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Perspectiva

La confirmación de Kavanaugh y las elecciones de mitad de término en Estados Unidos

La confirmación de Brett Kavanaugh a la Corte Suprema de Estados Unidos ha desplazado este tribunal aún más a la derecha, atentando contra los derechos democráticos del pueblo estadounidense en toda una amplia gama de temas, los cuales serán decididos ahora por una mayoría de cinco jueces de extrema derecha.

Al mismo tiempo, la campaña política contra Kavanaugh librada por el Partido Demócrata y basada exclusivamente en acusaciones de agresión sexual ha envalentonado al Partido Republicano, el cual parecía estar casi resignado a aceptar una debacle política en las elecciones de mitad de término.

Los demócratas no realizaron ningún esfuerzo serio para exponer el largo historial de Kavanaugh de matonismo político en pro del Partido Republicano, incluyendo su protagonismo en el juicio político contra Clinton y el robo de las elecciones presidenciales en 2000. Tampoco han subrayado su papel como un apologista de las guerras ilegales y el empleo de tortura durante el Gobierno de Bush, o su registro de 12 años en el Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos, donde emitió cientos de fallos derechistas.

En cambio, los demócratas decidieron centrarse completamente en una acusación no comprobada y posiblemente imposible de comprobar de conducta sexual inapropiada hace 36 años, cuando el nominado era un adolescente. Acogieron este tema ansiosamente esperando que una estrecha capa de mujeres de clase media-alta les devuelva el favor en las elecciones de noviembre, ya que la campaña #MeToo se ha vuelto un vehículo para impulsar su estatus, influencia y acceso a una mayor riqueza y poder.

Esto ha permitido que el Partido Republicano, el cual apoya fervientemente la violencia policial, la persecución de inmigrantes y el espionaje masivo en el país, se presente como defensor de derechos democráticos fundamentales como la presunción de inocencia.

Con tan solo cuatro semanas para los comicios del 6 de noviembre, en el que todos los escaños de la Cámara de Representantes, 35 del Senado, 36 gubernaturas estatales y miles de bancas en cuerpos legislativos estatales, millones de trabajadores que buscan una forma para luchar contra el Gobierno de Trump y expresar su oposición a sus políticas derechistas, están disgustados por ambos partidos.

En vez de ofrecer una alternativa auténtica, el Partido Demócrata está buscando asumir un espacio a la derecha de Trump y los republicanos. Este es el carácter de los tres principales temas que los dirigentes demócratas han buscado enfatizar:

En primer lugar, al menos por ahora, está la apelación respecto a la nominación de Kavanaugh de que los demócratas, a diferencia de los republicanos, “les creen a las mujeres” cuando presentan acusaciones de violencia sexual. Las bases plenamente reaccionarias de esta apelación responden a la sugerencia de que el género —no la clase económica— constituye la división fundamental de la sociedad estadounidense. Sin embargo, la noción de que una mujer que trabaja por salarios esclavizadores en Amazon o UPS tenga más en común con una multimillonaria como Hillary Clinton o Nancy Pelosi que con sus compañeros de trabajo hombres es patentemente absurdo.

Luego, está la campaña antirrusa, la acusación fraudulenta de que Rusia intervino en las elecciones de 2016 para darle a Trump la Presidencia. Esto ha servido varias funciones: para restarle importancia al fracaso de la campaña de Clinton, impulsar una política exterior más militarista en relación con Siria y más generalmente contra Rusia y avanzar una política ferozmente antidemocrática dentro del país dirigida hacia intensificar la censura del internet.

El componente final de la campaña demócrata de 2018 es apelar a Wall Street. Durante las últimas décadas, los dos partidos controlados por las corporaciones han cambiado de lugar en este importante terreno. A medida que los republicanos se trasladan cada vez más hacia la derecha, incorporando a fundamentalistas cristianos ultraderechistas y a figuras manifiestamente racistas y fascistas, y acogiendo las recetas del populismo derechista de “America First” (EUA ante todo), el Partido Demócrata también se ha desplazado hacia la derecha y ha buscado suplantar a los republicanos como el partido con los lazos más estrechos al capital financiero.

Un reportaje impactante el lunes en el New York Times detalla esta expansión de los vínculos financieros entre los bancos y la bolsa de valores y los candidatos del Partido Demócrata. El periódico utiliza datos del Center for Responsive Politics, el cual se dedica a registrar las donaciones de campaña, que muestran que los demócratas revirtieron la antigua ventaja de financiamiento que los republicanos mantenían en los sectores de finanzas, seguros y bienes raíces.

El Times reportó: “En entrevistas con dos docenas de ejecutivos y recaudadores de fondos, donadores y sus propios recaudadores en Wall Street, los demócratas describieron un nivel extraordinario de inversiones y emoción del sector financiero…

“De parte de donantes tan solo en el sector de gestión de valores e inversiones, los congresistas demócratas que actualmente ocupan el cargo y los candidatos han recibido hasta ahora $39,3 millones en 2018, comparado con $28 millones para los republicanos. Esta es una inversión de las posiciones en 2014, cuando los demócratas recaudaron $28 millones y los republicanos $41,5 millones. En 2018, 15 de los 20 mayores receptores congresistas de dinero en la industria de valores e inversiones son demócratas; en 2014, 15 de los 20 eran republicanos”.

Los milmillonarios también se están alineando detrás de los demócratas, con el exalcalde neoyorquino, Michael Bloomberg, prometiendo donar $100 millones para que los comicios resulten en un Congreso demócrata, convirtiéndolo en el principal donante para cualquier partido. Antiguos donantes republicanos se han unido a financistas tradicionales del Partido Demócrata como Tom Steyer y George Soros.

Esta combinación —apelaciones basadas en la política de género e identidades, una orientación al aparato militar y de inteligencia y el apoyo de Wall Street— expresa la esencia política del Partido Demócrata. Esta fue la fórmula de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016. Dicha campaña derechista le permitió a Trump presentarse como el candidato de los oprimidos y aquellos hostiles hacia la élite política, un factor que fue crítico en su victoria en estados industriales como Wisconsin, Michigan, Ohio y Pennsylvania, y consecuentemente en el Colegio Electoral en su conjunto.

El Partido Socialista por la Igualdad (PSI o SEP en inglés) llama a los trabajadores a rechazar ambos partidos controlados por la patronal y a construir un movimiento por la independencia política de la clase obrera respecto a toda política capitalista, desde Trump a Bernie Sanders. El PSI postuló a Niles Niemuth como candidato al Congreso en el 12º distrito en Michigan, cuya campaña se dirige a movilizar a la clase obrera, la gran mayoría de la población pero aun así excluida de la vida policía oficial, con base en un programa socialista y revolucionario.

Averigüa más y únete a la campaña en www.niles2018.com.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de octubre de 2018)

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