Español
Perspectiva

Los campos de concentración en Estados Unidos

Un memorándum de la Armada estadounidense publicado el viernes devela que el Gobierno está planeando construir una red de campos de concentración “austeros” para 120.000 personas en distintos puntos de Estados Unidos. La propuesta marca un nuevo hito en el colapso de la democracia y la marcha hacia la dictadura.

El plan de la Armada involucra la instalación de dos campos masivos en California, cada uno para 47.000 personas, incluyendo uno en el área de la bahía de San Francisco y otro entre Los Ángeles y San Diego. Ambas zonas cuentan con grandes proporciones de obreros inmigrantes. Estos centros estarán lo suficientemente cerca a estas importantes ciudades para facilitar las deportaciones en masa y la interferencia militar en el Gobierno estatal.

El comunicado de la Armada ha sido en gran medida ignorado por la prensa corporativa. En los programas de entrevistas del domingo por la mañana, ninguno de los presentadores o políticos invitados, fueran demócratas o republicanos, menciono los planes militares. En cambio, se limitaron a hacer apelaciones hipócritas a favor de una expulsión “más humana” de los inmigrantes indocumentados.

Como otra muestra de desdeño hacia los principios constitucionales y a los debidos procesos legales, el presidente Donald Trump mantuvo su mugriento discurso de tinte fascista el domingo, tuiteando: “No podemos dejar que todas estas personas invadan nuestra Patria. Cuando alguien entra, debemos devolverlos inmediatamente, sin jueces ni Casos en Cortes. Nuestro sistema es una burla de una política migratoria buena y de la Ley y el Orden”.

Todavía hay 2.053 niños encerrados que fueron separados de sus padres. Los trabajadores sociales dicen que los niños inmigrantes se han vuelto “inquietantemente callados”, están “escuchando voces” y en su desesperación se aferran físicamente a cualquier adulto.

El Gobierno también anunció que los padres inmigrantes no podrán reunirse con sus hijos hasta que concluyan sus procedimientos de deportación, los cuales pueden extenderse por meses o incluso años. Si quisieran ver a sus hijos antes, tienen que abandonar sus solicitudes de asilo y regresar voluntariamente a la situación de persecución, violencia y guerra de donde arriesgaron sus vidas para escapar. Muchos padres ya fueron deportados y todavía no saben cómo contactar a sus hijos.

La respuesta del Partido Demócrata ha combinado indolencia e hipocresía pura. Los representantes demócratas han hecho declaración denunciando la política de separación de familias “cruel” e “inhumana”, adoptando una pose proinmigrante en vísperas de las elecciones legislativas del 2018. El New York Times intentó poner un velo sobre la responsabilidad de los demócratas en la ofensiva antiinmigrante con un editorial el domingo intitulado “Como el Partido Republicano construyó las jaulas de Donald Trump”.

El Times alega que, mientras que los republicanos “apelan a los impulsos más oscuros de su base de apoyo”, el Partido Demócrata, bajo el Gobierno de Barack Obama, “intentó una reforma”, lo que “enojo a los conservadores” cuando “se expandieron los aplazamientos de deportación”. Según el Times, son los republicanos los que han “hecho mucho para allanarles el camino al Sr. Trump y a sus políticas de inmigración”.

En realidad, Barack Obama deportó a 2,7 millones de personas, más que cualquier otro presidente. Su Gobierno expandió el muro fronterizo y construyó muchas prisiones con fines de lucro que actualmente albergan a niños inmigrantes, literalmente sentando las bases de la política actual de Trump.

La respuesta del senador Bernie Sanders ha sido particularmente significativa. El domingo en el programa “State of the Union” de CNN, Sanders expuso voluntariamente que había votado a favor de financiar el muro fronterizo de Trump.

Cuando le preguntaron directamente si estaba a favor de abolir el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), la agencia federal que preside el ataque propio de la Gestapo contra los inmigrantes, Sanders dio una respuesta deliberadamente imprecisa: “Creo que lo que necesitamos es crear políticas que aborden la inmigración de una manera racional… Lo que necesitamos es que Trump se siente con los miembros del Congreso y elabore un programa racional que trate seriamente este tema”.

Tal es su forma de capitular al programa antiinmigrante de Trump. Un plan “racional” para la inmigración, en los ojos de los demócratas y Sanders, es uno que encarcele y deporte a millones de inmigrantes, fortifique la frontera con tecnología militar y obligue a miles de refugiados que intentan escapar de la pobreza y la violencia a morir en el desierto. En un eufemismo para la aceleración de la máquina de deportaciones y la expansión de los poderes del ICE y las tropas de asalto de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).

La oposición al asalto de Trump contra los inmigrantes continúa aumentando y se han organizado manifestaciones en docenas de ciudades por todo el país para los próximos días y semanas. Esta oposición necesita un enfoque político claro y una política definida.

El ataque contra los inmigrantes tanto en EUA como internacionalmente debe ser reconocido como un esfuerzo enorme para hacer de los más oprimidos un chivo expiatorio que distraiga de la verdadera causa de la pobreza y la desigualdad: el sistema capitalista. La afirmación de que los inmigrantes son culpables de la caída en las condiciones de vida es una mentira.

Se debe reconocer que el Partido Demócrata no es menos responsable que el Republicano en el ataque contra los inmigrantes y la creciente amenaza que representa el ejército para los derechos democráticos. Los demócratas votaron de forma abrumadora la semana pasada a favor de un proyecto de ley de asignaciones para el ejército que aumenta su presupuesto $82 mil millones y le concede a Trump el poder de llevar a cabo un desfile militar en Washington DC.

Durante los primeros dos años del Gobierno de Trump, los demócratas han buscado descarrilar y disipar la oposición a las políticas antiinmigrantes de Trump, encauzándola detrás de su campaña militarista contra Rusia. Esto lo ha hecho atacando a cualquiera que critique a las agencias militares y de inteligencia que están encabezando dicha campaña.

La fuerza social que puede y debe detener esta marcha hacia la dictadura es la clase obrera, el blanco principal de la ofensiva contra los derechos democráticos. Por medio del Gobierno de Trump, el ejército está asegurándose un papel cada vez mayor en la política interna de EUA. Los ataques de Trump contra los inmigrantes le ofrecen al ejército una cubierta detrás de la cual puede preparar la infraestructura necesaria para reprimir severamente las protestas y la oposición a la guerra y la desigualdad.

La movilización de la clase obrera debe producirse en oposición al Partido Demócrata, a Sanders y a sus partidarios en los Socialistas Democráticos de América (DSA, por sus siglas en inglés), las otras organizaciones pseudoizquierdistas y los sindicatos. Exige además el establecimiento de comités comunitarios y de los centros de trabajo para organizar la resistencia entre familiares, vecinos, amigos y cotrabajadores cuando cualquier inmigrante esté bajo amenaza de ser deportado.

El Partido Socialista por la Igualdad demanda:

  • La liberación inmediata de todos los niños detenidos en Estados Unidos, al igual que todos los inmigrantes detenidos en campos y centros de detención en todo el mundo.
  • La volición de la Gestapo estadounidense: el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP)
  • La no cooperación activa con la máquina de deportación.
  • La amnistía inmediata para todos los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y el derecho garantizado a viajar y trabajar.
  • La provisión de billones de dólares en servicios públicos y programas de entrenamiento laboral para todos los trabajadores inmigrantes y no inmigrantes. Ha suficiente riqueza y espacio para todos.

Los socialistas rechazan la afirmación de que existe una forma “racional” para prevenir que las decenas de millones de personas que escapan de las guerras imperialistas y la pobreza puedan encontrar un refugio seguro. Constituye una contradicción fundamental del sistema capitalista que los trabajadores y pobres reciban palizas, encarcelamientos o mueran por el “crimen” de cruzar una frontera mientras que los especuladores de divisas, inversores bursátiles y ejecutivos corporativos puedan realizar sus estafas con un clic y a nivel global.

El socialismo y el nacionalismo son mutuamente excluyentes. La tarea revolucionaria de expropiar la riqueza de los ricos y colocar las fuerzas productivas mundiales al servicio de la clase obrera solo puede completarse por medio de la abolición de las fronteras y harmonizando el mapa político del mundo con el carácter internacional del proceso productivo.

Bajo el socialismo, la clase obrera tendrá tanto los recursos materiales como el derecho legal a viajar libremente a cualquier parte del mundo sin temer ser perseguidos, arrestados ni deportados. Es necesario unir a los trabajadores de todas las razas y nacionalidades en una lucha común internacional por la revolución socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de junio de 2018)

Loading