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Perspectiva

Los Estados Unidos de América: la tierra de los campos de internamiento

El Gobierno estadounidense ha implementado una política de separación de miles de niños inmigrantes de sus padres y encerrándolos en jaulas, en ciudades de carpas en pleno desierto. La Academia Estadounidense de Pediatría llama esto “abuso infantil” y las Naciones Unidas lo denuncia como “repugnante” y una violación “inadmisible” de los derechos humanos.

La historia de los Estados Unidos no carece de episodios repugnantes —el Sendero de Lágrimas, el encarcelamiento de esclavos fugitivos, la deportación de supuestos radicales después de la Primera Guerra Mundial y el internamiento de los japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial son solo algunos de los más notorios—. Sin embargo, la política actual de persecución inhumana y victimización de los niños alcanza un grado de depravación política y degradación moral que es casi indescriptible. Esto está ocurriendo en el siglo XXI, en un país cuyos líderes alardean interminable e hipócritamente sobre la democracia estadounidense y el respecto a los derechos humanos.

En puntos por todo EUA, miles de niños están actualmente sentados sobre losas de concreto y encerrados en jaulas como animales. Muchos no saben dónde se encuentran sus padres y les prohíben hablar con ellos. Cada día hay 250 niños detenidos más.

Toda una constelación de campamentos y ciudades de carpas está apareciendo a lo largo y ancho de EUA, con algunos en áreas desérticas donde las temperaturas superan los 35 grados centígrados. Todo para manejar a la creciente población de detenidos. Las hacinadas celdas se llenan con el sonido de niños llorando de pavor. Los guardas someten a muchos de ellos a abuso verbal, físico y sexual.

En tal nivel de brutalidad e insensibilidad extremas, la política de separación de familias se asimila a las políticas de la Gestapo nazi. Es un punto de no retorno para la historia estadounidense.

La afirmación de que EUA representa una fuerza a favor de la “democracia” y los “derechos humanos” a nivel global ha quedado triturada.

Tales afirmaciones fueron utilizadas para invadir o intervenir en aquellas regiones del mundo desde donde buscan escapar ahora decenas de millones. En Centroamérica, durante los años setenta y ochenta, EUA respaldó a dictaduras cuyos escuadrones de la muerte asesinaron y torturaron a cientos de miles. Hasta este día, esas sociedades enteras permanecen destrozadas. EUA mató a unos 3 millones de personas en Vietnam, Cambodia y Laos en los años sesenta y setenta. El imperialismo estadounidense continúa arrasando con gran parte de África del norte, Oriente Próximo y Asia central. Ahora, los hijos de las víctimas de estas guerras están siendo puestos en jaulas por parte de sus antiguos invasores.

En cara a la ira popular, el Gobierno de Trump ha respondido expandiendo las redes de ciudades de carpas para los niños e intensificando sus ataques de tinte fascista contra los inmigrantes.

Trump tuiteó el martes que “los inmigrantes ilegales, sin importar cuán malos sean, están derramándose e infestando nuestro país”. En una entrevista el lunes, el fiscal general Jeff Sessions dijo que la distinción clave entre la ofensiva migratoria y la Alemania nazi es que “en la Alemania nazi, ellos estaban previniendo que los judíos salieran del país”.

En un discurso ayer a una convención de pequeños empresarios en Washington DC, Trump denunció a los padres inmigrantes como “contrabandistas de niños”. Refiriéndose a sus afirmaciones de que los inmigrantes son violadores y criminales dijo, “Cuando dije que no estaban enviando a sus mejores personas… tuve 100 por ciento la razón”.

Trump está cultivando una base de apoyo a través de toda esta basura. La multitud de empresarios aullaron en apoyo y aplaudieron entusiásticamente cuando Trump proclamó, “¡Los estamos sacando miles a la vez!”.

Este discurso también marca la primera vez en que Trump llama efectivamente a abolir los procesos debidos legales para los inmigrantes. “No queremos jueces, queremos seguridad en nuestra frontera”, dijo. “No queremos que entre gente”.

Se burló del derecho de los inmigrantes a aparecer en una corte: “No quiero enjuiciar a nadie, no quiero que estén ingresando las personas, o nunca los sacaremos”. Los abogados migratorios, indicó, son “malas personas” que “hacen trampa” y “les dicen a estas personas exactamente qué decir”.

Estas afirmaciones son una señal de que están poniendo en marcha planes en la Casa Blanca de Trump, donde el fascista Stephen Miller está dirigiendo la política, para llevar a cabo nuevos y drásticos ataques contra los inmigrantes que no solo pondrán sus derechos en peligro, sino también sus vidas. Existe una lógica peligrosa que se deriva de la retórica y las políticas de la Administración.

Millones quieren saber: ¿Cómo se puede detener esto?

En primer lugar, es necesario reconocer la impotencia y complicidad del Partido Demócrata, que afirma cínicamente oponerse al programa de separación de familias. Las políticas de Trump son una extensión de las políticas de deportación y detención implementadas bajo Bill Clinton y, especialmente, Barack Obama, quien deportó a 2,7 millones de personas y construyó una red de cárceles y centros de detención.

Cuando Trump llegó al poder, el Partido Demócrata votó 37 a 11 a favor de confirmar a John Kelly, un general jubilado, como secretario de Seguridad Nacional. En cuestión de pocas semanas, Kelly propuso por primera vez implementar la política de separar a las familias.

Luego en el 2017, el líder de la minoría en el Senado, Charles Schumer, ofreció públicamente respaldar la propuesta de Trump de construir una muralla a lo largo de la frontera entre EUA y México. En enero del 2018, el senador Bernie Sanders, quien fue candidato para la nominación presidencial demócrata y votó a favor de la confirmación de Kelly, declaró su disposición para colaborar con la política antiinmigrantes de Trump. “No creo que haya nadie que esté en desacuerdo con que necesitamos una seguridad fronteriza fuerte. Si el presidente quiere trabajar con nosotros para asegurar que de tengamos una fuerte seguridad fronteriza, hagámoslo”.

La lucha por defender a los inmigrantes requiere una resistencia organizada de la clase obrera basada en la lucha contra la causa subyacente de estos ataques, el sistema capitalista.

El sistema político estadounidense en su conjunto está podrido hasta su núcleo. La clase gobernante de EUA ha llevado a cabo un cuarto de siglo de saqueos imperialistas y presidido una explotación corporativa salvaje, matando a millones, produciendo decenas de millones de refugiados y dando paso a un nivel sin precedentes de represión, espionaje, censura y retraso en la vida interna del país. Trump, sus asesores fascistas y cómplices demócratas son el resultado de este proceso de degeneración política.

La lucha en defensa de los inmigrantes debe buscar unificar a los trabajadores en todo el mundo en contra de la xenofobia y el nacionalismo. El establecimiento de campos de internamiento para niños en EUA es parte de un fenómeno internacional cada vez más amplio.

En todas partes, las clases gobernantes están fomentando el racismo y el chauvinismo nacional para (1) crear el marco legal y la infraestructura física para la represión de trabajadores en huelga y protestas de la juventud y (2) para debilitar a la clase obrera y aplacar los sentimientos en contra de las guerras enfrentando a unos trabajadores contra otros con base en razas y nacionalidades.

En Italia, el ministro del Interior, Matteo Salvini, ha pedido un registro nacional de toda la población de Roma. La demanda de la derecha de deportar a 500.000 inmigrantes ha generado una atmósfera en la que los ataques violentos contra los inmigrantes son frecuentes.

En Alemania, la canciller Angela Merkel está lidiando con llamados dentro de su propio partido y el neofascista Alternativa para Alemania (AfD) para llevar a cabo deportaciones masivas. El Gobierno francés restringió severamente el derecho de asilo en abril.

En todo el mundo, la intensificación de los ataques contra los inmigrantes se está produciendo en paralelo a una ola de huelgas y protestas de la clase obrera. Como escribió León Trotsky en su ensayo Nacionalismo y la vida económica de 1934, bajo el capitalismo, la clase gobernante busca “protegerse con una muralla aduanera y un seto de bayonetas”.

El Partido Socialista por la Igualdad hace un llamamiento a manifestarse y protestar en defensa de los derechos de los inmigrantes. Demandamos:

*La liberación inmediata de todos los niños detenidos en Estados Unidos, al igual que todos los inmigrantes detenidos en campos de internamiento y centros de detención en todo el mundo;

* La abolición de la Gestapo estadounidense: el Servicio de Inmigración y Control de Aduana (ICE) y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP);

* La no cooperación activa con la máquina de deportaciones;

*La amnistía inmediata para todos los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y garantías de su derecho a viajar y trabajar;

* La provisión de billones de dólares en servicios públicos y programas de entrenamiento laboral para todos los trabajadores, tanto inmigrantes como no. Hay suficiente riqueza y campo para todos.

La clase obrera debe hacer valer su poder social en la lucha por defender a los inmigrantes. Deben formarse comités en los lugares de trabajo y comunidades para defender a sus compañeros de trabajo y vecinos inmigrantes, y para prestar su apoyo y asistencia en resistir el terrorismo de la Gestapo estadounidense en los centros de trabajo y los vecindarios. El Gobierno no tiene ningún derecho para arrancar a los trabajadores de sus trabajos ni a seres amados de sus familias.

Esto solo es posible con base en una lucha revolucionaria contra el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2018)

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