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La vida bajo el capitalismo para una joven estadounidense

Trabajadora lesionada en un Wal-Mart de Texas describe cómo y por qué se hizo socialista

Ashley es uno de los casi 40 millones de estadounidenses jóvenes entre las edades de 14 y 29 que están empleados en los EUA, que consta de más de un cuarto de la fuerza de trabajo total empleada. Aunque tenía solo 20 años de edad cuando sufrió un accidente de trabajo en un Wal-Mart de Texas el año pasado, el físico de Ashley, su capacidad crediticia, y sus aspiraciones de futuro están sufriendo como consecuencia.

El caso de Ashley es epítome de cómo se ha vuelto prácticamente imposible que los jóvenes tengan una vida sana y gratificante bajo el capitalismo. Al mismo tiempo, Ashley representa una nueva ola de trabajadores que no están satisfechos con su opresión y están extrayendo conclusiones políticas más amplias. Se considera a sí misma una socialista revolucionaria y culpa al sistema capitalista por cómo la han tratado.

“Trabajo en electrónica y tiene que haber tres personas todo el tiempo ahí pero en ese momento me encontraba trabajando sola allí”, dijo Ashley, que no quiso dar su nombre real. “Un cliente quería que le llevara una tele, pero todos los carritos estaban siendo usados. Pedí ayuda por el intercomunicador pero no vino nadie, así que hice lo que pensé que era lo mejor y levanté el televisor yo misma. Soy bastante liviana, y me oí un chasquido en la barriga que me asustó”.

Ashley sabía que tenía que ir a urgencias pero no se podía permitir pagar los costes de varios miles de dólares. “Le pregunté a un gerente si me podía llevar en coche a urgencias”, dijo. “Me dijo que me podía ir y terminé yendo al centro de salud de enfrente, donde tuve que esperar tres horas. El médico no me hizo ningún test, me hizo un lavado de estómago, y me cobró $2.000”.

Dice que Wal-Mart la hizo ir a un médico aprobado por la patronal, quien “me dijo que era una hernia y que yo no tenía que hacerle nada realmente. Sabía que eso eran patrañas porque he leído sobre el impacto a largo plazo de las hernias, incluso que puedes quedarte estéril. Sus médicos me dijeron que volviera solo si empezaba a amoratarse o a sangrar. Wal-Mart solo se ofreció a quitarme del programa de trabajo por dos semanas, sin paga durante la baja”.

“Un día, oí un horrible estallido en el ombligo, fue mi peor pesadilla. Y salía sangre. Me quedé en shock instantáneamente e intenté entender qué pasaba. Sangraba mucho. Fuimos a urgencias y ahí me dijeron que no era una hernia, que me habían hecho un diagnóstico equivocado y que era un quiste arriba del ombligo. Terminé con una factura médica de $8.000”.

Ashley explicó, “Wal-Mart era muy renuente a pagar nada y me enviaron documentación que demostraba que pagaron todas las facturas, pero resulta que una empresa de cobros lleva seis meses intentando contactarme en relación con ello porque hay una factura que Wal-Mart aparentemente nunca pagó. Está siendo una pesadilla absoluta. Creerías que la empresa se aseguraría de que yo recibiera ayuda de ahora en adelante, pero siguen sin hacer nada por mí. Siguen sin enviar a nadie para que me ayude”.

La experiencia de Ashley está lejos de ser única —tanto entre los empleados de Wal-Mart como entre los trabajadores en general. Solo desde el año 2000, Wal-Mart ha sido forzado a pagar $1,5 mil millones en sanciones por violaciones respecto a pagos, discriminación y seguridad laboral.

Las condiciones para los jóvenes se están deteriorando de manera significativa desde hace 30 años. Según un informe de la organización sin ánimo de lucro Young Invincibles, los ingresos de las personas entre 25 y 34 años de edad —una categoría que es algo mayor que el grupo de edad de Ashley— ha declinado un 20 por ciento desde 1989 hasta la fecha. Los jóvenes de hoy poseen la mitad de la riqueza que la generación del Baby Boom.

Trabajadores como Ashley se encuentran con que su capacidad de distrutar de su vida de jóvenes adultos se ve obstaculizada por la presión financiera. En el caso de Ashley, ella se ve obligada a vivir con sus padres porque no se puede permitir tener su propio apartamento. Como es posible que Wal-Mart no haya pagado una de las facturas médicas de Ashley, su capacidad crediticia se está viendo afectada.

“Mi capacidad crediticia ahora está 100 puntos por debajo respecto al año pasado, así que intenté obtener un arrendamiento de coche y eso hizo que mis pagos para el coche fueran mucho más altos. Mi tasa de préstamo es 6 por ciento en un arrendamiento. Ni intento buscar apartamento a causa de mi crédito y todavía vivo con mis padres.

“Le pregunté a Wal-Mart si pagaron esa factura y solo me dijeron que el caso estaba cerrado. La empresa de cobros dice que han pedido que se compruebe si le pagaron al centro de salud de urgencias y ellos dicen que está impago. Así que, o bien el despacho del médico metió la pata, o bien fue Wal-Mart. De cualquiera de las dos maneras, nadie me ha ayudado a entender qué salió mal y como consecuencia me están penalizando”.

Ashley tiene otros dos trabajos además del de Wal-Mart, donde le pagan $11,80 la hora. “Si no estuviera viviendo con mis padres, estaría fastidiada”, dijo. “Actualmente tengo tres trabajos. Escribo anuncios de Facebook para otras compañías mediante una app en mi teléfono móvil. Estas apps son agencias temporales de trabajo en línea. Esos trabajos pagan $10 la hora, así que trabajo 38 horas a la semana en tres trabajos diferentes, y encima voy a la escuela”.

Aunque Ashley quiere a sus padres, no está satisfecha viviendo en casa con ellos. “Quiero sentirme adulta. Tengo el trabajo que constantemente me trata como si tuviera 16 años y no quiero sentirme así en casa. No me imponen un horario para volver a casa, pero siento la necesidad de volver temprano a casa para no despertar a nadie. Quiero libertad. No la tengo por completo en casa de mis padres porque tengo que ir en coche a la escuela conduciendo una hora y media dos veces por semana y preferiría vivir cerca de la escuela pero no puedo hacerlo porque es increíblemente caro. Es ridículo que hagamos como si no hubiera suficientes viviendas. ¿Qué pasa con todas esas casas hipotecadas ejecutadas?”.

Ella considera que tener educación le brindará la oportunidad de conseguir un trabajo más gratificante y una vida segura. Quiere trabajar en el diseño de juegos y se acaba de transferir a una universidad pública más grande que le queda a una hora y media de casa. Pero para hacerlo ha tenido que pedir préstamos:

“He pedido $12.000 en préstamos. Probablemente tenga que doblar eso hasta $25.000. No es tan malo como la mayoría de la gente. Es obsceno que así funcione Estados Unidos. No sé cómo no nos hemos rebelado todavía, honestamente”.

Ashley considera que tiene con qué contribuir a su ámbito de estudio. Está disconforme con el estado actual de la industria del juego que, explica, está dominada por un puñado de corporaciones que hacen juegos que glorifican la guerra imperialista.

“En términos de videojuegos, parece que hubiera cada vez más juegos que son solo herramientas para hacer dinero y ninguno de ellos tiene contenido cultural”, dijo. “Es igual en cualquier otra parte de la vida. Parece que las compañías se estén sintiendo más confiadas para fastidiar a la gente. Lo mismo con las compañías de Internet. Vivo en una zona donde solo puedo tener 5 megabytes por segundo y pagamos $80 por mes”.

Ashley es una lectora habitual del World Socialist Web Site desde hace un tiempo. Apoya la campaña del Partido Socialista por la Igualdad contra la censura en Internet y habló con detalle sobre cómo se hizo socialista.

“He leído sobre la censura al WSWS y a otros sitios. Me parece descabellado que el Internet sea algo que tenga que ser censurado. Simplemente no me puedo creer que las compañías tengan esa potestad. No son el rey de Internet. No tienen que censurar todo lo que quieran porque no satisfaga lo que quieren. El uso del Internet tiene que ser libre. Tienes que poder publicar lo que quieras y leer lo que quieras. ¿De qué otra manera podrá la gente obtener información sobre el socialismo y sobre la revolución si ni siquiera la puedes encontrar en Internet? Es injusto que estén censurando esas creencias solo porque no quieren eso”.

Ashley explicó que aunque proviene de un hogar conservador, se hizo socialista en el noveno curso.

“Me gusta decir ‘capitalismo: más bien cacapitalismo’. Así lo percibo. Mis padres son republicanos y me hablaban sobre la economía de goteo. Tengo que hacer de cuenta que no vomito. Ellos no entienden que los ricos se aferran a su dinero que simplemente está ahí y tenemos jóvenes que se están asfixiando en las deudas por los préstamos para sus estudios. Necesitamos esa riqueza pero no podemos ni tocarla. Los ricos están literalmente apilando dinero en bancos y nosotros tenemos deudas de decenas de miles en préstamos para estudiantes. No lo puedo entender”.

Ella también detesta que se haya estado criando en un período de guerra permanente:

“Siempre he sido súper antiguerra. Mi abuelo era un veterano de guerra y yo siempre protesté contra la glorificación de la guerra porque enfermó de leucemia a causa del agente naranja en Vietnam. Yo estaba especialmente enfadada por ello porque el gobierno no hizo nada para ayudar a mi abuela. No la ayudaban y era totalmente culpa del gobierno que él tuviera leucemia. No les importaba. Querían herir a la gente. Tuve que verlo perder toda la movilidad por una sustancia que el gobierno decidió usar para herir a la gente. Ese fue uno de los grandes momentos cuando me pasé al socialismo”.

Ashley describió cómo ella y sus compañeros de trabajo debaten qué constituye el socialismo “real”. No está de acuerdo con los que afirman que Sanders es socialista: “Incluso los demócratas, son tan … puf. Odio ver a demócratas como Sanders en Twitter elogiando a John McCain después de morir”.

“Pensé, ‘No hay razón para llorar la muerte de este hombre’. Y cuando la gente dice que querría que volviera Obama, yo no deseo que Obama vuelva a la presidencia porque él estaba haciendo las mismas cosas que Trump, deportando niños, enviando ataques de drones, matando a civiles … Estoy harta de elogiar a personas que en realidad merecen ser criticadas”.

Ashley cree que es esencial que trabajadores de todas las edades asuman esas cuestiones políticas y las relacionen con sus propias experiencias laborales. “Me gustaría que los jóvenes empezaran a hablar sobre cómo se nos trata. No va a cambiar si no hablamos sobre ello”.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de septiembre de 2018)

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