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Prólogo de La escuela de Fráncfort, el posmodernismo y la política de la pseudoizquierda: una crítica marxista

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El WSWS está publicando el prólogo de David North a su libro La escuela de Fráncfort, el posmodernismo y la política de la pseudoizquierda: una crítica marxista . El libro está disponible para su compra en Mehring Books.

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La escuela de Fráncfort, el posmodernismo y la política de la pseudoizquierda

Este libro examina la relación entre la teoría marxista y el desarrollo del programa, la perspectiva y la práctica revolucionarias del movimiento trotskista. En este marco, explica por qué el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) ha dedicado gran tiempo y energía a exponer el carácter reaccionario de las tendencias intelectuales antimaterialistas y antimarxistas —vinculadas a varias ramas del irracionalismo existencialista, la escuela de Fráncfort y el posmodernismo— que proviene las bases teóricas de una amplia gama de movimientos políticos pequeñoburgueses, pseudoizquierdistas y antisocialistas en la actualidad.

El ejemplo más destacado a nivel internacional de una organización pseudoizquierdista es el partido griego Syriza. El papel que ha desempeñado el Gobierno de Syriza, desde su elección en enero del 2015, en desorientar, desmoralizar y traicionar al movimiento de masas contra la austeridad, ha presentado una demonstración clara del tipo de catástrofe política que sigue cuando este tipo de organización pequeñoburguesa, que emplea frases populistas vacías, llega al poder. Siguiendo la traición criminal de Syriza, con sus trágicas consecuencias para los trabajadores y jóvenes de Grecia, el análisis de este volumen sobre la íntima conexión entre las formas contemporáneas de teoría antimarxista y los reaccionarios intereses de clase que promueve la pseudoizquierda es particularmente oportuno.

Steiner y Brenner: un estudio de caso sobre la pa tología social y política del pseudoizquierdismo pequeñoburgués

Los primeros tres documentos de este tomo fueron escritos en respuesta a ataques contra las bases teóricas, la perspectiva y la práctica del Partido Socialista por la Igualdad (PSI, EUA) y el CICI por parte de dos exmiembros del movimiento trotskista estadounidense, Alex Steiner y Frank Brenner. Dado el hecho de que ambos dejaron la Workers League (Liga Obrera), la predecesora del PSI, a fines de la década de 1970, sus documentos pudieron haber sido simplemente ignorados. Provenientes de individuos que habían abandonado toda actividad revolucionaria hace más de un cuarto de siglo, las advertencias de Steiner y Brenner de que el PSI se encaminaba inminentemente a la ruina carecían de credibilidad política, ni mencionar fuerza moral. Su estatus como simpatizantes—una autodenominación imprecisa y amplia que no conllevaba responsabilidades específicas algunas— no obligaba al PSI responder a sus críticas, que se hacían cada vez más extensas y vitriólicas. Sin embargo, dos consideraciones persuadieron al CICI a responder.

En primer lugar, tomando en cuenta que Steiner y Brenner habían participado en la historia temprana de la Workers League, esperábamos con sinceridad que una respuesta a sus críticas les ayudara en su propio desarrollo político y, si llegara a ser posible, los incentivara a volver a involucrarse activamente en el trabajo del movimiento revolucionario. Poco después, sin embargo, quedó claro que este iba a ser el resultado menos probable de nuestros esfuerzos de clarificación.

La segunda consideración atañía al contenido teórico de las críticas. Sus principales documentos —Sobre por qué la utopía es crucial para revivir la consciencia socialista, Objetivismo o marxismo y el marxismo sin cabeza o sin corazón— conformaban un compendio de concepciones antimarxistas populares entre capas amplias de exradicales y académicos de la clase media.

Mientras que Steiner y Brenner declaraban que defendían las tradiciones del Comité Internacional, nuestro análisis de sus documentos demostró que realmente su inspiración provenía de figuras como Herbert Marcuse, los “freudomarxistas” Wilhelm Reich y Erich Fromm, y el teórico utopista Ernst Bloch.

Ya que Steiner y Brenner nunca intentaron rastrear, crítica y sistemáticamente, los orígenes teóricos y políticos de sus propias ideas (un elemento obligatorio de la metodología materialista dialéctica), es muy posible que no comprendieran la medida en que estaban reproduciendo argumentos de varias generaciones de antimarxistas y oponentes del materialismo histórico. No contenían ninguna originalidad sus acusaciones de “objetivismo”, “determinismo”, “materialismo vulgar”, su denigración del legado intelectual de Plejánov y de la obra Materialismo y empiriocriticismo de Lenin, su ataque contra la Ilustración y la Razón, sus quejas sobre la ciencia y la tecnología, sus desdibujar de la línea entre el materialismo y el idealismo, su exageración del significado de lo “inconsciente” y del poder de lo “irracional”, su énfasis en la enajenación individual a diferencia de la explotación de clase, y su celebración de los mitos utópicos.

Los primeros tres documentos no son solo una respuesta a Steiner y Brenner. También se dirigen en contra de formas prevalentes de antimarxismo que ejercen una influencia reaccionaria en la actual vida política y cultural, y que no escatiman ninguna oportunidad para desorientar y desmoralizar a la clase trabajadora, los jóvenes estudiantes y los intelectuales.

El irracionalismo y la política de la pseudoizquierda

Particularmente durante la última década, se ha vuelto más clara la conexión entre la política reaccionaria pseudoizquierdista de la clase media y las teorías de Nietzsche, Brzozowski, Sorel, De Man, la escuela de Fráncfort y las numerosas formas de subjetivismo e irracionalismo extremo propagados por posmodernistas (Foucault, Laclau, Badiou, entre otros). La política pseudoizquierdista —que se centra en la raza, nacionalidad, etnicidad, el género y la preferencia sexual —ha llegado a ocupar un rol crítico en suprimir la oposición al capitalismo. Esto lo ha hecho por rechazar que clase represente la categoría social esencial, enfatizando, en cambio, la “identidad” y el “estilo de vida” personal, y legitimando las intervenciones y guerras imperialistas en nombre de los “derechos humanos”.

Las concepciones teóricas no se desarrollan dentro de un vacío histórico, político y social. En 1911, en una reseña que respondía a un ataque contra el materialismo histórico escrito por Heinrich Rickert (1863-1936), un profesor de filosofía en la Universidad de Friburgo en Alemania, el gran marxista ruso Gueorgui Plejánov escribió:

La realidad es que Rickert y otros científicos como él no tienen ninguna noción del materialismo dialéctico no por cualquier razón personal, pero debido a que su rango de visión intelectual está sesgado por prejuicios particulares de toda una clase. Es posible decir de ellos que la basura que ofrecen como una exposición del materialismo histórico está definida por un “prejuicio político completamente acientífico”. Su aversión al materialismo histórico refleja de la forma más elocuente su temor hacia “las aspiraciones específicamente socialdemócratas”.[1]

La “basura” escrita por Steiner y Brenner es un producto de la evolución social, intelectual y política de una generación de jóvenes estudiantes que se radicalizaron a fines de los años sesenta y a principios de los setenta. Como muchos de esa generación, se sintieron atraídos al marxismo, a cierto punto, ya que les proveía los cimientos teóricos para una crítica de la sociedad capitalista. Sin embargo, la naturaleza del “anticapitalismo” del estudiantado de clase media —que, en el último análisis, no buscaba más que ciertas reformas democráticas limitadas de la sociedad contemporánea— tan solo requería un marxismo extremadamente diluido.

La escuela de Fráncfort destiló y distribuyó, a través de universidades en toda Europa y Estados Unidos, un producto con una graduación sumamente baja. Herbert Marcuse, cuya obra teórica llevaba la impronta imborrable de su formación bajo Heidegger, alcanzó una gran popularidad al combinar el marxismo con una dosis fuerte de psicología existencialista. Las cuestiones sobre enajenación, represión y sexualidad produjeron una mayor respuesta entre los estudiantes de clase media que la explotación económica de la clase obrera y la lucha por el poder.

En el caso de Steiner, quien se graduó de la New School for Social Research en Nueva York, la influencia de la escuela de Fráncfort sin duda marcó sus concepciones del marxismo, y siguió influenciando su pensamiento, incluso después de unirse a la Workers League en 1971. Si tales influencias fueron menos perceptibles en el caso de Brenner durante su tiempo en la Workers League, solo fue porque mostraba un menor interés aparente en cuestiones teóricas que Steiner.

En cualquier caso, el colapso del movimiento de protesta estudiantil después de que finalizara el servicio militar obligatorio y EUA comenzara a retirarse de Vietnam en 1973, dejó a Steiner y Brenner desanimados y desmoralizados. Su decisión de dejar a la Workers League a pocos meses uno de otro a fines de 1978 y comienzos de 1979, no fue una resignación personal. Por el contrario, reflejaba la evolución hacia la derecha de los estudiantes de clase media que conformaban la principal base de apoyo para el movimiento de protesta contra la guerra.

Como consecuencia de su salida de la Workers League, ni Steiner ni Brenner participaron en la lucha iniciada por la Workers League a principios de los ochenta contra la política cada vez más oportunista del Workers Revolutionary Party (WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores), la sección británica del CICI y su antiguo líder, Gerry Healy. No se dieron cuenta acerca de la detallada crítica hecha por la Workers League a la falsificación idealista subjetiva del materialismo dialéctico. Cuando se hizo público a finales del otoño de 1985 que había ocurrido una división dentro del CICI, Steiner reestableció contacto con la Workers League. Expresando estar de acuerdo con la lucha política y teórica librada por el Comité Internacional, en la que la WL estaba desempeñando un papel crítico, Steiner se proclamó un simpatizante del partido. Sin embargo, al no querer comprometer su acomodado estilo de vida de clase media que había desarrollado durante los últimos años, como él mismo lo admitió, prefirió no buscar ser readmitido.

Al final de la década de 1990, Steiner parecía estarse acercando nuevamente y, en 1999, envió su solicitud de membresía al PSI. Sin embargo, nos era aparente que no había estudiado cuidadosamente —ni asimilado— las cuestiones teóricas y políticas que habían sido contendidas durante la escisión con el WRP. El PSI desaprobó su solicitud. Sin embargo, mantuvimos relaciones cordiales. Este libro incluye un ensayo extenso intitulado “La odisea política e intelectual de Alex Steiner”, que repasa los esfuerzos pacientes del PSI para encontrar formas de colaborar con Steiner en proyectos teóricos.

La Guerra de Irak y la izquierda pequeñoburguesa

Lo que puso fin a estos esfuerzos fueron cambios drásticos en la situación política en EUA e internacionalmente. El primer documento dirigido a Steiner fue escrito en junio del 2003, tan solo tres meses después de la invasión estadounidense de Irak. Mi última respuesta a Steiner y Brenner fue publicada en octubre del 2008, pocas semanas después del derrumbe de Wall Street y unas cuantas semanas antes de la elección de Barack Obama. Durante esos cinco años, ocurrió un giro profundo en la orientación política de lo que quedaba de los movimientos de protesta de la clase media que habían surgido de los movimientos sociales de masas en los años sesenta.

Las semanas que precedieron el estallido de la Guerra de Irak, hubo manifestaciones de masas en todo el mundo. Sin embargo, se acabaron cuando comenzó la guerra y nunca volvieron. La nominación y elección de Obama, el primer presidente afroamericano, sirvieron como una justificación política para la integración de la izquierda pequeñoburguesa en la corriente tradicional de la política estadounidense. Secciones importantes de los viejos movimientos de protesta —especialmente aquellas cuyos miembros pertenecían al entorno de la clase media adinerado— completaron este extenso y prolongado rompimiento con el radicalismo de izquierda y su transformación en una pseudoizquierda antisocialista y proimperialista.

A Steiner y Brenner se los llevó la corriente de este giro hacia la derecha. En marzo del 2003, Steiner atendió una conferencia pública contra la guerra organizada por el World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad y se pronunció a favor de sus posiciones. En menos de cinco años estaría proclamando el fin del PSI y del Comité Internacional. Durante esos cinco años, el CICI no hubo cambiado su programa político. Más bien, Steiner y Brenner, habiéndose reencontrado y formado una alianza basada en su mutua hostilidad hacia el CICI, fueron los que habían repudiado la filosofía marxista y la política trotskista.

Las teorías falsas realmente tienen consecuencias objetivas. Todo lo que no habían resuelto en su entendimiento de la teoría marxista —principalmente su actitud a los teóricos de la escuela de Fráncfort— los volvió intelectualmente vulnerables a presiones de clases. Sin embargo, su evolución se vio afectada por algo más que errores abstractos y puramente intelectuales. En el último análisis, los cambios en su política determinaron su filosofía, más de lo que su filosofía determinó su política. La naturaleza cada vez más oportunista y distante a principios de su política, arraigada en los intereses de clase de su estrato social, empujó a Steiner y Brenner a romper con el materialismo filosófico e histórico. En medio de los marcados cambios en la situación política entre el 2003 y el 2008, se contentaron cuando descubrieron en las teorías desmoralizadas de los “freudomarxistas” las justificaciones para un oportunismo político extremo.

El origen fundamental de este giro en sus posturas teóricas yacía en su orientación de clase. En junio del 2006, concluí mi largo análisis sobre sus argumentos con una advertencia:

Los puntos de vista que ustedes, camaradas Steiner y Brenner, han presentado en sus documentos, trazan la inmensa distancia teórica y política que han recorrido alejándose del marxismo desde que ambos dejaron el movimiento hace casi tres décadas. Si continúan su trayectoria actual solo terminarán repudiando lo que quede de las convicciones políticas que defendían hace muchos años.

Esta prognosis iba a ser completamente confirmada. A medida que cambiaron el foco de sus escritos de la filosofía a la política, tomaron prestado del arsenal del antitrotskismo para denunciar al Comité Internacional y al PSI como “sectarios”. Este se ha vuelto su epíteto favorito cuando atacan nuestra defensa de la independencia política de la clase obrera y nuestro rechazo a apoyar a todos los partidos políticos burgueses.

No es nada difícil dar un repaso de la evolución política de Steiner and Brenner, dado que las publicaciones en su blog son pocas y espaciadas. Tomando en cuenta su actividad en línea, el nombre escogido para su generalmente inactivo sitio —Permanent-Revolution (Revolución permanente)—, es la única indicación de que sus letárgicos fundadores poseen un sentido del humor. Mientras denuncian el “objetivismo” pasivo del “sectario” CICI, el cual publica el World Socialist Web Site seis veces a la semana y sube hasta 5.000 artículos cada año, pueden pasar meses entre las publicaciones de Steiner y Brenner. Pese a que proclamaron hace poco que la construcción del movimiento revolucionario “asume una urgencia crítica” y “requiere una dirección consciente ahora más que nunca”[2], la respuesta usual de su blog a eventos políticos importantes es … silencio. En las ocasiones poco frecuentes que se despiertan de su sopor políticamente desmoralizado, lo hacen solamente para denunciar al Comité Internacional y dejar registrado su más reciente hito en su traslado hacia la derecha.

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Notas:

[1] “On Mr. H. Rickert’s Book,” en Selected Philosophical Works, Volumen 3 (Moscú, 1976), p. 483. En este párrafo, Plejánov, de forma algo mordaz, escribe entre comillas las frases de Rickert. Cabe notar que Martin Heidegger, el filósofo existencialista y calumniador pronazi que influyó profundamente las obras de Sartre, Marcuse e irracionalistas que les siguieron, como Foucault, comenzó su carrera como asistente de Rickert.

[2] http://forum.permanent-revolution.org/2014/10/about-this-web-site.html

(Publicado originalmente en inglés el 21 de julio de 2015)

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