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Perspectiva

La vacante en la Corte Suprema expone la bancarrota del Partido Demócrata

La renuncia del magistrado de la Corte Suprema, Anthony Kennedy, la cual le permite a Trump seleccionar a otro juez y determinar la trayectoria del tribunal por muchos años más, ha expuesto la impotencia y bancarrota del Partido Demócrata.

Trump ha declarado que su nominación vendrá de una lista de 25 candidatos conformada durante la campaña presidencial del 2016 con la asistencia de la archirreaccionaria Sociedad Federalista. Cualquiera de ellos consolidará el poder de la extrema derecha sobre la corte, cumpliendo la promesa de Trump de fortalecer el poder ejecutivo y socavar o revertir fallos previos sobre derechos democráticos básicos.

Trump claramente se siente envalentonado por las últimas decisiones de la corte, incluyendo una que ratifica su veto racista a refugiados provenientes de países predominantemente musulmanes. A pesar de que el Gobierno se enfrenta a una oposición popular masiva, está tomando la ofensiva. Trump ha estado viajando por todo el país, amenazando a sus oponentes y buscando agitar a sus audiencias con una retórica de tendencia abiertamente fascista.

Por su parte, los demócratas exhiben cobardía e ineptitud. Ante la mínima señal de enojo popular contra Trump, los demócratas sacuden su índice y pronuncian sermones sobre “incivilidad”. Nada los asusta más que el surgimiento de un movimiento popular masivo contra el matón multimillonario que ocupa la Casa Blanca. Después de todo, ¿no es posible que tal movimiento no se oponga solo a Trump, sino a la élite política en su conjunto y a los intereses económicos que defiende?

Durante la campaña electoral del 2016 y en el año y medio desde la investidura de Trump, la oposición de los demócratas se ha enfocado obsesivamente en la presunta manipulación de las elecciones del 2016 por el fantasmal coco, Vladimir Putin. El objetivo real de esta campaña ha sido obligar que Trump adopte las políticas más agresivas contra Rusia que exigen aquellas facciones de la CIA y las otras agencias de inteligencia con las que está alineado el Partido Demócrata.

La otra gran preocupación de los demócratas ha sido la promoción de la política de identidades, la cual ha encontrado su expresión más viciosa en la cacería de brujas bajo la etiqueta #MeToo. Mientras que su tenaz preocupación con el sexo ha resonado en la acaudalada base de apoyo demócrata de clase media-alta, no lo ha hecho en las masas obreras, cuyos principales agravios están arraigados en su posición de clase en la sociedad capitalista, en vez de su género, origen étnico u orientación sexual.

Contra el trasfondo de una explosión de la desigualdad social, la encarcelación masiva de inmigrantes en campos de detención y la inminente escalada de ataques contra los derechos democráticos (incluso el derecho al aborto) y el cercano giro de la Corte Suprema aún más hacia la derecha, la impotencia política del Partido Demócrata y la bancarrota de su estrategia simulada “anti-Trump” está siendo plenamente expuesta.

En su principal editorial el jueves, el New York Times expresó la desmoralización política de los demócratas. En un intento patético para darle vueltas al asunto de la jubilación de Kennedy, los editores escriben: “Si los últimos días no han desalentado lo suficiente a los que creían que la Corte Suprema aún podía representar una defensa para la libertad reproductiva y los derechos igualitarios para todos los estadounidenses, un freno para el poder presidencial, un sistema de justicia criminal más humano y mucho más, el miércoles por la tarde significó un golpe de gracia”. Tras la ida de Kennedy, “es muy probable que la corte mantenga una mayoría inmoderada y fuertemente derechista por la mayor parte del resto de nuestras vidas”.

La solución del Times es la misma que ha propuesto innumerables veces: voten por los demócratas en noviembre. “Para aquellos que ven con miedo al futuro después del miércoles, no hay respuestas fáciles —pero, hay un deber claro—. No subestimen por un momento la importancia de salir y votar en noviembre”.

La afirmación de que votar por los demócratas hará algo para alterar la trayectoria de la política burguesa es desmentida por la historia. En el 2006, ante un crecimiento del odio hacia el Gobierno de Bush, los demócratas obtuvieron mayorías en ambas cámaras del Congreso. En el 2008, ganaron la Presidencia y expandieron su mayoría en el Congreso.

Lo que siguió fue la continuación y expansión de las políticas reaccionarias de Bush. El Gobierno de Obama rescató a los bancos y aseguró la continua erosión de los niveles de vida de la clase obrera. Su política insignia dentro del país, la Ley de Cuidado de Salud Asequible, conocida como Obamacare, ha aumentado los costos de salud para los trabajadores. La desigualdad social aumentó a niveles no vistos desde la Gran Depresión en los años treinta.

A nivel internacional, su Gobierno continuó las guerras en Afganistán e Irak, mientras que lanzó una nueva guerra en Libia y organizó la guerra civil patrocinada por la CIA en Siria. Su repudio de los principios democráticos se encarnó en la afirmación de que el presidente tiene el poder para asesinar a cualquiera, incluyendo a ciudadanos estadounidenses, sin un proceso legal debido.

El Partido Demócrata es un partido de mentiras y cinismo, de millonarios y milmillonarios, cuyo máximo temor es una explosión social en EUA, la cual no solo impactaría negativamente los valores bursátiles, sino que atentaría contra el sistema capitalista en su conjunto. Debido a esto, es incapaz de defender los derechos democráticos, incluido el derecho al aborto y el matrimonio gay.

En su camuflaje político, los demócratas cuentan con la ayuda de organizaciones de la clase media-alta, los partidos de la pseudoizquierda. La política de las identidades raciales, de género e identidad sexual, la especialización de estos grupos, está inextricablemente ligada a conflictos por puestos dentro de corporaciones, universidades, sindicatos y el aparato estatal. Los intereses que representan son distintos y hostiles hacia los de la clase trabajadora.

La campaña de Alexandria Ocasio-Cortez de los Socialistas Democráticos de América (DSA, por sus siglas en inglés), que derrotó el martes a Joseph Crowley en las primarias neoyorquinas para el Congreso, demuestra el papel desempeñado por la pseudoizquierda. Mientras que explotó el descontento social para derrotar a Crowley, el demócrata de cuarto mayor rango en la Cámara de Representantes, Ocasio-Cortez ha tomado pasos rápidamente para enseñar sus credenciales afines a la élite política y demostrar que, al final de cuentas, no es más que una política burguesa corriente.

No hay indicios de demandas socialistas auténticas en el programa del DSA y sus aliados en la Organización Internacional Socialista (ISO, por sus siglas en inglés) y otros partidos similares pseudoizquierdistas. No mencionan ninguna lucha por la democracia en las fábricas y los lugares de trabajo, la cual no es posible sin acabar con la dictadura económica de las corporaciones y los todopoderosos inversores de Wall Street y el establecimiento del control obrero sobre la vida económica. No dicen nada sobre la lucha por redistribuir la riqueza en los intereses de la clase trabajadora. De hecho, prácticamente ignoran sus necesidades básicas, como garantizar trabajos, aumentar los salarios, cancelar la deuda estudiantil y proveer un cuidado de salud gratis y universal. Se abstienen a luchar contra el militarismo imperialista o, en el caso de la ISO, dan racionalizaciones deshonestas para apoyar las operaciones militares estadounidenses.

Se deben extraer conclusiones políticas urgentes. El conflicto entre Trump y los demócratas es una riña entre dos facciones reaccionarias de la élite gobernante. Un movimiento genuinamente opuesto a Trump debe venir desde abajo, desde las amplias masas de la población excluidas completamente de la vida política, la clase obrera. Tal movimiento debe enfrentarse a toda asociación con el Partido Demócrata y sus operadores como el más grave peligro político.

Este año ha sido testigo de significativas expresiones iniciales de luchas de clase obreras que se han desarrollado de forma independiente y en oposición a los sindicatos corporativistas alineados con el Partido Demócrata. Estas luchas deben crecer y se deben construir nuevas organizaciones, especialmente comités de base en toda fábrica y centro de trabajo, para unir cada lucha y dirigirla en contra del aparato estatal en su conjunto y el sistema capitalista que defiende.

Debe impulsarse sistemáticamente el desarrollo de una dirección política socialista en cada sección de la clase obrera. La defensa de los trabajadores inmigrantes debe basarse en un entendimiento de que el ataque contra los inmigrantes constituye un ataque contra todos los trabajadores, y que los métodos policiales-estatales de gobierno siendo implementados tendrán como blanco cualquier oposición a las políticas de la clase gobernante. Es solo en la clase obrera que la defensa de los derechos democráticos, incluyendo la oposición al racismo y a los ataques contra el derecho al aborto, deben echar raíces sociales reales y sólidas.

El Partido Socialista por la Igualdad está encabezando la lucha por armar el movimiento objetivo de la clase obrera en marcha con una perspectiva inflexiblemente revolucionaria. En las elecciones del 2018, el PSI está presentando a Niles Niemuth como candidato en el 12º distrito congresional en Michigan. En esta campaña y en todo su trabajo político, el PSI avanza un programa socialista en lucha por un Gobierno obrero para asegurar los derechos de la clase obrera, expropiar la riqueza de la oligarquía financiera, transformar a los gigantescos bancos y corporaciones en utilidades públicas y establecer el control obrero sobre los centros de trabajo y el proceso de producción en general.

Solo un movimiento como este es capaz de luchar contra Trump, ponerle un alto a esta ofensiva derechista y avanzar los intereses de la clase obrera.

Urgimos a todos aquellos que busquen seriamente derrotar al trumpismo, defender los derechos democráticos, oponerse a la guerra y acabar con el dominio capitalista a contactar y unirse al Partido Socialista por la Igualdad. Para más información sobre unirse al PSI, haga clic aquí .

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de junio de 2018)

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