Español
Perspectiva

La Campaña de Donald Trump: Una Nueva Etapa en la Crisis de la Democracia en Estados Unidos

Con la erupción de confrontaciones físicas dentro y fuera de las reuniones políticas del mega millonario y contendor republicano Donald Trump, que él mismo azuza, las normas tradicionales de la vida política norteamericana han sido desintegradas rápidamente.

Las consecuencias de las explosivas tensiones sociales dentro de Estados Unidos, combinada con la guerra sin fin en el exterior, están emergiendo en la superficie de la vida política. Por primera vez en los Estados Unidos, un candidato con un programa distintivamente fascista y autoritario, que abiertamente incita a la violencia contra sus oponentes y declara que una amplia porción de la población debe ser suprimida, está a punto de obtener la candidatura del Partido Republicano.

Trump –con una gran fortuna acumulada a través de las finanzas, bienes raíces y la promoción de su imagen de rufián empresarial a través de los medios de comunicación— personifica el carácter oligárquico de la sociedad americana, caracterizada por un gigantesco grado de desigualdad social. Él representa la colectiva ‘voluntad de poder’ de esta clase. Su campaña es un intento preventivo de los sectores más implacables y enérgicos de la clase capitalista –temerosa del creciente descontento popular y del aumento de la militancia de la clase obrera--para imponer métodos de gobierno autoritarios y fascistas.

Trump está explotando el profundo descontento social producido por un sistema político que es hostil e indiferente al desempleo, disminución de salarios, y al deterioro económico que afecta a millones de personas. Él está canalizando esta ira dentro de la línea reaccionaria, combinando denuncias fraudulentas a las corporaciones ‘desleales’ que exportan los empleos, con diatribas xenofóbicas contra China y México, y con ataques racistas a los inmigrantes, musulmanes y a una amplia gama de “forasteros que no pertenecen a este lugar”.

El fenómeno de Trump es un síntoma de un sistema social, económico y político enfermo. El hecho que el senador Ted Cruz de Texas, su principal rival republicano, esté siendo presentado como una alternativa ‘moderada’ demuestra que tan a la derecha el sistema político Americano ha llegado. Cruz podría decirse es tan reaccionario y peligroso como Trump mismo, abogando por una escalada militar en el medio oriente, enormes recortes de impuestos para las corporaciones y los ricos, y la construcción de un estado casi teocrático.

Cualquiera que sea el destino de la campaña de Trump en las semanas y meses por venir, su repentino ascenso es una clara advertencia de que la democracia estadounidense se enfrenta a una crisis terminal. Con Trump o sin él, la concentración extrema de la riqueza y la dominación de la oligarquía empresarial financiera, basadas en el sistema capitalista, están dando lugar a formas abiertamente dictatoriales y fascistas de gobierno. Incluso si la campaña versión A de Trump fuera a implosionar repentinamente, una versión B pronto emergería en el mercado político –tal vez más astuta, pero no menos peligrosa. A pesar de las diferencias que existen actualmente dentro de la élite del Partido Republicano sobre los métodos vulgares de Trump, hay acuerdo con su objetivo final: la defensa del sistema capitalista contra las amenazas "desde abajo".

El Partido Demócrata –tradicionalmente representado como la alternativa progresista al Partido Republicano– no puede parar este proceso. Hillary Clinton, la principal candidata, es la personificación del status quo político y económico. Ella pinta su campaña como la continuación de la administración de Obama, adhiriéndose al mismo gobierno cuya política de rescatar a Wall Street a costa de la clase trabajadora, expandir las guerras de la administración Bush, y construir el poder del aparato militar y policial han creado las condiciones para el ascenso de Trump.

La campaña de Clinton se basa en mentiras e hipocresía. Ella y su esposo, el ex presidente Clinton, han aprovechado sus posiciones en la maquinaria política para adquirir inmensa riqueza personal.

El deseo de las masas trabajadoras y de la juventud por una alternativa ha encontrado expresión en la campaña del senador de Vermont, Bernie Sanders. Él ha atraído un enorme apoyo a su campaña porque se identifica a si mismo como un ‘demócrata socialista’. En un país donde hasta liberalismo moderado es tabú y el socialismo ha sido excluido por casi setenta y cinco años del discurso político oficial, la campaña de Sanders ha refutado el mito político de que los estadounidenses nunca considerarán una alternativa al capitalismo.

Los trabajadores y la juventud que han impulsado a Sanders como un aspirante serio a la nominación demócrata lo apoyan porque están buscando un cambio social y político decisivo.

Sin embargo, hay un inmenso abismo entre como Sanders es percibido y lo que él realmente es. Mucho más significativo que sus agudezas retóricas contra la "clase mega millonaria" es que Sanders esté buscando la nominación del Partido Demócrata capitalista, uno de los dos instrumentos políticos a través del cual la aristocracia financiera ha controlado los Estados Unidos por 150 años. Este partido no puede servir como un instrumento de transformación progresiva de la sociedad americana, mucho menos una transformación socialista.

En el análisis final, la supuesta “revolución política’ de Sanders es insignificante. Los homenajes a su "sinceridad" no sólo son ingenuos, en realidad no vienen al caso. Aquellos que “sienten por Bern” hoy, sentirán agruras mañana, ya que el senador de Vermont arremeterá contra sus esperanzas de una forma igual de cínica y cruel que Barack Obama, el otrora profeta del “Cambio en el que usted puede creer”.

Mientras que Trump está determinado a defender a la oligarquía empresarial financiera gobernante, el "socialismo" de Sanders no es más que una frase desprovista de contenido genuinamente anticapitalista. A medida que avanza la campaña, su programa y su retórica están adquiriendo un carácter cada vez más convencional.

Por otra parte, en lugar de dibujar líneas claras e inequívocas entre él y Trump, Sanders está adaptando su propia campaña al demagógico venenoso nacionalismo económico de la derecha, no denuncia al sistema capitalista sino a los varios acuerdos comerciales que supuestamente permitieron a China y México "robar empleos en Estados Unidos." Él simplemente ignora el hecho que tales acuerdos son un inevitable elemento de las operaciones globales del capitalismo.

La situación política es explosiva. Hay definidas similitudes entre la presente campaña electoral y la de 1968, donde hubo la demagogia racista de George Wallace, los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Robert Kennedy, y el reino del terror de la policía durante la Convención Nacional Demócrata en Chicago. La campaña de 1968 se produjo en condiciones de un creciente movimiento contra la guerra de Vietnam, levantamientos urbanos masivos en todo el país y huelgas militantes de la clase obrera.

Comparaciones con la campaña de 1968 son ciertamente apropiadas. Sin embargo, hay otra campaña electoral estadounidense que viene a la mente: la de 1860, cuando los conflictos seccionales y de clase dentro de los Estados Unidos precedieron al estallido de la guerra civil.

El ambiente de creciente violencia y la tensión social que caracterizan la campaña presidencial de 2016 es una anticipación de un conflicto social masivo en los Estados Unidos, independientemente de quién gane la elección.

Esta comprensión de la presente situación debe ser la base de la estrategia política.

La ira que ha alimentado las protestas contra las manifestaciones de estilo fascista de Trump es completamente legítima. Pero – y exhortamos a nuestros lectores a tomar en serio esta advertencia – el peligro político representado por Trump y la tendencia autoritaria y fascista que él encarna no puede combatida a puñetazos. De hecho, Trump da la bienvenida a estos incidentes como una oportunidad para legitimar y expandir las operaciones de matones financiados por él, y para coordinar las acciones de éstos con las fuerzas policiales que lo apoyan políticamente.

El drástico cambio hacia la derecha en la política oficial estadounidense debe ser combatido mediante el desarrollo de un movimiento político independiente sobre la base de un verdadero programa socialista que supere las divisiones raciales y étnicas incitadas por el capitalismo, y que pueda atraer a todos los sectores de trabajadores y de la juventud. Una auténtica lucha contra el creciente peligro de derecha requiere que la clase obrera y los jóvenes rompan la camisa de fuerza del Partido Demócrata y construyan un movimiento socialista de masas dirigido contra el sistema capitalista.

La clase obrera debe estar armada con una estrategia anticapitalista para defender los empleos, el nivel de vida y los derechos democráticos, y para luchar contra el creciente peligro de una guerra imperialista mundial. Esto significa una lucha por un programa socialista verdadero, basado en la propiedad pública de los bancos y las grandes corporaciones bajo el control democrático, para poner fin a la dominación de la sociedad por los superricos.

Los mismos problemas se plantean a la clase obrera en todos los países. El esfuerzo de la élite gobernante para avivar el nacionalismo y el chovinismo extremos, para dividir a los trabajadores unos contra otros, tiene por objeto crear las condiciones para la escalada de la guerra imperialista y la reacción social. Esto debe ser contrarrestado a través de la lucha para unir a todos los trabajadores en todos los países sobre la base del internacionalismo socialista.

La cuestión decisiva es la construcción de una dirección revolucionaria en la clase obrera y entre los jóvenes.

Este es el momento para el compromiso político y la acción. No es suficiente estar de acuerdo “en principio” que Trump es una amenaza política, que la dictadura y la guerra deben ser prevenidas y que el socialismo es mejor que el capitalismo. ¡Movilízate! Aquellos que quieren ver un socialista Estados Unidos debe estar preparado para luchar por ello. Hacemos un llamamiento a los lectores del World Socialist Web Site para unirse a y construir el Partido Socialista por la Igualdad.

Loading