Español
Perspectiva

Oligarquía Estadounidense

Cual regla secreta electoral en la política estadounidense, cada vez más visible, los asuntos de mayor importancia pasan por desapercibidos en el debate electoral. Al fin de cuenta, elecciones no deciden ninguno de esos asuntos. Las FF. AA. de Estados Unidos inician una nueva guerra en el Medio Oriente. Se han destripado los derechos democráticos. Millones no tienen empleo. Los ingresos caen para la mayoría. Un número record de inmigrantes son deportados. Ninguna de esas cuestiones se discute en este ciclo electoral, y eso que el balotaje ocurrirá en unas dos semanas.

¿Cómo explicar este vacío en la actividad política estadounidense? ¿A qué se debe la metamorfosis del proceso electoral en un ritual sin significado que ocurre cada dos años? Estos cambios tienen raíces en desarrollos sociales que son muy evidentes.

En las más recientes semanas, un informe tras otro ha aparecido poniendole el dedo en el renglón al extraordinario aumento de desigualdad social en Estados Unidos y el resto del mundo.

Hace un mes el periódico financiero Forbes señaló que en un año para otro aumentó la riqueza de los 400 más ricos de Estados Unidos catorce por ciento. Una semana después el Organización de Cooperación Económica subrayó que la desigualdad social mundial es peor que durante los años 1920, antes de la Gran Depresión.

La semana pasada, Credit Suisse informó que los (un por ciento) de arriba en el mundo manejan casi la mitad de la riqueza total. La población de megaricos se concentra en Estados Unidos.

A eso le siguió la publicación de un estudio de los economistas Emmanuel Saez y Gabriel Zucman que el 10 por ciento más rico monopoliza la riqueza en Estados Unidos, no sólo el 10 por ciento sino el uno por ciento, y no sólo el uno por ciento sino el 0.1 por ciento. “Casi todo el aumento que han tenido el 10 por ciento de arriba y el uno por ciento se debe al aumento en el 0.1 por ciento (de una tajada del 7 por ciento en los años 1970 a una tajada del 22 por ciento en el 2012)”, dice el estudio

La misma Janet Yellen, presidenta de la Junta de la Reserva Federal, que dirige el constante envío de dólares a los mercados de finanzas tuvo que comentar sobre “la gran (y creciente) desigualdad de ingresos y riquezas en Estados Unidos”. Dijo el viernes 17 de octubre que “algunos calculan que la desigualdad de ingresos y de riqueza esta al nivel más alto en cien años, mucho más que los promedios durante ese periodo, y probablemente más alto que en toda la historia estadounidense”.

Se cae de maduro que esta profunda transformación económica hoy es el motor de una metamorfosis política.

Edward Gibbon, conocido historiador, en referencia al andamiaje político del imperio romano escribió que era “una monarquía absoluta disfrazadas de estado social”. A la manera de Gibbon, nosotros decimos que Estados Unidos se ha convertido en una oligarquía con un disfraz (cada vez más gastado) de democracia.

Es una ilusión eso de “una persona, un voto”. En verdad el 0.1 por ciento más rico decreta todas las medidas y esencialmente elige a los testaferros que se encargarán de ellas. Debajo de ellos una capa un poco más grande (el 5 o 10 por ciento más rico) tiene un poco de influencia. De nada importan los intereses del restante 90 por ciento.

Plata compra elecciones. En el balotaje del 2012 se gastó más dinero que nunca (6.3 mil millones de dólares). Según un estudio, en el 93 por ciento de los ganadores en la Cámara de Representantes fueron los que colectaron más dólares. En el 2004, un chocante 98 por ciento de los ganadores gastaron más que sus rivales.

Las elecciones del 2014 van a ser las más caras (no presidenciales) en la historia de Estados Unidos, en medio de el desinterés del pueblo.

La clase de poder estadounidense aún no está satisfecha con el poder que ya tiene en sus manos. Exige que se anulen todos los controles que quedan sobre las contribuciones de dinero a los políticos. Este abril la Corte Suprema borró el tope que existía sobre la cantidad de dinero que limitaba las contribuciones individuales.

La oligarquía financiera utiliza su poder desenfrenado y su influencia para desviar a la práctica de la especulación y fraude una tajada cada vez más grande de la economía estadounidense. El gobierno de Obama y la Reserva Federal, luego de rescatar a la banca, han mantenido los intereses que los bancos pagan a un nivel de casi cero, alimentando una enorme burbuja financiera.

La dictadura de los ricos deriva, y no se puede desligar, del sistema capitalista. La vida económica cotidiana existe en completa dependencia del apetito insaciable de lucro de los bancos gigantes y de las empresas gigantes. Crece la representación de gerentes y directores en el grupo de los megaricos. Como dice el punto 86 del programa del Partido Socialista por la Igualdad: “Todas las necesidades básicas de la clase trabajadora de hoy día están en conflicto con la dictadura de los grandes bancos e instituciones bancarias en todas las esferas de la vida política y económica”.

Nada progresivo (acabar con la desigualdad, garantizar los derechos económicos de la clase obrera, detener el movimiento a la dictadura, prevenir una guerra mundial) se puede lograr sin expropiar las grandes fortunas de la aristocracia financiera, sin nacionalizar los bancos y las empresas, bajo el control democrático del proletariado, sin iniciar la transformación socialista de las economías de Estados Unidos y del mundo.

Loading