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Perspectiva

La causa económica de la guerra

Se acelera la crisis del sistema capitalista mundial; ese es el mensaje de informes publicados esta semana por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. No se perfila ninguna posibilidad de más crecimiento económico y ese es el motor de tensiones entre las mayores potencias capitalistas (y del armamentismo).

Los dos informes ponen el dedo en que continúan frenadas las inversiones en la economía verdadera y que más y más depende la economía mundial en las especulaciones de deuda, fertilizando el terreno de un nuevo crac.

Ilustran esas coyunturas enlazadas dos fenómenos esta semana. Subieron los índices de las bolsas de Estados Unidos el miércoles 8 de octubre, día en que se publicaron las discusiones del comité compra y venta del banco central de Estados Unidos (Fondo de Reserva Federal, FED) que hacen saber que continuarán las bajísimas tasas de interés que han engordado las ganancias de bancos y de especuladores y estraperlistas.

Un día antes, del otro lado del Océano Atlántico, se supo que la producción industrial alemana había disminuido cuatro por ciento, en julio (la más grande baja desde el 2009). Posiblemente pronto se encuentre la más importante economía europea en una recesión económica.

Estos dos eventos encapsulan una misma esencia. Los datos alemanes, uno de los centros industriales más importantes, son otra señal de un “estancamiento cíclico”. La suba de la bolsas estadounidenses resalta el parasitismo financiero que es función de ese estancamiento. Esa coyuntura le ponen el dedo en el renglón al desmoronamiento de la economía capitalista.

Marx enseña en El Capital que durante los buenos tiempos la competencia define una fraternidad en acción de la burguesía (con la expansión de ganancias y mercados). Diferentes sectores de la clase capitalista se dividen lo que saquean del proletariado. La cosa se pone dura cuando no se trata de dividirse las ganancias pero de evitar pérdidas cuando los mercados se encogen. Entonces la competencia se convierte en una riña de gallos hermanos que se repudian. Cada uno trata de derrotar a sus rivales.

Esos diferentes sectores de la burguesía han crecido mucho desde Marx. Ahora es riña tienen un carácter mundial. Los “gallos” son gigantescas transnacionales con un volumen de producción más grande que el ingreso anual de muchos países.

Desde hace una semana se comienza a perfilar una guerra global de mineral de hierro. Los mayores productores encaran un mercado que se hunde (a causa de un declive en la demanda de acero, ligada a un declive de inversiones reales)

Esta semana BHP Billiton, uno de los gigantes del hierro, declaró que en vez de reducir producción (dado que los precios han colapsado de 180 dólares la tonelada a 80 dólares), hará lo opuesto y cortará costos 20 dólares por tonelada. Detrás de esta medida táctica (tanto de BHP Billiton como de los otros dos gigantes: Vale y Río Tinto) está la estrategia de destruir a productores de más alto costo (en China, India y otros lugares).

Por el momento, esta guerra comercial mundial, que también ocurrirá con otras materias primas y con productos industriales es económica. No se detendrá.

León Trotsky (refiriéndose a las contradicciones raíces de la economía capitalista que conformaban el motor de la Primera Guerra Mundial) dijo que, frente al fin del boom económico de principios del siglo XX, las mayores potencias imperialistas encontrarían soluciones a la crisis de su sistema económico con “mecanismos mecánicos” (conflictos bélicos contra sus rivales).

Han retornado las condiciones económicas de las que hablaba Trotsky hace un siglo, con mucha más fuerza; ende los mecanismos mecánicos.

No es ninguna coincidencia que en este año en que el mundo toma conciencia de la permanencia de la estagnación económica, y la recesión, crece el armamentismo.

Alemania y Japón descartan la orientación política que habían mantenido durante la posguerra. Otra vez se encarrilan por las vías que transitaban en la primera mitad del siglo XX. Las élites de poder germanas declaran que Alemania ya no puede ser una potencia europea; debe ser una potencia mundial. El gobierno de Shinzo Abe “revisa” la constitución japonesa de posguerra, para levantarle la barrera a los militares japoneses a ir más allá de las fronteras del país. Mientras tanto, Estados Unidos intensifica sus guerras para controlar el Medio Oriente, presiona a Rusia y emprende con saña su pivote a Asia (contra China).

Las tensiones y torsiones económicas van en aumento y ya no se pueden disimular. Estados Unidos y las organizaciones económicas sobre las que tiene influencia (como el FMI) cada vez se oponen más a la resistencia alemana a dejar de lado lo que (Estados Unidos y el FMI) ven como represiones financieras sobre toda Europa, con el consecuente estimulo de la economía de Estados Unidos. En cambio, las élites de poder de Alemania resienten con inquina las acciones de la banca y empresas especulativas de Estados Unidos que detonaron la crisis del 2008 y no están dispuestas a hacer cosas que debiliten los bancos alemanes y beneficien a los capitales de Estados Unidos.

Al igual que una brújula mide y revela la dirección de un camp magnético, el movimiento de las potencias menores apunta a la futura dirección de los acontecimientos.

Un ejemplo es Australia. Se integra en el 2011 al pivote a Asia de Estados Unidos. Este año (2014) se convierte en punta de lanza del imperialismo yanqui contra Rusia, azuzando tensiones sobre la aún no explicada caída del vuelo MH17 de Malaysian Airlines en julio y luego haciéndose uno de los principales en la guerra estadounidense del Medio Oriente, que tiene el fin de derrocar al gobierno sirio, y más.

Está claro que la relación entro lo económico y acontecimientos políticos es indirecta y complejamente retorcida. Sin embargo la línea es clara. Aunque no lo explica, el informe del FMI indica que la aceleración del armamentismo se intensificará y asentará las condiciones de otra guerra mundial. Para prevenir ese desastre se necesita una campaña política activa por el programa y la perspectiva del internacionalismo socialista del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

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