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Perspectiva

Diez años después del derrumbe de Wall Street, recompras de acciones y fusiones récord

Una década tras el colapso financiero del 2008, la economía estadounidense es más dependiente que nunca de los precios bursátiles inflados y de la manipulación financiera. El enriquecimiento de la oligarquía financiera con base en el parasitismo y el fraude ha sido facilitado por las acciones gubernamentales, primero bajo Obama y ahora bajo Trump.

El 28 de junio, la Reserva Federal de EUA anunció que los seis mayores bancos en el país —JP Morgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley— superaron sus “pruebas de tensión”, diseñadas para evaluar la estabilidad de los bancos en tiempos de crisis financiera. Dada esta decisión, la Reserva Federal le dio a estos gigantes de Wall Street la luz verde para realizar $125 mil millones en recompras de acciones y aumentar los dividendos para sus accionistas.

El martes, el Wall Street Journal reporta que, antes de emitir los resultados de las pruebas, la Reserva Federal advirtió por primera vez a Goldman Sachs y Morgan Stanley de que iban a fallar sus pruebas y les ofreció un acuerdo para evitarlo para que pudieran continuar sus multimillonarios pagos para sus grandes inversores.

Según estimados de las Naciones Unidas y el Instituto Guttmacher, $125 mil millones serían suficientes para la provisión de educación para cada niño en el mundo que no recibe clases ($26 mil millones), la alimentación de 815 millones de personas con hambre crónica ($30 mil millones), la provisión de cuidado maternal y prenatal para cada madre en países en desarrollo ($13 mil millones), la prevención de 4 millones de muertes por malario a través de vacunas y tratamiento ($6 mil millones) y $50 mil millones para darle techo a todas las personas en EUA sin vivienda, la reconstrucción del sistema de aguas de Flint, Michigan y la restauración de los fondos presupuestarios para las artes.

El día antes del anuncio de la Reserva Federal, el 27 de junio, el Departamento de Justicia de EUA aprobó una oferta de $71 mil millones de Disney para la compra de 21st Century Fox. La compañía que resultaría de tal adquisición controlaría el 50 por ciento de los ingresos taquilleros, según el New York Times. La Asociación Estadounidense de Escritores estima que controlará el 30 por ciento de la programación televisiva con guiones en EUA.

Este es tan solo el más reciente episodio de la concentración cada vez más rápida de poder económico en pocas manos. La fusión de Disney y Fox se produce después de la fusión de $85 mil millones entre AT&T y Time Warner, la cual creó un monstruoso conglomerado de comunicaciones y entretenimiento que controla gran parte de la infraestructura moderna de telecomunicaciones y el contenido producido por la televisión y los estudios de filme. Esta fusión, denominada “vertical”, desatará una batalla entre megamonopolios como Google, Facebook, Netflix y Amazon para unirse con otras empresas de telecomunicaciones para consolidar todo el entretenimiento, noticias y medios de distribución en manos de un puñado de corporaciones gigantes.

Uno de los resultados de esta ola de fusiones es el brutal recorte de costos, reducción de tamaño y eliminación de decenas de miles de trabajos. Se estima que una fusión que todavía está pendiente entre T-Mobile y Sprint, el tercer y cuarto proveedor inalámbrico más grande en EUA, reduzca 20 mil puestos de trabajo.

Tanto las recompras de acciones como las fusiones y adquisiciones están llegando a nuevas alturas. El primer trimestre del 2018 fue testigo de un récord en la recompra de acciones, alcanzando $242,1 mil millones. No obstante, el número se redujo ante la oleada de recompras en el segundo trimestre de $433,6 mil millones. Es probable que las recompras superen el $1 billón.

Figura 1: Curva de recompras y dividendos de las compañías en el índice S&P alcanzan récord (en miles de millones de dólares)

El año pasado fue el año con más fusiones y adquisiciones, mientras que el primer trimestre del 2018 vio el mayor valor total de fusiones y adquisiciones en EUA, de un total de $1,2 billones.

La recompra de acciones es un mecanismo financiero parasítico. Toman dinero de inversiones productivas y creadoras de trabajo, sea en fábricas, escuelas, caminos, investigación y desarrollo, y la emplea para inflar los precios de sus acciones bursátiles. En un grado sin precedentes, la economía entera permite a los oligarcas milmillonarios comprar más y mayores yates, mansiones, jets privados y lujos inservibles en los que se preocupan.

Los cientos de miles de millones de ganancias de las corporaciones provenientes del recorte a los impuestos para los ricos promulgado por Trump han terminado en este frenesí de recompras de acciones, aumentos a los dividendos, fusiones y adquisiciones. Las políticas del Gobierno y los partidos de las grandes empresas, ambos controlados por la oligarquía, están facilitando el saqueo de la sociedad.

Figura 2: Formación de capital (azul) y recompras de acciones netas (verde)

Un gráfico de Deloitte, publicado como figura 2, muestra que desde los años ochenta la economía estadounidense ha tendido a perder formación de capital, mientras que las recompras bursátiles se han expandido. Mientras que los datos dan muestra de la volatilidad de este proceso, la tendencia es clara. El giro hacia darles regalías a los accionistas a expensas de las inversiones productivas está estrechamente vinculado con una caída económica general de EUA, su creciente financiarización y el asalto sobre la clase obrera.

Durante la última década, fueron recortados servicios sociales vitales y desfinanciados a niveles deplorables, mientras que los servicios sociales como la educación han sido cada vez más privatizados.

El presupuesto del 2019 del Gobierno de Trump recortará el gasto en el Departamento de Educación en $3,7 mil millones, en el Departamento de Vivienda $6,8 mil millones y la Agencia de Protección Ambiental perderá $2,8 mil millones o 25 por ciento. Reducirá los programas de cupones de alimentos y asistencia federal para vivienda en otro 25 por ciento y el seguro médico Medicare tendrá un 7,1 por ciento menos de recursos. Al mismo tiempo, el gasto militar será aumentado masivamente, con ambos partidos votando abrumadoramente a favor de un presupuesto del Pentágono récord de $695 mil millones para este año.

Mientras que el valor del mercado bursátil se ha multiplicado cuatro veces durante la última década, bajo Obama y Trump, la participación de los trabajadores en el producto interno bruto ha caído marcadamente y se ha mantenido abajo. La caída en esta proporción de la riqueza afecta en mayor medida a los sectores más vulnerables de la clase obrera, algo evidenciado por la creciente crisis de opiáceos (con 116 personas muriendo cada día), caídas en la esperanza de vida en el 2016 y 2017 y un aumento del 25 por ciento en la tasa de suicidios durante los últimos 17 años.

Figura 3: Brecha de riqueza, precios bursátiles aumentan (azul) mientras se estanca el ingreso empresarial (blanco)

En el 2008, la oligarquía financiera sumió al país en su peor recesión desde la década de 1930. Millones perdieron sus empleos, hogares y ahorros de vida.

El enfoque de la política económica y social del Gobierno fue permitir que los ricos y superricos recuperaran sus pérdidas y se enriquecieran más. Asimismo, se llevaron a cabo rescates financieros de billones de dólares del bolsillo de los contribuyentes, se impusieron tasas de intereses ultrabajas y se realizaron operaciones de impresión de dinero conocidas como “expansión cuantitativa”. La otra cara de este proceso fueron las medidas de austeridad y recortes salariales brutales contra la clase trabajadora.

Estas políticas no han resuelto ninguno de los problemas económicos subyacentes; tan solo los han exacerbado. Como lo sugiere un artículo reciente de CNBC, intitulado “La recompra de acciones de las compañías es lo único que mantiene el mercado bursátil a flote en este momento”, estas medidas han sentado la base para una crisis todavía más profunda del sistema capitalista.

No puede haber ninguna resolución de ningún problema social que confronta a la población en Estados Unidos o internacionalmente fuera de un asalto frontal contra la riqueza de la élite financiera. Ese es el cáncer de la raza humana, infectado cada entidad gobernante e institución estatal. El sistema político está controlado por esta capa social, la cual utiliza una porción de su botín para sobornar a políticos y oficiales gubernamentales, sean demócratas o republicanos.

Si la última década ha demostrado algo, es que la clase gobernante no tiene ninguna solución para la crisis del capitalismo. Todo lo que ha hecho tan solo ha preparado nuevos desastres. La clase obrera debe avanzar su propia respuesta revolucionaria.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de julio de 2018)

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