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Perspectiva

Las redadas antiinmigrantes propias de la Gestapo en Ohio: una advertencia urgente para la clase obrera

El martes, alrededor de 200 agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, siglas en inglés) y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, siglas en inglés) llevaron a cabo redadas propias de la Gestapo en dos centros de trabajo en el norte de Ohio. El grupo de agentes fronterizos fuertemente armados arrestó a 114 personas, incluyendo a niños y ciudadanos estadounidenses. Sorprendieron y enojaron a sus compañeros de trabajo, quienes le gritaron a la policía que dejara ir a los trabajadores arrestados, pero sin éxito.

Por medio de un solo acto masivo de terror, el Gobierno estadounidense destruyó las vidas de cientos de padres, hijos, parejas y hermanos.

El presidente Donald Trump ha militarizado las fuerzas fronterizas. En este caso agentes encubiertos, quienes se hicieron pasar como inspectores y albañiles, con ofertas de un desayuno gratis atrajeron a los trabajadores inmigrantes a salir de los invernaderos de Corso’s Flower and Garden Center, un vivero en Castalia y en la ciudad vecina de Sandusky. Tras haber asegurado el perímetro, irrumpieron en el área de los invernaderos con rifles de asalto, perros de ataque y helicópteros.

Tales allanamientos a estilo militar en lugares de trabajo en EUA representan un nuevo punto crítico en los ataques de la burguesía contra los derechos de los inmigrantes y de la clase obrera en general. Establece un precedente que no solo será expandido contra todos los trabajadores inmigrantes, sino que también será empleado contra trabajadores nacidos en EUA.

En 1988, el presidente Ronald Reagan promulgó la Ley de Libertades Civiles, disculpándose formalmente con las víctimas sobrevivientes de la detención masiva e ilegal de 120.000 personas de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Treinta años después, ha vuelto a aparecer una constelación de campos de internamiento en Estados Unidos, y más centros de detención están en fases de planificación, mientras que la población de detenidos se expande cada vez más.

Historias de horror como las relatadas por los supervivientes del internamiento de japoneses-estadounidenses en libros como Adiós a Manzanar y Viaje a Topaz se desenvuelven día a día en pueblos y ciudades por todo el país.

Mientras que las víctimas japonesas de la orden ejecutiva No. 9066 del presidente Franklin Roosevelt hace tres cuartos de un siglo eran tratadas por los guardas con brutalidad física, las condiciones son peores en distintas formas en los internamientos de hoy día.

Las familias están siendo divididas durante las redadas, arrebatando a los padres de sus hijos pequeños, como parte de una política criminal de crueldad deliberada. Los detenidos están siendo encerrados en celdas y jaulas, forzados a vestirse con ropa de prisión y en muchas ocasiones no tienen permiso de comunicarse con el mundo exterior. Un reporte de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, siglas en inglés) develó que los niños inmigrantes desacompañados que han detenido están siendo abusados sexual, física y psicológicamente por la CBP y el ICE. Los intentos de suicidio son frecuentes.

El inmenso peligro que representan para toda la clase trabajadora las redadas en Ohio ha sido puesto de relieve por el silencio casi absoluto de la élite política y mediática. Si acaso se ha publicado un puñado de artículos en la prensa nacional.

El New York Times, que opera como un órgano semioficial del Partido Demócrata y de su principal base de lectores en la adinerada clase media-alta, no ha publicado ni un solo artículo sobre los allanamientos del martes. Está demasiado ocupado promoviendo la cacería de brujas de #MeToo en nombre de las pudientes y ensimismadas estrellas de cine y profesionales, que pretenden avanzar sus carreras a expensas de los principios democráticos como el proceso legal debido y la presunción de inocencia.

Aparte de una declaración del senador Sherrod Brown, quien realizó una apelación derechista a reformar “nuestro sistema migratorio quebrado”, ningún representante nacional del Partido Demócrata ni oficial electo se ha pronunciado públicamente sobre las redadas en Ohio. Tampoco lo han hecho la central sindical AFL-CIO ni el demócrata nominalmente “independiente”, Bernie Sanders.

El mismo Sanders tiene lazos estrechos con figuras virulentamente antiinmigrantes. La comentarista de Fox News, Tezlyn Figaro, quien sirvió como una de las principales asesoras de la campaña presidencial de Sanders del 2016 y trabajo en su grupo político “Our Revolution” hasta el mes pasado, dijo en el 2017, “Estamos hartos y cansados de que los inmigrantes ingresen en el país y reciban los beneficios que los estadounidenses no reciben”.

En el 2016, Figaro aplaudió la propuesta de Trump de construir un muro entre EUA y México. “¡Por favor! #contruyaelmuro”, tuiteó.

Estos sentimientos xenofóbicos no son desvíos excepcionales del programa del Partido Demócrata. Exponen el verdadero componente central de la postura demócrata en inmigración. Más allá de todo su cinismo, el Partido Demócrata es igual de responsable que Trump por los ataques contra los inmigrantes.

Los demócratas abandonaron cualquier intento para proteger a los 1,8 millones de jóvenes indocumentados que cualifican para ser protegidos bajo el programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA, siglas en inglés), el cual expiró en marzo. El Gobierno de Barack Obama deportó a 2,7 millones de inmigrantes, más que cualquier otra Administración, demócrata o republicana, y expandió dramáticamente la red de campos de internamiento para inmigrantes.

Los sindicatos han desempeñado igual de reaccionario, apoyando las medidas comerciales antimexicanas y antichinas de Trump, con base en su promoción del nacionalismo estadounidense. Hacen eco de los esfuerzos de Trump y otros elementos de tinte fascista como Stephen Bannon para dividir a la clase obrera utilizando como chivo expiatorio a los trabajadores de otros países por la pérdida de sus puestos de trabajo y caídas salariales en EUA.

A pesar de tales esfuerzos, la oposición popular a las deportaciones masivas está aumentando. Los testigos de los allanamientos en Ohio le dijeron al World Socialist Web Site que varios trabajadores con ciudadanía estadounidense denunciaron a los agentes de inmigración. Como respuesta, los agentes detuvieron y esposaron a trabajadores nacidos en EUA para prevenir que les advirtieran a sus compañeros de trabajo inmigrantes de que venían en camino.

Según una encuesta de Gallup en marzo del 2018, solo el 12 por ciento de los trabajadores sienten preocupación por que los inmigrantes les quiten sus trabajos. Casi el 85 por ciento apoyan que los inmigrantes que viven en EUA sin documentos reciban la ciudadanía. En enero y febrero del 2017, estallaron protestas espontáneas en aeropuertos de todo el país en contra del veto a viajantes antimusulmán de Trump, mientras que también se han llevado a cabo manifestaciones contra la ofensiva del Gobierno contra los inmigrantes indocumentados provenientes de México y otros países.

Los demócratas intervinieron para contener y disipar las protestas y desde entonces se han dedicado a canalizar toda la oposición a Trump detrás de su propio programa derechista de expandir guerras en el exterior y censurar el Internet en el país.

La clase obrera es la única fuerza social que puede detener los ataques contra los derechos democráticos y defender a los trabajadores y jóvenes inmigrantes. El punto de partida para tal lucha es un entendimiento de que las redadas de inmigración en Ohio no conciernen solamente al tema de la migración, sino que plantean la cuestión de defender los derechos de la clase obrera en su conjunto.

El Gobierno estadounidense ya está fortaleciendo la dictadura de la patronal en las fábricas y los centros de trabajo en todo el país. De acuerdo con una reciente decisión de la Corte Suprema, los trabajadores con cláusulas arbitrales ya no podrán presentar denuncias colectivas contra sus patronos.

Los sindicatos no solo se rehúsan a defender los derechos de los trabajadores. Están trabajando activamente para su supresión. Como resultado de los contratos esclavistas bajo los cuales casi todos los trabajadores laboran, cualquier paso que los trabajadores tomen para reafirmar sus derechos puede ser considerado como una violación a sus contratos, estando sujetos a penalidades, incluyendo el despido.

Los primeros meses del 2018 fueron testigos de un número creciente de huelgas y protestas en EUA y alrededor de mundo. Las clases gobernantes están intentando bloquear cualquier esfuerzo para aunar estas luchas, fomentando la intolerancia y los rezagos basados en la nacionalidad, las razas y las religiones. En Italia, Alemania y Francia, al igual que en EUA, los Gobiernos están culpando como chivos expiatorios a los inmigrantes por la caída en los salarios y en los niveles de vida que han impuesto los mismos Gobiernos a instancias de los bancos y las corporaciones.

Oponerse a estas políticas policiales-estatales de dividir y conquistar constituye una cuestión de vida o muerte para la clase obrera en EUA e internacionalmente. Al prepararse para las luchas masivas de clases que se avecinan, es urgente que los trabajadores resistan contra estos ataques y defiendan a sus hermanos y hermanas inmigrantes.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de junio de 2018)

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