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Perspectiva

Por qué la clase gobernante estadounidense está de luto por John McCain

Hay un refrán famoso de un origen latino bastante incierto que uno no debería hablar mal de los muertos. Pero cuando la muerte de un individuo da paso a su glorificación universal por parte de la élite política y la prensa, como ha sucedido con el senador John McCain de Arizona, es preciso hacer una corrección. Esto es especialmente necesario al tratar de alguien con un historial tan largo como militarista y reaccionario político y ante la continua promoción de dicha política como propósito transparente de los hosannas siendo cantados en su nombre.

Los programas de entrevistas el domingo en cinco distintas cadenas televisivas dedicaron el grueso de su tiempo en la vida y carrera de McCain y en gratas remembranzas por parte de periodistas adinerados y políticos proempresariales, tanto demócratas como republicanos. El presentador de “Meet the Press”, Chuck Todd, comentó que McCain ha sido el individuo más entrevistado en su programa, apareciendo 73 veces en su carrera política de 36 años.

McCain pertenecía a la derecha del Partido Republicano, pero los tributos más estridentes provienen de los demócratas. El líder de la minoría en el Senado, Charles Schumer, propuso renombrar el edificio de oficinas Russell del Senado. En vez de Richard Russell de Georgia, un demócrata defensor de la segregación racial de Jim Crow, el edificio adoptaría el nombre de un defensor republicano de guerras en Vietnam, Centroamérica, Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, etc.

Hablando en el programa “This Week” de ABC, la líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, manifestó: “En este momento, solo estoy con el corazón partido. Creo que Estados Unidos llora la pérdida de este gran hombre”. El senador Bernie Sanders tuiteó: “John McCain fue un héroe estadounidense, un hombre de decencia y honor y un amigo mío. No solo será extrañado en el Senado de EUA, sino que por todos los estadounidenses que respetan la integridad y la independencia”.

En otra muestra característica de servil adulación a la élite gobernante, la “socialista” Alexandria Ocasio-Cortez tuiteó: “El legado de John McCain representa un ejemplo sin precedente de decencia humana y servicio a EUA. Como interna, aprendí mucho sobre el poder de la humanidad en el Gobierno por medio de su profunda amistad con el senador Kennedy. El significó mucho para muchas personas. Rezo por su familia”.

¿Cuál fue el “legado” de McCain? ¿Cómo proveyó “un ejemplo sin precedente de decencia humana y servicio a EUA”?

McCain pasó cuatro años en la Cámara de Representantes y 32 en el Senado de EUA, pero sería imposible referirse a una sola legislación con la que se asoció que benefició a la gran masa del pueblo estadounidense. En cuanto a cuestiones internas, fue infame su voto (en la cámara baja) en contra de un proyecto de ley para conmemorar al Dr. Martin Luther King Jr. por medio de un feriado nacional. En el Senado, fue el único republicano en el “Quinteto de Keating” (Keating Five), compuesto por legisladores que presionaron a reguladores federales en nombre del estafador de ahorros y préstamos, Charles Keating, en 1987.

El bochorno político a raíz de este episodio, en el que McCain esquivó sanciones por parte de la comisión de ética del Senado, conllevó su participación durante la década siguiente para implementar limitaciones simbólicas a las contribuciones corporativas en campañas políticas. Sin embargo, el proyecto de ley McCain-Feingold, como llegó a conocerse, fue finalmente eviscerado por la Corte Suprema, la cual limitó la mayoría de las limitaciones en la compra corporativa de legisladores como una violación a la “libre expresión”. A lo largo de su carrera, McCain fue un fiel votante de la derecha republicana —desde la Ley Gramm-Rudman de recortes sociales federales, hasta la condena para destituir al presidente Bill Clinton y (con pocas excepciones) a favor de medidas para desregular las actividades empresariales y recortar impuestos para los ricos—.

No obstante, el aspecto más consistente en la carrera de McCain fue su reflexionado militarismo en política exterior. Apoyó una guerra e intervención tras otra, siempre promoviendo el uso de la fuerza como principal factor de la política exterior estadounidense y siempre defendiendo la máxima dedicación de recursos para el Pentágono. En su honor, después de que su diagnóstico de cáncer cerebral dejaba claro que no sobreviviría este año, sus colegas en el Senado nombraron el proyecto de ley del presupuesto para el Pentágono del 2018 la Ley de autorización de defensa nacional John McCain.

La identificación de McCain con el militarismo comenzó con su familia: su padre y abuelo ambos fueron almirantes y ahora hay buques de guerra de la Armada estadounidense que llevan su nombre. McCain se graduó de la Academia Naval y se convirtió en piloto, lo que llevó a su captura y detención por cinco años y medio en Vietnam. Sin duda las circunstancias que enfrentó fueron muy difíciles, pero cualquier lástima debe tomar en cuenta que se volvió un prisionero de guerra después de dejar caer bombas sobre una población en gran parte indefensa, convirtiéndolo en un participante en la línea de combate de uno de los mayores crímenes de guerra en la historia, la salvaje masacre estadounidense en Vietnam.

Como lo indicó el World Socialist Web Site en un comentario publicado después de que McCain intentara aleccionar a los vietnamitas en el 2000 sobre sus política y política económica:

Mientras McCain sermonea a los vietnamitas, recordemos que las fuerzas militares estadounidenses realizaron ejecuciones masivas, bombardearon a civiles, asolaron la mitad del país, llevaron a cabo violaciones y tortura, quemaron pueblos enteros, les dispararon a niños, lanzaron a prisioneros de helicópteros, les cortaron las orejas a personas tanto vivas como muertas, utilizándolas como recordatorios o intercambiándolas por latas de cerveza. Por supuesto, no todos los soldados perpetraron tales crímenes individualmente, pero la intervención militar tenía un carácter brutal, antidemocrática e imperialista que se vio reflejado en estas conductas sádicas.

Una vez que lo dejaron ir después del acuerdo de Paris entre Washington y Hanoi, McCain fue recibido como un “héroe de guerra”. Después de que su primer matrimonio terminara en divorcio en 1980, McCain se casó con Cindy Lou Hensley, la hija de un vendedor multimillonario de cerveza en Arizona. Contando con esa fuente de dinero, McCain se mudó a Arizona para comenzar una carrera en la política republicana. Fue elegido a la Cámara de Representantes por primera vez en 1982. Respaldó la invasión de Granada en 1983 y la política del Gobierno de Reagan de apoyar fuerzas fascistas en Centroamérica, incluyendo escuadrones de la muerte en El Salvador y Guatemala y los terroristas contras en la guerra con Nicaragua (estuvo en la junta del US Council for World Freedom, la rama estadounidense de la Liga Global Anticomunista por muchos años). Después de reemplazar a Barry Goldwater en el Senado en 1986, respaldó la invasión de Panamá por parte de la primera Administración Bush en 1989 y la guerra de plena escala contra Irak en 1990-91, durante la cual cientos de miles de reclutas iraquíes fueron incinerados por bombas, cohetes y granadas de mortero estadounidenses.

Después de cierta renuencia inicialmente, McCain respaldó las amenazas militares del Gobierno de Clinton contra Bosnia, incluyendo el bombardeo de fuerzas serbias y, en 1999, aplaudió el bombardeo pleno de Serbia, declarando que EUA no podría aceptar ninguna limitación a sus operaciones militares en apoyo a sus objetivos en Kosovo: “Estamos dentro y tenemos que ganar. Esto significa que debemos recurrir a toda opción”.

Al igual que prácticamente todo demócrata y republicano, apoyó la invasión de Afganistán en octubre de 2001, iniciando una guerra que está a punto de cumplir su décimo séptimo año, la más larga de la historia de EUA.

Fue en la segunda guerra contra Irak que McCain desempeñó su papel más reaccionario, corredactando, junto al demócrata Joe Lieberman, la Ley de liberación de Irak de 1998, la cual respaldó el bombardeo de Irak, primero bajo Clinton y luego George W. Bush. Luego, promovió la invasión de 2003 e impulsó un uso más agresivo de la fuerza durante la prolongada ocupación estadounidense de Irak que culminó en la “oleada” de tropas adiciones de Bush en 2006-2007.

McCain apoyó a plena voz todas las mentiras que eligió el Gobierno de Bush para apuntalar su propaganda de guerra: los supuestos lazos de Sadam Huseín con el terrorismo; su posesión de “armas de destrucción masiva”, el deseo de establecer una “democracia” en Irak; y finalmente la necesidad de preservar la “estabilidad”, es decir tratar las consecuencias de la destrucción estadounidense de Irak como sociedad funcional.

En su trayectoria, McCain encontró tiempo para abogar a favor de acciones militares contra Corea del Norte en 2003, una intervención estadounidense en Irán en 2007, y el apoyo estadounidense a Georgia en la guerra entre Rusia y esta república caucásica en 2008 (cuando envió a su esposa Cindy a Tiblisi como muestra de apoyo).

Finalmente, en 2008, ganó la nominación presidencial del Partido Republicano. Ya con mala salud, el nominado de 71 años demostró el “amor por su país” eligiendo a la torpe y fascistizante Sarah Palin como compañera de fórmula.

Su campaña presidencial fue derrotada en gran parte por la hostilidad popular a la guerra en Irak, con la cual estaba sumamente identificado, y también en parte por no responder a las demandas de Wall Street tras la crisis financiera de setiembre de 2008 con la velocidad de Obama, prometiendo un rescate federal completo de los bancos.

Durante el Gobierno de Obama, McCain apoyó firmemente al presidente demócrata cuando empleaba fuerza militar, como en Libia, o amenazaba con hacerlo, como en el mar de China Meridional. Al mismo tiempo, criticó a Obama cuando daba marcha atrás, como en Siria. McCain y John Kerry introdujeron una resolución en el Senado para aprobar una guerra contra Libia, con McCain exigiendo un uso “más pesado” del poderío aéreo estadounidense. En setiembre de 2013, McCain respaldó una resolución aprobada por la comisión de relaciones exteriores del Senado para apoyar operaciones militares estadounidenses en Siria para “cambiar el ímpetu en el campo de batalla” e impulsar las fuerzas opuestas al régimen de Bashar al Asad. Reiteradamente, llamó a desplegar “más tropas en el terreno” como parte de la guerra respaldada por EUA contra el Estado Islámico en Irak y Siria.

En octubre de 2016, cuando el Partido Demócrata enfocó su campaña presidencial en la supuesta “injerencia” rusa, McCain escribió una columna de opinión publicada en el Wall Street Journal acusando a Rusia de “masacrar a innumerables civiles” en Siria por medio de “bombardeos indiscriminados e incesantes”. Fue irónico que el exbombardero en Vietnam del Norte denunciara a Rusia por la diminuta fracción de daño que infligió la campaña de “shock y pavor” en Irak, que se cobró un millón de vidas y McCain apoyó entusiásticamente.

El acogimiento del legado de McCain por parte de sus supuestos oponentes del Partido Demócrata no es meramente el resultado del apoyo de McCain a las fraudulentas acusaciones de interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, promovidas por los demócratas y gran parte del aparato militar y de inteligencia. Hace más de una década, en el verano de 2004, hubo discusiones tras bastidores entre Kerry y McCain en las que el nominado demócrata sugirió presentar una fórmula presidencial bipartidista, con McCain como candidato a la vicepresidencia para oponerse a la reelección de George W. Bush. McCain consideró la idea, pero decidió finalmente permanecer con los republicanos.

En 2007, cuando su segunda campaña en busca de la nominación presidencial republicano comenzó con el pie izquierdo, McCain fue entrevistado en el programa “60 Minutes” de CBS sobre la creciente oposición a la guerra en Irak. “¿En qué momento paras de hacer lo que crees que es correcto y comienzas a hacer lo que la mayoría del pueblo estadounidense quiere?”, fue preguntado. McCain respondió: “No estoy de acuerdo con lo que la mayoría del pueblo estadounidense quiere”. El Wall Street Journal elogió su respuesta —la cual rechazaba esencialmente la soberanía popular como cimiento de la democracia— como “el mejor momento de McCain”.

Es precisamente este compromiso absoluto con la defensa del imperialismo estadounidense que hizo que la élite gobernante estadounidense se encariñara con McCain y es lo que explica el torrencial de elogios durante el fin de semana.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de agosto de 2018)

El autor también recomienda:

McCain in Vietnam: the ugly face of American imperialism
[3 mayo 2000]

John McCain in Ann Arbor: a cowardly evasion on US war crimes
[9 diciembre 2005]

John McCain at VMI: A blunt statement of US imperialism’s stake in Iraq
[13 abril 2007]

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