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Wall Street gana volatilidad conforme la economía global se torna “frágil”

La volatilidad ha continuado en Wall Street después de dos días de caídas importantes la semana pasada. El índice Dow Jones subió más de 500 puntos el martes, seguido de un descenso de más de 300 puntos durante el miércoles, antes de recuperarse para terminar con 80 puntos menos.

Ayer, después de una venta masiva global, el Dow terminó con 327 puntos, después de caer 470 puntos durante el transcurso del día. En lo que se describió como una "sesión temblorosa", el índice S&P 500 bajó un 1,4 por ciento, su mayor caída en una semana, y ahora ha experimentado una disminución en 10 de las 14 sesiones de negociación de este mes.

La volatilidad inmediata está siendo impulsada por dos tendencias en conflicto. Por un lado, los mercados estadounidenses se ven presionados por los aumentos adicionales que se esperan en la tasa de interés básica de la Reserva Federal y el endurecimiento general de las condiciones monetarias expresado en el alza de las tasas de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años de referencia, que ahora rondan el 3,2 por ciento. Las condiciones monetarias también se están haciendo más restrictivas por la reducción de la tenencia de activos de la Reserva Federal en $50 mil millones por mes como parte de su programa para reducir su balance general. Su anterior programa de flexibilización cuantitativa hizo que los activos de la Reserva Federal aumentaran de menos de $1 billón a $4,5 billones.

Por otro lado, los precios de las acciones están siendo impulsados por el aumento en las ganancias reportadas por los bancos y las principales compañías. También existe la expectativa de que el crecimiento de los EUA seguirá y que, si bien las valuaciones de los activos se pueden “estirar”, todavía hay una manera de que el mercado funcione y se puedan obtener ganancias.

La inestabilidad subyacente y los temores de una venta masiva fueron subrayados por comentarios adicionales del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, después de que denunciara que el aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal fue algo "loco" cuando se vio la liquidación de acciones la semana pasada. En una entrevista con Fox Business News Network, repitió su afirmación de que la Reserva Federal estaba elevando las tasas de interés demasiado rápido y describió las acciones del banco central como "mi mayor amenaza".

Como parte de su adhesión a la independencia de la Reserva Federal, Trump dijo que no había hablado con su presidente Jerome Powell, a quien designó el año pasado. Pero "no estaba contento" con lo que estaba haciendo Powell "porque va demasiado rápido". Afirmó que Powell era "extremadamente conservador, para usar un término agradable".

La expresidenta de la institución, Janet Yellen, pesó en el debate y dijo que estaba de acuerdo con las políticas actuales de la Reserva Federal y que existía el peligro de que la economía se sobrecalentara. Añadió que la tasa de crecimiento actual del 3 por ciento era "excelente", pero arrojó dudas sobre si era sostenible a largo plazo. La Reserva Federal tendría que ser "hábil y afortunada" para lograr un aterrizaje suave después de 2019.

Es una observación que cabe notar cuando un extitular de la Reserva Federal comenta que el crecimiento de Estados Unidos necesita "suerte" para continuar.

Las actas de la reunión del 25 y 26 de septiembre del Comité de Mercado Abierto, el cual establece el tipo de interés de la Reserva Federal, publicadas el miércoles, indicaron que el banco central aún está en camino hacia otro aumento de la tasa de interés en diciembre, con algunos participantes que desean ajustar aún más la política.

Las actas señalan que algunos miembros pensaron que sería necesario “elevar temporalmente la tasa de los fondos federales por encima de sus evaluaciones de su nivel de largo plazo para reducir el riesgo de que se supere sostenidamente el objetivo de inflación del dos por ciento del Comité o el riesgo que plantean importantes desequilibrios financieros".

La principal preocupación no es la inflación en sí, sino si la reducción de la tasa del desempleo y la escasez de mano de obra darán un empujón significativo para el aumento de los salarios, algo que la Reserva Federal está decidida a suprimir.

La volatilidad del mercado también está siendo alimentada por el empeoramiento de las perspectivas económicas mundiales como resultado del aumento de las tasas de interés en los Estados Unidos, el aumento del valor del dólar y la escalada de tensiones comerciales entre los Estados Unidos, China y otros países.

El alza del dólar tiene un gran impacto en los mercados emergentes porque aumenta el nivel real de los préstamos denominados en dólares, lo que hace que el reembolso de los intereses y del capital sea más caro. El Financial Times describió la situación que enfrentan los mercados emergentes como "fea", y señaló que el índice de moneda de JPMorgan Chase EM ha caído un 12 por ciento desde abril. Las bolsas de valores también se han visto afectadas, con el índice MSCI Emerging Markets Index cayendo más del 16 por ciento en el mismo período.

Los elevados precios bursátiles en los Estados Unidos contrastan con el resto del mundo. Mientras que el índice S&P 500 ha subido más del 4 por ciento en el año, el índice Stoxx Europe 600 ha experimentado un descenso del 6,2 por ciento, el Nikkei 225 de Japón ha caído un 0,9 por ciento y el Compuesto de Shanghái ha caído un 23 por ciento.

Las tensiones comerciales siguen aumentando. Hubo un fuerte intercambio en una reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) el martes entre el representante estadounidense, Dennis Shea, y su homólogo chino, Zhang Xiangchen.

Shea exigió que la OMC confronte los supuestos abusos comerciales de China y elimine sus derechos como economía en desarrollo. Zhang respondió que "no se puede ser individualizado" y que los esfuerzos para socavar los principios básicos de la organización tenían que ser opuestos. Pero, Shea insistió en que el organismo mundial elija como blanco a China.

"Responder adecuadamente a los desafíos de las economías que no son de mercado no es menos que un asunto existencial para esta institución", dijo Shea.

Esta es una poco sutil. En otras palabras, a menos que la OMC tome medidas sobre lo que Estados Unidos llama políticas de "distorsión del mercado" de China, incluidos los subsidios para las industrias respaldadas por el Estado chino y su supuesta adquisición de altas tecnologías a través de transferencias tecnológicas forzadas o robos de información, se retirará del cuerpo.

Los Estados Unidos ya ha socavado significativamente la OMC al bloquear el nombramiento de miembros a su órgano de apelación, que tiene la última palabra sobre las controversias comerciales. La Administración de Trump se ha negado durante más de un año a considerar nuevos nombramientos porque dice que los miembros anteriores se excedieron en sus acciones más allá de su mandato y tomaron un "enfoque activista" en detrimento de los Estados Unidos. Las acciones de la Administración han reducido el tamaño de dicho comité de siete miembros a solo tres y, si la situación actual continúa, no podrá funcionar en diciembre del año que viene.

Como parte de su guerra comercial contra China, EUA ha estado tratando de enfilar a sus "aliados estratégicos" detrás suyo por medio de negociaciones con ellos sobre acuerdos comerciales bilaterales. Estos pasos, incluidos el recientemente concluido Acuerdo Estados Unidos, México, Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés) y los acuerdos con la Unión Europea y Japón para iniciar negociaciones individuales, han estado acompañados por amenazas de aranceles sobre automóviles de hasta el 25 por ciento.

Además, el USMCA contenía lo que Estados Unidos caracterizó como una "píldora venenosa". Si alguno de los otros socios entra en un acuerdo de libre comercio con una economía "no de mercado", a saber, China, los Estados Unidos podría retirarse. Los funcionarios comerciales estadounidenses han dejado claro que quieren ver esta disposición incluida en otros acuerdos bilaterales.

Las negociaciones con Europa, acordadas en una reunión entre Trump y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker en julio, ya han generado conflictos.

En dicusiones el miércoles, cada parte acusó a la otra de socavar el acuerdo de julio. El secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, dijo de su contraparte en la UE, Cecilia Malmstrom, que era "como si ella estuviera en una reunión diferente a la que asistimos".

Ross dijo que el propósito de la reunión era obtener "resultados a corto plazo que incluyan tanto alivio arancelario como estándares". La "paciencia de Trump no era ilimitada".

Malmstrom dijo que la UE había pedido varias veces un "ejercicio exploratorio", el preludio de un acuerdo comercial a gran escala, pero que Estados Unidos no respondió. "Hasta ahora", afirmó, "Estados Unidos no ha mostrado ningún gran interés por lo que el balón está en su cancha".

Ross dijo que la afirmación de que EUA estaba desacelerando las cosas era "simplemente inexacta". El embajador estadounidense ante la UE, Gordon Sondland, fue aún más directo, planteando implícitamente la amenaza de que los aranceles sobre los automóviles pudieran volver a la agenda.

"Si el presidente ve más reuniones como la de hoy, su paciencia llegará a su fin", dijo Sondland, atacando la "intransigencia completa" de la UE y advirtiendo que cualquier intento de "esperar" a que se acabe el mandato de Trump como era un "ejercicio inútil".

Advirtiendo que la política estaba poniendo "patines por debajo del mercado alcista", el comentarista de economía del Financial Times, Martin Wolf, escribió el miércoles que, como había dejado en claro la reciente reunión del FMI, las razones de preocupación "abundaban". Ante todo, “la lucha entre las viejas y las nuevas superpotencias" podría “cambiarlo todo".

Wolf señaló que la valoración de los activos de riesgo se encontraba “estirada” y que solo un pequeño cambio en las condiciones financieras globales podría dañar no solo a los mercados emergentes. Wolf dijo que la deuda agregada en países "con sectores financieros de importancia sistémica ahora es de $167 billones, o más del 250 por ciento del producto interno bruto agregado", en comparación con el 210 por ciento en 2008.

La economía global y los sistemas financieros son "frágiles", concluyó Wolf. “Estos son tiempos peligrosos, mucho más de lo que muchos reconocen ahora. Las advertencias del FMI son oportunas, pero previsiblemente subestimadas. Nuestro mundo está al revés. La idea de que la economía mantendrá su ímpetu independientemente de esto es una fantasía”.

(Publicado originalmente en inglés el 16 de octubre de 2018)

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