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Tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos...

El segundo debate presidencial mexicano y la crisis de gobierno burgués

El domingo 20 de mayo tuvo lugar el segundo de tres debates presidenciales mexicanos en el campus de Tijuana de la Universidad Nacional Autónoma, no lejos de la frontera entre California y México.

De los cinco candidatos iniciales para presidente en la votación oficial, cuatro permanecen y estuvieron presentes: el líder en los sondeos, Andrés Manuel López Obrador, comúnmente conocido como AMLO, del Movimiento Regeneración Nacional (Morena, Coalición Juntos Haremos Historia); Ricardo Anaya del Partido Acción Nacional (PAN, Coalición Por México al Frente); José Antonio Meade Kuribreña del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI, Coalición Todos por México) y el exmiembro del PRI, Jaime “El Bronco” Rodríguez Calderón (gobernador del Estado de Nuevo León), dirigiendo una campaña independiente.

El debate, organizado en torno al tema “México en el mundo”, se dividió en tres segmentos: comercio e inversión, seguridad fronteriza y delincuencia transnacional, y derechos de los migrantes.

Gran parte de la discusión sobre el comercio y la guerra comercial implicó afirmaciones contradictorias sobre qué candidato podría defender mejor los intereses mexicanos contra el presidente de los Estados Unidos.

El debate incluyó seis preguntas de los miembros de la audiencia de Tijuana que se consideran votantes aún indecisos. La seriedad y pasión de estas preguntas, que reflejan las preocupaciones de los residentes comunes de la frontera, incluyendo cuestiones relacionadas con el salario mínimo, la protección de los residentes fronterizos contra los ataques de pandillas y la extorsión policial, y la difícil situación de los inmigrantes centroamericanos en México, marcaron un nítido contraste con las gachas finas de las respuestas de los candidatos.

Salarios

Un interrogador, Diego Domínguez Sánchez, un trabajador de 38 años de edad, describió que trabajaba en Estados Unidos por un salario que era más del doble por un día de 8 horas del que ahora recibe en Tijuana por un día de 12 horas. El salario mínimo diario actual en México es de aproximadamente 80 pesos (poco más de US$4). En promedio, un trabajador mexicano se lleva a casa 15 pesos por hora (76 centavos de dólar).

Domínguez señaló que tanto Estados Unidos como Canadá actualmente exigen que México eleve sus salarios, como parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) que actualmente se renegocia a petición de Trump. Pidió a los candidatos que abordaran ese problema.

Esta pregunta muy básica dio serias dificultades a los cuatro candidatos. Meade evitó la pregunta por completo; ninguno de los otros candidatos propuso ningún aumento significativo que se aproxime siquiera al salario mínimo de los EUA. López Obrador limitó su respuesta a una propuesta para duplicar el salario mínimo a lo largo de la frontera, sin proporcionar ningún detalle. Anaya propuso elevar el salario mínimo diario a 100 pesos (US$5) en 2018 y 200 pesos en dos años, y abolir los impuestos a la nómina sobre aquellos que ganan menos de 10.000 pesos (US$500) por año.

En el mismo aliento, afirmó que vivir por encima del umbral de pobreza en México requería un mínimo diario de 335 pesos (US$17).

Rodríguez Calderón llamó a abolir por completo el salario mínimo y todas las formas de bienestar social, lo cual, según él, destruye la ética laboral y la productividad de los mexicanos. Esta afirmación de que las fuerzas del capitalismo del laissez-faire elevarían los salarios, una vez que los trabajadores se quedaran sin protecciones, no fue cuestionada por los otros candidatos.

Ningún candidato abordó tampoco la enorme desigualdad de ingresos y riqueza que caracteriza a la sociedad mexicana.

Crimen fronterizo

Teresa Anaya, una mujer de 72 años que vive en Tijuana cerca de la valla fronteriza, denunció la práctica común de extorsión y ataques por parte de la policía y elementos de pandillas en confabulaciones mutuas. Ella declaró que ella personalmente había sido testigo de repetidas extorsiones y agresiones.

Sin proporcionar ninguna propuesta concreta, las respuestas de los candidatos variaron desde combatir la corrupción de cuello blanco (López Obrador) hasta denunciar a un candidato actual del Morena para un cargo inferior que supuestamente había cometido extorsión (Meade), crear más oportunidades para los jóvenes, como actividades deportivas, bloquear el contrabando de armas estadounidenses (Anaya y Rodríguez Calderón) y cortarles las manos a criminales de cuello blanco (Rodríguez Calderón).

Ataques a los refugiados

Teresa Mercado, una mujer joven, les pidió a los candidatos su opinión sobre cómo resolver la crisis migratoria a lo largo de las fronteras entre México y América Central, donde la xenofobia promovida por el Gobierno se ha combinado con actividades genocidas y tráfico humano a lo largo del via crucis de los inmigrantes de Centroamérica. La Sra. Mercado exigió que los candidatos respondieran cómo protegerían a estos inmigrantes y refugiados que ingresan a México.

Al ampliar esta cuestión, uno de los moderadores del debate indicó que México deporta a más inmigrantes centroamericanos que Estados Unidos, y que el presidente Trump ha elogiado la militarización del Gobierno mexicano en la frontera sur.

Como era de esperar, todos los candidatos defendieron de palabra el trato humanitario de los inmigrantes centroamericanos, al tiempo que repitieron en sus respuestas casi palabra por palabra el lenguaje de este Plan Frontera Sur que hoy sirve como un paraguas para la persecución xenófoba.

El Plan Frontera Sur fue inaugurado en julio de 2014 por el actual Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, luego de una reunión y un acuerdo con el presidente estadounidense Barack Obama, poco después de que el presidente estadounidense declarara una “crisis” de inmigración en los Estados Unidos. El plan es una consecuencia de la Iniciativa Mérida, firmada en 2007 entre el presidente Felipe Calderón (PAN) y el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, que vinculó al ejército estadounidense y el mexicano.

Desde la campaña electoral que comenzó oficialmente el 10 de abril, ha habido un marcado aumento de la histeria xenófoba, como las acusaciones de que la actual ola de refugiados centroamericanos está vinculada a la infame banda criminal MS-13, haciéndose eco de Donald Trump. Por ejemplo, el 10 de mayo, Diario del Sur, el diario de Tapachula, en el Estado más meridional de Chiapas, México, declaró la frontera “territorio mara [MS-13]”. “Hay una atmósfera general de xenofobia provocada por el discurso de las instituciones y las empresas, que conecta a los extranjeros con el crimen organizado”, declaró Salvador Lacruz, líder del centro de derechos humanos Fray Matías en Chiapas.

El candidato del PRI, Meade, en su respuesta a la Sra. Mercado, habló del vínculo entre el crimen organizado y la inmigración, mientras que Rodríguez Calderón pidió contener el movimiento de los centroamericanos para que no “invadan” el norte de México.

Defensa de los inmigrantes en los Estados Unidos

El residente de Tijuana, Gerardo Osuna, hizo otra pregunta importante, señalando que el Gobierno mexicano sigue siendo en gran medida indiferente a la defensa de los mexicanos en los Estados Unidos. “México exporta inmigrantes a los Estados Unidos; ¿Por qué no los defendemos?”, preguntó Osuna, pidiendo un “plan de acción”.

Una vez más, aunque todos los candidatos indicaron su simpatía por la difícil situación de los trabajadores indocumentados que ahora son deportados, gran parte de la discusión no se centró en su derecho a vivir y trabajar en los Estados Unidos, sino en ayudar a los deportados a adaptarse a su regreso a casa, junto con sus cónyuges e hijos nacidos en los Estados Unidos.

En este sentido, Meade propuso trabajar con los gobernadores y alcaldes de los estados de los EUA para proporcionar ayuda legal a dichos inmigrantes. López Obrador propuso apelar a las Naciones Unidas e incluir esta demanda en las negociaciones sobre un nuevo acuerdo de libre comercio. Anaya atacó a López Obrador y Meade como hipócritas por sugerir que la política de deportación del presidente Obama era similar a la de Trump, insistiendo en que había una gran diferencia y que la primera no estaba relacionada con esta última.

Ningún candidato se molestó en mencionar la política de Trump de separar a las familias de sus hijos, el internamiento de inmigrantes en campos y cárceles, o la negación por los tribunales estadounidenses del derecho de los inmigrantes a la libertad bajo fianza y representación legal.

(Publicado originalmente en inglés el 24 de mayo de 2018)

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