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Perspectiva

¡Por una estrategia de la clase obrera contra el reparto imperialista de Oriente Próximo!

El imperialismo estadounidense, de manera concertada con su socio menor, Israel, está librando una ofensiva en todos los ámbitos, el militar, diplomático y económico, contra Irán.

El presidente Donald Trump anunció el martes que Estados Unidos abandonaba el acuerdo nuclear respaldado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con Irán y que aplicaría unilateralmente las sanciones económicas globales “más severas posibles” contra Irán. Esto fue una afrenta contra sus aliados tradicionales en Europa, ignorando explícitamente sus advertencias de que desencadenaría una conflagración militar en todo Oriente Próximo.

El miércoles por la noche, por medio de lanzamisiles tierra-tierra y una media docena de aviones de combate, Israel atacó posiciones controladas por la Guardia Revolucionaria Islámica iraní en Siria, donde han desempeñado, junto a las fuerzas rusas, un papel definitorio en oposición a la insurgencia respaldada por EUA contra Bashar al Asad y su régimen baasista, que se ha prolongado por 8 años.

El ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, presumió el miércoles que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) “dañaron casi toda la infraestructura iraní en Siria”. Los reportes son contradictorios, pero el Observatorio de Derechos Humanos Sirio indicó que los ataques israelíes mataron a por lo menos 24 personas, la mayoría de ellos “combatientes extranjeros”.

Los objetivos de la nueva ofensiva de Washington contra Irán son un cambio de régimen en Teherán y la subyugación neocolonial del pueblo iraní. El mismo Trump ha enfatizado esto. En semanas recientes cambió a miembros claves de su gabinete a favor de figuras que desde hace mucho tiempo promueven una guerra con Irán, como el asesor de seguridad nacional, John Bolton. Durante su anuncio de que se marchaba del acuerdo iraní, encomió a la dictadura monárquica del sha respaldada por EUA que gobernaba Irán previo a1979, reprimiendo brutalmente al pueblo y sirviendo como una pieza estratégica esencial para el imperialismo estadounidense en Oriente Próximo y toda Eurasia.

Después de un cuarto de siglo de guerras en el gran Oriente Próximo, el imperialismo estadounidense está acelerando su marcha para establecer un dominio estrangulador sobre la región con la mayor producción de petróleo del mundo por medio de intimidación, violencia y guerra total.

Las principales potencias europeas, Reino Unido, Francia y Alemania, reprocharon a Washington su ruptura del acuerdo nuclear con Irán. Sin embargo, se apresuraron a apoyar los ataques militares de Israel contra Irán, calificándolos de “autodefensa” e insistiéndole a Teherán que no “escale” la situación, i.e., que acepte pasivamente la masacre de sus tropas. La cancillería francesa aseveró en una declaración que Francia “demanda que Irán se abstenga de toda provocación militar y advierte que no caiga en ninguna tentación de hegemonía regional”.

Las potencias imperialistas europeas denunciaron fuertemente la decisión de Trump de dejar el acuerdo iraní porque esto socava sus planes de explotar económicamente a Irán y porque les aterran las consecuencias económicas y políticas de una guerra estadounidense contra Irán. Su mayor temor y frustración es que Washington se mantenga en la cabina de mando de un reparto militar de Oriente Próximo, dejando a Berlín, Londres y París las boronas. Es por esto que el debate europeo sobre cómo responder al rechazo de Trump del acuerdo nuclear con Irán está plagado de llamamientos para acelerar el rearme europeo y crear una fuerza militar independiente para intervenciones militares.

El régimen nacionalista-burgués encabezado por mulás ha quedado atónito ante los eventos de esta semana.

Ni siquiera ha reconocido públicamente que fue víctima de una agresión israelí. Sitios web como Press TV, Fars News Agency y otros asociados al régimen iraní están presentando el ataque israelí simplemente como un bombardeo fallido contra Siria.

Tras la elección de Trump, Teherán apeló a las potencias europeas para que salvaran el acuerdo nuclear. En cambio, Reino Unido, Francia y Alemania apoyaron las mayores concesiones iraníes exigidas por Trump, incluyendo detener toda actividad disruptiva en Siria y Yemen. La única diferencia es que propusieron que fueran discutidas en una “negociación” separada al acuerdo nuclear existente.

Para Teherán, la complicidad rusa en el ataque israelí el miércoles es igual de preocupante. Moscú claramente dio una luz verde durante las diez horas en las que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pasó con el presidente ruso, Vladimir Putin, el mismo día.

Por ende, ahora Irán no solo se enfrenta al colapso del acuerdo nuclear con Occidente, sino la posibilidad de que se consolide un “entendimiento” entre las mayores potencias para deshacerse de su presencia en Siria, la cual es vital para mantener sus lazos con Hezbolá en Líbano, Hamás y otros grupos palestinos.

Más allá, se continúa recrudeciendo la crisis social dentro de Irán. A lo largo del último año y particularmente durante las manifestaciones de masas a principios del 2018, una clase obrera iraní que ha sido suprimida por mucho tiempo, se ha puesto de pie para desafiar las brutales políticas de austeridad perseguidas por todas las facciones de la élite iraní, incluyendo aquellas con fama de defender una línea inflexible.

Viéndose cada vez más en aprietos, la élite clerical-burguesa de Irán podría recurrir a una respuesta militar.

Sin embargo, todo parece sugerir, incluida la falta de reconocimiento del asalto israelí el miércoles, que la burguesía iraní intentará con mayor determinación alcanzar un acuerdo con el imperialismo. Para ello, parece estar dispuesta a postrarse aún más, concediendo, entre otras cosas, políticas antiobreras y proinversionistas más agresivas.

Durante la mayor parte de las últimas cuatro décadas, los gobernantes de la República Islámica, independientemente de sus llamados a dar “muerte a América”, han buscado activamente un reacomodo con Washington. Es por eso que Teherán apoyó tácitamente a EUA en la Guerra del Golfo de 1991 y les brindó apoyo logístico y político a las invasiones estadounidenses de Afganistán en el 2001 e Irak en el 2003.

Washington no solo está bien al tanto, sino que Trump y sus asesores están apostando a favor de esta realidad. Al intensificar su presión militar y económica sobre Irán, Washington calcula que puede obligar a la burguesía iraní —atemorizada por el crecimiento de la oposición social desde abajo— a abandonar manifiestamente todo desafío al dominio estadounidense en Oriente Próximo y a la explotación rapaz de la economía iraní por parte de Wall Street.

Como explicó León Trotsky hace 90 años en respuesta a los argumentos de Stalin con los que le insistía al Partido Comunista Chino que se subordinara al Kuomintang burgués de Chiang Kai Shek:

“Es un grave error pensar que el imperialismo une a todas las clases de China desde afuera… La lucha revolucionaria contra el imperialismo no disminuye, sino acentúa la diferenciación política entre clases… [T]odo lo que traiga a las masas oprimidas y explotadas de trabajadores a sus pies inevitablemente empujará a la burguesía nacional a formar un bloque abierto con los imperialistas. La opresión capitalista no atenúa la lucha de clases entre la burguesía y las masas obreras y campesinas, sino que la intensifica al punto de una sangrienta guerra civil ante cada conflicto serio”. (Leon Trotsky on China, Nueva York: Monad 1976, pág. 161)

Tanto en Oriente Próximo como en el resto del mundo, la lucha contra las agresiones y las guerras imperialistas se debe basar en la movilización política independiente de la clase obrera y la perspectiva de la Revolución Permanente.

En Oriente Próximo, el norte de África y el resto del mundo, el 2018 ha sido caracterizado por un resurgimiento de la lucha de clases. Además de las protestas de masas en Irán, ha habido importantes huelgas en Túnez, Israel y Turquía, al igual que en Estados Unidos y Europa.

Es precisamente esta fuerza, la clase obrera internacional, que cuenta con el poder social para movilizar a las masas de la región más allá de cualquier origen étnico o comunidad religioso —iraníes, árabes, turcos, kurdos e israelíes— a oponerse a la guerra y a las depredaciones de Washington y las otras potencias imperialistas.

Los trabajadores en todo el mundo deben oponerse a la campaña imperialista contra Irán, sea en forma de brutales sanciones económicas, amenazas militares, bombardeos o una guerra de escala completa. Aquellos al frente de esta campaña para subyugar al pueblo iraní son los mismos que encabezan el asalto contra los derechos sociales y democráticos de los trabajadores en América del Norte y Europa.

Oponerse a la ofensiva imperialista contra Irán significa alentar y apoyar el desarrollo del movimiento de la clase obrera en Irán contra la austeridad y la desigualdad social y luchar por armarlo con un programa internacional socialista que aúne la lucha contra la burguesía iraní y por el poder obrero en Irán con la movilización de las masas en toda la región contra el imperialismo y por el establecimiento de una Federación Socialista de Oriente Próximo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de mayo de 2018)

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