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La crisis turca golpea a la clase trabajadora

La depreciación en caída libre de la lira turca (TRY) frente al dólar estadounidense (USD) y el euro está repercutiendo inmediatamente en los precios de bienes y servicios, elevando la tasa oficial de inflación al 15,4 por ciento en julio, el nivel más alto en 14 años. Esto, sin embargo, subestima en gran medida el aumento real de los precios.

A principios del año, el salario mínimo, pagado a casi la mitad de los trabajadores turcos, era de 1.603 TRY, equivalente a 424 USD, cuando el dólar estaba a 3,78 TRY. Ahora, el salario mínimo vale 221 USD. A comienzos de agosto, las facturas mensuales promedio de gas y electricidad aumentaron al equivalente de 14,7 por ciento del salario mínimo, mientras que los precios de los alimentos básicos se duplicaron y, en muchos casos, triplicaron.

Los cierres generalizados de lugares de trabajo, las bancarrotas y las reducciones de personal amenazan a todos los sectores de la economía turca afectada por el déficit, incluida la construcción, la banca, el sector automotor, metalúrgico, textil y hasta la agrícola. En el último año, el índice de la bolsa de valores de Estambul, Turquía, ha caído en más del 50 por ciento en términos de dólares, lo que indica un peligro de estanflación.

El sector de la construcción, sumamente dependiente de las importaciones, y el principal responsable del crecimiento de la economía turca durante la última década, ya se ha estancado, dejando a decenas de miles de trabajadores desempleados, ya que el colapso de la lira provocó un aumento drástico de los costos.

El número de despidos y los días libres no remunerados aumentan en la industrias textil y metalúrgica. Según una declaración actual de la rama del sindicato Dev-Tekstil en Cukurova, unos 1.500 trabajadores textiles ya han perdido sus empleos en la región.

Mientras tanto, crecen los rumores entre los trabajadores metalúrgicos y automotores de que los conglomerados multinacionales como Bosch, Ford, Mercedes Benz, Siemens, Renault y Tofas están preparando vacaciones no pagadas para masas de trabajadores. También se informa que los ejecutivos de Renault están considerando despidos "voluntarios" ofreciendo el pago de 10 meses de salario.

Una mujer, que "mantiene los ahorros de todos sus años de trabajo duro en una cuenta en liras", le dijo a un reportero de Xinhua News el lunes: "Ahora todos mis ingresos, mi seguro para mi jubilación se reducen frente a mis ojos. Más del 40 por ciento de eso acaba de desaparecer".

La crisis también afecta a sectores afluentes relativamente ricos de la sociedad. Según Xinhua, el dueño de una tienda en el centro de Estambul "con lágrimas" dijo: "Realmente no sé cómo voy a pagar el alquiler de mi tienda el próximo mes". Ozlem Yavuz, un profesor de secundaria de 40 años le dijo al periodista: "Pagué aproximadamente 450 dólares en agosto del año pasado por mis libros en inglés. Era equivalente a 1.600 liras entonces. En la actualidad, los mismos libros cuestan más de 3.000 liras y no tengo ni idea de cuál sería el costo el próximo mes cuando vuelvan las clases".

Si bien la gran mayoría de la población se ha visto abrumada por el impacto destructivo de la crisis, los círculos empresariales aprovechan las nuevas promociones del gobierno en forma de numerosos incentivos, amnistías fiscales, paquetes de estímulo económico y dinero fácil, así como una fuerte represión y la prohibición de acciones industriales de la clase trabajadora.

El sector privado turco tiene una deuda de más de 300 mil millones de dólares en moneda extranjera, cuyos intereses se han duplicado en términos de la moneda local al devaluarse la lira. El déficit del gobierno turco ronda el 6 por ciento del PIB.

El lunes, el Banco Central de Turquía introdujo una serie de medidas con la esperanza de administrar la liquidez y restablecer la estabilidad de los mercados financieros, mientras la TRY continua su caída libre. Según un funcionario del banco central, inyectará "10 mil millones TRY (1,5 mil millones USD), 6 mil millones USD y 3 mil millones USD equivalentes de liquidez en oro" para el sistema financiero "para mantener la estabilidad financiera".

Mientras tanto, el ministro de Industria y Tecnología de Turquía, Mustafa Varank, anunció que el gobierno proporcionará 1,2 mil millones TRY (183 millones USD) para apoyar a las industrias locales. Según su declaración, el "paquete de apoyo tiene como objetivo reducir el déficit en cuenta corriente y fomentar la producción de productos de alto valor agregado".

No cabe duda de que el gobierno turco solo puede proporcionar esta liquidez a los mercados financieros gracias al apoyo de China. A fines de julio, la agencia estatal turca de noticias Anadolu informó que el Banco Industrial y Comercial de China había proporcionado un paquete de préstamos por un valor de 3,6 mil millones USD para el sector turco de la energía y el transporte. Citando un tuit del ministro de Hacienda turco Berat Albayrak sobre sus negociaciones en China, la agencia declaró: "El paquete de préstamo de 3,6 mil millones USD de instituciones financieras chinas para inversiones en el sector de energía y transporte —sector privado, instituciones públicas y bancos— ha sido pactado".

Satisfechos con este apoyo adicional del gobierno, la clase dominante turca se ha alineado detrás de Erdogan y lo que él llama una "guerra nacional de independencia" contra el presidente estadounidense Donald Trump.

En una declaración conjunta el martes, los principales grupos empresariales turcos, la Unión de Cámaras y Bolsas de Turquía y la Asociación Turca de Industria y Negocios dijeron que se debe definir una "hoja de ruta concreta para reducir la inflación de manera permanente", mientras exigen medidas de austeridad. "Tenemos plena confianza de que nuestra economía volverá a estar equilibrada para volver rápidamente a un proceso de crecimiento sostenible mediante la ejecución de las medidas necesarias", agregaron. También reiteró su "creencia" de que las "relaciones de Turquía con nuestro socio comercial más importante, la Unión Europea, deberían volver a ser un marco positivo".

Otro grupo empresarial principal, MUSIAD (Asociación Independiente de Industria y Negocios) fue más entusiasta en su apoyo al gobierno. En un comunicado de prensa afirmó que "condena enérgicamente los juegos políticos poco éticos a los que nuestro país ha estado expuesto recientemente y que no pueden explicarse sobre ninguna base económica. Por la presente declaramos que, independientemente de todos los ataques contra nuestro modelo económico nacional, respaldamos a nuestro presidente y nuestra administración económica ‘hasta el final’".

Los partidos de la oposición burguesa también criticaron a los Estados Unidos por "tratar de humillar a la nación turca" y declararon su apoyo al gobierno en contra de Trump mientras criticaban las políticas de Erdogan de manera imperceptible.

Las confederaciones sindicales más fuertes de Turquía han hecho lo mismo. En una declaración, Ergun Atalay, presidente de Turk-Is (Confederación de Sindicatos de Trabajadores, la mayor confederación sindical de Turquía) declaró: "El gobierno y la oposición, y organizaciones no gubernamentales; todos ellos deben actuar juntos. Es el día de proteger a Turquía".

En una reunión el 11 de agosto, Mahmut Aslan, presidente de Hak-Is, la segunda confederación sindical más grande que actúa como la rama laboral del Partido Justicia y Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) de Erdogan, declaró que Turquía estaba "al borde de una nueva guerra de liberación; una guerra económica. Por un lado, está nuestra nación y las fuerzas imperialistas por el otro".

La confederación de dos sindicatos de empleados públicos (Memur-Sen y Kamu-Sen) también se sumaron a esta campaña bajo el lema del nacionalismo turco.

Consciente de que el apoyo de los partidos de oposición burgueses y los sindicatos podría no ser suficiente para evitar una oposición masiva de la clase trabajadora a despidos generalizados, medidas de austeridad y mayor empobrecimiento, el gobierno de Erdogan también está preparando medidas represivas.

Junto con los supuestos pasos proactivos del Tesoro, el Banco Central, la Agencia de Regulación y Supervisión Bancaria, la Junta de Mercados de Capital y otras instituciones de estabilidad financiera, las autoridades turcas han iniciado investigaciones en contra de —en las palabras de Erdogan— "terroristas económicos en las redes sociales" que "conspiran para dañar a Turquía difundiendo informes falsos".

Erdogan denunció el lunes a las redes sociales como "una red de traición" y agregó: "No les daremos la hora del día ... Haremos que aquellos que difundan especulaciones paguen el precio necesario". Según Reuters, el Ministerio del Interior turco dijo que hasta ahora ha identificado 346 cuentas de redes sociales con publicaciones sobre el tipo de cambio que, según dijo, crearon una percepción negativa de la economía... La Junta de Mercados de Capital de Turquía y la Junta de Delitos Financieros también han dicho que tomarán medidas legales contra quienes difundan información errónea sobre instituciones financieras y empresas, o informes de que el gobierno se apoderará de los depósitos en moneda extranjera".

Mientras toma medidas contra la creciente oposición entre los trabajadores que amenaza con escalar rápidamente en violentas luchas de masas, el gobierno turco también intenta calmar y persuadir a los inversores occidentales y los bancos prestamistas.

En una teleconferencia que tendrá lugar el 16 de agosto en coordinación con Citibank, Deutsche Bank, DOME Group y HSBC, el Ministro de Hacienda de Turquía y el yerno de Erdogan, Albayrak, se dirigirán a los inversores extranjeros. Según la Agencia de Noticias Demiroren, "se espera que unos 1.000 inversores extranjeros, en particular de Estados Unidos, Europa y Oriente Próximo participen en la reunión, que está programada para las 4 p.m. hora de Estambul".

Se espera que el propio Erdogan haga una visita a Alemania en septiembre, mientras que una delegación comercial e industrial de alto rango de Alemania planea visitar Turquía en octubre. La canciller alemana, Angela Merkel, fue una de los pocos líderes occidentales que, aunque alusivamente, expresaron su solidaridad con Ankara contra las sanciones de Estados Unidos. Hay más de 7.000 empresas alemanas en Turquía.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de agosto de 2018)

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