que los sindicatos hayan suprimido y aislado las luchas de la clase trabajadora en cada país. Empleando el veneno del nacionalismo, los sindicatos respondieron a la globalización de las fuerzas productivas mundiales formando una alianza corporativista con “sus” burguesías respectivas en contra de los trabajadores. Encadenaron políticamente a los trabajadores al Partido Demócrata en EUA, al laborista en Reino Unido, y al socialista y estalinista en Francia.

Los datos presentados en el estudio de Piketty dejan claro que los partidos burgueses “izquierdistas” y los sindicatos son instituciones de dominio oligárquico. A esto se debe que los trabajadores estén dejando estas organizaciones en masa. Sin embargo, es precisamente en este momento en que grupos como la Organización Socialista Internacional (ISO, siglas en inglés) y los Socialistas Democráticos de América (DSA, siglas en inglés) en EUA, Momentum y el Partido de los Trabajadores Socialistas (SWP, siglas en inglés) en Reino Unido, y el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) en Francia están urgiendo a los trabajadores y jóvenes a confiar en los esfuerzos para trabajar con estos partidos y con los sindicatos, presionándolos para que adopten reformas a favor de los trabajadores.

Esta orientación en quiebra no es meramente un error político. Es un reflejo del giro derechista dentro de las capas de la clase media-alta que forman la base de estas organizaciones antimarxistas y antiobreras.

En una escala global, está en marcha una polarización política masiva. El 10 por ciento más rico, temeroso a perder su posición privilegiada, está girando hacia la derecha. El 90 por ciento de abajo —los miles de millones de trabajadores— están entrando en un conflicto con la oligarquía y sus representantes políticos con implicaciones revolucionarias.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 abril de 2018)

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