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Perspectiva

New York Times atiza histeria antirrusa con dosier fraudulento sobre “complot electoral”

El New York Times publicó un “reportaje especial” fraudulento y provocativo el jueves intitulado “El complot para subvertir las elecciones”.

Repleto de imágenes siniestras que retratan al presidente ruso, Vladimir Putin, como un cíclope de la élite cibernética, el reporte afirma haber desamarrado “los hilos de la campaña extranjera más efectiva en la historia para alterar e influenciar una elección estadounidense”.

El reporte podría servir como un ejemplo del manual de desinformación de la CIA pretendiendo ser periodismo “a fondo”. No hay noticia alguna. Son pocos los hechos corroborados. Ni hay un análisis significativo en todo el reporte de 10.000 palabras, el cual se extiende por 11 páginas libres de anuncios en una sección separada producida por el Times.

El artículo comienza relatando con un tono ominoso dos incidentes en los que se colgaron anuncios de puentes en la Ciudad de Nueva York y Washington en octubre y noviembre de 2016, uno de alguien parecido a Putin sobre una bandera rusa con la palabra “pacificador” y otro con Obama y las palabras “Adiós asesino”.

Reconoce que “la policía nunca identificó a los que colgaron los carteles”, pero igual alega que, “El Kremlin pareciera haber llegado a suelo estadounidense en Nueva York y Washington. Los carteles bien pudieron haber sido una celebración visual para la interferencia extranjera más efectiva en las elecciones estadounidenses en la historia”.

¿Por qué “pareciera” que fue el Kremlin? ¿Cuál evidencia existe para apoyar esta afirmación? ¿Entre los 8,5 millones de habitantes en la Ciudad de Nueva York y otros 700.000 en Washington D.C., no hay suficientes personas que podrían odiar a Obama igual o incluso más que a Vladimir Putin?

Esta absurda sección, afirmando que “pareciera” y que “bien pudieron haber sido” junto a especulación sobre el Kremlin extendiendo su malévolo control sobre “suelo estadounidense”, marca el tono del resto del artículo. Éste regurgita una acusación infundada tras otra de las agencias de inteligencia estadounidenses, políticos capitalistas demócratas y republicanos y el mismo Times.

Los autores, Scott Shane y Mark Mazzetti se quejan acerca de la falta de “comprensión pública” del cuento de “Trump y Rusia”. Sin duda, a pesar de la campaña de dos años de histeria antirrusa fomentada en Washington y entre las secciones más adineradas de la clase media-alta que constituyen la audiencia meta del Times, las encuestas indican que las acusaciones de “injerencia” rusa en las elecciones presidenciales de 2016 han provocado una respuesta popular mínima en las masas estadounidenses.

El “reporte especial” busca remediar este problema afilando las acusaciones de interferencia, escribiendo que el Kremlin organizó un “Pearl Harbor sigiloso de la era cibernética” contra Estados Unidos y logró “secuestrar” las “empresas estadounidenses como Facebook y Twitter” y “los sentimientos de los ciudadanos estadounidenses sobre inmigración y raza”.

El reportaje está hasta el borde de “quizás” y “parecieras”, incluso afirmando que “hay un caso plausible de que el Sr. Putin logró entregarle la Presidencia a su admirador, el Sr. Trump, aunque no puede ser comprobado o refutado”. En otras palabras, los reporteros del Times no pueden sustanciar sus afirmaciones.

Mazzetti y Shane hacen todo lo posible para presentar las acciones de Putin, asumiendo a modo de argumento que él es el cerebro detrás de las publicaciones de Facebook, como algo tan horrible que no tiene precedente en los anales de las relaciones internacionales.

Pero, como es bien reconocido, EUA gasta miles de millones cada año para influenciar elecciones extranjeras, subvertir Gobiernos que percibe como obstáculos a los intereses de EUA y para comprar a políticos, intelectuales y otros agentes de influencia. Ha patrocinado golpes de Estado y librado guerras directas para efectuar cambios de régimen. Muchos de estos golpes han sido apoyados por el New York Times. Muchos de sus reporteros colaboran con las agencias de inteligencia de EUA y difunden la propaganda requerida para avanzar los intereses internacionales de EUA.

No hay ningún país en el mundo cuyo sistema político no haya sido el blanco de Estados Unidos. Esto incluye Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas, donde ha llevado a cabo continuamente operaciones de cambio de régimen, mientras que la alianza militar de la OTAN increpa a lo largo de enormes extensiones de territorio y absorbe la esfera de influencia desocupada por la Unión Soviética. La OTAN ha desplegado fuerzas militares encabezadas por EUA hasta las fronteras de Rusia, en contravención de los acuerdos alcanzados entre Washington y Moscú durante la disolución de la URSS por parte de la burocracia estalinista.

El reporte especial del Times pasa esto por alto, presentando la presunta “injerencia” rusa como el producto de las enemistades personales de Putin contra el presidente Barack Obama y la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton.

En el contexto de las operaciones globales de EUA, lo que alega el Times, incluso si todo fuera verdad, no se equipara ni a una pizca de sal.

Afirma que “troles, hackers y agentes” ordenados a influenciar las elecciones estadounidenses de 2016 “eran apenas 100 en total”. Su tarea era presuntamente “redirigir a millones de votantes estadounidenses” y “sabotear una elección”.

Con este fin en mente, afirma el artículo, los rusos supuestamente gastaron $100.000 en anuncios de Facebook, “una suma insignificante comparada con las decenas de millones gastadas en Facebook por las campañas de Trump y Clinton”. Y mucho menos que insignificante comparado con los $7 mil millones desembolsados durante las elecciones federales de EUA en 2016.

Los anuncios, según el Times, iban dirigidos a “sembrar discordia” en el cuerpo político del país, como si EUA no estuviera ya desgarrado por la desigualdad social más profunda de cualquier país capitalista avanzado, con una población enfurecida por la caída en los niveles de vida de las masas obreras, mientras que una oligarquía financiera y corporativa registra los mayores ingresos en la historia.

El artículo aduce la presunta promoción de un puñado de manifestaciones por parte de anuncios rusos en Facebook que atrajeron a unas cuantas docenas de personas como evidencia de que los “troles” de Moscú podían actuar como “titiritero de estadounidenses incautos”. Tan solo hay que comparar esto con el gasto de Washington de $5 mil millones, como lo reconoció la exoficial del Departamento de Estado, Victoria Nuland, para promover un golpe de Estado armado y encabezado por fascistas para derrocar el Gobierno prorruso en Ucrania en 2014.

La parte más siniestra del reporte del Times es la condena de WikiLeaks y su fundador y editor, Julian Assange, por filtrar los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) y del director de campaña de Clinton, John Podesta. Los correos desnudan la trama del DNC para manipular las primarias del partido a favor de Clinton y en contra de Bernie Sanders, además de que hizo públicos los discursos sumisos y cariñosamente remunerados que Clinton pronunció ante audiencias de Wall Street. Ahí, les garantiza que defenderá sus intereses y deja en claro su disposición a escalar la guerra en Siria y bombardear Irán.

El reporte del Times se queja de que las palabras autocondenatorias de Clinton fueron “tomadas fuera de contexto” e “interpretadas de la manera más perjudicial posible”.

El reporte retrata a Assange como un agente inconsciente o consciente del Kremlin en un momento en que el fundador de WikiLeaks se enfrenta a la amenaza de perder su refugio en la embajada ecuatoriana en Londres, a lo que le seguiría su arresto y extradición a EUA para enfrentar un juicio por traición y espionaje.

El reporte también trae de vuelta a la vida la denigración de Jill Stein, la candidata presidencial del Partido Verde en 2016. “La operación rusa también promovió” su campaña, aduce el Times, “para quitarle votos a la Sra. Clinton”.

El propósito político del “reporte especial” es claro. Busca criminalizar la disensión interna, deslegitimar y suprimir cualquier oposición al monopolio político ejercido por el sistema bipartidista del capitalismo estadounidense y criminalizar el uso del internet para reportar cualquier noticia o expresar cualquier opinión que no haya sido primero filtrada por “fuentes de autoridad” como los estenógrafos incrustados en la CIA del Times.

Mazzetti y Shane son los corresponsales de seguridad nacional del Times En un artículo adjunto en el sitio web, aseguran de que su “reporte especial” se basó en dos ediciones especiales de la revista del Times publicadas en julio de 1973 y el enero siguiente, las cuales detallaban el contexto y evolución del escándalo de Watergate que tumbaría la Presidencia de Nixon.

Pese a que buscaban dar la señal de que su reportaje podría llegar a deponer a Trump, la comparación es sumamente ridícula y sirve su único propósito. Los artículos redactados por el Times hace 45 años ofrecieron un análisis político convincente que sirvió por lo menos para exponer parcialmente los crímenes y las conspiraciones del Gobierno estadounidense. Aparecieron tres años después de que el diario desafiara al Gobierno de Nixon al publicar los “Pentagon Papers” —filtrados al Times por Daniel Ellsberg— que exponían las mentiras y crímenes en torno a la guerra estadounidense en Vietnam.

Mazzetti y Shane han producido una caldera propagandística mal escrita que repite como un loro las acusaciones infundadas de las agencias de inteligencia estadounidense y argumenta a favor del enjuiciamiento criminal de Julian Assange por exponer crímenes similares.

Mazzetti es notorio por haberle entregado secretamente a la CIA en 2011 un artículo antes de su publicación que había escrito la columnista del Times, Maureen Dowd, junto a una nota que decía: “esto no lo envié yo… y por favor bórrenlo después de leerlo”.

Shane fue el autor en 2012 de un artículo bajo el título “El caso moral a favor de los drones”, que intenta justificar el programa de asesinatos de la Casa Blanca que cobró la vida de miles en Pakistán, Afganistán, Yemen y otras partes.

Los autores son, para decirlo sin rodeos, un par de charlatanes descompuestos, incrustados en el aparato militar y de inteligencia estadounidense y desdeñados por los periodistas serios.

Su “reporte especial” refleja el repudio profundo del Times y el resto de los principales medios hacia cada principio democrático. Todos han adoptado el papel de garantes del secretismo estatal y de apologistas de la guerra y la represión política.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de setiembre de 2018)

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