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Los conflictos se intensifican entre Europa y los EUA

Tras la finalización unilateral del tratado nuclear con Irán por parte del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, las relaciones entre los EUA y Europa están en un punto bajo. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, quien se encontraba en Washington para una visita inaugural el miércoles, fue rechazado en todos los asuntos controvertidos.

Maas sostuvo conversaciones con su homólogo estadounidense Mike Pompeo, el asesor de seguridad John Bolton, y varios congresistas, pero no llegó a ningún acuerdo sobre el tema iraní. Antes de la reunión, Maas había coordinado su acercamiento por teléfono con altos diplomáticos de Francia y Gran Bretaña que, junto con Alemania, quieren mantener el tratado con Irán.

“Vamos en dos direcciones completamente diferentes”, dijo Maas, después de su reunión con Pompeo. La única concesión que podía obtener del secretario de Estado de los Estados Unidos era celebrar una especie de cumbre de crisis con Berlín, París y Londres a principios de junio.

La conversación de Maas con Bolton, un partidario de la línea dura sobre el tema de Irán, fue aún más tensa. En la conferencia de prensa posterior se refirió al nuevo consejero de seguridad de Trump solo como el “Sr. Bolton” e hizo hincapié en que el conflicto ahora se “libraría públicamente”. En su conversación con Bolton, había dejado “muy clara la posición alemana y europea”, dijo.

Maas agregó, “deseamos que no haya un daño duradero en la relación transatlántica”. Pero en vista de los puntos de vista irreconciliables, esto no es más que una delicadeza diplomática.

En un discurso ante la derechista Heritage Foundation el lunes, Pompeo amenazó a Irán con las “sanciones más duras de la historia” y con la guerra. También tiene la intención de obligar a las empresas europeas a cumplir con las sanciones de los Estados Unidos, conscientes de que, a diferencia de Estados Unidos, las empresas europeas realizan un comercio extenso con Irán. Por su parte, Alemania, Francia y el Reino Unido quieren cumplir el acuerdo con Irán para no perder un mercado lucrativo. Si bien acordaron presionar más a Irán, temen que una guerra prematura desestabilice toda la región, provocando nuevas oleadas de refugiados y un aumento en los costos de la energía.

Los frentes también se endurecieron en el segundo gran problema divisivo con los EUA, la imposición de aranceles punitivos. El presidente Trump tiene que decidir antes del 1 de junio si los impuestos punitivos de Estados Unidos sobre el acero y el aluminio también se aplicarán a las importaciones procedentes de la Unión Europea. La mayoría de los observadores políticos esperan una decisión contra la UE. El propio Maas comentó sobre la disputa comercial: “Dejé en claro que nosotros, en Alemania y Europa, no podemos de ninguna manera aceptar el camino que Estados Unidos busca tomar”.

Nada más encontrarse en su vuelo de regreso a Alemania, el ministro de Asuntos Exteriores alemán fue informado sobre las próximas malas noticias de la Casa Blanca. Donald Trump instruyó oficialmente al Departamento de Comercio para que verifique la imposición de aranceles a la importación de automóviles, camiones y partes de automóviles. Se están considerando aranceles de importación de hasta el 25 por ciento. Esos aranceles afectarían sobre todo a las grandes compañías automotrices alemanas para las cuales los EUA es su segundo mercado de exportación después de China. El año pasado exportaron alrededor de medio millón de vehículos a los EUA.

Los crecientes conflictos transatlánticos se han estado gestando durante algún tiempo. La política de Trump del “América primero” no es la causa de estos conflictos, sino el resultado de un proceso largo y objetivo. La integración global de la producción, el predominio de las corporaciones internacionales y los bancos han exacerbado la lucha por las materias primas, los mercados y las esferas de influencia entre las potencias imperialistas, que desencadenó dos guerras mundiales en el siglo pasado.

Estados Unidos lleva mucho tiempo buscando defender su hegemonía mundial mediante el uso de la fuerza militar y está en guerra desde hace un cuarto de siglo. Las grandes potencias antiguas de Europa reaccionaron rearmándose y persiguiendo su propia política de gran potencia. Han apoyado numerosas guerras estadounidenses en el pasado, pero ahora están en conflicto con su antiguo aliado. En Alemania, que se vio obligada a reducir sus fuerzas armadas debido a los crímenes del régimen nazi, el gobierno ya había anunciado hace cuatro años el “fin de la restricción militar” y desde entonces se viene rearmando sistemáticamente.

Ahora la escalada del conflicto con los Estados Unidos ha desencadenado un frenesí imperialista, que atrae a todos los principales partidos políticos y capas de la clase media de mentalidad liberal. El partido La Izquierda acusa al actual gobierno federal de “cobardía” hacia Washington. Los verdes, antes pacifistas, se transformaron en los principales defensores del militarismo alemán hace 20 años, cuando enviaron tropas alemanas para luchar en Kosovo.

Incluso los políticos y los periodistas que hasta ahora eran proamericanos ahora piden una política independiente de gran potencia de los países de Europa. Típico a este respecto es un artículo que apareció en Die Zeit escrito por Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Leonard se describe a sí mismo como un “transatlántico convencido”, pero escribe que un Berlín reacio debe decidir ahora “si Europa puede defenderse en la nueva competencia de las grandes potencias” y “si toda Europa es capaz de emprender su propia política en la nueva contienda política entre las grandes potencias”.

Es necesario evitar que “nuestro continente se convierta en el juguete de las potencias”, escribe. Con este fin, “Alemania debe estar dispuesta a utilizar factores de poder reales —no solo el poder blando y el diálogo”. Europa tuvo que “volverse contra Estados Unidos” porque esa era la única manera “de ser escuchado en los EUA”.

El predecesor de Maas en el cargo de ministro de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel (Partido Social Demócrata), fue aún más directo. En un artículo para Tagesspiegel, él acusa a Trump de “destruir todo lo que Estados Unidos una vez creó”. “Aún no está claro cómo se verá el nuevo orden mundial”, escribe Gabriel. “Europa y Alemania, sin embargo, no deberían mirar a medida que otros se desarrollan, sino más bien afirmar sus propias ideas”.

Para “ejercer influencia internacional, ... Alemania debe aumentar sus gastos en política exterior” al 20 por ciento del presupuesto federal, exige Gabriel. Esto incluye el gasto militar. Por sí misma, Alemania era demasiado pequeña para esta tarea: “La contribución más importante de Alemania a un nuevo orden mundial es, por tanto, el fortalecimiento de Europa como potencia internacional”. Para evitar “convertirse en un juguete” de los intereses estadounidenses y de otro tipo “Europa debe unir fuerzas: económicamente, en términos de política de desarrollo y también en términos de seguridad y política militar”, dijo.

La forma más grotesca de las ambiciones de gran potencia de Alemania en nombre del antiamericanismo se muestra en la última columna en línea del Spiegel, de Jakob Augstein. Augstein es el rico heredero del imperio de Spiegel y un hombre que refleja fielmente el humor de los pequeños burgueses “liberales” ricos. Está indignado porque Donald Trump está “siguiendo una política de imperialismo puro de los EUA”. Por lo tanto, era el “deber de los alemanes oponerse al imperialismo estadounidense”. Le exige a la canciller Merkel, que tiene sus raíces en la antigua Alemania oriental estalinista, “que recuerde sus días de escuela y emprenda la lucha antiimperialista”.

De hecho, el imperialismo alemán no es mejor que la variante estadounidense. La historia lo muestra. Ya en la época de la República de Weimar, la propaganda sobre la esclavización de Alemania por los Estados Unidos y las otras potencias victoriosas de la Primera Guerra Mundial fue explotada para movilizar a las clases medias en favor del militarismo alemán. El resultado fue el fascismo de Hitler y los crímenes bestiales de la Wehrmacht.

Solo hay una manera de luchar contra la creciente amenaza de la guerra: la unificación internacional de la clase trabajadora basada en un programa socialista dirigido contra la guerra y su causa raíz, el capitalismo. Los aliados de los trabajadores alemanes en la lucha contra Trump no son Merkel, Macron y el ejército alemán, sino más bien la clase obrera estadounidense e internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 25 de mayo de 2018)

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