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El vicepresidente Pence amenaza a inmigrantes, Assange y Venezuela en viaje a Latinoamérica

La semana pasada, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, visitó América del Sur y Central para demandarles a los Gobiernos latinoamericanos que respalden los esfuerzos de Washington para endurecer su control sobre la región.

Anunciando una escalada en el asalto contra los derechos democráticos y sociales, Pence negoció con Ecuador la expulsión de Julian Assange de la embajada de Quito en Londres. También coordinó con Brasil y Ecuador la intensificación de la intervención estadounidense en la crisis venezolana y presionó a los Gobiernos centroamericanos a reforzar sus fuerzas armadas para prevenir que los inmigrantes intenten escapar de las condiciones sociales críticas en sus países de origen.

El jueves, Pence se detuvo en Quito, Ecuador, convirtiéndose en el oficial estadounidense de mayor rango en visitar el país durante las últimas tres décadas. Dado que el Gobierno del presidente Lenín Moreno ha buscado un acercamiento con Washington, un grupo de diez senadores demócratas le envió una carta a Pence antes de su viaje instándolo a forzar la expulsión de Julian Assange, el editor de WikiLeaks.

La Casa Blanca anunció que Pence y Moreno “acordaron permanecer en estrecha coordinación sobre potenciales pasos próximos hacia adelante”. Este anuncio conlleva la inminente posibilidad de una cobarde revocación del asilo de Assange y su posible extradición a EUA, donde se enfrenta a una pena de muerte por cargos de espionaje, después de que hiciera públicos miles de archivos filtrados exponiendo los crímenes de guerra y las intrigas diplomáticas de Estados Unidos por todo el mundo.

El vicepresidente se encaró ecos de las protestas en EUA por el tormento al que el Gobierno a sometido a los refugiados. Arthur Virgilio Neto, el alcalde de Manaos del derechista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), decidió no darle la bienvenida a Pence, quien realizó un ardid publicitario visitando un centro para refugiados venezolanos. Neto le urgió “vuelva a casa”, tuiteando, “No intente aleccionarme sobre la solidaridad. Los mexicanos pueden hablar sobre el trato que su país les da”.

El jueves, tuvieron que cancelar planes para una visita de Pence a refugios para los supervivientes de la mortal erupción del Volcán del Fuego ocurrida el mes pasado en Guatemala, debido a temores de condenas públicas contra las políticas antiinmigrantes de Estados Unidos.

Durante la rueda de prensa conjunta con el presidente brasileño, Michel Temer, Pence indicó que EUA le donaría a Brasil $1,2 millones para los 50.000 venezolanos que han escapado de ahí, como parte de un desembolso miserable de $10 millones para Gobiernos regionales que tratan con los 1,5 millones de venezolanos que dejaron el país.

En los últimos cinco años, la economía venezolana se ha reducido un 45 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional. Durante este periodo, la pobreza aumentó de 48 a 87 por ciento, de acuerdo con una encuesta realizada el año pasado por universidades venezolanas. Sesenta y cuatro por ciento de los entrevistados respondió que habían perdido por lo menos 11 kilos en el 2017, mientras que las medicinas y la atención médica son severamente escasas.

En vez de coordinar la producción y los servicios para proveer comida, medicinas y los servicios urgentemente necesitados por los venezolanos, Washington ha profundizado sus sanciones sobre la línea de vida del país, las compañías petroleras estatales, y ha encabezado esfuerzos internacionales para aislar aún más al país, económica y políticamente.

Pence felicitó a Temer —el presidente menos popular en la historia de Brasil— por sus esfuerzos para expulsar a Venezuela de la organización comercial Mercosur y suspender a Venezuela de la Organización de los Estados Americanos. Luego, hizo el mismo llamado en Brasil y Ecuador: “Pero ahora es momento para acciones más fuertes” para “aislar” a Venezuela.

El excomandante de las fuerzas militares de EUA en Europa, James Stavridis, quien fue un candidato potencial para vicepresidente junto a Hillary Clinton y un nominado para secretario de Estado bajo Trump, escribió una opinión en Bloomberg el 23 de mayo, llamando a realizar preparativos para una intervención militar estadounidense en el contexto de una guerra civil para derrocar al Gobierno de Maduro. Otros altos oficiales activos y jubilados de EUA han dejado en claro el objetivo de obligar a facciones de las fuerzas armadas y la élite gobernante venezolana a deponer a Maduro.

Estas políticas que buscan profundizar deliberadamente la crisis en Venezuela y preparar una intervención directa exponen el nivel de cinismo de Pence cuando le ordenó a los centroamericanos: “Al igual que Estados Unidos respeta sus fronteras y su soberanía, insistimos en que respeten las nuestras”.

Más allá, Pence presumió sobre invertir $2,6 mil millones en los últimos cuatro años en Guatemala, Honduras y El Salvador —el Triángulo Norte de América Central— principalmente en la expansión de las fuerzas armadas. Les manifestó a los centroamericanos que buscan escapar sus desesperadas condiciones, “no vengan del todo… tengan confianza en que sus vecinos en Estados Unidos y por todo el Nuevo Mundo están trabajando juntos para asegurar un mejor futuro”.

Hablando en Guatemala el jueves, esencialmente criminalizó a todos los refugiados. “Este éxodo tiene que terminar. Es una amenaza para nuestra seguridad”, dijo, llamando a los Gobiernos del Triángulo Norte a adoptar una estrategia de ley y orden para desmantelar las organizaciones criminales y prevenir que los refugiados dejen dichos países. Como respuesta, los tres serviles Gobiernos del Triángulo Norte, incluyendo el salvadoreño dirigido por el ex movimiento guerrillero nacionalista radical, el FMLN, prometieron mayores esfuerzos para acorralar a futuros inmigrantes.

La violencia y las otras condiciones sociales de las que buscan escapar los inmigrantes son el resultado de más de un siglo de explotación imperialista estadounidense de los trabajadores, campesinos y recursos de la región, incluyendo a través del respaldo a dictaduras militares derechistas y la creación de escuadrones de la muerte en los años ochenta para matar y desaparecer a cientos de miles.

No solo fueron establecidas importantes redes de narcotráfico durante este periodo bajo la supervisión de la CIA, sino que los Gobiernos de Clinton y George W. Bush realizaron deportaciones masivas de miembros de pandillas en EUA a estas sociedades devastadas, creando así las condiciones para los niveles actuales de crimen organizado y violencia vinculados al Estado.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de julio de 2018)

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