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Perspectiva

En un trato barbárico de los refugiados centroamericanos

Estados Unidos niega el derecho de asilo

Bajo las órdenes directas del presidente Donald Trump, los oficiales migratorios de Estados Unidos se han rehusado a aceptar las aplicaciones de asilo de casi 200 inmigrantes que buscan escapar de la violencia, la guerra y la pobreza en América Central, obligándolos a acampar de forma improvisada en la frontera entre San Diego y Tijuana.

La caravana de solicitantes de asilo está conformada por hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que comenzaron su peligrosa odisea de más de cuatro mil kilómetros el 25 de marzo.

El Gobierno de Trump ha empleado una retórica de tendencia fascista como un esfuerzo para amenazar a la carava y utilizarla como chivo expiatorio. El peregrinaje se lleva a cabo cada año para arrojar luz sobre la desesperada situación que viven los refugiados centroamericanos. El 4 de abril, después de alegar que “están robándonos a nuestro país” porque los solicitantes de asilo se aprovechan de Estados Unidos, Trump les ordenó a los estados fronterizos desplegar a la Guardia Nacional. La caravana “tiene que ser detenida”, amenazó. Hasta la fecha, el Gobierno de Trump solo ha permitido que una fracción pequeña del grupo pueda presentar una aplicación de asilo.

Al denegarles este derecho, Estados Unidos está violando flagrantemente el derecho internacional. El artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 indica: “En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país”.

En 1951, la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre el Estatuto de los Refugiado que “prohíbe la expulsión y devolución de un refugiado contra su voluntad, de cualquier manera, a un territorio donde considere que su vida o libertad corre peligro”.

El rechazo del Gobierno estadounidense de estos principios marca un giro histórico en el ataque contra los derechos democráticos. Aprobadas tras la Segunda Guerra Mundial, las protecciones de las Naciones Unidas tenían la intención de proteger a los millones de personas que habían sido expulsados de sus hogares por la guerra. Los supervivientes del holocausto les imploraron a los redactores del documento a robustecer el lenguaje en relación con el derecho de asilo, refiriéndose al hecho de que los Gobiernos de los países aliados les habían cerrado las puertas a los judíos y a otros refugiados, dejándolos atrapados para morir a manos de los nazis.

En 1939, por ejemplo, el capitán Gustav Schröder se llevó a casi mil refugiados judíos alemanes a bordo del MS St. Louis a través del océano Atlántico para pedir asilo en Estados Unidos. Los oficiales de la Administración de Franklin Roosevelt, a instancias del secretario de Estado Cordell Hull, le prohibieron al navío desembarcar en EUA y en Cuba.

El Gobierno canadiense también les negó acceso, obligándolos a regresar a Europa. Las autoridades británicas aceptaron recibir a menos de una tercera parte de los pasajeros, mientras que el resto fueron enviados de vuelta a Europa continental. Casi la mitad de los que fueron obligados a regresar murieron en el Holocausto.

Cada año, docenas de inmigrantes cuyo derecho de asilo es denegado por Estados Unidos son asesinados en sus países de origen. Un reporte del 2015 en E l Guardian encontró que, durante el año previo, 83 personas deportadas fueron asesinadas al regresar a El Salvador, Guatemala y Honduras, los principales países representados en la caravana.

El imperialismo estadounidense ha transformado a estos países en zonas de desastre social.

En El Salvador, el Gobierno estadounidense entrenó y armó a la dictadura militar que masacró a decenas de miles de campesinos y trabajadores durante los años ochenta.

En Guatemala, Estados Unidos entrenó y armó al Gobierno militar del general Efraín Ríos Montt, el cual perpetró el genocidio maya, asesinando a decenas de miles de indígenas mayas en la misma década. El régimen respaldado por EUA depuró étnicamente a pueblos enteros y llenó los ríos del país con cadáveres.

Estados Unidos montó a las “contras” en Honduras y las utilizó como escuadrones de la muerte para causar terror tanto dentro del país como en el país vecino de Nicaragua. Más recientemente, en el 2009, el Gobierno de Obama y la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, apoyó un golpe de Estado contra el presidente elegido, Manuel Zelaya, dando paso a una represión estatal masiva.

Todos los grupos de poder estadounidenses comparten la responsabilidad de la cancelación del derecho de asilo. El Partido Demócrata no es menos culpable que los republicanos.

Para dar solo un ejemplo, el Gobierno demócrata de Bill Clinton promulgó la Ley Antiterrorista y de Pena de Muerte Efectiva de 1996” (AEDPA, por sus siglas inglés), la cual prohibió a todos los inmigrantes a solicitar asilo después de un año en el país, entre otras restricciones. La AEDPA fue aprobada en el Senado con 91 votos a favor y 8 en contra, recibiendo el apoyo de casi todos los senadores demócratas, incluyendo a Joe Biden, Barbara Boxer, Dianne Feinstein, John Kerry, Ron Widen, Paul Wellstone y Harry Reid. En la Cámara de Representantes, la mayoría de los demócratas votó a favor, incluidos Dick Durbin, Charles Schumer, Steny Hoyer y James Clyburn.

El Partido Demócrata es cómplice del ataque de tinte fascista de Trump contra la caravana de inmigrantes centroamericanos. El gobernador demócrata de California, Jerry Brown, aceptó la solicitud de Trump y desplegó a 400 soldados de la Guardia Nacional a la frontera. Esta decisión de Brown ha permitido que los efectivos migratorios patrullen el paso transfronterizo entre San Diego y Tijuana, donde están acampando los inmigrantes actualmente.

Ningún líder demócrata se ha pronunciado en público sobre la caravana. Aparte de un solo tuit de la líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, el 5 de abril, las cuentas de Twitter de Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Charles Schumer y el presidente del Comité Demócrata Nacional, Tom Perez, han guardado silencio sobre el tema. Ninguna de las millonarias y ensimismadas voceras de la campaña #MeToo (#YoTambién) han mencionado el hecho de que el 80 por ciento de las mujeres son sexualmente atacadas o violadas mientras buscan cruzar la frontera hacia EUA.

En todo el mundo, los cruces fronterizos se están llenando de campamentos de solicitantes de asilo, en un momento en que decenas de millones de personas se están viendo obligadas a dejar sus hogares. El grueso de la población desposeída proviene de países devastados por las invasiones estadounidenses y las campañas de bombardeos.

El 20 de abril, el Gobierno de Syriza en Grecia se rehusó a acatar una orden judicial para permitir que los refugiados que mantienen bajo condiciones deplorables en ciertas islas puedan irse.

El 22 de abril, el Gobierno francés aprobó un proyecto de ley imponiendo aplicaciones de asilo dramáticamente restrictivas.

En Reino Unido, la exposición del maltrato sistemático sufrido por los inmigrantes caribeños forzó la renuncia de la secretaria del Interior, Amber Rudd.

Por su parte, el Gobierno israelí ha arrestado a inmigrantes africanos y está amenazando con deportar a miles más.

En todo el mundo, los métodos policiales-estatales puestos a prueba contra los inmigrantes están siendo preparados o ya utilizados contra la clase obrera en su conjunto.

La transformación de millones de personas en refugiados sin Estado es una condición inevitable bajo el capitalismo, donde el dinero y los productos pueden viajar libremente a través de las fronteras, pero los seres humanos no. Especialmente bajo condiciones en las que las clases gobernantes imperialistas, con sus rivalidades, se preparan para repartirse el mundo por medio de otra guerra mundial, están promoviendo el racismo y la xenofobia contra los inmigrantes para dividir a la clase obrera y justificar métodos de gobierno dictatoriales

En mayo de 1940, León Trotsky escribió:

El mundo del capitalismo en decadencia está sobrepoblado. Darle la bienvenida a unos cuantos centenares de refugiados más se convierte en un problema serio para una potencia mundial como Estados Unidos. En la era de la aviación, el telégrafo, el teléfono, la radio y la televisión, los viajes de un país a otro son paralizados con pasaportes y visas. El periodo en que colapsa el comercio internacional y decae el comercio interno es el mismo el periodo de una intensificación monstruosa del chauvinismo y especialmente del antisemitismo… En medio de vastas extensiones de superficie y maravillas tecnológicas que han conquistado los cielos y la tierra para el hombre, la burguesía ha logrado convertir a nuestro planeta en una pútrida prisión.

El Partido Socialista por la Igualdad llama a los trabajadores a defender a los inmigrantes en la frontera entre Estados Unidos y México y a demandar que se les conceda asilo político. Nos oponemos a todos los ataques contra los inmigrantes, documentados e indocumentados, e insistimos en el derecho democrático de todos los trabajadores a vivir y trabajar en el país de su elección, sin restricciones y con derechos políticos y civiles plenos. En oposición a la división del mundo en Estados nación en competencia unos contra otros y a todas las formas de nacionalismo —el veneno ideológico de un sistema capitalista obsoleto—, luchamos por la unidad internacional de la clase obrera en lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de mayo de 2018)

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