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Diez años después del colapso financiero

Wall Street paga 13 por ciento más mientras los salarios de los trabajadores se estancan

La Oficina del Controlador del Estado de Nueva York informó el lunes que tanto las ganancias como el pago en las firmas de valores de Wall Street se dispararon a tasas de dos dígitos el año pasado y continúan su aumento espectacular en 2018. El informe es el último de una serie de encuestas financieras que muestran que diez años después del colapso de Wall Street en septiembre de 2008, la concentración de riqueza en lo más alto de la sociedad continúa en aumento.

Al anunciar la publicación del informe, el Controlador del Estado de Nueva York Thomas P. Di Napoli se jactó, “Wall Street tuvo ganancias todos los años desde el final de la recesión en 2009, y la compensación el año pasado alcanzó su punto más alto desde la crisis financiera”.

La bonificación promedio pagada a los operadores bursátiles y especuladores en la ciudad de Nueva York aumentó en un 17 por ciento el año pasado a $184.220, la más alta en una década. El salario promedio, incluidas las bonificaciones, aumentó en un 13 por ciento a $422.500, también el más alto desde 2008. Esta cifra, dentro del grupo de ingresos más alto de América del 1 por ciento, es 5,5 veces mayor que el resto del sector privado en la ciudad de Nueva York.

Las ganancias antes de impuestos en la industria de valores sumaron $24,5 mil millones en 2017, el nivel más alto desde 2010. Esto es un aumento del 42 por ciento con respecto a 2016, que registró un aumento del 21 por ciento en las ganancias. En la primera mitad de 2018, las ganancias totalizaron $13,7 mil millones, un aumento del 11 por ciento y el nivel más alto desde 2010.

La “recuperación” del colapso de 2008 y la Gran Recesión diseñada por las administraciones republicana y demócrata (Bush, Obama y Trump) ha sido un esfuerzo sistemático para utilizar la crisis desencadenada por las acciones criminales de los banqueros y especuladores de Wall Street para reestructurar la economía para el beneficio de los oligarcas financieros y a expensas de la clase trabajadora.

Mediante una gran transferencia de riqueza de la clase trabajadora a los ricos y súper ricos, las pérdidas sufridas por la élite financiera en la crisis global no solo se han recuperado por completo, sino que su riqueza se ha incrementado enormemente. En 2008, las 400 personas más ricas de América tenían un patrimonio neto de $1,5 billones. Esa cifra se ha duplicado a casi $3 billones.

Hace diez años, el director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, hoy el hombre más rico del mundo, tenía un valor neto de 8.700 millones de dólares. Ahora asciende a más de $160 mil millones, un aumento de 18 veces.

Los salarios de los trabajadores se han estancado o han disminuido. Entre 2016 y 2017, el salario de un trabajador estadounidense típico creció en un insignificante 0,3 por ciento. Este año, los salarios apenas se mantienen al ritmo de la inflación. Mientras tanto, según un informe publicado el mes pasado por el Instituto de Política Económica, el salario promedio de un director ejecutivo de las 350 compañías más grandes de Estados Unidos creció un 17,6 por ciento entre 2016 y 2017. El presidente ejecutivo típico recibió $18,9 millones en compensación.

El director ejecutivo promedio en los EUA ahora gana 312 veces más de lo que gana un trabajador típico, en comparación con la proporción de 20 a 1 que prevaleció en la década de 1960. Esto significa que, en promedio, un director ejecutivo recibe en un solo día casi tanto como el trabajador promedio en un año entero. 

Esta gran desviación de riqueza y recursos hacia las cuentas bancarias de una élite parasitaria tiene consecuencias humanas incalculables. Estados Unidos es hoy un país donde la esperanza de vida está en declive, la mortalidad infantil y la mortalidad materna están en aumento, el abuso de drogas y el suicidio están en niveles récord, las grandes tormentas devastan rutinariamente regiones enteras que carecen de infraestructura básica y millones de trabajadores se ven obligados a trabajar en dos o tres empleos con salario de pobreza y a menudo a tiempo parcial o temporal.

La línea de base para los trabajadores se está convirtiendo en las brutales condiciones de maquiladoras de Amazon, que viene creciendo enormemente desde la crisis de 2008 al explotar la destrucción sistemática de trabajos seguros y de pago decente. En 2018, en Estados Unidos, se da el creciente fenómeno del trabajador de Amazon sin techo.

El crecimiento de la desigualdad social es el resultado de un asalto bipartidista contra la clase trabajadora. La redistribución de la riqueza se aceleró enormemente bajo la administración Obama, que respondió al colapso financiero de 2008 al instituir una serie de políticas cuyo resultado neto fue la mayor transferencia de riqueza de las capas inferiores de la sociedad a la cima en la historia.

Estas políticas incluyeron el rescate bancario multimillonario, tasas de interés cercanas al cero por ciento y la operación de impresión de dinero conocida como “flexibilización cuantitativa”. Estas medidas inyectaron billones de dólares en los mercados financieros y proporcionaron a los bancos y fondos de cobertura prácticamente crédito gratuito, lo que les permite montar nuevas operaciones especulativas similares a las que desencadenaron el colapso financiero y la Gran Recesión en 2008.


La gran inflación de las acciones y otros activos financieros fue posible gracias a la continua supresión de la lucha de clases y los salarios de los trabajadores por parte de los sindicatos, que prácticamente prohibieron las huelgas a raíz de la caída de Wall Street. La reducción de sueldos y el crecimiento de los trabajos a tiempo parcial y los temporales de bajo salario redujeron drásticamente la posición social de la clase trabajadora. Esto se combinó con recortes en el cuidado de la salud, pensiones, educación, vivienda, cupones de alimentos y otros programas sociales vitales.

 La orgía de enriquecimiento personal de la oligarquía financiera ha continuado y se ha acelerado bajo Trump con la promulgación en diciembre pasado de un paquete multimillonario de recortes de impuestos para las empresas y los ricos. Los recortes tributarios de Trump han desencadenado una nueva ronda de fusiones y adquisiciones, recompras de acciones y pagos de dividendos que aumentarán la riqueza de los directores ejecutivos y los inversores en aproximadamente $2,5 billones a fines de 2018.

Obama protegió a los banqueros cuyas actividades fraudulentas condujeron a la Gran Recesión. En 2011, la Subcomisión Permanente de Investigaciones del Senado emitió un informe de 650 páginas sobre el colapso de Wall Street que documentó las prácticas criminales de los principales bancos y la colusión de las agencias de calificación y los reguladores gubernamentales. El presidente de la subcomisión, el senador por Michigan Carl Levin, dijo en una conferencia de prensa que los investigadores del senado habían encontrado “un pozo de serpientes financieras plagado de codicia, conflictos de intereses y malas acciones”.

El informe fue letra muerta desde el día en que fue lanzado. Ni un solo banquero principal fue acusado penalmente, y mucho menos procesado y encarcelado. En cambio, se hicieron aún más ricos. El director ejecutivo de JP Morgan Chase, Jamie Dimon, y el director ejecutivo de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, se han convertido en multimillonarios, a pesar de jugar papeles clave en la creación del esquema Ponzi de hipotecas subprime y luego sacar provecho de su colapso en 2008.

Estados Unidos está gobernado por una oligarquía financiera corporativa, que controla tanto a los principales partidos como a todas las instituciones oficiales: el Congreso, los tribunales, el ámbito académico y los medios de comunicación. Este año ya ha visto un resurgimiento de la lucha de clases y un crecimiento del sentimiento anticapitalista y prosocialista en la clase trabajadora, no solo en los EUA, sino en todo el mundo.

La respuesta de la clase dominante es doble. Primero está el giro hacia formas de gobierno autoritarias, vistas tanto en los ataques fascistas de Trump contra los inmigrantes como en el estímulo de las fuerzas políticas de extrema derecha, y la promoción de los demócratas del FBI, la CIA y los militares como la supuesta alternativa a Trump. No hay un rastro de contenido democrático o progresista en la guerra política en curso en Washington. Ambas partes están a favor de la guerra, y son antidemocráticas y antiobreras.

Los demócratas, por su parte, se oponen a Trump sobre la base de su supuesta renuencia a enfrentar a Rusia militarmente y expandir la guerra de Estados Unidos en Siria. Están dirigiendo docenas de exagentes de la CIA y oficiales militares en las elecciones de mitad de período. Sus héroes son el exdirector de la CIA y cerebro de asesinatos con drones John Brennan y el difunto traficante de la guerra John McCain. Están encabezando la censura de sitios web izquierdistas y antiguerra en Internet con el nombre fraudulento de combatir la “intromisión” rusa y las “noticias falsas”.

La otra punta de la respuesta de la clase dominante al crecimiento de la militancia de la clase trabajadora y el sentimiento anticapitalista es la promoción de falsos “progresistas” y “socialistas” como Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders, y organizaciones como los Socialistas Democráticos de Estados Unidos, que están alineados con el Partido Demócrata y buscan canalizar a la oposición de la clase trabajadora detrás de ese partido del imperialismo estadounidense.

La alternativa para los trabajadores y los jóvenes está siendo promovida por el Partido Socialista por la Igualdad, el único que lucha por movilizar a la clase trabajadora en oposición al sistema bipartidista capitalista sobre la base de un programa socialista. La campaña del candidato del PSI Niles Niemuth para el Congreso de los Estados Unidos en el 12° Distrito Congresional de Michigan tiene como objetivo ampliar el crecimiento de la resistencia de la clase trabajadora y proporcionarle un programa independiente y revolucionario. Los trabajadores y los jóvenes de todo el país deberían apoyar la campaña y unirse y construir el PSI.

(Publicado originalmente en inglés el 19 de septiembre de 2018)

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