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Los demócratas prometen votar contra su propio proyecto de ley sobre abolición de ICE

El 12 de julio, tres diputados demócratas, Mark Pocan de Wisconsin, Parmila Jayapal de Washington y Adriano Espaillat de Nueva York, presentaron un proyecto de ley para derogar formalmente el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). En 48 horas, el proyecto de ley fue expuesto como una maniobra cínica y fraudulenta cuando el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, detectó el farol de los demócratas y anunció que lo pondría a votación a fines de este mes.

La respuesta de los demócratas fue declarar que votarían "no" en su propio proyecto de ley. El Caucus Hispano del Congreso, el cual previamente se había negado a tomar una posición sobre el proyecto de ley, se unió al declarar que sus miembros votarían en contra de la legislación.

En una declaración conjunta, los tres legisladores que presentaron el proyecto de ley trataron de explicar su versión extraoficial, escribiendo: "Sabemos que el presidente [de la Cámara de Representantes Paul] Ryan no toma verdaderamente en serio la aprobación de nuestra ‘Ley para el establecimiento de un sistema humano de aplicación de inmigración'. Por lo tanto, los miembros de los grupos de presión del Congreso y las comunidades impactadas no se involucrarán en este truco político". En cambio, declararon que utilizarían la votación de la Cámara de Representantes sobre el proyecto de ley para "forzar una conversación urgente y necesaria en el Parlamento".

Esta explicación es sumamente absurda. Si los demócratas hablaran en serio sobre el propósito aparente de su proyecto de ley, no habría nada que les impida organizar su bancada en la Cámara de Representantes para obtener el mayor voto posible a su favor y al mismo tiempo denunciar a los republicanos por llevar a cabo una maniobra deshonesta y por continuar apoyando a la Gestapo de la inmigración conocida oficialmente como ICE.

Pero, de hecho, los demócratas nunca tuvieron la intención de abolir ICE, a pesar de que su llamada "abolición" se limitara a cambiar el nombre de la agencia y seguirle permitiendo la persecución, encarcelación, deportación y asesinato de trabajadores y jóvenes inmigrantes. Esto, después de todo, es lo que hicieron las agencias de inmigración de los Estados Unidos bajo las Administraciones demócratas que precedieron a Trump.

Bajo la Administración de Obama, 2,7 millones de inmigrantes fueron deportados, más que todos sus predecesores combinados, lo que le valió a Obama el sobrenombre de "deportador en jefe". En 2006, los dirigentes demócratas, incluidos Obama, Hillary Clinton, Chuck Schumer, Joe Biden y Dianne Feinstein, apoyaron la Ley de la Valla Segura, la cual autorizó la construcción de más de 965 km de vallas en la frontera entre México y los Estados Unidos.

Bernie Sanders también ha respaldado el ataque a los inmigrantes, afirmando en enero: "No creo que haya nadie que no esté de acuerdo en que necesitamos una seguridad fronteriza sólida. Si el presidente quiere trabajar con nosotros para asegurarse de que tengamos una sólida seguridad fronteriza, hagámoslo".

Como uno de los patrocinadores del proyecto de ley, el diputado de Nueva York, Adriano Espaillat, explicó: "Queremos hacer cumplir las leyes de inmigración, pero con un corazón".

Otro de los patrocinadores, Mark Pocan, dijo en una conferencia de prensa reciente que su objetivo era renovar el aparato de inmigración y de fronteras para hacerlo más efectivo. "En este momento", dijo, "ICE está siendo mal usado por el presidente de una manera que lo hace incapaz de funcionar como lo necesita". Recalcó que se oponía a la apertura de las fronteras.

Alexandria Ocasio-Cortez, quien forma parte de los Socialistas Democráticos de América (DSA, por sus siglas en inglés), quien recientemente ganó en las primarias demócratas por el escaño de la Cámara de Representantes en un distrito congresional de Nueva York, colocó la demanda de abolir ICE en el centro de su campaña. Pero en una entrevista con CNN el día después de su victoria, comenzó a diluir su demanda y declaró: "Debemos asegurarnos de que nuestras fronteras estén seguras".

Una minoría de demócratas vio la adopción de la consigna popular "abolir ICE" como una forma libre de riesgo para presentarse como de "izquierda", particularmente entre los votantes hispanos, mientras que en la práctica continúa permitiendo a Trump librar su guerra contra los inmigrantes. Sabían que su proyecto de ley anti-ICE nunca sería aprobado en una cámara baja controlada por los republicanos, y mucho menos en la cámara alta o por Trump.

Por el contrario, asumieron que los diputados republicanos evitarían que el proyecto de ley se presentara a votación. Sin embargo, la dirección demócrata del Congreso dejó en claro que se oponía incluso al proyecto desdentado presentado por Pocan, Jayapal y Espaillat.

Cuando McCarthy anunció que presentaría el proyecto de ley para una votación, los demócratas evidentemente entraron en pánico, aterrorizados de emitir un voto para abolir el ICE y luego ser ridiculizados por los republicanos como defensores de las fronteras abiertas y cómplices de "pandillas" de inmigrantes y "violadores".

Además, los demócratas tienen un temor mortal de un crecimiento de la oposición social a las políticas de la clase dominante y están decididos a hacer todo lo posible para contenerla. Lo último que quieren es provocar inadvertidamente protestas masivas en torno a la demanda para abolir ICE y el resto del aparato represivo antiinmigrante.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de julio de 2018)

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