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Perspectiva

Tres años después del referéndum de Syriza sobre la austeridad de la UE en Grecia

El jueves marcó el tercer aniversario del referéndum sobre la continuación de las medidas de austeridad de la Unión Europea (UE) convocado en Grecia por el Gobierno de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza, por sus siglas en griego). La decisión de Syriza de pisotear el abrumador voto de “No” de millones de trabajadores griegos fue una experiencia estratégica para la clase obrera, cuya importancia internacional solo puede seguir creciendo a medida que sectores cada vez más amplios de trabajadores por toda Europa y el mundo están entrando en lucha contra la austeridad capitalista.

Syriza llegó al poder en enero del 2015, después de un año de huelgas del sector público, estibadores y trabajadores de televisión, junto a protestas masivas estudiantiles, en oposición a los recortes de la Unión Europea que habían disminuido los niveles de vida en más de 30 por ciento desde el derrumbe de Wall Street del 2008.

Syriza había prometido deshacerse del Memorándum de austeridad con la UE, renegociar las relaciones con la UE y mejorar los niveles de vida de la población dentro del marco de la UE y el capitalismo. Seis meses después, esta perspectiva había fracasado. Se enfrentó a demandas de la UE de llevar a cabo recortes profundos o perder el acceso al crédito, lo que hubiera dejado a Grecia en la bancarrota. El primer ministro, Alexis Tsipras, convocó un referéndum sobre la austeridad de la UE el 5 de julio del 2015.

Los eventos que trascendieron dieron la amarga lección de que el único camino al frente para la clase obrera es una lucha revolucionaria y socialista por el poder. Expuso de forma comprensiva la brecha de clase que separa a los trabajadores de una capa entera de partidos en quiebra y antimarxistas a nivel internacional como Syriza, basados en las secciones adineradas de la clase media y arraigados teóricamente en el posmodernismo y la política de identidades de género y raciales.

La clase obrera dejó en claro en el referéndum que estaba lista para luchar. Desafío el bombardeo de propaganda en los medios a favor del “Sí”, que alegaba que un voto contra los rescates bancarios de la UE produciría una catástrofe intolerable: la bancarrota del Estado y los bancos y la expulsión griega de la zona del euro. Pese a estas amenazas, más del 61 por ciento votó “No” a la austeridad.

Sin embargo, Syriza respondió traicionando su propio referéndum. Tsipras anunció que no rompería con la UE y que se reuniría con otros partidos proausteridad, el socialdemócrata PASOK y el derechista Nueva Democracia. Menos de una semana después, firmaría el proyecto de ley que imponía €13 mil millones en recortes a las pensiones, salarios y financiamiento en salud y privatizaba puertos y aeropuertos por todo el país.

La clase obrera se encontró en una trampa política colocada por la pseudoizquierda. Tras elegir a un partido que afirmaba ser de “izquierda”, se enfrentó a un Gobierno determinado a imponer políticas derechistas de austeridad, ataques contra los derechos democráticos y apoyo a las guerras encabezadas por el imperialismo.

El referéndum estaba basado en mentiras. Tsipras decía que su intención era obtener un voto del “No” para mejorar su apalancamiento en las negociaciones contra la UE: “Nuestro objetivo para este referéndum es que sea seguido por negociaciones para las cuales estaremos mejor armados”.

De hecho, cuando Tsipras comenzó a imponer las medidas draconianas de austeridad, los simpatizantes de Syriza a nivel internacional admitieron que todo había sido un truco cínico.

Tariq Ali, el aliado pablista británico de Podemos en España y el Nuevo Partido Anticapitalista en Francia, escribió: “Ya no es un secreto aquí de que Tsipras y su círculo íntimo esperaban una victoria del ‘Sí’ o una victoria estrecha del ‘No’.… ¿Por qué es que Tsipras celebró un referéndum del todo? ‘Él es tan intransigente e ideológico’, se había quejado Merkel ante sus asesores. Si tan solo ese fuera el caso. Fue un riesgo calculado. Pensó que el ‘Sì’ ganaría y planeo renunciar y dejar que los títeres de la UE gobernaran”.

El ministro de Hacienda de Syriza, Yanis Varoufakis, quien señaló durante la campaña del referéndum que renunciaría felizmente si ganaba el “Sí”, describe en su reciente libro Adultos en el cuarto cómo se desató el horror y el enojo en Syriza la noche de su supuesta victoria en el referéndum.

Cuando caminaba a la residencia Maximos del primer ministro esa noche, escribe Varoufakis, “Maximos se sentía tan frío como una Morgue y tan alegre como un cementerio”. Se reunió con Tsipras, quien se refirió a ejecuciones previas de políticos griegos. Según Varoufakis, Tsipras le advirtió que “podría ocurrir algo como un golpe, diciéndome que el presidente de la República, Sournaras, los servicios de inteligencia y miembros de nuestro Gobierno se encontraban en un ‘estado de alerta’”.

Ante esta reaccionaria amenaza —de que, si no imponía los dictados de la UE, secciones de su propio Gobierno se atrincherarían detrás del primer golpe militar en Grecia desde el levantamiento militar respaldado por la CIA en 1967 que instaló una junta de tinte fascista—, Tsipras trazó un curso proausteridad.

Esta traición histórica confirmó las advertencias hechas por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) incluso antes de que Syriza llegara al poder. Solo el CICI advirtió de que Syriza era una fuerza fuertemente hostil hacia los trabajadores. Su evaluación se basó en lecciones de clase extraídas de décadas de lucha trotskista contra los partidos estalinistas y los grupos capitalistas de Estado como la Organización Internacional Socialista (ISO, por sus siglas en inglés) estadounidense, cuyos representantes griegos se integraron completamente a Syriza, un partido que describieron políticamente como “irremplazable” y como una “condición previa…para la victoria final de toda la izquierda y nuestro pueblo”.

Al tomar Tsipras el poder, el CICI escribió: “Para los trabajadores, pese a su disfraz izquierdista, Syriza es un partido burgués cuyo cimiento es la clase media adinerada. Las medidas que proyecta han sido elaboradas por la burocracia sindical y por catedráticos, profesionales y empleados del Parlamento con el fin de defender sus privilegios y preservar el existente andamiaje social”.

Mientras que las organizaciones pseudoizquierdistas de todo el mundo alababan la decisión de Tsipras de convocar el referéndum, presentándola como una confirmación de que él y Syriza iban a librar una lucha, el World Socialist Web Site advirtió en una declaración el 27 de junio del 2015 que era un “fraude reaccionario diseñado para proveer una fachada de legitimidad democrática al saqueo de Grecia por parte de los bancos a expensas de la clase trabajadora y amplias secciones de la clase media”.

No hay que cambiar ni una sola palabra. Desde entonces, Syriza ha perseguido un curso plenamente derechista, imponiendo decenas de miles de millones de euros en recortes sociales y ventas de armas a Arabia Saudita para su sangrienta guerra respaldada por EUA en Yemen. No solo aprobó las leyes de la UE que buscan prevenir que los trabajadores realicen huelgas, sino que también ha establecido campos de prisión en los “puntos de acceso” donde somete a condiciones horrendas a miles de refugiados intentan cruzar para escapar de las guerras en Siria e Irak.

Al celebrar a Syriza, los partidos pseudoizquierdistas mostraron que ellos mismos llevarían a cabo políticas similares. De hecho, el aliado más cercano de Syriza, Podemos, es ahora el principal soporte del Gobierno minoritario socialdemócrata en España que continúa las políticas de austeridad, el incremento militar y la encarcelación de los prisioneros políticos catalanes del Gobierno derechista español que lo antecedió.

Al advertirle a los trabajadores griegos sobre Syriza, el CICI luchó por la construcción de una alternativa revolucionaria. La experiencia de Syriza subrayó que solo un retorno a las tradiciones del Partido Bolchevique y de la revolución de octubre de 1917 puede proveer una estrategia viable para la clase obrera. En su declaración, “Las lecciones políticas de la traición de Syriza en Grecia”, reafirmó:

La clase trabajadora… no puede defenderse a sí misma eligiendo nuevos gobiernos capitalistas de “izquierda”.

El único camino a seguir es por medio de una política genuinamente revolucionaria que movilice a la clase trabajadora a la lucha en Grecia y en el mundo. Esto exige un asalto directo a la clase capitalista, la confiscación de su riqueza, la posesión de los principales bancos y las fuerzas productivas, para así colocarlos bajo el control democrático del pueblo trabajador y la creación de estados obreros en toda Europa y el mundo. Tales luchas requieren la construcción de partidos marxistas que otorguen el liderazgo político a la clase trabajadora, en una lucha implacable contra partidos como Syriza.

Esta es la lección más fundamental de la experiencia de Syriza. Pese al grado de criminalidad política del historial de Syriza, sigue siendo un modelo para un conjunto de organizaciones pseudoizquierdistas en Europa, EUA e internacionalmente, que solo esperan ser llamados por la clase gobernante capitalista para realizar traiciones similares.

La única salida es construir auténticos partidos revolucionarios marxistas que provean una dirección política para la clase obrera en una lucha inflexible contra partidos pseudoizquierdistas como Syriza. La tarea ahora es construir secciones del CICI en Grecia, en toda Europa e internacionalmente.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de julio de 2018)

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