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En vísperas de un emplazamiento a huelga para 9,000 trabajadores de VW

Campesinos mexicanos culpan a Volkswagen por una sequía cerca de la planta de ensamblaje

Los residentes del estado central mexicano de Puebla han acusado al fabricante automotriz alemán Volkswagen de causar sequías cerca de su planta de ensamblaje. La armadora comenzó a usar cañones antigranizo para supuestamente alterar la formación del granizo en la atmósfera, tratando de proteger los vehículos recién fabricados que se encuentran estacionados al aire libre. Sin embargo, los aparatos supuestamente han reducido la precipitación en la zona, amenazando la producción agricultora de más de 100.000 personas.

Los residentes de siete pueblos hicieron un llamado colectivo para que los gobiernos estatales y federales tomaran acción contra el fabricante automotriz. “La empresa está protegiendo sus carros, su producto, y a nosotros, todos los campesinos de la región, con más de 100 mil habitantes, nos están perjudicando. El gobierno está protegiendo a la planta Volkswagen, que es una empresa, y a toda la gente nos está perjudicando... Ahora los cultivos en toda la región ya se perdieron, ya no tenemos ninguna esperanza, ya todo está seco por falta de agua”.

La planta de ensamblaje de Volkswagen en Puebla emplea a 13.000 trabajadores y es su segunda planta más grande a nivel mundial. La planta produce los modelos Jetta, Beetle, Golf y Tiguan de principio a fin, desde el estampado al ensamblaje final. Desde que la planta fue construida en 1967, ha producido más de 11 millones de vehículos, con un 80 por ciento exportado al mercado mundial. Puebla también tiene a más de 80 compañías de piezas de automóvil, empleando a más de 20.000 personas.

Los cañones granífugos, los cuales han sido usadas por la empresa desde junio, son utilizados cuando hay un pronóstico de lluvia y emiten ondas sónicas cada cuatro a diez segundos hasta que la tormenta haya pasado. No hay evidencia científica que apoye el uso de estos dispositivos para reducir el granizo. Los críticos señalan el hecho de que el trueno, una onda sónica mucho más poderosa, frecuentemente se encuentra en las mismas tormentas que producen el granizo. El efecto de las bombas en la precipitación tampoco es claro.

En junio y agosto, varios campesinos protestaron y bloquearon acceso a las plantas para exigir que la compañía dejara de usar las bombas antigranizo. Los manifestantes exigen que el fabricante automotriz alemán pague 73 millones de pesos (casi US$3,8 millones) como compensación para pagar por equipo agrícola, desarrollos en infraestructura, reforestación y equipo para luchar contra los incendios forestales.

El gobierno estatal comenzó una “mesa de diálogo” entre los campesinos y el fabricante automotriz. El estado afirma que Volkswagen solicitó permiso para usar el equipo. Con miedo a una explosión social, el gobierno estatal suspendió temporalmente el uso de las bombas antigranizo hasta que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) emitiera una declaración sobre el efecto de estos aparatos.

“Seguimos en pláticas con la armadora. La intención es evitar que crezca este conflicto social. Había habido una manifestación oficial por parte de Conagua en el sentido de que no existe una correlación entre el uso de cañones antigranizo y la disminución en las precipitaciones en general”, dijo el oficial estatal Rodrigo Riestra Piña.

Sin importar si los aparatos afectan los patrones de lluvias, el enojo de los campesinos tiene raíces mucho más profundas. Puebla es el tercer estado más pobre de México, con seis de cada diez habitantes viviendo en la pobreza. Entre 2010 y 2015, la pobreza incrementó por hasta 25 por ciento en más de la mitad de los municipios del estado. Como dejan claro las demandas de los campesinos, sus preocupaciones están vinculadas con una falta de apoyo social y una existencia precaria que es amenazada por unos meses sin lluvia.

Mientras tanto, se avecina otra batalla entre los 9.300 trabajadores que están en medio de negociaciones contractuales con la armadora. Volkswagen está ofreciendo solamente un aumento de 2,5 por ciento — un monto que equivale a un recorte de sueldo cuando se considera que la inflación llegó a 6,7 por ciento en 2017. Volkswagen está resuelto a mantener los sueldos bajos mientras que las negociaciones entre México, EUA, y Canadá continúan sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC), en el cual el sector automotriz ha sido un punto difícil. La fecha límite para anunciar una huelga es agosto 18.

El Sindicato Independiente de Trabajadores de Volkswagen (Sitiavw), un conocido sindicato procapitalista, ha repetidamente traicionado a los trabajadores durante las negociaciones contractuales. En 2017, durante las previas negociaciones, los trabajadores recibieron un aumento de 6,5 por ciento. Aunque fue llamado el aumento salarial más grande en la historia del sindicato, en realidad fue consumido totalmente por la inflación y fue un poco más de la mitad del 12 por ciento que habían exigido los trabajadores inicialmente. Ahora, el sindicato ha bajado a 10 por ciento de su punto inicial de 13 por ciento.

Para garantizar salarios altos y servicios sociales totalmente financiados, los trabajadores automotrices y los campesinos son los aliados mutuos más lógicos. La raíz de cada lucha respectiva es la crisis del sistema capitalista, el cual reconoce los beneficios arriba de las necesidades de la clase obrera, ya sea con ataques a los salarios o reducir el dinero de los servicios sociales para pagar por el militarismo y la guerra. Hay más que suficiente dinero para garantizarle a cada trabajador un nivel alto de vida. Volkswagen obtuvo 15,6 mil millones de dólares en ganancias en 2017, suficiente para darle a cada uno de sus trabajadores un bono de 25.000 dólares.

Los trabajadores automotrices y campesinos de Puebla no deben depender en el gobierno o los sindicatos nacionalistas, los cuales están de lado de las corporaciones en cada lucha. Para ser victoriosos contra esta corporación transnacional, ellos también deben formar vínculos internacionales con otros trabajadores a nivel mundial. Estas nuevas organizaciones —comités de base elegidos democráticamente— unirán a los trabajadores sin importar su nacionalidad y antecedentes en una lucha común para reorganizar la sociedad en base a la necesidad humana, no el beneficio privado.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de agosto 2018)

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