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Mientras que UPS y las compañías de telecomunicaciones y siderúrgicas exigen una congelación salarial

Los trabajadores en los Estados Unidos se enfrentan a crecientes batallas de clase

Se avecina un gran conflicto entre los trabajadores y las corporaciones en los Estados Unidos, con los empleadores resistiendo las demandas de aumentos salariales significativos a pesar de las ganancias y las recompras de acciones casi récord y pagos de dividendos para los altos ejecutivos e inversionistas ricos.

Los convenios laborales de cientos de miles de trabajadores en United Parcel Service (UPS), el Servicio Postal de los EE.UU. y en las industrias de acero, telecomunicaciones y entretenimiento han expirado o expirarán durante los próximos días. Al mismo tiempo, los maestros regresarán al trabajo bajo condiciones en las que ninguno de los problemas que desencadenaron huelgas en West Virginia, Oklahoma, Arizona y otros estados se han resuelto. Se avecinan nuevas batallas en las que participarán educadores de Los Ángeles y Oakland, California y otros centros urbanos.

En cada caso, los empleadores no solo se niegan a ceder en los salarios, sino que también están redoblando y exigiendo nuevas concesiones en materia de salud, pensiones y normas de trabajo. Al mismo tiempo, las corporaciones estadounidenses, con la asistencia total de los sindicatos, están acelerando su impulso para purgar a los trabajadores "heredados" que tienen un mejor sueldo y transformar su fuerza laboral a trabajadores temporales y de medio tiempo que no tengan ningún derecho.

Durante décadas, los sindicatos en efecto han prohibido las huelgas, particularmente después de la crisis financiera de 2008. En 2017, las principales interrupciones del trabajo en los EE.UU. se desplomaron a siete, el segundo nivel más bajo desde que los registros comenzaron en 1947, mientras que en el Reino Unido cayeron al nivel más bajo desde la década de 1890. Esto ha permitido una reestructuración histórica en las relaciones de clase, con el porcentaje de riqueza que se va a los trabajadores no agrícolas en los EE.UU. disminuyendo del 66.4 por ciento en 2000 al 58,9 por ciento en 2018, una transferencia de riqueza que equivaldrá a 1.4 billones de dólares tan solo en 2018.

Sin embargo, desde el comienzo del año, ha habido un marcado aumento en la cantidad de huelgas en todo el mundo. En los primeros seis meses de 2018, hubo 12 paros laborales importantes en los EE.UU, los cuales involucraron a 444.000 trabajadores, más que el número combinado de huelguistas durante los últimos seis años.

La oposición a las pandillas de sindicatos corporativos-gubernamentales está aumentando.

* Después de un voto de huelga abrumador, 230,000 trabajadores de UPS han sido impulsados a una pelea directa no solo con la gigante compañía de entrega de paquetes sino también con los Teamsters. El sindicato está respaldando las demandas de la compañía para una nueva clase de conductores de camiones "híbridos" con un bajo sueldo y un salario de pobreza de 15 dólares por hora para los trabajadores de medio tiempo que conforman la mayoría de la fuerza laboral de la compañía. El sindicato de los Teamsters acordó prorrogar indefinidamente el contrato más allá de la fecha de vencimiento del 31 de julio para tratar de agotar la oposición y impulsar el contrato entreguista.

* Aunque ArcelorMittal obtuvo ganancias de 5.400 millones de dólares el año pasado, un 30 por ciento más que el año anterior, la siderúrgica exige recortes al seguro de salud, lo que podría obligar a los trabajadores siderúrgicos a pagar hasta 8.000 dólares más al año en gastos de su bolsillo. La compañía, que opera molinos en el noroeste de Indiana y otros estados, también quiere recortar las pensiones y reducir el pago de incentivos, el pago de vacaciones y el permiso familiar y médico. Los contratos de United Steelworkers (USW), los cuales cubren a 30,000 trabajadores del acero en ArcelorMittal y US Steel, se vencen el primero de septiembre.

* La semana pasada, miles de trabajadores de Fiat Chrysler en Kokomo, Indiana, votaron por un 99 por ciento para autorizar acciones de huelga en las plantas de transmisión de la compañía, lo que cerraría rápidamente la operación del tercer fabricante de autos de EE.UU.

* Más de 8.000 trabajadores de AT&T Midwest en Illinois, Ohio, Michigan y otros estados, así como los trabajadores de AT&T Legacy, han estado trabajando sin un nuevo contrato desde el 14 de abril. El gigante de telecomunicaciones, que recientemente completó la adquisición de Time Warner por 84.500 millones de dólares, se negó retirar sus exigencias para recortes de asistencia sanitaria y pensiones y la evisceración de la seguridad laboral.

* Mientras que bloquea una huelga de los trabajadores de AT&T, Communications Workers of America (CWA) acaba de anunciar que extendería el contrato que cubre a 39,000 trabajadores en Verizon por cuatro años, más de un año antes de que expire el contrato actual. La extensión es realmente un nuevo contrato de concesiones que socava aún más el seguro de salud.

* Más del 98 por ciento de los artistas de animación, miembros de S creen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Actors (SAG-AFTRA), votaron para aprobar una huelga para luchar por mejores salarios y pagos residuales de Disney y otros estudios que producen programas de animación rentables para plataformas de suscripción como Netflix y Amazon.

La furia social que se ha acumulado va mucho más allá de los 14,8 millones de trabajadores que siguen atrapados en los sindicatos pro-corporativos, los cuales cubren solo el 10.7 por ciento de los trabajadores del sector privado y público, contra al 20,1 por ciento en 1983. Decenas de millones de otros trabajadores, particularmente los trabajadores jóvenes, son tratados como poco más que esclavos industriales y apenas pueden sobrevivir.

Aunque la tasa oficial de desempleo ha caído a su nivel más bajo desde 2000, no ha habido un aumento correspondiente en los salarios. Las ganancias semanales medianas durante el segundo trimestre aumentaron solo un 2,0 por ciento en comparación con el mismo período el año pasado, incluso cuando el índice de precios al consumidor ha crecido un 2,7 por ciento. Este fue el tercer trimestre consecutivo donde la inflación superó el crecimiento salarial.

El creciente costo de los alimentos, el combustible, la vivienda y la atención médica ha obligado a los trabajadores a endeudarse más para poder subsistir. Estudios recientes del Centro Conjunto de Estudios de la Vivienda de la Universidad de Harvard descubrieron que los jóvenes —muchos de ellos cargados con insostenibles deudas estudiantiles— viven con sus padres o alquilan su vivienda durante más tiempo antes de comprar su primera casa.

Existe un gran enojo creciente contra la Administración de Trump, la cual ha entregado billones de dólares en recortes de impuestos a los ricos y está acelerando el ataque contra los cupones de alimentos, la atención médica y otros programas esenciales. Los demócratas, que defienden Wall Street y las principales corporaciones tan despiadadamente como los republicanos, no están atacando al presidente Donald Trump por sus implacables ataques contra los inmigrantes o las nuevas amenazas militares contra Irán.

En cambio, los demócratas acusan a Trump de ser un peón de Moscú. Detrás de esto se encuentra el impulso del aparato de militar y de inteligencia para una confrontación militar más agresiva con la Rusia utilizando armas nucleares. Mientras tanto, las denuncias de "injerencia rusa" se utilizan para censurar Internet y criminalizar todas las formas de disidencia, incluyendo la oposición de la clase trabajadora a la desigualdad social y la guerra.

Como el Partido Socialista por la Igualdad insistió en su declaración del 13 de junio de 2017, "Un golpe palaciego o la lucha de clases: La crisis política en Washington y la estrategia de la clase obrera” está “en desarrollo un tercer conflicto que es totalmente diferente a los otros dos —aquel entre la clase gobernante y la clase obrera, la amplia masa de la población que sufre de malestares sociales y se encuentra complemente excluida de la vida política".

Para luchar, los trabajadores deben liberarse del dominio absoluto de los Teamsters, United Auto Workers y otros sindicatos, que no son más que las herramientas directas de las corporaciones. Se deben formar nuevas organizaciones de lucha—comités de fábricas, lugares de trabajo, y vecindarios—que serán elegidos y controlados por las bases y dedicados a los métodos de la lucha de clases, no a la colusión laboral.

Estos comités deben establecer redes amplias para unir a todos los trabajadores y combatir todas las divisiones seccionales impuestas por los sindicatos para dividir y debilitar a la clase trabajadora. En oposición al nacionalismo económico de los sindicatos, estos comités deben unir a los trabajadores estadounidenses con nuestros hermanos y hermanas de clase a nivel internacional.

Todas las luchas: por empleos, servicios de salud y pensiones que rindan y paguen bien; por el derecho de los trabajadores inmigrantes a vivir y trabajar donde lo deseen con pleno derecho de ciudadanía; para la educación pública de alta calidad, el acceso al tiempo libre y la cultura; y para que los jóvenes tengan un futuro libre de guerra, asesinatos policiales y desigualdad social, deben unirse en una contraofensiva industrial y política común.

Tal lucha planteará la pregunta más decisiva: ¿Qué clase gobernará? Si las necesidades de la clase trabajadora tienen prioridad, entonces los trabajadores deben librar una lucha política para tomar el poder en sus propias manos, expropiar las fortunas de la oligarquía corporativa y financiera, y reorganizar la vida económica y política a lo largo de líneas socialistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de julio de 2018)

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