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Perspectiva

El militarismo y la demagogia fascista en el Parlamento alemán

El Parlamento alemán (Bundestag) abrió su primer debate general del nuevo periodo legislativo la semana pasada para discutir dos objetivos amplios: la encarcelación, persecución y deportación de inmigrantes que buscan escapar de lugares asolados por guerras en Oriente Próximo, y el rearme militar.

La formación del nuevo Gobierno de la “gran coalición” entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU, todas las siglas en inglés) de la canciller Angela Merkel y el Partido Socialdemócrata (SPD) ha permitido que la fascista Alternativa para Alemania (AfD) surja como el mayor partido de oposición tras haber recibido el 12,6 por ciento de los votos en las elecciones del 2017.

Como resultado, Alice Weidel, la colíder de la AfD, tuvo la oportunidad de abrir el debate, tradicionalmente concedido al mayor partido de oposición.

Al llegar al podio, esta demagoga de tendencia fascista de 39 años de edad lanzó una diatriba frenética y profana, vociferando incluso por encima de los gritos de apoyo de sus copartidarios. Atacó al Gobierno por drenar la vitalidad nacional y garantizar “el colapso de nuestra nación” por admitir a personas de sociedades “tribales”.

Extrema derecha de Alemania

Los partidos oficialistas no han hecho nada para aumentar la tasa de nacimientos de las familias alemanas, declaró, mientras han “engordado a las poblaciones” de “migrantes musulmanes”, a quienes llamó, “burkas, acuchilladores y buenos para nada”.

“¿Quién pagará sus pensiones financiadas por el Estado?”, clamó, “incluyendo la suya, [legislador del Partido Verde] Sr. Hofreiter, bullicioso alborotador. ¿Sus piezas de oro importadas?”.

Con su descripción demagógica del pueblo alemán como víctimas de extranjeros, vulgaridades racistas, apelaciones a grupos particulares y teorías conspirativas antisemitas (las piezas de oro), la diatriba de Weidel pudo haber sido pronunciada por un legislador nazi a principios de los años treinta.

Sin embargo, a pesar de haber sido llamada una “idiota” por Weidel, la canciller Angela Merkel ignoró su incendiaria diatriba que inició el debate, Merkel procedió a describir su visión de una Alemania más agresiva en la palestra global tras un rearme militar. No aludió a los ataques de tinte fascista contra inmigrantes de la AfD porque su Gobierno ha acogido en gran parte las políticas migratorias de dicho partido.

Muchas personas, horrorizadas ante este despliegue de mugre fascista en el Bundestag, están preguntándose cómo es que, después de los horrores del Holocausto, tales invectivas han vuelto a formar parte de la vida política diaria de Alemania. En semanas recientes, los representantes de todos los partidos han agitado en contra de los refugiados de forma similar a la AfD, incluso denunciando a las organizaciones de socorro para los refugiados como “la industria de antideportación”.

El debate parlamentario expuso el hecho de que el racismo y el fascismo se han vuelto a convertir en herramientas políticas de la élite gobernante. En el último análisis, las mismas cuestiones que condujeron a la catástrofe en la década de 1930 se ven replanteadas hoy día. Las élites alemanas están respondiendo a la crisis histórica del capitalismo europeo y global, el crecimiento mundial del militarismo y la guerra y el recrudecimiento de las rivalidades entre las potencias imperialistas por medio de una política exterior agresiva y un programa de rearme masivo.

Merkel declaró que, pese a poner a disposición miles de millones de euros adicionales para el gasto militar, ni siquiera se aproximan a lo necesario. Alemania está “comprometida… a los objetivos de la cumbre de la OTAN en Gales. Fueron engravados en nuestro acuerdo de coalición”, manifestó.

Concretamente, esto significa aumentar el gasto militar al dos por ciento del Producto Interno Bruto para el 2024, lo que significa en términos numéricos pasar de €37 miles de millones a €75 miles de millones, convirtiendo a Alemania en el mayor poder militar por mucho en Europa.

“Junto a las intervenciones extranjeras”, dijo Merkel, “la defensa nacional territorial y de la alianza está adquiriendo nuevamente más significado”. Añadió: “No solo necesitamos equipar a nuestros soldados para un buen desempeño en intervenciones extranjeras, sino… que necesitan obtener de la misma forma un rango mucho más amplio de material y equipo militar en casa, para que puedan cumplir con las tareas adicionales que se presentan hoy día”.

Merkel dejó en claro que la gran coalición está lista para implementar otra roda de ataques sociales generalizados para poder financiar sus planes de expansión militar. Es necesario “contribuir a la mejora de nuestras competencias, y no solo contra el estándar europeo, sino comparado con lo que se requiere a nivel global”, declaró. Pese a que esto se relaciona “bastante con la competitividad de Europa”, también concierne “mucho a la competitividad de Alemania”.

Mientras la canciller se pone las botas militares y se prepara para dictar medidas de austeridad en aras de la élite gobernante, está adoptando la política de refugiados de la extrema derecha. Elogió directamente los centros de detención respaldados por el ministro del Interior, Horst Seehofer, que servirán para encerrar y concentrar a los buscadores de asilo. La cuestión es “la creación de una cultura de repatriación en Alemania. Quién sea que no tenga derecho a quedarse debe irse”, afirmó ante los diputados.

La agenda derechista de la gran coalición cuenta con un apoyo unánime en el Bundestag. Cabe notar que los representantes del Partido Democrático Libre (FDP), los Verdes y del partido La Izquierda (Die Linke) aplaudieron en distintos momentos durante el discurso de Merkel junto a los legisladores oficialistas. Sahra Wagenknecht, líder del grupo parlamentario de La Izquierda, demandó una “política exterior europea independiente y firme”. Además, obteniendo aplausos de la bancada del AfD, hizo declaraciones antiestadounidenses. El líder del FDP, Christian Lindner, llamó a Merkel a “¡Liderar! ¡Liderar a este país!”.

Para citar las brillantes palabras de León Trotsky en su ensayo “Qué es el nacionalsocialismo” de 1933, “No todos los pequeñoburgueses exasperados pueden convertirse en un Hitler, pero en cada pequeñoburgués exasperado se aloja una partícula de Hitler”.

En su discurso, el colíder de la AfD, Alexander Gaulland, se refirió directamente a Herfried Münkler, profesor de la Universidad Humboldt y asesor de política exterior del Gobierno, para demandar el regreso de Alemania a una política militarista propia de una gran potencia. “Siendo una ‘potencia en el centro’ o una con función de árbitro, como nos ve Herfried Münkler, Alemania tiene que encontrar un camino común para la política europea”, declaró.

Luego, aludió con aprobación al rechazo de Münkler de una “política exterior sujeta a los valores”, refiriéndose a su libro sobre la Guerra de los Treinta Años, el cual comienza con la impactante afirmación, “En gran medida, es posible aprender sobre las desastrosas consecuencias de un compromiso incondicional a los valores a partir del ejemplo de la Guerra de los Treinta Años”.

El significado práctico de tal rechazo a una “política exterior sujeta a los valores” fue expuesto hace cuatro años por Jörg Baberowski, un colega de Münkler en la Universidad Humboldt que también es alabado por la AfD. “Si uno no está dispuesto a tomar rehenes, quemar aldeas, ahorcar a personas y sembrar miedo y terror, como lo hacen los terroristas, si uno no está dispuesto a hacer tales cosas, entonces uno nunca podrá ganar ese conflicto y sería mejor permanecer totalmente fuera”, manifestó Baberowski en octubre del 2014 en conexión con las intervenciones del ejército alemán en Oriente Medio.

Al mismo tiempo, el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad) analizó en ese entonces las fuerzas objetivas detrás del resurgimiento del militarismo alemán: “La propaganda de la posguerra —de que Alemania había aprendido de los terribles crímenes de los nazis y había ‘arribado a Occidente’, adoptado una política exterior pacífica y se había desarrollado en una democracia estable— ha quedado expuesta como una sarta de mentiras. El imperialismo alemán está mostrando nuevamente sus verdaderos colores en la forma en que emergió históricamente, con toda su agresividad dentro y fuera del país”.

Esta evaluación se ha visto confirmada por las políticas reaccionarias de la gran coalición y la integración de la AfD en la élite política. Para prevenir que la élite gobernante vuelva a implementar su programa de militarismo y guerra con métodos fascistas, el crecimiento de la oposición entre trabajadores y jóvenes debe movilizarse con base en un sesgo político consciente. La lucha activa por un programa socialista, por medio de la construcción del Sozialistische Gleichheitspartei y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional como una necesidad urgente.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de mayo de 2018)

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