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La pesadilla en Amazon: abuela lesionada en trabajo pierde hogar y sufre neumonía

Desde una vista aérea, el área de Dallas-Fort Woth, llamada la “metroplex”, no se ve nada como lo hacía hace 20 años. Los cientos de centros de distribución y almacenes construidos desde principios del siglo aparecen como rectángulos blancos y grises indistintos desde arriba.

Pero más de cerca, estas instalaciones masivas están tan activas como un panal de abejas. De día y noche, cientos de miles de trabajadores descargan, recogen, guardan, califican, almacenan, insertan, trasladan y empacan millones de millones de productos constantemente entrando y saliendo de la región, donde se han construido más de 11 millones de metros cuadrados de nuevo espacio de almacenaje en los últimos siete años.

Dos de muchos distritos de almacenes en el área metropolitana de Dallas-Fort Worth

Carol, quien no quiso utilizar su nombre real por miedo a represalias, trabaja en uno de los ocho centros de distribución de Amazon en Dallas-Fort Worth. Sería más exacto decir que trabajaba para Amazon porque, a pesar de que sigue en la nómina de la empresa, indica que se lesionó en el trabajo y se quedó sin hogar cuando Amazon rechazó su solicitud de compensación, echándola como basura. Su historia expone el suplicio y la explotación brutal que han impulsado el crecimiento de los vendedores en línea como Amazon.

Carol emana un carácter rudo, pero combinando una actitud de “no te metas conmigo” con una ternura por sus hijos y, especialmente, sus nietos, a quienes cuida y va a apoyar a sus partidos de futbol americano. Es fan de NASCAR y bromea que se le partió el corazón cuando su conductor favorito, Dale Earnhardt, Jr. se casó.

Mantiene su pequeño apartamento impecable y bien organizado. Las fotos de su familia están en fila sobre la chimenea y se disculpa por los ladridos de su perro. Habla sobre su padre, quien murió en un accidente laboral en un montador de cargas hace muchos años.

Le dijo al World Socialist Web Site que se mudó a este apartamento recientemente después de seis meses viviendo en su carro en la calle. Tuvo que atravesar un frío invierno en el norte de Texas y contrajo un caso severo de neumonía.

“El perro es lo único que me permitió seguir adelante”, dijo. No sabe cuanto tiempo más podrá quedarse ahí. “Mi pesadilla continúa”.

Cuando Carol comenzó a trabajar en Amazon, quedó boquiabierta ante el tamaño del centro de distribución. Su caparazón de 80.000 metros cuadrados oculta dentro un laberinto de correas transportadoras que recorren kilómetros de kilómetros por todo el edificio. El centro de distribución o como le llaman en inglés, “FC”, emplea a suficientes trabajadores como para constituir un pueblo pequeño.

Amazon recibió $287 millones en obsequios y exenciones de impuestos por parte de los Gobiernos locales en Texas, según Good Jobs First, permitiéndole construir una red de almacenes gigantescos. En otras palabras, los trabajadores han tenido que pagar con sus propios impuestos la construcción de las instalaciones en las que trabajan.

No tomó mucho tiempo para que Carol se diera cuenta que Amazon les exige a sus trabajadores hasta la última gota de sudor, imponiéndoles un “ritmo” de objetos por hora. Los empacadores tienen que empacar y envolver con cinta 189 productos por hora, explica.

Carol también reporta que muchos trabajadores no pueden mantener ese paso y son despedidos por solo mantenerse a destiempo tres veces. En el almacén, la empresa gobierna como una dictadura. Además del estrés constante por el ritmo, los trabajadores no pueden tener celulares y se ven obligados a someterse a humillantes controles de seguridad cuando dejan las plantas de distribución.

Para el 2017, Carol ya había estado trabajando en Amazon más que muchos ahí. A pesar de trabajar como una asistente de enfermería certificada por dos décadas antes de ingresar a Amazon, trabaja de manera inteligente y encontró formas para ahorrar tiempo y mantener el ritmo exigido. Cuando llegan nuevos empleados, les compartiría sus trucos para ayudarlos a cumplir con lo requerido.

Un día, Carol dijo que estaba alzando un objeto que pesaba como 25 kg, cuando sintió un dolor agudo por toda su columna. Supo inmediatamente que algo andaba mal. Intentó seguir trabajando, sabiendo que no podía costear perder días de trabajo. Pero, dejó de poder mantenerse al ritmo que demanda la empresa. Un compañero de trabajo intentó ayudarla para que lo lograra, pero Carol le dijo que tenía demasiado dolor. Él fue a buscar al asistente gerencial, quien le informó a su gerente.

Cuando le dijo a su gerente que el dolor era demasiado para continuar, él le dio una licencia sin paga y Carol tuvo que manejar ella misma a la sala de emergencias. El doctor de emergencias le dijo que no era seguro que siguiera trabajando con su lesión y le ordenó que descansara por cinco días. El día siguiente, Carol le dio a Amazon las órdenes del hospital y le explicó a Recursos Humanos (RRHH) que no podía trabajar.

El representante de RRHH, relata Carol, respondió: “No permitimos que la gente falte cinco días por órdenes médicas”. Dice que Amazon le entregó un papel llamado un “certificado de estado físico” esperando que su doctor lo firmara para mostrar que podía volver al trabajo. El doctor lo llenó, pero escribió que Carol no estaba en condición para trabajar. Le tomó unos rayos x y encontró que dos de los discos vertebrales de Carol tenían hernias.

Cuando realizó una resonancia magnética, Carol dice que le encontraron un tercer disco con hernia. Un cirujano ortopédico luego encontró un cuarto disco que estaba fracturado en su espalda baja que estaba pellizcando un nervio. Por estas citas médicas, Carol tuvo que pagar un deducible de más de $1.000.

Al entregar estos resultados en Amazon para probar su lesión, dijo que la empresa la envió a un doctor diferente “aprobado por la compañía”. Esto lo hicieron con el pretexto de que RRHH había cometido un error al no preguntarle a Carol desde un principio si su lesión era laboral, un error que supuestamente invalidaba los hallazgos de su doctor.

El médico aprobado por Amazon dijo que podía trabajar y que su lesión era solo un tirón. Dijo que este doctor tan solo vio de reojo la resonancia magnética y que Amazon simplemente ignoró las notas de su doctor personal.

El doctor de Amazon sugirió que asumiera “tareas leves” por el resto del año. Sin embargo, poco después, Amazon le pidió que dejara la planta para ir a hablar con “Amcare”, el notorio programa médico y de lesiones interno de la empresa. Carol dijo que el representante de Amcare le dijo que su solicitud de compensación había sido rechazada y que debía volver a trabajar en tareas de cargas pesadas.

Carol le dijo a Amcare, “Ustedes están destruyendo mi cuerpo más de lo que ya está”, pero Amazon le dijo que su única otra opción era una licencia médica sin paga. Carol le dijo a Amazon que iban a escuchar de su abogado. Carol demandó a Amazon por su solicitud de compensación. Dijo que el abogado de Amazon alegó que sus problemas de espalda precedían su tiempo de empleo en el centro de distribución e intentó culparla por su lesión en el estrado. Pero, Carol había relatado que un representante de RRHH le dijo que había visto su lesión en las cámaras de seguridad y le dijo que se veía muy dolorosa.

Carol ganó su caso de compensación cuando el juez falló que su lesión era laboral, indicando que Amazon no debió negarle sus pagos. A pesar de que han pasado meses desde esta decisión, dice que todavía no ha recibido nada por medio del sistema de compensación laboral.

La decisión de la corte a favor de Carol

Y aproximadamente un año desde su lesión, el dolor sigue siendo difícil de aguantar.

“Tengo daño en nervios que afectan ambas piernas y pies ya que uno de mis discos está pellizcando un nervio en mi espalda. No puedo estar de pie más de 15 a 20 minutos porque hace que me duela la espalda, las piernas y los pies. Mis piernas sienten como si me apuñalaran con alfileres y agujas. No puedo dormir una noche entera. Si voy al supermercado, no puedo llevar más de unos pocos objetos porque no puedo caminar por la tienda. No puedo comer algo cocinado en casa porque cocinar me es demasiado difícil. Todo lo hago en microondas. No puedo alimentarme de forma sana y no puedo costear comida saludable”.

Antes cuidaba de sus nietos, pero ahora cuidan de ella. Su nieto en el colegio se prepara para una importante temporada de futbol americano —podría llegar a ser reclutado para jugar en la universidad y podría ser el primero en su familia en recibir una educación universitaria— pero ahora siente que podría ser demasiado difícil para ella subir las gradas y sentarse por cuatro cuartos enteros.

“Mi vida se ha prácticamente frenado”, dijo. “No tengo una vida”.

La condición en su espalda se empeoró al tener que dormir en su carro durante todo el invierno. Antes de su lesión, estaba viviendo con uno de sus hijos adultos, pero cuando perdió su ingreso, ya no podía contribuir a la casa. Todos sus hijos trabajan duro y tienen dificultades para proveer para sus propios hijos, por lo que Carol y su perro se mudaron a su auto, teniendo que ir de un parque a otro cada noche.

Al principio, Carol pensó que solo iba a tener que vivir en su auto por una semana o dos hasta que se resolviera la confusión por parte de la empresa. Pero, pronto se volvió claro que no era ninguna “confusión”, sino su despiadado afán de lucro.

Carol dice que no recibió ningún apoyo por dos meses cuando Amazon intentó bloquear su compensación. Luego, los miserables pagos por discapacidad de corto plazo de Amazon, de $501 por mes por aproximadamente seis meses, no eran suficiente para cubrir sus costos básicos.

Cuando entró en vigor la discapacidad de largo plazo en junio, esto le permitió pagar ciertas deudas que había acumulado y tener lo suficiente para un apartamento. Ahora, estos pagos por incapacidad están a punto de acabarse y no sabe cuando comenzará a recibir la compensación laboral. Ya no la cubre el plan médico de Amazon y le rechazaron su solicitud del seguro estatal Medicaid por no tener a un niño viviendo en casa. Actualmente está sin seguro.

“Odio Obamacare”, dice, afirmando que las primas y los deducibles de los seguros médicos que ofrece son demasiado caros para ella y que es injusto multar a personas que no pueden pagar un plan médico. “Creo que el seguro médico debería ser gratis para todos”.

En el momento de su lesión, Carol tenía varias acciones de Amazon que dijo que habían llegado a la fecha para poder venderlas. Cuando la contrataron, Amazon les proveía a los trabajadores dos acciones de la empresa disponibles cuando un trabajador cruza un cierto periodo de antigüedad. Carol dijo que había acumulado seis acciones y que cada una valía en su momento $1.000. Para Carol, los $6.000 le hubieran permitido tener un techo sobre su cabeza.

Pero dos o tres semanas antes de que las acciones se activaran, en marzo de 2018, Amazon cambió la fecha de entrega a los años 2099, 2100 y 2101 [sic].

Las fechas para el recibimiento de acciones de Carol fueron cambiadas para el próximo siglo

“No me digan que no son vengativos”, manifestó.

Ese mismo mes, Carol fue diagnosticada con neumonía. Las temperaturas invernales en el norte de Texas pueden caer a menos seis o hasta menos doce grados centígrados y Carol estaba viviendo y durmiendo en su auto. Su doctor le dijo que la habrían hospitalizado si huevera esperado para que la viera un doctor. “Pude haber muerto”, dijo.

Cuando las semanas se convirtieron en meses, Carol empezó una rutina: “No podía mantener comida fría en el auto o se iba a poner mala y no podía calentar nada, así que solo comía sopa o spaghetti en lata fríos. Dormía en parques o áreas de picnic”.

Luego, describió lo que sintió al estar sin una casa después de haber tenido un trabajo toda su vida adulta.

“No tenía dignidad. No tenía orgullo. Me dejó de importar. Así es como me hizo sentir Amazon. Hicieron lo que quisieron conmigo. No podía quedarme dormida —tenía miedo de dormir—. Temía que los policías me llevaran a la cárcel por traspasar propiedad. Pasaba una o dos semanas sin ducharme. ¿Te imaginas cómo se sentía eso?

“Mi exnuera y su nuevo esposo me dejaban ducharme. Pensaba, ‘Esto no debería estar pasando’. Me daban de comer antes de irme. Estaba perdiendo mucho peso y baje hasta pesar 50 kg. Para alguien que siempre había hecho todo por sí misma, estaba descorazonada. No creo que hubiera sobrevivido estando sin un techo por mucho tiempo más. Hubiera renunciado a todo”.

Piensa en los parques en los que dormía y dice: “Manejar al frente de las áreas de picnic todavía me trae memorias. Es como un síndrome de estrés postraumático. No quiero volver a ver esos lugares nunca más”.

Carol recuerda que una mañana en particular. “Dos o tres semanas antes de venir a este apartamento, estaba durmiendo en un parqueo cuando mi perro me despertó a las dos o tres de la mañana. Estaba encima de mí gruñendo y ladrando. Al principio, intenté hacer que hiciera silencio, pero cuando abrí los ojos vi a un hombre parado ahí al frente de mi ventana en la oscuridad. Era una noche caliente, por lo que tenía mi ventana abierta y me espanté. Prendí el carro y escapé rápido. Si mi perro no hubiera estado conmigo, no sé que hubiera pasado esa noche”.

Vuelve a pensar por un instante en esto, cierra sus ojos y afirma: “Hubo muchas veces en las que pensé regalar a mi perro, pero ella era todo lo que tenía. Ahora sufro de mucha ansiedad que antes no tenía. Es difícil y hoy día es severa. Sigo diciéndome que todo está bien, pero a Amazon no le importa. Ellos dicen, ‘Solo reemplazaremos a esa persona con alguien más’. Amazon piensa que soy como un pedazo de basura en el piso y que pueden caminar encima todo lo que quieran. No tengo el dinero para luchar contra Bezos y él lo sabe, y por eso él actúa en la forma en que lo hace”.

Una mañana, Carol recibió una llamada de su hija, diciendo que habían ido a su casa para embargar el carro de Carol. Al no tener un ingreso completo, Carol se atrasó en los pagos del carro y el prestamista la estaba buscando para llevarse lo que se había convertido en su hogar.

Recuerda haber escuchado esas noticias. “En mi corazón, era un pánico”.

Con miedo del hecho de que un equipo de reposesión la estaba buscando, le pidió a un primo político que la ayudara. “Me dijeron que conocían a alguien que me permitiría parquear mi auto en su granero en el medio de la nada para que la gente de la reposesión no me encontrara. Estuve ahí por dos semanas. Había animales salvajes, mapaches rabiosos, zorrillos. Daba miedo”.

Carol tomó esta foto en el granero donde vivió por dos semanas

Finalmente, cuando pudo rentar un apartamento modesto con los pagos por discapacidad de largo plazo, sus nuevos vecinos se asombraron al escuchar su historia y estaban furiosos hacia Amazon por lo que le hicieron a Carol.

Pero Carol ahora se siente insegura sobre el futuro. Los pagos por discapacidad están a punto de acabarse y su compensación laboral debería comenzar pronto, pero es un proceso complejo que deja a muchos trabajadores sin un ingreso por semanas o mesases. “Todavía está en el aire”, dijo Carol. “¿Voy a volver a quedarme sin un hogar? No lo sé. Mi pesadilla continúa. Si tuviera las acciones que Amazon congeló, me ayudaría muchísimo. Son mis acciones y me dicen que no puedo venderlas”.

Carol decidió compartir su historia después de ver los videos de otra trabajadora de Amazon sin techo, Shannon Allen, quien les ha dado la confianza a muchos trabajadores a hablar sobre sus experiencias de abuso y explotación. Ahora, ella quiere que otros trabajadores tengan la confianza de hacerlo también para exponer a Amazon por lo que realmente es.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de setiembre de 2018)

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