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Perspectiva

Las operaciones de las fuerzas especiales estadounidenses en Yemen presagian una guerra regional más amplia

La revelación de que las fuerzas especiales estadounidenses han estado operando secretamente en el terreno en Yemen desde diciembre pone nuevamente de relieve la descabellada marcha de Washington hacia un conflicto regional con Irán.

A una semana de que el presidente Donald Trump tenga que anunciar si cancelará el acuerdo nuclear del 2015 con Teherán, el informe publicado el jueves en el New York Times de que los Boinas Verdes han estado luchando junto con las fuerzas saudíes en su guerra genocida contra Yemen demuestra que el imperialismo estadounidense no se detendrá ante nada con tal de consolidar su hegemonía sobre Oriente Próximo. Tras provisionar armas e inteligencia a los saudíes, resultando en la muerte de al menos 13.000 civiles, Estados Unidos es ahora un participante directo del conflicto en el terreno yemení.

Riad inició la guerra en marzo del 2015 con el objetivo de reinstalar al Gobierno títere patrocinado por EUA de Abd Rabu Mansur Hadi, quien fue derrocado después de una ofensiva por parte de rebeldes hutíes. El régimen saudí ve a los hutíes como un grupo rebelde patrocinado por Irán y está determinado a destruirlo como parte de sus planes más amplios para acabar con la influencia iraní en Oriente Próximo.

Las aeronaves estadounidenses ya estaban entregando combustible a los aviones de guerra saudíes, permitiéndoles llevar a cabo bombardeos continuos con municiones provistas por EUA, Reino Unido, Francia y otras potencias occidentales. Los buques estadounidenses también estaban asistiendo en un bloqueo al país, restringiendo la entrega de provisiones de comida y médicas esenciales.

El ejército saudí ha librado una guerra con una brutalidad extrema y un menosprecio completo hacia las bajas civiles. El mes pasado, un bombardeo en una boda al norte del país, dejó a 33 fallecidos, incluyendo a muchas mujeres y niños. Menos de una semana después, un ataque aéreo dio en una instalación médica en la capital del país, Saná.

Washington ha llevado a cabo sus propios ataques aéreos en Yemen, principalmente contra el grupo Al Qaeda en la Península Arábica.

Con su notorio historial de crímenes de guerra como la destrucción de Faluya en Irak, el bombardeo de hospitales en Afganistán y el aplanamiento de Mosul en Irak y Al Raqa en Siria, las fuerzas estadounidenses se están involucrando más profundamente ahora en la sangría yemení.

Ninguna persona debería aceptar la afirmación del Times de que el despliegue de los Boinas Verdes —decidido a espaldas del pueblo estadounidense y sin el conocimiento, ni hablar de la autorización, del Congreso estadounidense— es meramente para proteger el territorio saudí a lo largo de la frontera. El 3 de mayo fue develado algo más cercano a la verdad, cuando emergieron reportes de que el Pentágono está buscando contratistas que ofrezcan dos aviones y dos helicópteros para rescatar a las fuerzas especiales estadounidenses “dentro y a través de Yemen”.

En otras partes del mundo, se han empleado argumentos como estos para encubrir el carácter predatorio de las operaciones de las fuerzas especiales estadounidenses, incluyendo en el país en África occidental de Níger, donde combaten rebeldes islamistas en una guerra contrainsurgente. Después de que fallecieran cuatro boinas verdes en una batalla contra militantes en octubre del año pasado, fue revelado que estaban emprendiendo una misión de asesinato en el momento.

En Irak y Siria, las fuerzas especiales están supuestamente sirviendo como “asesores” de las tropas iraquíes y las milicias kurdas, pero lanzaron miles de proyectiles de artillería contra zonas densamente pobladas de Mosul, ayudando a subir la cifra de muertos a las decenas de miles.

La participación de Washington en la guerra en Yemen, iniciada bajo el Gobierno de Obama, es parte de una agenda más amplia del imperialismo estadounidense de asegurar un dominio indisputable sobre Oriente Próximo, una región rica en fuentes energéticas y estratégicamente vital. El declive económico del imperialismo estadounidense se encuentra detrás de este impulso, pese a que la élite gobernante estadounidense haya fracasado en contrarrestarlo por medio de la violencia militar.

El principal obstáculo regional para las ambiciones predatorias de Washington en la región es Irán, por lo cual es el blanco de preparativos de guerra por parte de la alianza encabezada por EUA y que incorpora a Arabia Saudita, Israel y los emiratos suníes del golfo Pérsico.

En marzo, la élite política y los medios de comunicación tradicionales en EUA le dieron una bienvenida cálida al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, quien, como arquitecto de la guerra en Yemen, es el principal responsable de la carnicería de la población civil. Trump, quien llamó a formar una alianza antiiraní cuando visitó Riad en mayo del año pasado, hizo realidad esta propuesta durante la visita de bin Salman a Washington, cuando develó planes para vender miles de millones en equipo militar al régimen despótico.

El foco principal de la agresión imperialista estadounidense en la región durante los últimos siete años ha sido Siria, donde Washington ha emprendido desde el 2011 una brutal guerra para cambiar el régimen del país, por medio del patrocinio fuerzas islamistas. El conflicto sirio ha asumido dimensiones cada vez más regionales, enfrentando a EUA, Francia y Reino Unido con el personal militar de Irán y Rusia que ha prestado el apoyo principal al presidente sirio, Bashar al Asad.

Al expulsar a las fuerzas progubernamentales del este del país, donde se encuentran los más importantes yacimientos petrolíferos, y realizar ataques de misiles con base en acusaciones infundadas de que Asad utilizó armas químicas, Washington ha dejado clara su determinación a escalar imprudentemente la conflagración, incluso amenazando con desencadenar un enfrentamiento militar directo con la potencia nuclear de Rusia. Tal conflicto absorbería rápidamente a las mayores potencias imperialistas europeas, las cuales desean una parte del botín en el reparto en marcha de Oriente Próximo por medio de un conflicto violento interimperialista.

Las acciones agresivas de Washington han envalentonado a sus aliados, sobre todo a Israel y Arabia Saudita, para confrontar a Irán más directamente. Israel ha atacado por aire a varias bases en Siria durante meses recientes, asesinando a docenas de efectivos militares iraníes, mientras que el régimen saudí ha escalado su colaboración con las fuerzas estadounidenses en Yemen, preparándose para cooperar en una guerra mucho más amplia y sangrienta. No pueden quedar dudas de que la revelación pública de la presencia militar estadounidense en el terreno en Yemen acelerará este proceso.

Conforme se acerca la fecha límite para que Trump decida si cancelará o no el acuerdo nuclear, el cual Irán ha acatado al pie de la letra, todo apunta a que está creciendo el peligro de una guerra encabezada por EUA contra Teherán. Trump parece haber rechazado los intentos de sus ostensibles aliados europeos para rescatar el acuerdo. Incluso si se da el improbable evento de que decida mantener el acuerdo antes del 12 de mayo, tal anuncio estará sujeto a condiciones que Teherán no puede aceptar, dando paso al colapso del acuerdo y a hostilidades aún más pronto.

La inminencia de un conflicto tan catastrófico, un paso más cerca con la intervención estadounidense en suelo yemení, tiene que ser tomada como una seria advertencia para los trabajadores en EUA, Oriente Próximo e internacionalmente.

Una guerra regional e incluso global puede ser prevenida solo a través de la construcción de un movimiento internacional contra la guerra, aunando a los trabajadores de EUA y Europa, quienes se oponen a otra ronda de sangrías imperialistas, que solo sirven los intereses de las élites capitalistas, con los trabajadores y los oprimidos en Oriente Próximo e internacionalmente. La construcción de dicho movimiento requiere que los trabajadores y jóvenes adopten un programa socialista e internacionalista para conectar la lucha contra la guerra con la lucha contra su origen, el sistema de lucro capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de mayo de 2018)

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