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Cientos de detenidos en Turquía en choques entre obreros de construcción y la policía

Durante manifestaciones protestando las condiciones de muerte en la construcción del nuevo aeropuerto de Estambul, la policía y la gendarmería detuvieron a cientos de obreros de construcción el 15 y 16 de septiembre.

Miles habían bajado sus herramientas y manifestaron en protesta luego de que un accidente de autobus había herido a 17 de sus compañeros. Ese es el más reciente en una serie de accidentes industriales en la obra, un “cementerio”, en la opinión de los trabajadores, como consecuencia de falta de protecciones mínimas y de la presión por parte de gobierno y los contratistas para inagurar el gigantesco aeropuerto a fines del mes que viene.

Muchos de los obreros coreaban: “Somos trabajadores con derechos. Ganaremos de una forma u otra. El eslógan de los obreros, “#no somos esclavos” (#köledegiliz), cuenta con el apoyo de muchísimos por toda Turquía.

La policía y la gendarmería utilizó vehículos militares, gases lacrimógenos y chorros de agua para dispersar la manifestación de obreros en huelga. Según declaraciones de Ozgur Karabulut, representante del sindicato Dev Yapi-Is, a noticias Reuters por teléfono: “treinta gendarmes irrumpieron en el campamento de los trabajadores, derribando puertas; detuvieron a unos quinientos trabajadores”.

La policía y gendarmería atacan a los trabajadores

Los trabajadores colgaron videos de las fuerzas de seguridad acorralando y deteniendo a los trabajadores. Algunos pocos fueron librados el domingo 16 de septiembre, otros permanecían en cárceles de la policía y la gendarmería de Estambul a comienzos de la semana.

El gobernador de Estambul, Vasip Sahin, dijo que estaban bajo arresto 401 obreros por negarse a trabajar o por “intentar provocar a otros”, según el diario Hurriyet. Según este periódico, Vasip Sahin indicó que el domingo habían quedado en libertad 275 trabajadores y que la compañía a cargo del aeropuerto, Gran Aeropuerto de Estambul (GAE) estaba “solucionando los problemas”.

Por su parte, Karabulut dijo que ciento sesenta habían sido puestos en libertad y que el sindicato calculaba que otros 360 todavía estaban encarcelados. “Algunos de nuestros amigos que fueron dejados en libertad anoche fueron enviados a los campamentos, pero no están trabajando”, le dijo a Reuters. “Confiamos en que estas manifestaciones continuarán por largo tiempo”.

Obreros heridos por el autobús el viernes 14 de septiembre

Un representante de GAE minimizó la protesta y aseguró que el aeropuerto abriría el 29 de octubre, informó Reuters. “Nuestros empleados siguen el plan; no ha ocurrido ningún contratiempo”, declaró Gokhan Sengul, director de comunicaciones de GAE; “hubo algunas protestas el viernes, provocadas por supuestos representantes sindicales”.

Los trabajadores de construcción se vienen quejando de las condiciones en el lugar desde hace meses. Es un proyecto de orgullo para el gobierno de Erdorgan, quien ha dicho que será el aeropuerto más grande del mundo.

Para tratar de aparecer creíble, el sindicato Dev Yapi-Is —que había hasta ahora hecho la vista gorda a todas las malas condiciones— publicó una declaración diciendo que para los obreros no había “ninguna diferencia entre la obra del aeropuerto y un campo de concentración”.

En abril, visitando la obra, el ministro de transporte, Ahmet Arsland, dijo que veintisiete trabajadores habían muerto a causa de accidentes de trabajo o de mala salud, desde que la construcción comenzó en el 2015. Para los obreros esa es una gran subestimación. Lo que causó la visita del ministro de transporte fue un informe del periódico de oposición Cumhuriyet en febrero que decía que el gobierno encubría unas cuatrocientas muertes en la obra, donde trabajan treinta y cinto mil obreros.

Los trabajadores le dijeron a ese periódico que los patrones los empujaron a aumentar su productividad como consecuencia de varios atrasos en la fecha de apertura. Muchas muertes no son reportadas, declararon al periódico los obreros, porque el gobierno soborna a las familias de los obreros, muchas de las cuales viven en la pobreza en pueblos lejos de Estambul, o en el extranjero, lo que equivale a cien mil dólares por su silencio.

Algunos de los trabajadores detenidos

Muchas de las muertes, le dijeron trabajadores a Cumhuriyet, son consecuencia de los miles de camiones de carga que deambulan por la obra, sin ningún control, ignorados deliberadamente por la policía y los inspectores. Un representante sindical, Yunus Ozgur, le dijo al periódico que tres o cuatro trabajadores morían a causa de accidentes cada semana.

Los obreros también se quejan de la mala alimentación que les dan, de una infestación de pulgas y chinches, en sus dormitorios, y de sueldos retrasados y no pagados. Han colgado videos y fotos en medios sociales de insectos, basura sin colectar y de cielorrasos rajados en las habitaciones que la compañía les da.

El régimen del presidente Recep Tayyip Erdogan teme que el repudio de la clase obrera a la caída de la lira turca, la creciente inflación y una ola de despidos aceleré las tensiones de clase.

La economía turca ha crecido principalmente en base a un auge de construcciones, de quince años, bajo el partido AKP (Justicia y Desarrollo) de Erdorgan. Se han construido puentes, carreteras, y ahora el tercer aeropuerto de Estambul. Esos proyectos, empero, se fundamentaron en préstamos a bajo interés de parte de los mercados financieros mundiales, préstamos que ahora están desapareciendo.

El viernes 14 de septiembre, Erdogan dijo que su gobierno congelaría nuevas inversiones para frenar la inflación y apoyar la lira, que en lo que va del año perdió el cuarenta por ciento de su valor. La construcción está estancada, con decenas de miles de trabajadores en paro; proceso ahora afecta a sectores ligados al comercio internacional, como la industria automotriz. Ford, Mercedes Benz y Renault preparan vacaciones sin sueldo para los obreros de automóvil.

Bajo el estado de emergencia que impuso Erdogan luego del intento de golpe militar, apoyado por Estados Unidos, de julio 2016, se reprimió el derecho a la huelga. Fue un acto enteramente simbólico cancelar el estado de emergencia este julio. Las detenciones en masa en el aeropuerto de Estambul demuestran que sigue intacta la máquina de represión estatal.

Deseando calmar a ciento treinta mil trabajadores metalúrgicos, en enero la Asociación Patronal Metalúrgica y tres sindicatos llegaron a un contrato de tres años con un aumento de sueldo promedio del 24,6 por ciento. El acuerdo ocurrió después que Erdogan prohibió una ya programada huelga en ese sector, argumentando que amenazaba la “seguridad nacional”. Los trabajadores metalúrgicos rechazaron el decreto del gobierno y siguieron protestando, con carteles que decían: “Si el estado de emergencia es para los patrones, las huelgas son para nosotros”.

En febrero, el Ministerio del Interior anunció que había quedado detenidas 845 personas, acusadas de terrorismo, por protestar en contra de, o por publicar en los medios sociales críticas a, la invasión militar turca de la ciudad de Afrin, en el norte de Siria.

Fuerzas de seguridad derriban las puertas de los trabajadores

En ese mismo mes, el diario Evrensel informó sobre la detención de dos trabajadores de construcción por la policía cuando llegaban al Aeropuerto Izmir Adnan Menderes para regresar a su pueblo de Diyarbakır. La policía detuvo a los dos trabajadores, Nazım Toplu y Ahmet Polat, por “tener aspectos sospechosos”. Se les ordenó que abrieran sus cuentas de Facebook por si habían publicado críticas del gobierno. Cuando se negaron, diciendo que esa era una exigencia fuera de la ley, la policía se apoderó de los teléfonos móviles de estos obreros para intervenir sus cuentas de medios sociales. Ambos obreros eventualmente fueron puestos en libertad cuando la policía dijo que no éstos no habían sido objeto de investigaciones previas.

Los accidentes fatales en la obra del aeropuerto ponen el dedo en las condiciones mortíferas de los trabajadores de Turquía, fuente de mano de obra barata para empresas transnacionales, de Europa y Estados Unidos. En el 2014, los veintiocho países de la Unión Europea reportaron tres mil setecientas muertes relacionadas con el trabajo. A Turquía le correspondían mil seiscientas muertes. La Asamblea de Salud y Seguridad Obrera, una organización sin lucro de Turquía, calcula que el año pasado murieron 2.006 en sitios de trabajo, comparado con 1.970 muertes en el 2016.

En el 2014, 301 trabajadores murieron en uno de los más grandes accidentes industriales de la historia turca en la mina de carbón Soma, en Turquía occidental. Lo que causó la tragedia fue la privatización y los “ajustes estructurales” que apoyaba el Fondo Monetario Internacional; impuestos por Erdogan y sus antecesores en todas las fracciones de la clase de poder turca, y de los sindicatos. Un minero, Oktay Berrin, le dio a la agencia de información AFP que “no existe seguridad en esta mina; los sindicatos son marionetas y a nuestra patronal sólo le importa el dinero”.

La explosión de la ira de los obreros de construcción del aeropuerto de Estambul es parte de la aceleración y radicalización del movimiento obrero mundial. Diez años después de que los gobiernos capitalistas rescataron a la aristocracia financiera, los trabajadores de Europa, el continente americano, África, y Asia están organizando más y más huelgas y enormes manifestaciones contra el estancado nivel de vida, la austeridad y la explotación. Ese movimiento cada vez más se transforma en una batalla internacional contra el sistema de lucro del capitalismo.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de septiembre de 2018)

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